Archivo de la categoría: Varios

Acumulación de capital (un cuento de robots)

Karel Capek es el inventor de la palabra ROBOT. Significa obrero, en checo.

Karel Capek es el inventor de la palabra ROBOT. Significa obrero, en checo.

No lo duda nadie: para invertir y crear empleo, ya sea a nivel particular o nacional, primero hay que acumular capital, y luego ponerlo a producir bienes, servicios, o lo que sea. El capital lo es todo en la economía, y hasta Marx utilizó este concepto como título de su principal obra. Sin capital no hay economía; sólo subsistencia.
Como sabéis, me gusta buscar el origen de los problemas, aunque a veces eso me obligue a ir un poco lejos, y en el caso de esta crisis que padecemos tengo la impresión de que el origen, la verdadera raíz, está en la falta de fines. El capital no es un fin en sí mismo, sino un medio, en primera instancia, para la producción , y en última para el bienestar.

Y eso, los fines, es lo que parecen haber perdido de vista los distintos sistemas financieros: se supone que la gente trabaja para vivir, y no para conseguir capital, aunque lo segundo es posible y hasta deseable en cierta medida.
Pero si la acumulación de capitales conduce al desempleo, la inseguridad en la calle y la destrucción del tejido productivo, o somos tontos o nos están tomando el pelo, o alguna pieza del reloj se ha perdido por el camino, porque resulta que las agujas marchan hacia atrás.
Y sin embargo, así sucede: Occidente se mecaniza, se automatiza, tiene un porcentaje importante de todas las patentes y una capacidad agrícola e industrial muy por encima de la suma del resto del mundo, y a pesar de ello, el capital prefiere irse a otros lugares donde abaratar costes. ¿Y para qué? Para crear más capital. ¿Y para qué crear más capital? Eso ya no lo saben.
Parece un cuento de robots, pero es la puñetera realidad. El capital tiene que vender sus productos al ciudadano, que es su fin y su cliente último, pero se desentiende del ciudadano y se mira sólo a sí mismo en un acto de onanismo olímpico. Y como siempre sucede en estos casos, el capital se vuelve estéril.
Como es sábado, permitidme que acabe con un cuento, o una parábola, y perdonad la irrupción de mi otro yo, mi Mister Hyde.

Con el mundo puede pasar como en aquella goleta en que viajaban nueve marineros, jóvenes y fuertes, y un anciano gastado y achacoso al que todos debían cuidar, lavar y dar de comer.
El viejo era una continua molestia y todos se quejaban de tener que ayudarle a cada paso, de sus achaques, de sus quejas y de su mal humor constante.
Un día el viejo murió y lo tiraron por la borda casi con alegría: iban cortos de agua, escasos de provisiones y faltos de fuerza para remar cunado faltaba el viento. Todo lo que fuera quitarse peso era una buena noticia.
-Ahora por fin iremos más rápido -dijo un marinero, después de la breve ceremonia.
-Diablos, sí, ¿pero a dónde? -respondió el capitán, cayendo en la cuenta de que sólo el abuelo lo sabía.


Pues eso.
Gracias por vuestra paciencia.

Declararse en quiebra (una salida de emergencia)

Se acogieron al procedimiento concursal y no les fue mal del todo...

Se acogieron al procedimiento concursal y no les fue mal del todo...

De momento el Euríbor sigue bajando y marca nuevos mínimos, y eso aquí nos da ganas de hacer la ola, como poco. No obstante, hay muchas familias, más cada vez, que no pueden hacer frente al pago de su hipoteca porque alguno de sus miembros, o todos, han perdido en su empleo.
En esos casos, además de encomendarse al santo preferido, hay varias salidas prácticas. La primera pasa por convencer al banco de que le interesa más esperar, y darnos un tiempo de gracia, que embargarnos el piso y verse luego subastándolo y provisionando nuestra insolvencia en su cuenta de resultados. Se le puede pedir al banco que durante un tiempo nos cobre sólo los intereses, o alargar el plazo de la hipoteca para que las cuotas sean asumibles.
Si el asunto es que no tenemos ingresos, entonces es muy poco lo que podemos negociar con el banco, pero no todo está perdido. Nos queda la quiebra:
Hasta no hace mucho tiempo, concretamente hasta 2004, solamente podían acogerse a la quiebra (o procedimiento concursal como le llaman los finos) las empresas, pero desde que fue publicada en el BOE la ley concursal, también las familias pueden acogerse a la quiebra.
Nuestro oído está acostumbrado a equiparar la palabra quiebra con catástrofe, cuando en realidad se trata de un procedimiento de protección. Una vez que el juzgado inicia el proceso, no siguen sumándose los intereses, se paralizan todos los embargos, y los acreedores deben reunirse para examinar, bajo tutela judicial, el patrimonio del deudor y proponer una salida que a veces pasa por reducir la deuda o ampliar los plazos. Antes se le llamaba a esto convenios de quita y espera, pero ignoro si alguna lumbrera les ha inventado otro nombre.
O sea, que puede ser una salida interesante. Una salida de emergencia, eso sí, porque tiene costes importantes de papeleo (economistas, abogados, procuradores, etc…)  y supone que nos nombrarán un administrador que vigiilará nuestras cuentas.
No es agradable, por supuesto, pero como dijo un famoso marino, en medio de un naufragio es mucho mejor una vaca muerta que un becerro de oro.

