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Los sistemas Económicos (III). El sistema mixto (Nazismo y China)


Este es Hjalmar Schacht, el inventor del mecanismo. Echadle un ojo y pensad si os parece de fiar...

Este es Hjalmar Schacht, el inventor del mecanismo. Echadle un ojo a ver si os parece de fiar...

Después de hablar del capitalismo y el colectivismo (socialismo y comunismo), abandonamos el terreno de los sistemas económicos conocidos para adentrarnos en otros inventos un poco más raros, y quizás un poco más tenebrosos, pero creo que es necesario hablar de todo, aunque sólo sea para que se conozcan las otras opciones que se han seguido a lo largo de la historia.

El sistema mixto lo puso por primera vez en marcha el ministro de economía nazi Hjalmar Schacht en 1933, tras la victoria de Hitler en las elecciones generales de aquel año. Como curiosidades, os contaré de él que nunca fue miembro del partido nazi, sino del SPD (de la oposición) y que fue absuelto en Nurenberg porque no encontraron cosa seria de la que acusarle.

Quizás os parezca raro que Hitler diese la cartera de economía a un tipo que no era de su partido y que le había combatido enérgicamente en la campaña electoral, pero hay que entender la mentalidad del partido nazi, del propio Hitler y de la época, dejando a un lado los arquetipos: eligió para todos los puestos al que consideró mejor, y punto. Si alguien se negaba a aceptar el puesto, eso era una traición a la patria, a la que todos tenían el deber de servir sin pensar en ideologías. Incluso puso al mando de la GESTAPO al mismo comisario de policía que lo había enchironado a él en 1924, así que con eso está todo dicho.

Explicar en qué consiste el sistema mixto de Hjalmar Shchat es muy fácil. Lo difícil es detallar su funcionamiento, y no puedo meterme en eso en profundidad, así que espero resumirlo de manera que se entienda algo:

El sistema mixto consiste en que toda la industria, el comercio y la distribución AL POR MAYOR queda en manos del Estado o regulado férreamente por el Estado, y todo lo que sea AL POR MENOR queda en manos de la propiedad privada en absoluta libertad para hacer cada cual lo que quiera.

Tras esta premisa fundamental, el sistema mixto del nazismo se apoyaba en los siguientes pilares:

-El tipo de cambio de la moneda se fija en Boletín Oficial, y depende de la actividad. Dependiendo de lo que compres o vendas, así será el tipo de cambio. Puedes cambiar las divisas que quieras, pero declarando la operación que vas a realizar, y dependiendo de la operación así será el cambio, que no es nunca ni fijo ni libre.

La fiscalidad de las plusvalías es feroz. La del trabajo y el beneficio empresarial son muy bajas, pero si compras un bien (un piso, oro, o lo que sea) y lo vendes en menos de un año, el Estado se lleva el 90 % de la diferencia entre el precio al que compraste y el precio de venta. Si son 2 año, el 80 %, si son 3, el 70 % y así sucesivamente. Si pasan 10 años, todo lo que saques es para ti. El comercio al por menor de una lista de bienes (bienes comerciales, en general) está exento y se considera beneficio empresarial, como en nuestros días.

La producción al por mayor se regula desde el Ministerio de Economía, mediante planes trienales o quinquenales. Esto regula las materias primas y casi toda la industria de más de 30 trabajadores. Por debajo de ahí, cada cual puede invertir o no, poner una empresa de camiones o una churrería, como mejor le venga.

-La propiedad privada es intocable, pero no se admiten bienes ni recursos muertos. La tierra o se cultiva, o se arrienda. Los pisos se ocupan o se alquilan, etc.La ley decía exactamente: “la propiedad será siempre privada y siempre al servicio de los intereses nacionales”, lo que, por supuesto, trajo consigo no pocos conflictos. Cómo se resolvían esos conflictos lo imagináis de sobra: arbitrariedades, injusticias, persecuciones, etc. En todo caso, podían obligarte a alquilar tu casa o a que tu fábrica produjese cacerolas en vez de cucharas, pero no te la expropiaban.

