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Las elecciones europeas en clave de humor (de mal humor)

Eurodiputado agradeciendo a sus votantes el apoyo prestado

Eurodiputado agradeciendo a sus votantes el apoyo prestado

Está bien ese principio de un hombre un voto. Y una mujer, también, aunque a la izquierda no le gustase en su momento porque, según ellos, las mujeres estaban demasiado influidas por los curas y era mejor que no votasen. Como véis, lo de someter las convicciones al interés no es un brote verde, precisamente.

Esta bien porque podemos votar todos  en las elecciones y así podemos decir que el tema nos afecta, aunque sepamos que lo mismo da ocho que ochenta, proque si se puede votar es que no importa, y si importa de veras no se puede votar. ¿No tenéis esa sensación?

Sábado es, y divago. Pero trataré de centrarme.

Como siempre, las elecciones han servido para que nos demos cuenta de que no vivimos en una democracia real, porque a los políticos les importan tres puñetas los votos en blanco o las cifras de participación. Con un cuarenta y tantos por ciento de votos emitidos el resultado es tan legítimo como si hubiese un ciento veinte por ciento, cosa que ya ha sucedido, como bien sabéis. En alguna regiones de este país han sido siempre tan demócratas que votaban hasta los muertos. ¿Os acordáis?

Fuera de nuestras fronteras, me quedo con una sonrisa y una preocupación: la sonrisa para los suecos, por los siete escaños que le concedieron al Partido Pirata, promotor de una lucha sin cuartel contra ciertas patentes y contra el control de los datos personales de los ciudadanos. La preocupación por el nuevo auge de la extrema derecha, que vuelve a menear sus siete colas capitalizando el descontento de los más pobres. Porque es curioso: a la extrema derecha la votan sobre todo los pobres. O eso dicen los sociólogos, y con buena lógica, porque los inmigrantes africanos, por ejemplo, no son competencia para los ingenieros nucleares y los neurocirujanos. A lo mejor tenía razón el Dr. Goebbels (mucho más canalla que idiota) cuando decía que los votos que él tenía que cosechar eran los de los comunistas, proque los burgueses lucían demasiado rechonchos para desear cambios cambios drásticos. Que Goebbels fuera un político de extrema derecha lo discutimos aparte, si queréis, lo mismo que si lo son o no los extremistas holandeses, por ejemplo, que tan buenos resultados han obtenido en estas elecciones. La pregunta que me queda, y os dejo, es la que se hace un sociólogo checho cuyo nombre no consigo recordar: ¿Es cierto que cada inmigrante que llega a un país genera un fascista en ese país a medio plazo?

En cuanto a España, si nos ponemos a mirar de cerca los resultados, tenemos, a mi juicio, que al Gobierno le ha pasado factura la crisis (en vez de garrote vil, como sería esperable), y que la oposición ha recogido las migajas de ese descontento popular, sólo las migajas, porque no parece tener dientes para algo más consistente que migas y purés. Si con la que está cayendo, la oposición no es capaz de conseguir nada más que lo conseguido, no sé a qué espera para renovarse. A lo mejor es que ya tienen respondida la vieja pregunta: ¿renovarse o morir?  Morir, por supuesto, que renovarse es de pobres.

La nota llamativa la deja UpyD, el partido de Rosa Díez, que poco a poco se consolida como fuerza alternativa, con propuestas que a veces se califican desde fuera de socialismo encubierto y otras de fascismo descarado, según a quién perjudiquen. Por lo demás, nos queda de esta campaña un contenedor entero de bipartidismo cargado de palabrería; eso,  y el convencimiento general de que en Europa se toman las decisiones importantes, como se decía en la campaña, pero no por nadie a quienes nosotros podamos elegir.

Porque si un día os da por informaros sobre los entresijos y los mecanismos de la Unión Europea descubriréis que el peso del Parlamento es muy inferior al de la Comisión y al de otros organismos nombrados digitalmente por los gobiernos nacionales. Y cuando consigan que entre en vigor la Constitución Europea que aquí aprobamos porque nos la recomendaron los Morancos, el poder de los no elegidos será aún mayor.

Así las cosas, en este deshilado análisis sólo nos queda hablar de los grandes descalabros socialistas en Europa y del avance de los partidos conservadores. La caída de la izquierda se explica sola: en los malos tiempos hay que dejar las tonterías y volver a la realidad. La subida de la derecha, también: los conservadores del mundo entero consideran el miedo como un militante de su partido y sus buenas razones tienen.

En todos los partidos hay gente racional y razonable, pero los acérrimos, los que no cambian su voto a aunque se agriete la tierra, creo que tienen una tipología muy determinada: se hace de izquierdas el que quiere que le den por la cara lo que nunca podría conseguir por sí mismo; se hace de derechas el que no quiere que le quiten lo que ganó su abuelo y él nunca ganaría. Los que consiguen las cosas por sí mismos o se creen capaces de ello no suelen ser acérrimos de nadie y votan a unos o a otros según las circunstancias del momento. Perdonad que sea tan crudo, pero esa es mi opinión.

Y en España, me parece, hay muchos millones de votos cautivos que salen a relucir en las elecciones europeas más que en ninguna otra convocatoria. Por eso los resultados se siguen polarizando en un bipartidismo infame, sin resquicio a la protesta ni al verdadero voto de castigo.

Casi mejor hablar de hipotecas. Se cabrea uno menos.

Sociedad Pública de Alquiler (SPA)

Oficinas de la Sociedad Püblica de Alquiler.

Oficinas de la Sociedad Pública de Alquiler.

Al hilo del artículo de ayer del señor Mburuvicha sobre los JASP, se me ha ocurrido que en la cosa pública siempre hay un ingenioso que se las compone para formar un acrónimo que signifique, por sí mismo, lo que su significado no se atreve a decir. Por eso, al Programa de Ayuda de la Declaración de la Renta de España le pusieron P.A.D.R.E. , que es lo que le gustaría ser al Estado si no fuese proxeneta.