Sobre todo porque flota.

Impuestos proporcionales y progresivos (la trampa saducea)

trampaLa ideología es una zanahoria que a menudo nos lleva a dar vueltas a una noria que, efectivamente, saca agua, pero no para nosotros. Una vez que entramos en la dinámica de creer lo que nos dicen sin reflexionarlo por nuestra cuenta acabamos en el voluntarismo. Y el voluntarismo es la carcoma de la lógica.
Para salir de semejante laberinto no queda más remedio que volver al principio y buscar las definiciones que nos ayuden a comprender la verdadera naturaleza de las cosas. Si me lo permitís, vamos a ello:

Los impuestos son el mecanismo que utilizan los Estados para obtener recursos de los ciudadanos y destinarlos a pagar los servicios públicos y los otros gastos de la administración.

Son proporcionales los impuestos en los que se paga un porcentaje o proporción fijo, como el IVA. Si gastas 100, pagas 16. Si gastas 200, pagas 32. En este tipo de impuesto, también pagan más los ricos que los pobres, pero proporcionalmente.

Son progresivos, como el IRPF, cuando al subir la renta, sube el porcentaje de lo que pagas. Si ganas 20.000 pagas el 20 % (4000) y si ganas 50.000 pagas el 45 % (22.500). Con este sistema, el rico paga muchísimo más que el pobre y es el mecanismo que recoge nuestra Constitución.

En las naciones desarrolladas los impuestos son progresivos con el fin de redistribuir la renta. Y Ahora vienen las preguntas que tratan de evitar algunos políticos y yo os planteo para devolver el debate a su origen:

Si es normal que los impuestos sean progresivos para las personas, ¿por qué no lo son para las empresas, que pagan a un tipo fijo independientemente de su tamaño?

Si es normal que los impuestos sean progresivos para las personas, ¿por qué no lo son para los territorios, y las Comunidades Autónomas pagan todas igual, ya sean ricas o pobres?

Como veis, sólo a los ciudadanos se les aplica la progresividad. Las empresas y las Comunidades Autónomas se siguen agarrando como fieras a la proporcionalidad para pagar simplemente el doble cuando ganan el doble. Y a veces, ni eso.

Y de este “detalle” depende que podamos pagar nuestra hipoteca, nuestras cuentas, nuestro trabajo, y otras minucias semejantes. O sea que pensemos sobre ello y sobre por qué lo hemos oído tan pocas veces.

 

 

Precio de la vivienda y capital de reserva

La casa del abuelo no nos ayudará con la hipoteca.

La casa del abuelo no nos ayudará con la hipoteca.

 Hoy comienzo con una serie de artículos de verano, época de insustancialidad en la que es siempre leímos esa novela que no nos entraba el resto del año. Ahora ya no se espera tanto, porque leer es de pobres, pero os ruego que no me tengáis muy en cuenta las digresiones.

Hoy toca hablar de ciertas extrañezas que me obligan a preguntarme desde hace tiempo qué demonios está pasando aquí.

Me parece normal (que no deseable) que hayan subido los precios de la vivienda en los lugares donde la demanda puede ser constante y sostenida, como las cuatro o cinco principales ciudades de España, o incluso en la costa, donde cabe esperar que los pisos lleguen a venderse hoy o mañana.

La gente va donde está el trabajo, y donde la población se acumula sube la demanda de vivienda, pero a veces no se construye a ese mismo ritmo o simplemente se fija el precio calculando el máximo que se le puede extraer al que lo necesita, independientemente del coste. El incremento de precios fue desmedido y antinatural, pero al menos lo hemos comprendido.

Cuando los países de nuestro entorno salgan del bache, seguirá siendo deseable venir a jubilarse a España, tener cerca la playa y veinte grados todo el año, con lo que tarde o temprano el excedente de vivienda de esa zona se acabará vendiendo. Otra cosa es que se les pueda proveer de agua y de electricidad, con la organización territorial que tenemos, pero ese ya es otro tema.