Los extranjeros tienen los mismos derechos y deberes que un huésped en un hotel. Pagan su cuota y tiene derecho a lo que al cuota estipule. Y nada más. La letra pequeña, por supuesto, estaba en saber a quiénes consideraban extranjeros, pero eso es salirse del ámbito económico y no quiero escribir una enciclopedia.

En la actualidad, este sistema ha sido copiado de manera casi textual por el gobierno chino. Tan llamativa es la copia que en algunos textos legales chinos aparecen siglas equivocadas, correspondientes a organismos alemanes de los años treinta, como RB, AB (Ferrocarriles del Reich, Autopistas, etc.).

Como ya me alargo demasiado, sigo otro día. Ya diréis en los comentarios qué os parece este engendro híbrido.

El comunismo como alucinación colectiva y su resistencia frente la realidad (un epílogo sociológico).

A alguna gente no parece importarle gran cosa la realidad.

A alguna gente no parece importarle gran cosa la realidad.

Prometí un día contaros una anécdota y creo que no hay mejor ocasión que esta:

Estaba yo en Checoslovaquia en el año 92, haciendo turismo en tren. Por supuesto, era pobre como una rata, así que me gustaban los países del Este, donde la gente era aún más pobre que yo, o igual, y podía incluso permitirme lujos asiáticos como tomar un café y una cerveza de vez en cuando en los bares de los indígenas.

Recuerdo que me alojaba en un hotel en el quinto pino, al final de Holesovice (por si alguien lo conoce) y que el portero de noche era un viejo de largas barbas blancas que hablaba seis idiomas, y casi todos mal. Según me dijo, en la cárcel había aprendido español para leer a Cervantes, francés para leer a Flaubert e inglés para leer a Fielding. Además, hablaba checo, porque era la lengua de su país, ruso, porque eran los que mandaban en su país, y alemán, por todo lo que había pasado y lo que pudiera pasar. Os lo cuento casi textual, para que veáis que mentalidad y qué puntería tenía el viejo. ¡Y qué retranca!

 Me dijo también que dormía mal y que su pensión de jubilación era ridícula, y que así, uniendo los dos problemas, se había hecho portero de noche de un hotel para solucionarlos ambos a la vez. Todo un personaje.

Pues bien: en mi tercera o cuarta noche en el hotel, me quedé un rato a hablar con él, y me dijo: “Checoslovaquia es el país más triste del mundo, porque desde el año 38 que llegaron los nazis, hasta el año 90 que se fueron los rusos, nunca hemos tenido libertad. Un año antes que a ningún sitio vinieron aquí los nazis, y luego nos liberaron los rusos. ¡Qué mala suerte!”

-Es triste, sí, le dije yo, dándome cuenta de que tenía razón.

“Muy triste. Porque los nazis iban a tu casa, te encarcelaban, te torturaban y te asesinaban”

-Sí. Fatal. La verdad le respondí.

Y luego llegaron los comunistas, que te encarcelaban, te torturaban y te asesinaban. Pero los nazis permitían emigrar, y por eso los henos echado tanto de menos. ¡Cómo los hemos echado de menos!”

Eso me dijo, y creo que tiene que ser suficiente, porque lo cierto es que si lo piensas, es verdad.

¿Cómo tiene que ser un régimen y un sistema económico y político para que la gente eche de menos a los nazis?

Y sin embargo, ya lo veis, sigue habiendo gente que pertenece a un partido comunista. El comunismo, por tanto, no parece un sistema que se apoye en realidades, o en promesas siquiera, o en un pasado brillante. En su pasado hay hambre, miseria, muerte, asesinato y océanos enteros de dolor y opresión, pero no le afecta. Nadie puede ir por la calle diciendo que es nazi (y me parece lógico, después de lo que hicieron) pero a la gente no le da vergüenza llevar una bandera roja, o decir que es miembro del Partido Comunista. Cualquier otra ideología o sistema que hubiese asesinado a la cuarta parte de personas, o destruido la vida de una décima parte de seres humanos de los que destrozado el comunismo estaría eternamente condenada, pero el comunismo no. ¿Por qué?