Otro bastante curioso es el SPA. Yo pensaba que lo de SPA eran sólo unas siglas, pero resulta que esas tres letras son la mejor descripción de lo que realmente es y ha sido la Sociedad Pública de Alquiler: un balneario vacacional para anquilosados reumáticos y demás chupatintas asimilables.

Se acaban de publicar recientemente logros de este glorioso SPA y resulta que en cuatro largos años ha conseguido alquilar 9811 pisos y eso que ofrecía la muy golosa garantía a los propietarios de que se haría cargo del importe del alquileres si los inquilinos no pagaban.

¿Y sabéis qué ha pasado? Que además de mover una cifra tan ridícula de negocio, se han declarado morosos nada menos que 2100 inquilinos, es decir más de un veinte por ciento, con lo que la tontería nos ha costado a los ciudadanos el pico de lo que cuesta la institución más el pago de esos 2100 alquileres fallidos, que al final han salido de las arcas públicas, o sea, de nuestros impuestos.

El SPA en cuestión se fundó con un capital inicial de veinte millones de euros y ya tiene unas pérdidas oficiales de veintidós millones, por lo que hubiese salido mucho más rentable pagarle las hipotecas a quinientos ciudadanos que mantener semejante ruina.

¿Aún creéis que es bueno que el Estado se haga gestor de algo? ¿Por qué se han producido estas pérdidas? ¿Qué ha podido suceder para que se juntara tanto moroso en este grupo de inquilinos? ¿Qué clase de cachondeo se traen con nuestro dinero? ¿Queréis que se funde una Sociedad Pública de Hipotecas?

La competencia desleal de los bancos

Futuro anuncio de un banco: " Traenos tu dinero y déjate llevar"

Futuro anuncio de un banco: " Traenos tu dinero y déjate llevar"

Recuerdo a un viejo ferretero que decía, ingenuo él, que mientras el banco no vendiese cazuelas él no prestaría dinero. Luego, cuando una caja de ahorros decidió regalar una batería de cocina por cada cinco mil euros de nuevo saldo y la ferretería se tuvo que quedar con las suyas en el almacén para los restos, montó en cólera, pero tuvo que seguir sin prestar dinero. Y lo mismo le pasó con los platos, las tazas, y hasta algunos juegos de herramientas.

Esa es la historia: primero fueron las sartenes, las vajillas, los edredones y las planchas de vapor. Siguieron el desfile los pequeños electrodomésticos, las consolas de videojuegos, los viajes, los vales por noches de hotel y los ordenadores portátiles. Ahora parece que al fin le toca el turno a los pisos y mucho me temo que acabaremos viendo los escaparates de la banca ofreciendo orgasmos múltiples a sus clientes preferenciales.

La voracidad de la banca no conoce límites y su ausencia de recato, tampoco. Los organismos oficiales a los que supuestamente pagamos para ocuparse de  controlar la competencia dan por buena cualquier iniciativa de los bancos desde hace años, haciendo caso omiso de las quejas de competencia desleal que se vienen repitiendo desde distintos sectores.

Ahora los bancos tienen un gran remanente de pisos invendidos y se han lanzado a ofrecer condiciones ventajosas a quienes compren los suyos parda ponerse así con varios cuernos de ventaja sobre los promotores inmobiliarios.

El arsenal de triquiñuelas pasa por ofrecer mejores diferenciales en la hipoteca, comisiones mucho más bajas o inexistentes y hasta tasaciones más altas para poder prestar más dinero y hacer la operación más atractiva. Todo, por supuesto, si usted compra uno de los pisos que le ofrece el banco en vez de uno de los que le vende la promotora. La Ley de defensa de la Libre Competencia les suena a chino.

A primera vista, puede parecer que el ciudadano de a pie saldrá beneficiado, por aquello de la supuesta ganancia de los pescadores en el río revuelto, pero ya que nos juntamos aquí unos cuantos, me gustaría que analizásemos juntos algunos aspectos de la cuestión:

¿Debemos dar por bueno todo lo que aparentemente nos beneficie, sin más consideraciones? ¿somos, por tanto, los ciudadanos los primeros que enseñamos a los poderosos que la ley del embudo está bien vista?

¿Es lícito que el valor de un bien, o su tasación, dependa de quién te lo venda?

Si damos por buena esta clase de maniobras, ¿no acabaremos pagando con creces el supuesto beneficio de esta clase de precedentes?

¿Están realmente los bancos al margen de toda ley, como parece a veces?

¿Las leyes y normas de competencia son sólo para pobres, como tantas y tantas otras?

¿Está agotado el sistema económico capitalista?

Sistema económico alternativo, mariposeando en tornoa nuestrros problemas.

Sistema económico alternativo, mariposeando en torno a nuestrros problemas.

Ya que algunos amables lectores solicitan una opinión sobre este tema, he tratado de reunir ideas y me pongo manos a la obra.

Me gustaría dejar claro, en primer lugar, que un artículo sobre semejante tema tiene que ser necesariamente subjetivo y que no me parece posible, abordando este debate, quedar al margen de lo ideológico como intento otras veces, con más o menos éxito. No obstante, me parece imprescindible quedar fuera de lo partidista y ese será mi mayor empeño.

No está agotado el capitalismo, si lo definimos como sistema en el que cada cual vela por sus intereses como una persona adulta, sin recibir la tutela de entidades superiores. No está agotado, no puede estarlo, un sistema que consiste en que el que tenga una idea pueda llevarla a la práctica y lucrarse con ella. No puede estar agotada la idea de que quien tenga unas manos pueda trabajar con ellas y lucrarse con su habilidad.