¿Pero qué destino se le va a dar a todas las viviendas que se han construido en las pequeñas ciudades del interior, una vez que se consuma la cuerda del renuevo generacional y el éxodo rural?

Durante años, la gente del campo compró una vivienda en la cabecera de su provincia para pasar el invierno, aunque los hijos se hubiesen ido a trabajar lejos, con la idea de que la vendieran ellos cuando faltasen los padres, pero los movimientos demográficos parecen indicar que muchas zonas de España se han despoblado sin remedio y que no hay ya a quién vender ese piso en Albarracín, en Astorga, o en Vitigudino. Lo que era un capital de reserva que se convertiría en efectivo con el renuevo generacional, se ha convertido en un capital muerto, que no sólo es imposible de liquidar sino que además produce gastos, por la voracidad de las administraciones públicas contra las propiedades reales.

Por tanto, hay un importante volumen de vivienda que estaba alimentando el efecto riqueza, pues la gente contaba con ellas, y que de pronto deja de ser un seguro y un apoyo para convertirse en una carga. La gente que pidió una hipoteca a treinta años contando con que posiblemente antes de ese tiempo morirían los abuelos y podrían realizar una amortización anticipada, se encuentra con que sus cálculos se han desmoronado. Casi nadie tiene en cuenta este factor como problema añadido para salir de la crisis, pero es muy real y muy frecuente, pues una gran parte de la población española emigró a las grandes ciudades hace solamente una o dos generaciones.

¿Creéis que en España habrá pronto barrios en ruinas en algunas ciudades?, ¿hacia qué modelo demográfico vamos? O, por contra, creéis que se producirá una deslocalización interior que acabe trasladando la producción de ciertos bienes a zonas más baratas de España, por el recorte de costes que supone?

Empresarios de rapiña

En la Facultad de Económicas dicen que esto es un halcón...

En la Facultad de Económicas dicen que esto es un halcón...

Os hablaba el otro día de los sindicatos y dije de ellos ni la mitad de lo que pensaba. Ni siquiera mencioné la PSV, aquella cooperativa de vivienda que acabó metiendo el pufo a un buen montón de sufridos currantes.

Pero no os creáis que todos los males del mercado laboral están ahí, ni mucho menos. En España tenemos una patronal con modos y costumbres del siglo XIX, tecnología del XX y avaricia del XXI.

En España se da con demasiada frecuencia que no se mete a empresario el que tiene una idea y la quiere rentabilizar, sino que pone una empresa el que quiere mandar a alguien porque lo trataban de tú hasta las porteras y su ego necesitaba esa capa de autoestima.

Por eso, a mi entender, en España no se paga el esfuerzo ni el talento, sino la sumisión. Hay todavía una amplia capa de patronos que prefieren al trabajador que se queda hasta las tantas y dice “sí señor” a todo, aunque sea un inútil, antes que al trabajador con ideas propias. Eso, por supuesto, es antieconómico y anticompetitivo, pero les da igual: la culpa de la baja productividad la achacan de todos modos al trabajador, aunque hayan sido ellos los que, durante años, hayan eliminado de la plantilla a todo el que valía para algo más que pegar sellos y acarrear yugos.

Otro aspecto en el que se puede observar claramente la baja calidad media de la patronal española es en la organización de los horarios de trabajo. Son aún muy pocos los empresarios que han comprendido que el trabajador que va de buen humor a supuesto produce el doble, aunque haga menos horas, que el que tiene que quedarse, quemado, hasta las campanadas de la Cenicienta. Los horarios son ineficaces, descoordinados, abusivos y por tanto nefastos, tanto para la empresa como para el trabajador que intenta cumplir, pues después de un tiempo ve que no le sirve de nada trabajar más eficazmente y se acaba amoldando al ritmo de los más haraganes. Lo gracioso es que se lo dices a ciertos patronos y te contestan perlas como “que vengan por la tarde y que se jodan. No van a vivir mejor que yo…”   Obviamente, el señor que te responde tal cosa no puso la empresa para ganar dinero, sino para saldar cuentas con los traumas de su infancia.

Hoy hemos abordado la vertiente social. Otro día seguimos con el miedo a la innovación, la aversión al riesgo real y la incapacidad para competir en mercados abiertos. Con esto vale, me parece, para trazar la segunda pata de la mesa: la mesa de autopsias de nuestra economía.

 

 

Los sindicatos horizontales

 

Horizontales sí que son. Eso no se puede negar.

Horizontales sí que son. Eso no se puede negar.

A los sindicatos actuales se les puede dar este nombre de horizontales por oposición al concepto de sindicato vertical franquista, o también, según las malas lenguas, por la postura que con más frecuencia ensayan sus dirigentes.