Porque el comunismo parece comportarse como una alucinación colectiva (tipo religión), o como un instinto depredador del alma humana. No se le puede combatir con razones, porque no atiende a razones. No se le puede combatir con la economía, porque aspira a quedarse con lo tuyo. Su triunfo, quizás eterno, es que ofrece la legalización del robo, y siempre habrá seres humanos a los que eso les ponga en movimiento y les aporte una esperanza de mejorar a costa de su vecino. Todos conocemos a personas que nunca nos robarían, pero que votarían encantadas a un partido que propusiera robarnos y matarnos. ¿no es cierto?

El odio a los semejantes, la envidia, el rencor, el cainismo, la inquina a los que son mejores, el deseo de machacar al que destaca, al diferente o al que tiene ideas propias no son, en absoluto, patrimonio exclusivo del comunismo. Ni mucho menos. Pero ningún sistema como el comunista ofrece a la gente que vive enfangada en esas pasiones una oportunidad tan buena de tomar revancha contra los otros y arrastrarlos por el barro. Y además en nombre del pueblo, de la igualdad y de otras muchas absoluciones. Te permite ser malo y a la vez te absuelve. ¿qué mas se puede pedir? Esta es, para mi y para algunos otros autores, la razón sociológica de la supervivencia del comunismo como idea, a pesar de sus crímenes y sus estrepitosos fracasos pasados. Y el caso es que otra cosa no se explica.

Como ya bato todos los records de longitud de un artículo, termino con una frase del viejo del hotel: “si quieres saber quién es un miserable, es fácil: pregúntale por mayo del 68. Si te habla de París, es un canalla. Mayo del 68, para los amantes de la libertad, fue Praga. La valiente y sangrienta Primavera de Praga”

Por si os sirve.

Los fallos del colectivismo IV (la necesidad como criterio de reparto)

Puestos a inventar necesidades, hay ideas para todos los gustos...

Puestos a inventar necesidades, hay ideas para todos los gustos...

Una de las premisas fundamentales de los sistemas colectivistas, en especial de los socialistas y comunistas, es la máxima: “se debe exigir a cada cual según su capacidad y dar a cada cual según su necesidad”

Dentro de la serie sobre los fallos del comunismo, quisiera analizar esta idea, aunque más bien me parece una mentalidad, o una forma de ver el mundo.

Por mi parte, y siendo todo lo objetivo que puedo, quiero decir una serie de cosas, que espero que me rebatáis con argumentos lógicos, porque lo cierto es que estoy acostumbrado a que me lo discutan con razones religiosas. Así que, por favor, dejad el catecismo a un lado, y pensemos. Os lo ruego.

-La pobreza no es una condición moral. No pienso como los calvinistas, que creen que el pobre es malo, porque Dios no permitiría pasar necesidad a un hombre virtuoso. Y tampoco pienso como los católicos, que creen que antes pasará un camello por el ojo de una aguja que entre un rico en el reino de los cielos. Por eso os dije que dejéis un rato el catecismo en casa y me digáis si ser pobre es un rasgo moral. Yo creo que es indemostrable tal cosa. Ser pobre es ser pobre. Y ser pobre es una mierda. Pero no dice nada de la moralidad.

-La necesidad no da derecho a nada: lo que otorga derechos es el esfuerzo, el cumplimiento de unos deberes o incluso el simple hecho, convenido de forma tácita, de pertenecer a una sociedad o país (lo que también impone obligaciones). Pero la necesidad, en sí, no otorga derechos. Que yo necesite un coche para ir a trabajar, aunque lo necesite imperiosamente, no me da derecho a exigirlo, ni a coger el de otro, ni a pedir que me lo presten. Necesitar una vivienda no significa que otro la tenga que pagar.

Las necesidades son ilimitadas y pueden crearse o extenderse a voluntad. Esta es uno de los pilares de la economía. De hecho, la economía se define según algunas escuelas como la disciplina que estudia la distribución de recursos limitados entre necesidades ilimitadas. Dicho esto, un sistema que reparte el fruto del esfuerzo de todos entre los que más lo necesitan, lo único que está haciendo es incentivar la queja, la picaresca y la corrupción. Un sistema en el que para conseguir más basta con sufrir más en vez de trabajar más, se va al carajo necesariamente.