Es la capacidad, la habilidad y la inteligencia la que tiene que determinar la riqueza de que cada cual disponga, y no la necesidad. Cuando la necesidad es la que determina la riqueza, salen necesidades de todas partes, porque esa es una de las bases del universo económico: que las necesidades son infinitas y los recursos finitos.

Sí está agotada, en cambio, la idea de que todos somos iguales. Porque no lo somos, y producir igualando condiciones y especificaciones genera toda clase de distorsiones que desperdician recursos.

Sí está agotada la idea de que la economía financiera añade realmente riqueza. Puede extraerla de unos bolsillos para colocarla en otros, pero la bolsa, los bonos, las opciones de futuros y los contratos cortos o largos sobre materias primas no añaden realmente gran cosa a la riqueza real. Hasta que no entendamos la diferencia entre riqueza y dinero, estaremos condenados a ser víctimas de toda clase de trileros y malabaristas.

Sí está agotada la idea de que el mundo es sólo uno y no existen las fronteras, porque las fronteras existen, y generan disparidades normativas, y divergencias competitivas, y grandes injusticias comparativas. Si se mueven los capitales pero no las leyes, las víctimas somos nosotros, porque siempre habrá un lugar donde se pueda soslayar una norma creada para defender la limpieza de las reglas del juego.

Sí está agotada la correlación entre democracia y poder popular. La hemos agotado nosotros, con nuestra incultura y nuestra desidia. Si perdemos el criterio para decidir, no importará si podemos decidir o no, porque el criterio es condición previa. La democracia es la capacidad de decisión sobre asuntos públicos al cargo de ciudadanos conscientes. Si los ciudadanos no saben de lo que hablan, o no saben lo que pasa, no existe democracia, sino simples manadas de búfalos moviéndose en una dirección u otra empujados por instintos o miedos. El problema no reside en elegir la opción ” no sabe, no contesta”, sino en que se elige con demasiada frecuencia la opción “no sabe, pero contesta”.

Sí se ha agotado el modelo de lo que yo llamo Estado Fofo. El Estado es cada día más grande, pero más débil. Tiene más funcionarios y más competencias, legisla sobre más temas y cobra más impuestos, pero controla cada vez menos a los otros agentes de poder, como el capital o los medios de comunicación, reservando su látigo y su dominio para los débiles. Perdido el equilibrio, nos encontramos con que los otros poderes utilizan al Estado como órgano de control de la población, en vez de ser al contrario, lo que nos deja indefensos y corrompe absolutamente el concepto de democracia.

Y sobre todo, creo que sí está agotado el modelo de reblandecimento económico y social de la Europa democristiana o socialdemócrata, un modelo que pasa por respetarlo todo, incluso lo que te perjudica, por ayudar a todos menos a los tuyos, y por comprender a cualquiera menos al que quiere que lo dejen en paz. Alegar, por ejemplo, que las subvenciones a los productos agrarios europeos perjudica a los agricultores africanos es una mezquindad y una estupidez. Pueden ser perjudiciales por otras razones, y esas otras razones las discutimos, pero votamos a nuestros políticos para que defiendan a nuestros agricultores, no a los de Namibia.

Quizás lo que nadie dice es que el agotamiento del modelo procede de que la economía capitalista es una lucha perpetua y Occidente no quiere ya luchar. Ser el primero es imponerse al segundo y a demasiados ciudadanos occidentales les han metido en la sangre la idea de que vencer es vergonzoso.

Le llaman la estética del perdedor, pero creedme: esa estética se la dejo sin reparos a otro, si es posible. Aplaudir al débil en un estadio puede ser divertido y hasta hermoso. Dejarse comer por él, no lo es.

Yo me lo he currado. Ahora es vuestro turno.

Hipotecar el futuro

Responsable final de la deuda hipotecaria, llorando en la caja de seguridad de un banco, donde fue depositado como aval.

Responsable final de la deuda hipotecaria, llorando en la caja de seguridad de un banco, donde fue depositado como aval.

Se os van a poner los dientes largos: allá por los años veinte, Henry Ford pagaba a los trabajadores de su fábrica de automóviles el equivalente a lo que actualmente serían ciento cincuenta euros diarios. Al final de mes, un obrero de su fábrica podía llevarse a casa el equivalente a seis mil euros actuales.

Sus competidores se burlaron entonces de él y en vez de combatirlo decidieron esperar tranquilamente a que se arruinase. Aún siguen esperando, bajo las flores.

Lo de Ford no era magia negra ni mucho menos: al ofrecer salarios superiores logró que los mejores especialistas y los trabajadores manuales más cualificados de todo el país compitieran como locos por trabajar para él. Mientras los demás perdían horas de trabajo en huelgas y conflictos, Ford trabajaba todos los días del año a tres turnos y ni siquiera las convulsiones de la ley seca consiguieron detener sus factorías. Además, consiguió meter en la cabeza a la gente que un coche era algo necesario y venderle uno a cada uno de sus empleados, con lo que, por otro camino, recuperó parte de lo gastado. Cuando su procedimiento se popularizó en Estados Unidos, se creó la clase media y esto hizo posible, con otras circunstancias que no es lugar para entrar a describir, el nacimiento de una nueva superpotencia.

La idea, resumiendo, consistía en fomentar el consumo pagando buenos salarios, porque el que gana mucho acaba gastando mucho.

Actualmente, a mi juicio, la idea es la contraria: se trata de conseguir que los demás paguen buenos salarios para que compren tus productos, mientras tú produces en China o en Macao. El capitalismo actual se basa en vender en Occidente a precio de oro lo que se ha producido en Oriente a precio de risa. Ahí es donde está el margen más que en la innovación o en la mejora técnica.