El sindicato vertical se llamó así porque estaba concebido como una organización sin clases, a la que pertenecían por igual obreros y patronos ya que a ambos los unían los mismo intereses. El concepto en sí da la risa, pero el Estatuto de los Trabajadores que consiguió sacarle al régimen lo firmaba yo mañana mismo sin pestañear. Y seguramente vosotros también. Se llamaba Fuero del Trabajo, y os dejo un enlace para que le echéis un ojo si os apetece.

En cuanto a los sindicatos actuales, parecen no haberse adaptado a las nuevas necesidades de sus representados y manejan aún conceptos como “conquistas sociales” o “clase obrera“, que en mi opinión resultan un poco trasnochados. De todos modos, no es la dialéctica el peor defecto que cabe achacarles.

A mi juicio, mucho peor que eso es la definición de trabajador que se deduce de sus actuaciones y su cada vez más flagrante servilismo respecto a los partidos políticos de su cuerda, que tienen patente de corso para reconversiones industriales y hasta para aprobar la instauración de las Empresas de Trabajo Temporal, entre otras lindezas.

A veces tiene uno la impresión de que para los sindicatos actuales, trabajador es aquel asalariado que da derecho a una parte proporcional de un liberado. Los demás no cuentan.

Eso, los días buenos. El resto del tiempo, es aún peor y por eso los porcentajes de afiliación y los de participación en las elecciones sindicales están como están.

¿Crees que los sindicatos representan realmente a los trabajadores o tienen sus propios intereses?, ¿qué opinas de su papel en esta crisis?, ¿un sindicalista liberado es realmente un trabajador para la comunidad?, ¿se han quedado los sindicatos anclados en el pasado? ¿Se te ocurre a alguna alternativa al actual sistema de representación de los trabajadores?

 

 

La vivienda en Alemania (susto y ejemplo)

Esta es la bandera del 2º Reich. Sirva de aviso para los que quieren una 3ª República.

Esta es la bandera del 2º Reich. Sirva de aviso para los que quieren una 3ª República: pasar de segundas partes nunca fue bueno.

Hace unos días nos hablaba el amigo Mburuvicha de las diferencias entre las medidas de política económica alemanas y las de nuestro país y hoy me apetece reincidir en el tema.
Como ya sabréis los que alguna vez hayáis cometido la imprudencia de echar un vistazo a mi perfil, he escrito algunas cosas sobre el desastre de Weimar y la inflación galopante que llevó en 1923 a que el dolar americano se cotizase de 1,2 marcos a cuatro billones cuatrocientos sesenta mil millones de marcos en diez meses. Los salarios se tenían que pagar varias veces al día, porque con la paga de la mañana no llegaba para comprar la comida del día cuando llegaba la hora de salir del trabajo. En 1923 murieron un millón de alemanes de hambre o frío.
Sobre lo mucho que se cabreó la gente ya sabéis, sin duda, unas cuántas cosas. Y sobre lo que hicieron después de cabrearse, también. En Alemania se lo toman todo muy en serio, parece: cuando trabajan, reconstruyen un país en diez años, cuando se divierten, organizan algo tan desmedido como la Oktoberfest cervecera(para verlo, si no lo conocéis), y cuando se enfadan y arman bronca, pues hace falta todo un planeta y seis años para devolverlos a su cordial, educada y laboriosa normalidad de siempre.
Para el tema que tratamos en esta página, a lo mejor convendría que supiésemos algunas cosas de lo que ocurre con la vivienda por ese país que tantas veces nos ha echado una mano en las lides europeas, aunque lo único que tuviésemos en común fuesen los adversarios.
En Alemania la vivienda es escandalosamente barata para nuestro estándar, tanto en propiedad como en alquiler. Hay grandes diferencias por zonas, por supuesto, pero el alquiler medio en una ciudad media es de 190 € al mes por un piso de tres habitaciones. Y en cuanto a compra, pues o pongo tres enlaces que pueden pareceros un poco exagerados y quizás lo sean, pero sirven para hacerse una idea. Este primero es de Mutzschen, en Sajonia, un pueblo de 2.300 habitantes. El segundo corresponde a Plauen, un ciudad de 70.000 habitantes, y aunque no os lo podáis creer os aseguro que es cierto proque les mandé un email para poreguntar si era una errata.. El tercero corresponde a un apartamento de dos habitaciones  (58 m.) en Berlín capital.
Cuando hayáis recuperado la mandíbula, recordad que la renta media y el salario alemán es muy superior al español, con lo que esos precios suponen para ellos un esfuerzo financiero aún menor que el que supondrían para nosotros. También denéis tener en cuenta que al ser un página en inglés, orientada al mercado exterior, los precios son algo superiores a la media nacional. Si alqguien quiere de veras buscar vivienda en Alemania que lo diga en comentarios y pondré enlace a alguna inmobiliria local.