A riesgo de que me tiréis piedras, os citaré un ejemplo sangriento: en la guerra entre los tutsis y los hutus, en Rwanda y Burundi (1990-1994) ambos bandos combatientes utilizaban las matanzas de civiles como modo de aprovisionar a sus ejércitos, pues sabían que después de cada matanza llegaría la ayuda humanitaria de Occidente y podrían así dar de comer a su tropa.

La necesidad, por tanto, no puede ser un baremo de distribución, a riesgo de que las necesidades se multipliquen y la miseria, la enfermedad o la simple estupidez lleguen a ser estados deseables, de los que se puede obtener más que del trabajo, el estudio o la salud. Cuando es más rentable cortarse un pie que estudiar una carrera, un país no tarda en quedarse cojo.

Por lo demás, hay ejemplos de sobra en nuestra sociedad de gente que convierte la necesidad en un modo de explotar al resto.

Es vuestro turno.

 

Jubilación a los 67

Cualquier día harán ir a trabajar hasta a los muertos (pero sólo a algunos, no penséis...)

Cualquier día harán ir a trabajar hasta a los muertos (pero sólo a algunos, no penséis...)

Hasta los miembros de su Gobierno lo dicen por los pasillos: Zapatero se levantó ocurrente y decidió, de pronto, sin encomendarse a Dios ni al diablo, subir la edad de jubilación a los 67 años.

Por lo visto, muchos de sus ministros se enteraron por la prensa de esta medida, que ha pillado por sorpresa a propios y a extraños. Como supongo que ya habéis leído algo al respecto, me permito explicar muy por encima, si la risa me deja, en qué consiste la idea:

A partir de 2013 la gente se empezará a jubilar con 65 años y dos meses, y la edad de jubilación se aumentará en dos meses al año hasta que en 2025 tengamos la cifra propuesta: 67.

Lo cierto es que el la Seguridad Social iba de cabeza a la quiebra y había que hacer algo, y enseguida, para evitar su colapso en los próximos años, cuando el número de activos fuese más o menos igual al de inactivos. Las cifras indican, más o menos, que en 2040 está previsto que haya un 32 % de jubilados, lo que sumado a los menores de edad hace que tengamos a un trabajador por cada español pasivo. Y eso contando con que no haya paro, por supuesto.

Con esto, como veis, no hago más que sumarme a la broma: había que hacer algo enseguida, y hasta 2013 (año posterior al de las elecciones, ojo al dato) no se empieza a subir el tope de la jubilación, y sólo dos meses. Había que hacer algo urgente y resulta que lo posponen quince años, lo que, sabiendo como sabemos el modo en que se rige este país, significa que aún veremos otras diez o doce ocurrencias, ocho reformas, treinta y tres enmiendas y setenta y ocho borradores. O sea, nada.

Pero no voy a decir que esta medida es un brindis al sol, porque contiene su significado, y muy importante: que la cobardía política del gobierno no conoce límites ni pudor.

Pero ya de la que estamos, analizamos las consecuencias muy brevemente, de este retraso en la edad de jubilación:

Los que cobran más y son más difícil de despedir (y por tanto hacen menos, porque echarán a otros) se incrustan aún más en la empresa o la función pública.

-El paro juvenil, que ya es bestial (40 %), aumentará aún más si se llega a aprobar una barbaridad así.

El aumento de la vida laboral no compensa, ni de lejos, el aumento de la esperanza de vida. Es un puñetero y mierdoso parche para no abordar medidas de verdadero calado (por ejemplo, decir no a la prejubilaciones que tanto gustan a las grandes multinacionales).

Hay muchos otros efectos, pero cuento con que los vayáis citando vosotros.

 

 


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Donde dije digo, digo cambio (y corto)

Hipotecado negociando con el banco el cambio de hipoteca con las fuerzas armadas (y las que se van a armar)

Hipotecado negociando con el banco el cambio de hipoteca con las fuerzas armadas (y las que se van a armar)

– Españolito Hipotecado (EH) llamando a entidad financiera, ¿me oye?