El inconveniente es que sólo se puede vender en Occidente a precio de oro mientras alguien pague salarios de oro en Occidente, y como algunas empresas se marchan, las que quedan ven que si siguen pagando tan buenos salarios como antes no podrán competir con las que se han ido. Y si en Occidente se dejan de cobrar buenos salarios, no valdrá la pena seguir vendiendo en Occidente.  El único camino para competir con Chna es hacerse chino. Pero ellos tienen mucha más experiencia que nosotros siendo chinos, así que tampoco.

La cosa está tristemente clara: si tengo una empresa y pretendo vender mucho, desearé que se paguen buenos salarios para que la gente tenga dinero. Por eso algunas grandes corporaciones apoyan a los movimientos sindicales de Occidente mientras ellas se van a toda prisa a producir a otro lado.

Su mecanismo se describe muy fácilmente: la prosperidad está en pagar mucho, pero que lo paguen los demás. Filosofía de piojo, ya veis.

Siguiendo este sistema, podremos comprar barato durante unos años, mientras no se haya estabilizado el bajón, pero luego, o ahora mismo, no tendremos con qué seguir comprando, porque el currante que entraba en nuestra tienda se fue al paro, el ganadero mató las vacas por una subvención, el agricultor arrancó las viñas (también por una subvención, qué curioso) y hasta el dentista se quedó sin clientela.

A esto se le llama hipotecar el futuro, a tipo fijo, y a sabiendas de que no lo vamos a poder pagar. Es una hipoteca vital y lo que se deja en prenda es el sudor y el bienestar de los hijos.

De todos modos no os preocupéis, que no es tan grave: ¿a nosotros qué más nos da lo que pase con la industria productiva si por aquí sólo hay bares y funcionarios?

 

Los prestamistas privados

Versión antigua de un tebeo de los hermanos Dalton.

Versión antigua de un tebeo de los hermanos Dalton.

Lo primero, y para que quede claro el asunto: no conozco a nadie a quien hayan llevado a punta de pistola al despacho de un prestamista privado, así que si la gente es mayor de edad para votar, que sea mayor de edad para no dejarse engañar. Puedo ponerlo en letra más gorda, pero no sé decirlo más claro.

Establecido esto, conviene tener en cuenta esta posible fuente de financiación en casos de extrema necesidad. Si estamos en un registro de morosos, o por la razón que sea no podemos justificar nuestros ingresos ante el banco, el prestamista privado puede ser una opción para un caso de emergencia. Una opción real y que nos saque del agujero.

En cualquier circunstancia, hay que tener siempre en cuenta que los prestamistas privados van a cobrar un tipo de interés mucho más alto que otros productos financieros, y ante todo, sobre todo, e insoslayablemente, hay que entender muy bien las cláusulas de lo que se firma, porque el mayor peligro de los prestamistas privados no reside en lo mucho que te cobran, sino en la posibilidad de que su intención no sea cobrarte, sino quedarse con el bien que se ponga de garantía.

En algunos casos, el prestamista no tiene interés alguno en que se le devuelva el dinero, sino que quiere quedarse directamente con el piso, el coche, o lo que se aporte como garantía de la cantidad prestada, y eso es lo que hay que vigilar, pues para ello el prestamista podría intentar que la devolución de lo prestado sea imposible.

Para esta clase de lides, os proponemos algunas normas básicas:

-Leer detalladamente todo lo que se nos propone y hacer un resumen en un papel aparte. No basta con que creamos entenderlo: tenemos que ser capaces de explicarlo nosotros por escrito, y si es al notario, mejor, para que él nos diga si lo que hemos entendido es efectivamente lo que se firma.

-El tipo de interés es muy elevado, y lo sabemos, pero NUNCA debemos aceptar que se consigne en la escritura una cantidad menor a la que efectivamente nos dan. Jamás se debe aceptar que quede “en negro” ninguna parte de lo prestado, nos digan lo que nos digan, y si nos indican que firmamos veinte mil y se nos dan quince mil porque el resto son intereses, no debemos aceptarlo. Que figure todo por escrito.

Los prestamistas privados no están sujetos a regulación ni control por parte del Banco de España ni por ninguna otra entidad. Eso, en sí mismo, no es ni bueno ni malo (porque el Banco de España es como un tío en Granada, para el que sepa el refrán, y la CNMV parece el ejército de Pancho Villa, para el que sepa el otro ) pero conviene estar al tanto de que entramos en territorio comanche.

-El notario sólo puede dar fe de lo que está escrito. Si hacéis algo que sea distinto a lo que dice la escritura, lo que cuenta es lo escrito, así que ajustaos al pie de la letra a lo pactado, y ni una coma más allá.

-En caso de que surjan problemas graves, hay que intentar detener el embargo de los bienes. La mejor forma es ampararse en la Ley de la Usura. Os pongo en enlace a ella, como veis, pero a lo mejor también os dice algo su denominación jurídica. Es la ley de 23 de julio de 1908. O sea, actual como la vida misma, vaya. Tenemos un gobierno capaz de legislar hasta sobre el color de los condones, pero no es capaz de actualizar una ley de hace más de cien años. Y es normal: si la actualizan, lo mismo podría salir beneficiado algún ciudadano, y eso no está en el guión.

Para casos aún más graves, había en otro tiempo un partido político que tenía una oficina destinada a ayudar a los ciudadanos a enfrentarse a los problemas originados por esta clase de contratos, pero cerró en 1945 por causas de fuerza mayor.

¿Acudirías a un prestamista privado?, ¿con qué criterio lo elegirías?, ¿Crees que aceptarían hoy en día una libra de carne como garantía? Si los buitres son necesarios para el mantenimiento de un ecosistema, ¿por qué no los prestamistas? ¿Realizan una labor social, como dicen ellos, con buena lógica, o simplemente se aprovechan de la desgracia ajena?, ¿debe ir la libertad acompañada necesariamente de responsabilidad?

