Los tipos de interés siguen cuesta abajo, especialmente en lo que se refiere al precio oficial del dinero estipulado por el Banco Central Europeo.
Esto, en principio, parece un poco llamativo, pues da la impresión de que se trata de resolver el problema de la crisis con la misma medicina que la causó: la abundancia de liquidez. Y es que el exceso de dinero en circulación hinchó la burbuja de precios, al tiempo que indujo a los bancos a prestar sin medida y sin control porque algo había que hacer con el dinero que sobraba en sus arcas.
Lo que ocurre ahora es bien distinto:se trata de inyectar liquidez a toda costa en un sistema anémico que no encuentra fondos que destinar a la economía real, una vez que los bancos perdieron su fuerza y su salud en financiar activos que dejaron de tener valor.
La analogía con la salud es evidente: lo mismo que te puede sentar bien cuando estás sano te puede sentar como un tiro después de enfermar, pero en este caso me temo que va a ser complicado que un sistema acostumbrado al exceso de liquidez escape de sus problemas con una simple bajada de los tipos.
Por mi parte, la bajada de tipos de interés la veo como un síntoma de desesperación. Bajar el precio del dinero y acercarlo al cero pro ciento puede ser una medida idónea, pero desde luego no genera confianza en el resto del mundo. Y a nosotros también nos debería hacer reflexionar: Si el dinero se presta casi sin interés, o sea al cero por ciento, y aún así hay muy pocos negocios lo bastante potentes o lo bastante solventes para obtener esos préstamos y ser capaces de devolverlo, ¿qué está pasando aquí en realidad?
A mi juicio, dos cosas:
-Que no hay muchos sectores donde realmente valga la pena invertir (todo está ocupado ya), y que eso es lo que realmente nos oprime. A esto se le llama a veces exceso de capacidad instalada o exceso de capacidad de producción, y da para escribir verdaderas enciclopedias al respecto.
-Que al final las empresas y los particulares tenemos que competir con los Estados por la financiación, y eso tiene truco, porque son los Estados los que dictan las leyes y nos cobran los impuestos.
Así las cosas, sea cual sea el tipo de interés que se fije, las hipotecas concedidas siguen cuesta abajo.
Y esa es la verdadera tragedia: que cada día más, las decisiones monetarias empiezan a ser irrelevantes.