– Entidad financiera (EF): sí, alto y claro. Cambio.

– EH: Eso digo yo: cambio…  La hipoteca de banco.

– EF: ¿mande? No oigo nada. Cambio.

– EH: es mi Scattergories-hipoteca y me la llevo. Cambio.

– EF: te pierdo, no oigo nada. Cambio.

– EH: que digo que ya no te acepto como animal de compañía. Cambio y corto.

Aunque no lo parezca, esta conversación se produjo más de 60.000 veces el año pasado en lo que supone una cifra récord de subrogación de hipotecas según el INE, ese Zeus de las estadísticas que dice que el número de hipotecados que hicieron un corte de mangas a su entidad financiera creció un 16% respecto a 2008, cuando ya había crecido un 7% respecto a 2007.

En estos tiempos de crisis, en los que la pela es la pela más que nunca, muchos hipotecados han pasado de estar con su banco como Pili y Mili a estar como Pimpinela y marcharse atraídos por los cantos de sirena de otra entidad.

Así es el capitalismo: sin piedad y sin escrúpulos; yo te robo los clientes, tú me robas los clientes y aquí paz y después gloria, porque el “yo te doy cremita, tú me das cremita” se queda sólo para los anuncios.

Lo mejor de todo es que ponerle los cuernos al banco está bien visto, ya sea porque te quieres deshacer del suelo de la hipoteca, para encontrar un diferencial más benévolo o porque los otros te prometen el oro y el moro: los muebles de la casa, un crucero, perdonarte parte de la hipoteca… Y próximamente una cita con Elsa Pataky y un tour por el Vaticano.

Otra parte curiosa es que todos creen que ganan, aunque en el caso de los hipotecados está por ver porque mi instinto de espía me dice que estas entidades son todas el mismo perro con distinto collar.

En su caso sí está clara la ganancia: ¿qué es condonar una insignificante parte de la hipoteca a cambio de conseguir un cliente que sabes que paga religiosamente sus cuotas desde hace años y que el departamento de riesgos verá solvente? No tiene precio.

Aunque no se concedan casi hipotecas, con las subrogaciones las que ya hay se mueven más que un palomo cojo. Qué le vamos a hacer si está de moda. Si la madre de la Pajín es tránsfuga, ¿por qué no lo podemos ser los hipotecados?

Ale, a pertrecharse y buscar el mejor postor, prometo que los hay que te dan hipotecas a 45 euros, pero cuidado al adentraros en el lado oscuro porque, aunque no lo parezca, los bancos siguen estando más agarraos que un chotis. Sí, pi. Palabra de Matahari.

Los fallos del colectivismo (III): desincentivación del esfuerzo y penalización de la excelencia.

Cuando trabajar bien no sirve de nada, pasan cosas como esta

Cuando trabajar bien no sirve de nada, pasan cosas como esta

Dentro de este recorrido por los fallos de los sistemas socialistas y comunistas llegamos hoy a una lacra de difícil solución: la desincentivación del esfuerzo.

Podíamos hablar otra vez del mono que no trabaja y que precisamente por no trabajar se vuelve más competitivo con las hembras, tiene mejor salud, y vive más años, pero de eso ya hablamos el otro día.

Hoy, en cambio, como pidieron algunos lectores, voy a tratar de abordar el asunto desde una óptica cercana: la igualdad o equivalencia entre el que hace algo, el que hace mucho, y el que no hace nada. La igualdad o equivalencia entre el perfeccionista, el que trata de mejorar las cosas, el indolente y el que simplemente es un chapucero y un marrano.

Todo eso nos suena cercano y conocido, ¿verdad? Pues bien: ese es el pilar fundamental de las relaciones laborales en el socialismo. Y lo mismo que ocurre en una empresa cuando se trata igual a los que cumplen o a los que no, sucede en un país, pero a lo grande.