Las causas y efectos de esta diferencia son determinantes para lo que más tarde puede abordar un país. Con semejante punto de partida, como es fácil de comprender, todo acaba siendo diferente.

En cuanto a las causas, son muchas, demasiadas, para tratar de enumerarlas aquí, pero me gustaría destacar tres:
-1-En Alemania no hay que edificar en terreno específicamente urbano. Todo el país es edificable salvo las zonas en que esté expresamente prohibido. Así, como comprenderéis, no hay quien se saque un duro de recalificar nada ni se puede forzar la escasez de suelo. ¿Y dónde está prohibido expresamente edificar? Pues cerca de las vías férreas, en los cauces de los ríos, los parques, los espacios naturales… Todo muy normal, vaya..
-2-Tras la guerra hubo que reconstruir medio país, y el gobierno, en vez de vender las viviendas, las dio en alquiler masivamente. Por si alguien no lo sabe, en el año 48 colocaron un cartel en Berlín, de muchos metros de alto, que decía: “Si quiere ver nuestras ruinas, dese prisa”. Vaya carácter…

-3-Digan lo que digan algunos, el muro de Berlín no lo levantaron los neoliberales para evitar que la gente escapase hacia los paraísos socialistas. Parte de la población de la RDA huyó del comunismo cómo y cuándo pudo, dejando vacías su viviendas en Oriente y obligando a construir nuevas viviendas en Occidente. Tras la unificación y el regreso de muchos ciudadanos a sus ciudades orientales de origen, sobraban viviendas a millares en los dos lados.
Las consecuencias de este abaratamiento de la vivienda son tremendas y marcan absolutamente la diferencia a la hora de competir en los mercados.
-1-Necesidad de invertir los capitales en bienes más productivos que la vivienda, pues este sector ofrece una rentabilidad muy baja. Esto desarrolla forzosamente la industria y otros sectores productivos.
-2-Movilidad geográfica de los trabajadores a muy bajo coste, pues si tu casero el Estado te cambia en cuestión de días o semanas una vivienda en tu ciudad de origen por otra en tu ciudad de destino.
-3-Volumen de renta disponible de los ciudadanos mucho más elevada, con lo que esto implica en el consumo y la demanda.
Y algo más: cuando el casero principal es el Estado, ¿qué creéis que dicen las leyes sobre el impago de alquileres? No te fusilan al amanecer, pero casi.
Trasladando toda esta información a nuestro país, me hago y os hago algunas preguntas:
-¿Son los permisos municipales una de las causas del encarecimiento de la vivienda?
-El deseo español de ser propietario de la vivienda, ¿es un capricho o tenemos nuestras buenas razones para ello dada nuestra evolución histórica?
-¿Sería viable en España que el Estado fuese propietario de varios millones de viviendas, o acabaría siendo un colador para caraduras y grupos antisociales?
-¿Hay que perder una guerra poder ir en el pelotón de cabeza? (veáse Alemania y Japón) ¿O es mejor decir que eres comunista y dedicarte a ganar dinero como loco? (véase China)

La importancia de los títulos académicos

Diploma que expiden algunas universidades españolas, según puede comprobarse cualquier fin de semana.

Diploma que expiden algunas universidades españolas, según puede comprobarse cualquier fin de semana.

Tenía y tengo un amigo que optó en cierta ocasión a un puesto de diseñador gráfico en una importante empresa nacional. Los requisitos eran contar con la licenciatura en Bellas Artes, manejo de varios programas profesionales de diseño gráfico, retoque fotográfico y maquetación, y al menos cinco años de experiencia en un puesto similar.
Este es seguramente el momento de decir que mi amigo era y es ingeniero de montes, y ya que el monte es una de las bellas artes, como todo el mundo sabe, envió su currículum para aquel puesto, acompañado de un certificado falso que acreditaba la experiencia requerida y de un título igual de falso (o más) de haber cursado la carrera de Bellas Artes  en una importante Universidad española.
Llegado el momento de la selección entre los aspirantes, la empresa propuso una serie de pruebas prácticas en su sede, y como resultó que lo único auténtico de mi amigo era su destreza para manejar aquellos programas y su talento para el diseño gráfico, le ofrecieron a él uno de los tres puestos que debían cubrirse.
En el momento de la firma del contrato, se reunieron los tres nuevos trabajadores y el gerente. Después de las presentaciones de rigor, el gerente, con amplia sonrisa, los felicitó ¡a los tres! por su destreza a la hora de “maquillar” su propia documentación.
Y es que, según dijo, un diseñador gráfico tiene que saber diseñar, en primer lugar, un producto que parezca creíble a su cliente.
La preguntas del día son, por tanto:
-Si sabes hacer el trabajo, ¿para qué te van a pedir el título?
-Si no sabes hacer el trabajo, ¿para qué te van a pedir el título?
-En todo caso, ¿para qué le sirve a una empresa privada tu título a no ser que te quieran emplear de pringado firmador de proyectos ajenos?