Causas de la devaluación del trabajo

La reconversión lo convirtió en relojero

La reconversión lo convirtió en relojero

Nuevamente es sábado, el día de los temas pendientes. Dejé comprometida hace algún tiempo una explicación sobre por qué, hasta hace unos cuantos años, una familia se mantenía con el trabajo de uno y hoy a duras penas se sostiene trabajando los dos miembros del matrimonio. Este es un tema muy complejo que puede dar para una tesis doctoral entera (o dos si son pequeñas), pero me atrevo a resumirlo aduciendo cuatro razones:

-1- No se ha trasladado la mejora tecnológica al poder adquisitivo.

El hecho de que disfrutemos de mejores aparatos y mayores comodidades en la vivienda, por ejemplo, no justifica su aumento de precio. Costaba igual, o más, fabricar hace cien años una ventana de madera con los cristales laminados casi a mano que una ventana de aluminio actual con doble cristal aislante. El material es mejor, pero su coste no ha crecido. El encarecimiento no viene, por tanto, ni de los materiales ni de la mano de obra, sino de las condiciones estructurales del entorno, que fijan los precios atendiendo al esfuerzo posible del comprador en vez de a los costes. Resumo con un ejemplo: si trabajaran los niños y la gente pudiese pagar más por la vivienda, esta se encarecería de inmediato, porque su precio no depende de lo que ha costado, sino de la máxima cantidad que se puede sacar por ella a alguien que la necesita. La vivienda y otros bienes de primera necesidad siguen la misma mecánica que la botella de agua en el desierto, cuyo precio puede ser el de todo el patrimonio presente y futuro del que se está muriendo de sed. A esto se le llama el poder de la escasez y hay literatura económica a mansalva sobre ello, si os interesa.

-2- Entrada de la mujer en el mercado laboral.

Me da igual si decir esto es políticamente correcto o no: las reivindicaciones feministas no triunfaron porque fueran justas, sino porque eran interesantes para el gran capital. En el siglo XIX, padre de todas las delicias y de todas las infamias, se decía que una familia trabajaría hasta cubrir sus expectativas de prosperidad, fuesen estas las que fueran. Al entrar la mujer, años después, en el mercado laboral, se aumentó la mano de obra disponible, lo que abarató la hora de trabajo por la simple ley de la oferta y la demanda. Automáticamente, los salarios reales bajaron y las familias ahora, con el trabajo de los dos, pueden conseguir más o menos lo que antes se conseguía con el de uno. Algunos autores afirman que hoy en día nos permitimos viajes y otros gastos imposibles de imaginar décadas atrás, por lo que el salario de dos personas equivale en realidad al de 1,5 trabajadores de antes. Otros, menos optimistas, rebaten esta tesis diciendo que se obtienen algunos productos extra, pero se pierden otros, como el cuidado de los hijos, que ahora queda en manos de las guarderías, o el de los mayores, entre otros, que son producción real aunque fuera del mercado y por tanto del PIB.

-3- Desestructuración social.

Por mucho que sean los partidos de izquierda los que tradicionalmente han apoyado avances sociales como el divorcio y la apertura social, se da la paradoja de que estos fenómenos benefician al gran capital antes que al obrero, y esa es, a mi juicio, la razón de que hayan triunfado de manera tan rotunda. El ejemplo es claro: una familia unida puede sostener con el trabajo de uno, pero si hay un divorcio, por ejemplo, tendrán que trabajar los dos para poder mantener dos domicilios, con doble de muebles, doble de cuotas mínimas (agua, luz, etc.). En otros tiempos, la religión logró que estuviese mal visto quedarse soltero, pero a la sociedad del gran capitalismo le interesa el “single” más que ninguna otra especie de ciudadano, porque tiene que aceptar cualquier trabajo, presiona a la baja los salarios, y consume prácticamente todos sus recursos. La familia, sobre todo en su concepto mediterráneo, es un estorbo para el capital, pues ejerce de póliza de seguros y hace que la gente sea reacia a aceptar según qué cosas y según qué condiciones laborales.

-4- Apertura del mercado.

En este punto seré breve: no se puede competir con el caballo a dar patadas ni con el toro a dar cornadas. Sin embargo, competimos para producir más barato en agricultura o industria con países que no cumplen nuestras mismas normas ni exigen nuestras mismas garantías.

De estos último, y de por qué hacen las autoridades la vista gorda con ciertas prácticas desleales, hablamos otro día.

Para dejar algo pendiente, más que nada.

¿Qué es el SWAP? (MUY PELIGROSO. Comprobad YA MISMO si lo tenéis)

Cuando se acaba la sequía y la langosta, inventan plagas nuevas.

Cuando se acaba la sequía y la langosta, inventan plagas nuevas.

Sí, amigos, se ha confirmado: parió la abuela.

Dicen en mi tierra que lo único que les viene a los pobres de cara es el viento y el agua cuando van en bicicleta, y una vez más se ha confirmado la desconfianza, o la sabiduría popular, que vienen a ser sinónimos a fuerza de experiencia.

Durante todo el año pasado, cuando más altos estaban los tipos de interés y la gente se aterrorizaba pensando en las consecuencias de que pudiese seguir subiendo el Euribor, los bancos se lanzaron a la venta desenfrenada de un producto financiero complejo y pensado para mercados fluctuantes a corto y medio plazo: el SWAP. No siempre se llamaba así: otras veces le llamaron IRS, “bono clip“, “clip“, permuta financiera, contrato cobertura hipoteca, cuota segura o cobertura de tipos. Muchos nombres para el mismo perro.

Era tan importante para ellos, que muchas entidades convirtieron en obligatoria su comercialización para los empleados y llegaban a sancionar con retiradas de pluses de productividad a los  que no vendían un número mínimo de SWAP al mes.

No os voy a cansar ahora poniendo enlaces a foros y noticias de periódicos nacionales recomendado este producto por sus bondades, porque son docenas. Lo que sí voy a intentar es explicaros por qué ha resultado un fiasco desastroso para miles de familias y tratar de poneros alerta sobre lo que puede pasar si alguno lo habéis contratado durante 2008 y no ha llegado el momento de su vencimiento.