En nuestras economías capitalistas hay una reminiscencia de ese sistema, fomentada a ultranza por los sindicatos de izquierda (que son casi todos): la negociación colectiva. Los sindicatos detestan todo aquello que pueda servir para distinguir al buen trabajador del malo, y se amparan en que estos mecanismos se utilizan para cometer abusos y arbitrariedades contra los trabajadores. Es totalmente cierto, pero no cabe olvidar que tratar igual a todos es un abuso y una arbitrariedad ya en sí misma, con lo que cometer un desmán para evitar otro no puede ser una mejora. Es simplemente un trasvase de poder y una presión a la baja sobre la productividad. ¿Cual es la idea? Que todos trabajen como el que menos, porque trabajar como el que más es de idiotas.

Los sistemas socialistas y comunistas se basan en esto: los recursos son del Estado y los trabajadores son todos iguales. En estas condiciones, mejorar un producto, hacerlo más eficiente, más duradero o de mejor calidad no tiene sentido, pues el Estado garantiza que no habrá otro producto en el mercado compitiendo con el tuyo. Los consumidores te comprarán a ti obligatoriamente, y al precio que se fije. La calidad y la eficiencia no cuentan.

La producción en los sistemas comunistas y socialistas es como la comida en la cárcel: como no hay otra cosa, todo está bien. Cualquier iniciativa para mejorar el producto aumentará el esfuerzo y nadie querrá asumir ese sacrificio a cambio de nada. Los sistemas comunistas sólo avanzan cuando deben competir, como en la carrera armamentística contra Occidente, la carrera espacial, o la guerra contra los nazis. Sin competencia exterior, se hunden en su propia inoperancia, su indiferencia y la falta de incentivos para trabajar más, trabajar mejor o mejorar lo que se produce.

En ese sentido podríamos decir que los funcionarios operan a menudo como un estado socialista propio dentro de un sistema capitalista, pero esos matices os los dejo para vosotros, en los comentarios, que yo ya me he vuelto a pasar de extensión.

A ver si entre todos tenemos un buen debate.

 

Los muertos bajo la alfombra (contabilidad inmobiliaria de la banca)

¡Qué bueno es tener un sitio seguro en el que dormir tranquilo!

¡Qué bueno es tener un sitio seguro en el que dormir tranquilo!

Hoy, en lugar de gruñir y despotricar sobre lo mal que nos tratan, lo feos que son nuestros banqueros y lo miserables que resultan nuestros políticos, voy a hablar de un tema concreto y en un artículo breve. A ver si lo consigo.

Algunos dicen por ahí que el temporal de la crisis ha pasado y que sólo falta ver lo que tarda en recuperarse la economía real. Yo creo que es mentira, y que aún nos falta por vivir la parte más dolorosa y con más peligro, y voy a explicar por qué.

En el resto de los países desarrollados la banca las ha pasado canutas, pero aquí, de momento, nuestra entidades financieras han salido bien libradas, con la excepción de las cajas, que han tenido que fusionarse para no hundirse.

Pero resulta que si nos ponemos a hacer las cuentas nuestra banca debe 450.000 millones de Euros, y lo debe sobre todo a la banca extranjera, pues aquí no había financiación para construir tanto piso como se construyó, ni para conceder tanta hipoteca y tanto crédito como se concedió estos años pasados. Los de fuera está jodidos, en parte, porque nos han prestado el dinero a nosotros y esos préstamos no han vencido, por lo que no los pueden exigir.

El chiste va a empezar cuando nuestros bancos no puedan devolver los créditos. Y esto sucederá en breve, pues la cantidad arriba mencionada, el casi medio billón de Euros, hay que devolverlo entre 2010 y 2012.

¿Y por qué parece nuestra banca tan saneada? Pues por la jugada siguiente:

Hasta ahora, los promotores inmobiliarios, cuando no pueden devolver los préstamos a los bancos, les pagan con bloques enteros de viviendas. Por eso los bancos venden tantos pisos: porque se han quedado con miles y miles de pisos embargados tanto a particulares como a promotores morosos. La verdadera historia de risa está en que esos pisos se contabilizan en el balance de los bancos a precio de mercado, y por eso nuestros bancos PARECE que no están en quiebra.