¿Creees que los títulos académicos se ha convertido en “ombligos”, porque todo el mundo tiene uno?, ¿se han devaluado en cierta medida los títulos oo ha sucedido al contrario?

Lo que España debe a los mangantes

Lo consiguieron: nuestros años buenos parecieron un accidente.

Lo consiguieron: nuestros años buenos parecieron un accidente.

Es duro escribir estas cosas, pero la verdad es que en España tenemos una gran deuda con todos los mangantes, chorizos y estraperlistas de todo tipo que abarrotan y abarrotamos el censo.
Hay dos razones, sobre todo, para reconocer esta deuda, y por favor, reflexionad sobre ello antes de tirarme tomates:
La primera es la monetaria. Cuando la Unión Europea creó el euro, calculó el tipo de equivalencia con las monedas anteriores y a cada país le correspondió un tipo de cambio. El euro, como bien sabemos todos por lo mucho que nos aprieta, valió 166,386 pesetas. Esta cifra no salió de un sorteo: en teoría reflejaba el valor real de la masa monetaria española. Hasta ahí, sin problema, pero resulta  que según los recientes cálculos, el dinero generado por la economía sumergida española era muy superior a lo estimado, por lo que había más pesetas ocultas de las que se pensaba. La conclusión es obvia: España recibió más euros de los que le correspondían porque se valoró la peseta por encima de su valor real, ya que de haberse sabido que había más, el valor final habría rondado el de un euro por cada 190 o 195 pesetas.
Así las cosas, hay que reconocer que fueron los que tenían la pasta escondida los que hicieron que nos diesen por nuestros billetes verdes más euros de los que nos hubieran dado de otro modo.  Hay incluso quien achaca a esto el auge económico de los años anteriores, porque fue como si nos hubiese tocado la lotería a todos a la vez.
La segunda razón es más puñetera aún, y se trata de la eficiencia. Según afirman algunos estudios econométricos, en España se produce casi el doble con cada Euro que queda en manos privadas que con cada Euro administrado por el Estado. Por eso, por ejemplo, sigue habiendo colegios concertados: porque los llevarán los curas, sí, pero los chavales aprenden lo mismo (como poco) y  cuestan la mitad. Por eso, también, algunas intervenciones quirúrgicas o tratamientos médicos, los encarga la Seguridad Social a hospitales privados con los que tiene convenio.
Laproductividad del Estado es bajísima, y de este modo resulta que, dentro de unos límites, cada euro que se escaquea al fisco y que se invierta en la propia empresa o en un chalé en la costa (alguien lo construye, y ese alguien cobra un sueldo) rinde más, produce más empleo y más riqueza que si se lo llevara Hacienda.
No es descartable, por tanto, que la prosperidad de los años pasados se debiese también, en parte, a lo mucho que se ocultó ya la cantidad de billetes de 500 € que vinieron a parar a España.
De si esto es ético o no, habláis con un filósofo. Yo sólo soy economista.

Entrevista a un director de sucursal bancaria

368px-bankers_hall_shopping_atriumComo vemos que el tema de la banca interesa,  en www.calculodehipoteca.net hemos hecho un esfuerzo suplementario para acercarnos al mundo real y tenemos hoy con nosotros al director de una importante sucursal bancaria para ofrecernos de primera mano sus impresiones sobre la actualidad del mundo de la banca comercial y, más concretamente, del mercado hipotecario. Sin duda es otro punto de vista distinto al que habitualmente ofrecemos en estas líneas, así que le agradecemos muy sinceramente que nos haya dedicado su tiempo y esperamos que a vosotros, amables lectores, os resulte útil e interesante.

A mí ya me leéis más a menudo, así que os dejo sin más rollos con quien de verdad interesa:

Www.Calculodehipoteca.net: En primer lugar, muchas gracias por acceder a esta entrevista, en un momento en que la banca en general no pasa por su mejor momento de popularidad. ¿Cree que esa mala imagen está justificada?

¿Popularidad? A nivel de foros, prensa, medios en general, probablemente tenga usted razón y sea “la banca” un sector muy cómodo de criticar, mucho más que el sector farmacéutico, telecomunicaciones, de seguros, construcción, … aunque en cualquiera de ellos podemos encontrar varios aspectos mejorables.