Vamos a lo práctico, si os parece:

En primer lugar, el SWAP no se firma necesariamente en el momento de formalizar la hipoteca, sino que se puede firmar en cualquier instante posterior, así que si habéis ido al banco porque os han propuesto un sistema para cubriros de las subidas de tipo, id echando humo a buscar lo que habéis firmado.

Lo que hay que saber del SWAP es que es una especie de póliza de seguro contra las fluctuaciones, ya sean monetarias, de valor o de tipo de interés, y que se utiliza para estabilizar las transacciones en mercados volátiles, como los de las materias primas agrarias o el mercado de divisas.

El SWAP, por tanto, no está pensado para el mercado hipotecario, y su utilización es un claro ejemplo de mala fe por parte de los bancos, lo que unido a su enorme complejidad puede dar lugar a una reclamación por información insuficiente al usuario sobre su mecánica.

En el caso de las hipotecas, que es lo que nos interesa, el SWAP se vendió como una póliza de garantía de que aunque subiese el Euribor el cliente no sólo pagaría el mismo interés sino que además sería el banco el que abonase la diferencia, convirtiendo una hipoteca variable en una de tipo fijo, en la práctica, y con un descuento.

Un ejemplo: tenías la hipoteca a Euribor + 0,50 y cuando el Euribor llegó al 3,75 % y estabas ahogado, el banco te propuso un SWAP. A partir de ese momento, sólo pagabas el 4,25 % como máximo, subiese a donde subiese el tipo de interés, y además, el banco te abonaba en efectivo la parte de interés que no habías llegado a pagar. Sí, habéis leído bien: Si tenías un SWAP por 10 años al 4,25 y el interés llegaba, por ejemplo, al 6%, el banco te pagaba la diferencia entre el 4,25 y el 6, durante esos diez años. No sólo no pagabas, sino que cobrabas la diferencia.

La jugada, por supuesto, está en que los bancos sabían que iba a pasar lo contrario, porque nadie mejor que ellos conocía el cáncer del sistema financiero. Y lo contrario es lo siguiente: si firmaste un SWAP al 4,25 y los tipos bajan, como han bajado, no sólo sigues pagando el 4,25 y no te afectará de ninguna manera la bajada del Euribor, sino que debes pagar al banco la diferencia entre el actual Euribor y el contrato SWAP en concepto de coberturas. O sea, que pagas la cuota de la hipoteca y la diferencia entre el tipo de interés actual y el que firmaste. No sólo no te reducen la cuota, sino que pagas a mayores el contrato SWAP.

El quebranto es enorme, y no te libras de él ni siquiera vendiendo el piso, porque en caso de liquidación de la hipoteca hay que seguir pagando esa cuota, que puede ser un dos un tres por ciento sobre el total de la hipoteca, por todos los años que se haya firmado el contrato.

Si alguno está en este caso, le recomiendo muy encarecidamente que plante cara al asunto de todos los modos posibles, desde la reclamación al propio banco, a la Comisión Nacional del Mercado de Valores y hasta los tribunales de justicia, alegando que el producto conlleva una extremada complejidad y que nunca se aclararon las cláusulas de manera suficiente.

Los bancos lo vendían como una estabilización de tipos o un escudo contra la subida del Euribor cuando en realidad era un warrant call sobre los tipos. ¿Y qué es un Warrant call? Eso para otro día, si os parece. Por hoy ya he invocado bastantes monstruos.

O que algún alma caritativa (y lúcida, que con caritativa no basta) lo explique en los comentarios. Se lo agradeceríamos todos de veras.

 

La hipoteca como contrato abusivo

Fase final de la negociación de una hipoteca

Fase final de la negociación de una hipoteca

Esta es una anotación sobre las aplicaciones prácticas de la Ley del Embudo, una normativa que en ningún caso fue derogada por la Constitución, como a veces creen algunos incautos.

Como sabéis, soy de la opinión de que uno de nuestros mayores problemas es que perdemos la perspectiva de lo que significan las palabras, y una vez extraviado su valor no es difícil tergiversar el concepto que describían.

La hipoteca es un hecho económico antiguo, ya conocido entre los griegos y posteriormente desarrollado por los romanos, verdaderos maestros en temas jurídicos. Entre los romanos existían dos figuras, la prenda (o pignus, y de ahí viene la palabra pignoraticio, por ejemplo) y la fiducia. La prenda era un contrato muy parecido al de nuestros días, en el que el acreedor se quedaba coon el bien si no se realizaba el pago por medio del deudor; en el caso de la fiducia, se daba el bien previamente y se recuperaba al pagar la deuda, un poco al estilo de las casas de empeño.

La hipoteca siguió avanzando por el mismo camino durante la Edad Media, en que el señor se quedaba con las tierras de los hombres libres si estos no devolvían los préstamos y evolucionó aparentemente hasta la figura actual, con la leve e insignificante diferencia de que en la actualidad la hipoteca llega más allá del bien hipotecado.

Por esto mismo, exactamente, entiendo yo que la hipoteca es un contrato abusivo. Analicémoslo:

La hipoteca es un contrato por el que se presta una cantidad de dinero a cambio de la posibilidad de quedarse con la propiedad del bien si el deudor no paga. Hasta ahí, bien.

¿Por qué, entonces, se pueden reclamar otros bienes del hipotecado, extralimitándose claramente del alcance de la figura hipotecaria? ¿Por qué responde el hipotecado con sus bienes presentes y futuros por el monto total de lo prestado?

