Ya sabéis que yo soy de los sota caballo y rey: si los jóvenes no tienen dinero, no consumen, pro mucho que estén en edad de formar una familia, hacerse con una casa o quieran comprar un coche. Y si los que tienen dinero, que son lo mayores, no tienen ganas de consumir, entonces nos vamos directamente a la porra, porque la clave económica de los nuevos tiempos está más en la demanda que en la oferta.
Y pro ahí va la coda, según los datos que van llegando. Los inquilinos menores de 34 años destinan el 55,34% de su salario al pago del alquiler, de unos 661 euros de media, lo que supone 56 euros más que el año pasado, y superando la recomendación oficial de destinar como máximo el 35% de los ingresos mensuales al pago de la vivienda.
Así de claro y así de crudo lo decía el portal inmobiliario pisos.com
En el caso de la hipoteca, cuyo precio medio en España es de 523,09 euros, los jóvenes menores de 34 años deben invertir el 43,79% de su sueldo, y eso en los sitios más favorables, porque en comunidades como Madrid, Baleares o Cataluña, el valor medio de las hipotecas se sitúa en unos escalofriantes 749, 686 y 608 euros, respectivamente.
Así las cosas, las dificultades para los jóvenes no se basan ya tanto en la modalidad elegida, el alquiler o la hipoteca, como en que no tienen ingresos suficientes para ninguno de los dos supuestos. Y eso en el supuesto de que tengan la suerte de estar trabajando, pues ya sabemos en qué niveles se encuentra el paro juvenil en nuestro país.
Por mucho que los bancos estén ahora interesados en volver a dar créditos, los jóvenes no son su objetivo prioritario: con alto paro, alta temporalidad y expectativas borrosas, es difícil firmar un contrato a veinte o treinta años.
¿Y cual es la solución por la que optan los jóvenes? Compartir piso. Y ahí también hay malas noticias, porque el precio medio de la habitación en alquiler ha subido un 22,5% respecto al año pasado, situándose en los 280,15 euros al mes.
La franja de edad que más demanda inmuebles compartidos está comprendida entre los 18 y los 25 años (49,44%), mientras que los inquilinos de entre 26 y 35 años suponen el 29,30%. Por otro lado, el 54,87% de los perfiles son mujeres frente al 45,13% de hombres, lo que se explica, en parte, a que las mujeres trabajan por término medio en sectores peor pagados.
O sea que si esperamos que esta gente pague las pensiones de los que se están jubilando ahora, más nos vale ofrecerles algo mejor. Ya no por solidaridad, sino por propio interés.
Si a eso añadimos las magnificas medidas intervencionistas de podemitas en ayuntamientos como el de Barcelona, donde la señora Colau, con sus restricciones urbanísticas, que, al limitar la oferta, sólo consiguen que la ciudad se vuelva más elitista aun si cabe. O, porqué no, la reciente suspensión de concesión licencias a negocios de restauración y ocio en ciertas zonas de la ciudad, en una ciudad que vive eminentemente de los servicios al turismo que emplean a miles de personas. Pues sí, estamos apañados mientras el paletismo gobierne.
Que nadie dude de que las pensiones serán recortadas. Y las más altas tendrán garantizado el seguir siéndolo porque lo harán igual que cuando se hizo con los empleados públicos. Cuando quiten un 5, 10 ó 15 % lo harán a todos los jubilados y habrán aumentado la brecha entre ricos y pobres. Como siempre. Claro, el que cobra la pensión más alta dirá que él lo cotizó, lo cual es terriblemente injusto. Quien cotiza más es porque gana más y punto. ¿Acaso por ello tiene más derecho a cama de hospital público, vía preferente en la carretera o a horario ampliado en los museos?
La pensión y la prestación por desempleo deberían ser iguales para todo el mundo. Y quien no esté conforme porque gana mucho y cotiza más, que pida bajada de sueldo. Así de fácil.