En este sentido pienso que en el actual modelo económico en el que vivimos, y hasta que inventemos y nos dotemos de otro mejor, -todo es mejorable- alguien se tiene que encargar de canalizar el excedente de ahorro de una parte de la sociedad hacia aquellos que necesitan financiación; y ese papel de intermediación ha sido y es la principal función de la banca.

Lo que los ciudadanos en general y por supuesto los trabajadores del sector en particular -nos va nuestro sustento en ello- debemos exigir a las autoridades de los distintos países es que el sector esté bien regulado para que sea eficiente, estable y seguro.

Lee la entevista completa:

Sigue leyendo

La hipoteca defensiva

Ciudadanos esperando con alegría las medidas económicas del Gobierno

Ciudadanos esperando con alegría las medidas económicas del Gobierno

Cada vez leo más cosas y escucho más comentarios sobre gente que se está planteando usar la hipoteca como arma defensiva, una modalidad que casi nadie conoce y que, aunque arriesgada, podría marcar la diferencia entre quienes la usen y quienes no lo hagan. Diferencia para bien o para mal; ya se verá.

En estas páginas solemos hablaros de hechos consolidados con sus distintas posibilidades y sus mecanismos, pero no está de más que se hable, por una vez, de una posibilidad alternativa, aunque dejando bien claro que no se aconseja a nadie utilizarla (ni tampoco no hacerlo).

La hipoteca defensiva consiste en aprovecharse de dos expectativas: el tipo de interés superior del mercado financiero al hipotecario y la mayor seguridad de los bienes de mercado frente a los nominales.

Tranquilos, que me explico.

Punto primero, rentabilidad superior al coste hipotecario: en los mercados financieros, especialmente en la bolsa, es fácil conseguir rentabilidades superiores al coste de una hipoteca. Tiene sus riesgos, por supuesto, pero hay una serie de valores, incluidos algunos fondos garantizados, que ofrecen una rentabilidad muy superior al tipo de interés hipotecario. Por tanto, si hipotecamos una vivienda y reinvertimos lo que nos den en alguno de esos valores, podremos pagar tranquilamente la cuota de la hipoteca y nos quedaremos con una diferencia que puede ser bastante jugosa. Un ejemplo típico, aunque no el único ni quizás el mejor: obtenemos 300.000 euros de hipotecar un vivienda, y los reinvertimos en Abertis, la compañía de infraestructuras. Pagamos un 2,5 % al año por la hipoteca y obtenemos alrededor de un 7,5 % entre dividendo en metálico y ampliación liberada. Total, ganamos 15.000 euros al año con la jugada. La posibilidad de que esta empresa baje un año y nos haga perder, es relativamente alta, pero la probabilidad de que baje al cabo de treinta años, es mínima. La elección de la empresa ha sido casi alearoria; las hay mucho mejores, pero este no es un foro de bolsa.

Punto segundo, mayor seguridad de los activos frente al nominativo. Si como algunos creen, o creemos, la devaluación monetaria será inevitable para sufragar los déficits públicos de toda la zona Euro, es mejor tener el dinero invertido en algo que reaccione casi automáticamente a la devaluación subiendo de precio, mientras el dinero que se debe es nominal. O sea, que si hipotecamos una viuvienda en 300.000 euros y los invertimos en acciones, estas subirán automáticamente, o casi, ante una devaluación, y el valor de lo que debemos descenderá, porque al deuda la tenemos en términos nominales, es decir, en una cantidad fija de unidades monetarias con independencia de lo que esas unidades monetarias valgan. Todo el mundo sabe que cuando la devaluación Argentina (o la alemana, que es igual pero a lo bestia) muchas familias se arruinaron y casi todo el mundo perdió sus ahorros. Lo que se suele mencionar menos a menudo es que los que tenían deudas las pagaron con nada.

Combinad el punto uno con el dos, y sacad vuestras propias conclusiones. Esa es la hipoteca defensiva, una forma de hipotecarse con una mentalidad distinta.

Las elecciones europeas en clave de humor (de mal humor)

Eurodiputado agradeciendo a sus votantes el apoyo prestado

Eurodiputado agradeciendo a sus votantes el apoyo prestado

Está bien ese principio de un hombre un voto. Y una mujer, también, aunque a la izquierda no le gustase en su momento porque, según ellos, las mujeres estaban demasiado influidas por los curas y era mejor que no votasen. Como véis, lo de someter las convicciones al interés no es un brote verde, precisamente.

Esta bien porque podemos votar todos  en las elecciones y así podemos decir que el tema nos afecta, aunque sepamos que lo mismo da ocho que ochenta, proque si se puede votar es que no importa, y si importa de veras no se puede votar. ¿No tenéis esa sensación?

