El Euribor comió el turrón, se tomó unas copas y descansó unos días, para alivio de todos, sentado en su cómodo uno y medio. Allí se quedó a pasar los Reyes, y mucho me temo, a tomar fuerzas para un camino ascendente.
Porque después, poco a poco, ha despertado, para ir moviéndose de 1,5 % al 1504 y después al 1508, y sólo en cinco o seis días. De momento la cosa no preocupaba, pero después, en tres jornadas, poco antes de que concluyese la reunión del BCE, escaló desde el 1,508% al 1,513%.
Y parece que ha cogido fuerza y confianza, porque la aceleración continúa, porque el Euribor ha pasado luego en un solo día del del 1,513 hasta el 1,536%. La verdad es que en términos absolutos parece cosa de miseria, y quizás lo sea, pero si lo miramos desde otro punto de vista, el de la evolución, se trata del mayor avance en más de tres meses.
En realidad, no se trata de una enfermedad, sino un síntoma, y posiblemente el peor síntoma del que podamos hablar: que si la inflación persiste, y el hecho es que el IPC ha aumentado mucho más de lo previsto, los bancos centrales pueden subir los tipos de interés, con todo lo que eso implicaría de tragedia para muchas economías familiares.
Así que ahora ya veis qué clase de consecuencias puede tener el alza del precio de la electricidad o los combustibles: que el alza de precios se generalice, que eso dispare la inflación y que, en consecuencia, el Euribor y el interés comiencen a ponerse nerviosos, camino de una subida que sería mortal para muchas hipotecas.
Atentos a las próximas semanas, porque van a ser decisivas.