Porque en realidad no estamos ante una hipoteca, aunque se llame así, sino ante un crédito doblemente garantizado, primero con garantías reales (el inmueble) y luego con garantías personales (el patrimonio presente y futuro del deudor). Y la garantía que se extiende más allá de los fines del contrato es fraudulenta. Tan fraudulenta como extender el seguro de pasajeros de un coche a una semana después de que te bajes del vehículo.

Tened en cuenta, no obstante, que he dicho fraudulento, no ilegal. Es importante recordar que fraudulento e ilegal, en este país, son dos conceptos completamente distintos.

Cuánto vale un esclavo (con actualización de moneda)

Hipotecado enstusiasta aclamando a la ministra de Vivienda.

Hipotecado aclamando con entusiasmo a la ministra de Vivienda.

Hoy es sábado, no tengo otra cosa que hacer y me gusta hablar con vosotros, así que permitidme que me explaye un poco comentando un curioso asunto que quedó pendiente esta semana.

Ya que alguien lo preguntó, he buscado el dato de lo que costaba un esclavo y, según el economista americano Paul Ormerod, un esclavo sano de entre veinte y treinta años valía en su momento en el mercado de Nueva Orleans el equivalente a 190.000 dólares de hoy, una vez aplicadas las tablas de actualización monetaria. En Roma, el precio de un esclavo era de promedio unos mil quinientos denarios, precio que subió a lo largo del siglo II a. C. hasta alcanzar los veinticuatro mil sestercios. Este dato lo cita Catón, por si a alguien le interesa.

Teniendo en cuenta que se da como válido que un denario viene equivaliendo a unos 80 € de hoy, un esclavo costaba en Roma alrededor de los 120.000 € de nuestros días. Como comprenderéis, estos datos no son muy científicos porque no hay modo de actualizar la moneda de entonces, pero se basan en el precio de cosas como el pan, el vino, o el jornal diario por trabajar en una viña.

En cualquier caso, aunque sepamos que las cifras son necesariamente inexactas, sí que sirven para que nos hagamos una idea de que el que tenía un esclavo procuraba cuidarlo mucho más que el que tenía un jornalero. Dicen que en esta diferencia, y no en causas éticas, está la verdadera clave de la guerra civil norteamericana, pues el Norte ardía en deseos de prohibir la esclavitud para poder abaratar la mano de obra de su industria, ya que pagaba mucho menos en salario a sus obreros de lo que los patrones del Sur daban en especie a sus esclavos. Hay un dato objetivo, de todos modos: los esclavos del Sur vivían, de media, nueve años más que los trabajadores libres del Norte.

En cualquier caso, no hace falta irse tan lejos para darse cuenta de que la gente trata mucho mejor su propio coche que los coches de alquiler, aunque pague por ambos.

Mejor no sigo por este camino, no vaya a ser que alguno piense en venderse para pagar la hipoteca y se encuentre con la decepción de que nadie quiera comprarlo a estos precios.

¿Te venderías por 150.000 €?, ¿hay alguien a quien comprarías por ese precio?

Tomémonos el mal tiempo con buen humor, por favor.

Salarios reales y mercado de mano de obra (Otra clase de hipoteca)

No salen del fútbol, os lo aseguro

No salen del fútbol, os lo aseguro

Nos vamos a dejar de monsergas, amigos. Este es un blog de economía de guerra, porque no se puede calificar de otro modo al mercado hipotecario, y no un blog de ética política ni pensamiento inmaculado. Permitidme, por tanto, que trate de abordar con sinceridad un tema que nos preocupa a todos: por qué ha bajado nuestro salario real y por qué se apoya, desde algunas instancias más bien sorprendentes, esa bajada de salarios reales.

Hay muchas causas y muy diversas, pero una de ellas me llama especialmente la atención y me voy a centrar en ella, con vuestro permiso. Echadle imaginación, os lo ruego.

No me convencen las posiciones xenófobas que afirman que una gran parte de los inmigrantes vienen a España a robar. No es cierto. Los inmigrantes han venido a España estos años a ocupar los puestos que no queríamos los españoles. España estaba indiscutiblemente necesitada de mano de obra en ciertos sectores y en algunas profesiones, pero quedarse ahí es quedarse a medias, y las medias verdades ya sabemos todos lo que son: puñeteras mentiras.

Lo que sucede en realidad se llama en economía efecto sustitución, pero como la gente común no sabe economía (lo que beneficia mucho a sus arterias), estas cosas conviene exponerlas con un ejemplo.

Supongamos, porque queremos suponerlo, que existe la profesión de enderezador de farolas. Es un trabajo duro, porque hay que subir a cierta altura, requiere esfuerzo físico y se corre el riesgo de que un aislamiento defectuoso te meta en el cuerpo veinte mil voltios. Supongamos tal cosa, por favor.

Hay diez plazas de enderezador de farolas. Diez, por decir algo. Como es un trabajo tan duro, se pagan tres mil euros al mes por desempeñarlo, y aún así sólo se consiguen cubrir ocho de las diez plazas. Entonces se le ocurre a un empresario buscar enderezadores de farolas en Farolistán, y como sabe que allí se vive de pena, les ofrece contrato en origen por mil quinientos euros al mes.

La conducta del empresario puede ser todo lo canallesca, vil, inmoral e ilegal que os dé la gana, pero hablamos del mundo real, no del país de los pitufos y sabéis que las cosas han funcionado así. Conclusión: que el empresario tiene al fin los diez puestos cubiertos. Ocho a tres mil euros, y dos a mil quinientos.

A partir de este momento, la patronal tratará de buscar todos los mecanismos imaginables para contratar enderezadores de farolas farolositaníes a razón de mil quinientos euros al mes. En cuanto se jubila uno de los trabajadores nacionales, o se le termina el contrato, el empresario le ofrece al siguiente, o al mismo, mil quinientos y ni un céntimo más, porque sabe que a ese precio puede contratar a otro inmigrante de Farolistán. Por ese camino tendremos, en poco tiempo, que todos los enderezadores serán de Farolistán, y los enderezadores nacionales tendrán que buscarse otro trabajo o hacer lo mismo que antes por la mitad de sueldo.

