
No salen del fútbol, os lo aseguro
Nos vamos a dejar de monsergas, amigos. Este es un blog de economía de guerra, porque no se puede calificar de otro modo al mercado hipotecario, y no un blog de ética política ni pensamiento inmaculado. Permitidme, por tanto, que trate de abordar con sinceridad un tema que nos preocupa a todos: por qué ha bajado nuestro salario real y por qué se apoya, desde algunas instancias más bien sorprendentes, esa bajada de salarios reales.
Hay muchas causas y muy diversas, pero una de ellas me llama especialmente la atención y me voy a centrar en ella, con vuestro permiso. Echadle imaginación, os lo ruego.
No me convencen las posiciones xenófobas que afirman que una gran parte de los inmigrantes vienen a España a robar. No es cierto. Los inmigrantes han venido a España estos años a ocupar los puestos que no queríamos los españoles. España estaba indiscutiblemente necesitada de mano de obra en ciertos sectores y en algunas profesiones, pero quedarse ahí es quedarse a medias, y las medias verdades ya sabemos todos lo que son: puñeteras mentiras.
Lo que sucede en realidad se llama en economía efecto sustitución, pero como la gente común no sabe economía (lo que beneficia mucho a sus arterias), estas cosas conviene exponerlas con un ejemplo.
Supongamos, porque queremos suponerlo, que existe la profesión de enderezador de farolas. Es un trabajo duro, porque hay que subir a cierta altura, requiere esfuerzo físico y se corre el riesgo de que un aislamiento defectuoso te meta en el cuerpo veinte mil voltios. Supongamos tal cosa, por favor.
Hay diez plazas de enderezador de farolas. Diez, por decir algo. Como es un trabajo tan duro, se pagan tres mil euros al mes por desempeñarlo, y aún así sólo se consiguen cubrir ocho de las diez plazas. Entonces se le ocurre a un empresario buscar enderezadores de farolas en Farolistán, y como sabe que allí se vive de pena, les ofrece contrato en origen por mil quinientos euros al mes.
La conducta del empresario puede ser todo lo canallesca, vil, inmoral e ilegal que os dé la gana, pero hablamos del mundo real, no del país de los pitufos y sabéis que las cosas han funcionado así. Conclusión: que el empresario tiene al fin los diez puestos cubiertos. Ocho a tres mil euros, y dos a mil quinientos.
A partir de este momento, la patronal tratará de buscar todos los mecanismos imaginables para contratar enderezadores de farolas farolositaníes a razón de mil quinientos euros al mes. En cuanto se jubila uno de los trabajadores nacionales, o se le termina el contrato, el empresario le ofrece al siguiente, o al mismo, mil quinientos y ni un céntimo más, porque sabe que a ese precio puede contratar a otro inmigrante de Farolistán. Por ese camino tendremos, en poco tiempo, que todos los enderezadores serán de Farolistán, y los enderezadores nacionales tendrán que buscarse otro trabajo o hacer lo mismo que antes por la mitad de sueldo.
Por tanto, es cierto que los farolistaníes vinieron a ocupar unos puestos que nadie quería, pero al mismo tiempo presionaron a la baja sobre los salarios y las condiciones sociales, creando un efecto de sustitución y pauperización de los trabajadores nacionales del mismo sector.
En una sociedad ideal tal vez no pasaría esto, pero la nuestra, no lo es. En la nuestra, el hecho de que venga gente de fuera sustituye en ciertos trabajos al obrero nacional, que ve repentinamente empeoradas sus condiciones laborales porque el empresario tiene más personal donde elegir y al que ofrecer un sueldo. El mercado de la mano de obra funciona como cualquier mercado: más oferta de mano de obra, la misma demanda, bajada de precio al canto.
Y lo gracioso es que cuando se pide más control sobre el empresario, salen muchos supuestos bienintencionados diciendo, como me dijeron a mí, que mejor dejarse de inspecciones y que la gente pudiese vivir, “porque si los de fuera le costasen al empresario lo mismo que los de casa, ¿quién contrataría a un tío al que casi no se le puede decir lo que tiene que hacer porque no te entiende?”
Ya ocurrió con las patatas y las alubias, por ejemplo: las empezaron a traer de fuera y bajaron las nuestras hasta el punto de que no valía la pena ni sembrarlas.
Y la verdad: que los partidos de derechas lo aprueben, me parece normal, porque todo lo que abarate la mano de obra a la patronal les beneficia. Pero que sean los sindicatos y los partidos de izquierda, que supuestamente tienen el deber de defender a los trabajadores, los que luchen por la flexibilización de las leyes de extranjería, me parece surrealista.
Una pancarta que diga “papeles para todos” sólo la puede llevar un gran empresario o un gran majadero.
La otra posibilidad , que la hay, permitidme que me la calle.