Sin embargo, el precio de mercado al que se contabilizan estos inmuebles no tiene nada que ver con su valor real actual, por lo que muchos de nuestros bancos tienen en realidad un activo menor a su pasivo, y SÍ ESTÁN REALMENTE en quiebra, aunque logren ocultarlo con trucos contables.

Cuando llegue el momento de devolver los préstamos, no tendrán efectivo, sino pisos que no valen ni mucho menos lo que ellos dicen que valen, y entonces el acreedor, el banco holandés, alemán, belga, o de dónde sea, exigirá la liquidación.

Y veréis.

¿Comprendéis ahora por qué las tasaciones siguen altas y los pisos no bajan, al menos en teoría? Porque si bajasen las tasaciones y los precios oficiales, los bancos tendrían que reconocer que lo que tienen vale menos que sus deudas, y a eso se le llama quebrar.

Espero haber sido claro hoy, aunque no haya logrado lo de breve.

 

Los fallos del colectivismo (II): lentitud y rigidez en la respuesta a las necesidades económicas.

Economía comunista teorizando sobre sí misma...

Economía comunista teorizando sobre sí misma...

En el artículo anterior sobre este tema hablamos de la intrínseca enemistad entre socialismo o comunismo y libertad. Decíamos entonces que la gente no quiere convencerse de que son iguales sus hijos que los de los demás. Hoy nos centraremos en otra idea no tan psicológica sino mucho más práctica: la centralización y burocratización de la actividad económica en los sistemas colectivistas.

Cuando la cobertura de las necesidades económicas depende de agentes privados, estos ven la necesidad o la demanda en la calle y acto seguido, sin pasos intermedios, pueden decidir que en esas necesidades existe una oportunidad de lucro, con li que se lanzarán, sin más, a explotar el hueco.

En las sociedades colectivistas, el proceso es otro: surge en primer lugar la necesidad, luego esa necesidad aparece reflejada en las estadísticas oficiales, estos datos pasan por distintos filtros o comités que las estudian y si las encuentran adecuadas proponen a otros comités que dispongan los medios para subsanarlas. Los que disponen de los medios, estudian las respuestas adecuadas, ven si encajan en la planificación previa o si será necesario modificar la planificación para siguientes planes trienales io quinquenales y finalmente deciden emplear recursos, detrayéndolos de otra actividad, después de largas discusiones y luchas internas, porque el que ha de perder cuota de poder o producción para cederla a la nueva necesidad se resiste a renunciar a su parte.

De este modo, como decía un informe checo de la época de la Primavera de Praga, cuando empiezan las lluvias se solicitan paraguas, y finalmente los paraguas se fabrican en el verano del año siguiente, si es que aparecen antes fabricantes de varillas y si es que se consigue formar a tiempo personal que sepa montarlos.

Cuando hasta los aspectos más baladíes de la producción y la distribución tienen que pasar por una maquinaria burocrática, las decisiones se retrasan hasta la absoluta ineficiencia, se desperdician recursos, se pierden oportunidades y las decisiones finales dependen a menudo más de los equilibrios interno de poder que de la demanda o necesidad real de un bien o servicio.

En las sociedades capitalistas se padece a menudo un fallo muy similar, aunque menos intenso: la burocratización. De hecho, una de las razones por las que no se abren más empresas es por el papeleo y por la cantidad de permisos perevios que se exigen.

Si esto es así en una sociedad donde supuestamente existe libertad de empresa, podéis imaginar fácilmente lo que pasa en una sociedad donde todo, absolutamente todo, queda en manos de funcionarios, a los que ni les viene ni les va que se haga algo más que lo mínimo e imprescindible.

Quizás por esto dijese Helmuth Kohl, refiriéndose a la Alemania del Este: “De una derrota como la del año 45 salimos en quince años. Han pasado veinte desde que los estados del Este abandonaron el comunismo y aún no han logrado salir. Es obvio cual de las dos cosas es peor”.