Sábado es, y divago. Pero trataré de centrarme.

Como siempre, las elecciones han servido para que nos demos cuenta de que no vivimos en una democracia real, porque a los políticos les importan tres puñetas los votos en blanco o las cifras de participación. Con un cuarenta y tantos por ciento de votos emitidos el resultado es tan legítimo como si hubiese un ciento veinte por ciento, cosa que ya ha sucedido, como bien sabéis. En alguna regiones de este país han sido siempre tan demócratas que votaban hasta los muertos. ¿Os acordáis?

Fuera de nuestras fronteras, me quedo con una sonrisa y una preocupación: la sonrisa para los suecos, por los siete escaños que le concedieron al Partido Pirata, promotor de una lucha sin cuartel contra ciertas patentes y contra el control de los datos personales de los ciudadanos. La preocupación por el nuevo auge de la extrema derecha, que vuelve a menear sus siete colas capitalizando el descontento de los más pobres. Porque es curioso: a la extrema derecha la votan sobre todo los pobres. O eso dicen los sociólogos, y con buena lógica, porque los inmigrantes africanos, por ejemplo, no son competencia para los ingenieros nucleares y los neurocirujanos. A lo mejor tenía razón el Dr. Goebbels (mucho más canalla que idiota) cuando decía que los votos que él tenía que cosechar eran los de los comunistas, proque los burgueses lucían demasiado rechonchos para desear cambios cambios drásticos. Que Goebbels fuera un político de extrema derecha lo discutimos aparte, si queréis, lo mismo que si lo son o no los extremistas holandeses, por ejemplo, que tan buenos resultados han obtenido en estas elecciones. La pregunta que me queda, y os dejo, es la que se hace un sociólogo checho cuyo nombre no consigo recordar: ¿Es cierto que cada inmigrante que llega a un país genera un fascista en ese país a medio plazo?

En cuanto a España, si nos ponemos a mirar de cerca los resultados, tenemos, a mi juicio, que al Gobierno le ha pasado factura la crisis (en vez de garrote vil, como sería esperable), y que la oposición ha recogido las migajas de ese descontento popular, sólo las migajas, porque no parece tener dientes para algo más consistente que migas y purés. Si con la que está cayendo, la oposición no es capaz de conseguir nada más que lo conseguido, no sé a qué espera para renovarse. A lo mejor es que ya tienen respondida la vieja pregunta: ¿renovarse o morir?  Morir, por supuesto, que renovarse es de pobres.

La nota llamativa la deja UpyD, el partido de Rosa Díez, que poco a poco se consolida como fuerza alternativa, con propuestas que a veces se califican desde fuera de socialismo encubierto y otras de fascismo descarado, según a quién perjudiquen. Por lo demás, nos queda de esta campaña un contenedor entero de bipartidismo cargado de palabrería; eso,  y el convencimiento general de que en Europa se toman las decisiones importantes, como se decía en la campaña, pero no por nadie a quienes nosotros podamos elegir.

Porque si un día os da por informaros sobre los entresijos y los mecanismos de la Unión Europea descubriréis que el peso del Parlamento es muy inferior al de la Comisión y al de otros organismos nombrados digitalmente por los gobiernos nacionales. Y cuando consigan que entre en vigor la Constitución Europea que aquí aprobamos porque nos la recomendaron los Morancos, el poder de los no elegidos será aún mayor.

Así las cosas, en este deshilado análisis sólo nos queda hablar de los grandes descalabros socialistas en Europa y del avance de los partidos conservadores. La caída de la izquierda se explica sola: en los malos tiempos hay que dejar las tonterías y volver a la realidad. La subida de la derecha, también: los conservadores del mundo entero consideran el miedo como un militante de su partido y sus buenas razones tienen.

En todos los partidos hay gente racional y razonable, pero los acérrimos, los que no cambian su voto a aunque se agriete la tierra, creo que tienen una tipología muy determinada: se hace de izquierdas el que quiere que le den por la cara lo que nunca podría conseguir por sí mismo; se hace de derechas el que no quiere que le quiten lo que ganó su abuelo y él nunca ganaría. Los que consiguen las cosas por sí mismos o se creen capaces de ello no suelen ser acérrimos de nadie y votan a unos o a otros según las circunstancias del momento. Perdonad que sea tan crudo, pero esa es mi opinión.

Y en España, me parece, hay muchos millones de votos cautivos que salen a relucir en las elecciones europeas más que en ninguna otra convocatoria. Por eso los resultados se siguen polarizando en un bipartidismo infame, sin resquicio a la protesta ni al verdadero voto de castigo.

Casi mejor hablar de hipotecas. Se cabrea uno menos.