Volvamos a los inicios: el oro es otra alucinación colectiva, como el dinero. Por sí solo no vale nada. El dinero no es riqueza, sino su símbolo, lo mismo que la bandera no es nación, sino su símbolo.
Estados Unidos usó el patrón oro mucho tiempo. En el siglo XIX, mientras su economía crecía al ritmo del carbón de los Apalaches y del valle del Mississippi, la producción de oro no lo hacía, por mucha fiebre del oro que hubiera en California o en Alaska. Ese desfase entre la riqueza contable (oro) y la real (carbón) metió en severas crisis cíclicas a US durante esos años. Como si chocaran contra un límite. La gracia es que ese límite lo habían elegido ellos, el patrón oro, y la riqueza real del país no se podía expresar en consonancia.
Por eso, dicen, se decidió un día abandonar el patrón oro: porque el crecimiento de la economía no podía depender del sector minero que extraía ese oro de la tierra.
Y el caso es que hoy vivimos algo parecido pero con los papeles cambiados: la riqueza contable crece sin parar (impresión de moneda y deuda en crecimiento exponencial) pero la riqueza real parece estancada, con lo que volvemos a chocar con un límite, pero este mucho peor: lo que se detiene es la riqueza, no su símbolo.
Así que cuando los bancos centrales deciden introducir dinero a espuertas en el sistema financiero y las bolsas y los bancos lo celebran porque habrá abundante liquidez, ¿qué significa esto en realidad? Significa que da igual montar buenas o malas empresas, porque hay dinero para todas. Significa que estamos en deflación y significa que la actividad se contrae, porque no hay manera de conseguir encontrar un nicho de rentabilidad que valga la pena.
Y además, ni siquiera se reducen nuestras hipotecas vía inflación como esperábamos. Porque además de imprimirse dinero a mansalva, la inflación no crece. ¿Y cómo es posible eso? ¿Qué está sucediendo para que por mucho dinero que se añada al mercado, al cero por ciento de interés, no aumenten los precios?
Algo raro está pasando. Lo más probable es que el dinero se quede pro ahí, como siempre, y simplemente no llegue a los mercados. Pero podría ser otra cosa…
Muy interesante reflexión.
Una inflación razonable ayudaría a desapalancarse y a pagar las deudas.
Perderíamos poder adquisitivo pero no con recortes.
Pero … porque no sube con las brutales inyecciones de dinero que se están metiendo en la economía… raro raro.
Está claro que hay quien le interesa seguir recibiendo sus plusvalía e intereses por la deuda en euros fuertes, cuando el endeudamiento baje y por ende los intereses a pagar veremos una fuerte subida de la inflación.
Da que pensar el artículo. Muy bueno.