Por tanto, es cierto que los farolistaníes vinieron a ocupar unos puestos que nadie quería, pero al mismo tiempo presionaron a la baja sobre los salarios y las condiciones sociales, creando un efecto de sustitución y pauperización de los trabajadores nacionales del mismo sector.

En una sociedad ideal tal vez no pasaría esto, pero la nuestra, no lo es. En la nuestra, el hecho de que venga gente de fuera sustituye en ciertos trabajos al obrero nacional, que ve repentinamente empeoradas sus condiciones laborales porque el empresario tiene más personal donde elegir y al que ofrecer un sueldo. El mercado de la mano de obra funciona como cualquier mercado: más oferta de mano de obra, la misma demanda, bajada de precio al canto.

 Y lo gracioso es que cuando se pide más control sobre el empresario, salen muchos supuestos bienintencionados diciendo, como me dijeron a mí, que mejor dejarse de inspecciones y que la gente pudiese vivir, “porque si los de fuera le costasen al empresario lo mismo que los de casa, ¿quién contrataría a un tío al que casi no se le puede decir lo que tiene que hacer porque no te entiende?”

Ya ocurrió con las patatas y las alubias, por ejemplo: las empezaron a traer de fuera y bajaron las nuestras hasta el punto de que no valía la pena ni sembrarlas.

Y la verdad: que los partidos de derechas lo aprueben, me parece normal, porque todo lo que abarate la mano de obra a la patronal les beneficia. Pero que sean los sindicatos y los partidos de izquierda, que supuestamente tienen el deber de defender a los trabajadores, los que luchen por la flexibilización de las leyes de extranjería, me parece surrealista.

Una pancarta que diga “papeles para todos” sólo la puede llevar un gran empresario o un gran majadero.

La otra posibilidad , que la hay, permitidme que me la calle.

Diccionario de insensateces comúnmente aceptadas

Ojalá regalasen uno de estos con el DNI

Ojalá regalasen uno de estos con el DNI

No sé si la decadencia crónica de los sistemas educativos (véanse los resultados del informe PISA) es simple casualidad o tiene por fin último facilitar la esquila de los ciudadanos, pero observo que hay unas cuantas palabras que van perdiendo su significado hasta el punto de que, a veces, necesitamos traducción de lo que oímos o leemos en nuestro propio idioma.

Si me lo permitís, hoy voy a abordar algunas de estas palabras que no significan lo que creemos y que nos engañan hasta el punto de modificar nuestras expectativas personales o, peor aún, las bases de nuestro pensamiento.

INDEFINIDO = DEFINITIVO

A ver, decidme: ¿De dónde sale la idea de que un contrato indefinido va a durar más que uno temporal? A veces no caemos en la cuenta de que el empresario hace contrato indefinido porque a cambio de esa palabra el trabajador acepta unas condiciones mucho peores, cuando esa palabra significa en realidad que nos puede despedir a los tres meses pagando la ridícula indemnización que marca la ley. Con lo que te paga de menos o las horas que te saca, te paga siete veces la indemnización. Y a veces está calculado así precisamente.

Indefinido significa sin término cierto, lo que puede ser mucho o poco tiempo. Y sacrificar derechos o aspiraciones a cambio de una incertidumbre se llama lotería.

NECESARIO = SUFICIENTE

Es necesario tener estudios. Es necesario esforzarse, asumir algunos riesgos y ser una persona honrada y respetuosa en el puesto de trabajo. ¿Es eso suficiente para mantener el empleo? Por supuesto que no. Hay otras cosas, como las decisiones tomadas por la gerencia, la marcha general del sector y el estado financiero de los clientes, por ejemplo.

Viene a ser como lo que era necesario para salir con la chavala más guapa de la clase en el instituto: ser guapo, educado, y divertido. ¿Era suficiente? No. Además le tenías que gustar. Gran putada.

DEMOCRÁTICO = JUSTO

Lo democrático es lo que decidimos entre todos, pero no hay razón para creer que cuando nos juntamos vayamos a ser más justos que de uno en uno. De hecho, todos los sociólogos afirman que el anonimato de la masa, y la irresponsabilidad que conlleva, saca normalmente lo peor de nosotros y casi nunca  lo mejor. O sea que aunque la democracia es deseable para el ámbito público, temedla cuando afecte a vuestros asuntos privados, como las condiciones de una hipoteca, porque nunca se sabe qué es lo que querrán los demás y cómo te afectará eso. Todos conocemos a gente que jamás robaría nada pero que estaría encantada de votar a un partido que propusiese en su programa dejar desnudo y en la calle al vecino.

NUEVO = MEJOR

Otra parecida. A menudo un producto nuevo se lanza al mercado para competir en precio, o en campaña de marketing, con un antecesor de calidad muy superior. O simplemente para sustituir al anterior, que dejaba, por su calidad, un margen de beneficio más pequeño a al empresa que lo producía. Hay ocasiones, desde luego, en las que lo nuevo mejora a lo antiguo, pero no hay razón lógica alguna para que así sea. Puede ser así, o todo lo contrario, y casi con la misma probabilidad.

MÁS CARO = MEJOR

Algún día hablaré en un artículo aparte de los mecanismos de fijación de precios. De momento os aseguro que la calidad es sólo una de las muchas variables que tienen que ver con el precio. Una de tantas, y no siempre la de más peso.

Hay más, muchas más, pero de momento estas pocas pueden bastarnos para reflexionar y ser un poco más duros de pelar en la negociación diaria, sobre todo si se trata de asuntos de la máxima importancia como la compra de vivienda y la hipoteca.

Si a alguien le sirven, doy por bueno el artículo. Si no, os ruego disculpas y trataré de enmendarme.