 

 

El Robin Hood anticrisis

ZP a lomos de los bancos para sortear la crisis

ZP a lomos de los bancos para sortear la crisis

Obama los tiene bien puestos… Los impuestos, quiero decir. El presidente de Estados Unidos se ha tomado muy a pecho que le dieran el Nobel de la Paz, sobre todo con varias guerras abiertas, y para justificar un poco la decisión de los suecos acaba de anunciar una medida más populista que las de Chávez pero con más razón que un santo.

El buen señor, que fue a todas las clases en las que Zapatero hizo pellas, ha decidido gravar durante 10 años con un impuesto especial a las 50 entidades financieras más poderosas de Estados Unidos para que devuelvan al pueblo los 700.000 millones de dólares que, en la recta final de la Administración Bush, se  aprobó que el Gobierno invirtiera en salvar Wall Street de un crack peor que el que se vende adulterado en los garitos de la city.

Es más, Obameitor cree que con este impuesto hace un poquito de Robin Hood, sacando la pasta a los ricos para devolverla a los ciudadanos que en 2008 hicieron un esfuerzo impositivo y fiscal para que ahora las entidades financieras se repartan el botín en forma de bonos incedentemente altos.

¿No os suena todo a exactamente lo contrario de lo que está pasando en España? Los bancos colapsan el sistema financiero, entorpecen el crédito y en lugar de deber dinero al Gobierno, es el Gobierno el que está endeudado hasta las cejas, que tal y como las tiene ZP eso es mucho endeudarse, y encima nos toca pagar la crisis a nosotros. ¿Ein?

Los bancos de EEUU se quejan de que son injustamente gravados y nosotros quejándonos por unos eurillos de la tasa de basuras y una leve subida de impuestos… ¡¡Esto sí que es para quejarse, manifestarse e incluso para que Michael Moore haga un documental al respecto!! Bowling for basuraing

A ver si nuestro Gobierno toma buenos apuntes de esto o presiento que vamos a terminar como una finca de vecinos de Jaén, que ha pedido a Unicaja que pague los gastos de mantenimiento de la comunidad. O si no, en lugar de vivir en la casa de nuestros sueños tendremos que conformarnos con vivir donde otros echan el último sueño. ¡Atención! Ahora también se subastan nichos por impago de los dueños! ¿Ande vamos a ir a parar? Hagan juego, señores, se abre el turno de apuestas y respuestas.

Necesidad de aplastar la libertad y oposición a la naturaleza humana .Los fallos del colectivismo (I)

Comuna

Comuna

Si hablásemos de una casa, por ejemplo, bastaría decir que no se puede vivir en ella para descartarla por completo, pero hablando de sistemas económicos parece que es necesario explicarlo.

Volvemos hoy a los fallos del los sistemas colectivistas, socialismo y comunismo principalmente, y quiero empezar por el más grave: que nunca, jamás, ha podido desarrollarse este sistema en un ambiente de libertad.

El colectivismo necesita la dictadura lo mismo que el aire, porque el ser humano no desea renunciar a sus ideas creativas, al producto de su esfuerzo ni al producto de su trabajo. Los seres humanos nos sentimos únicos y es necesario un gran esfuerzo, de voluntad, de interés, o de violencia, para convencernos de que todos nos esforzamos igual, valemos igual y merecemos lo mismo.

Cuando el comunismo despoja al ser humano del derecho a la propiedad lo despoja a la vez de la capacidad de mejorar su existencia y le dice, implícitamente, que el hijo del vecino y el suyo deben ser iguales para él. Los genes, por supuesto, se niegan a aceptar tal cosa y de ahí surge la necesidad de la opresión y la violencia para imponer el sistema.

Las hormigas y las abejas son animales socialistas, que cooperan perfectamente en trabajo y recursos, pero a veces olvidamos que todos los individuos son genéticamente el mismo, que son estériles, y que descienden de una sola reina del hormiguero o la colmena, que es la única que se reproduce. Pero los hormigueros y las colmenas no cooperan entre sí, sino que compiten a su vez por los recursos del entorno.

Si los seres humanos fuésemos genéticamente idénticos se nos podría convencer de que la supervivencia del vecino y la nuestra son perfectamente intercambiables, pero como somos únicos, no es posible lograrlo sin una fuerte violencia.

Convertir en colectivos unos intereses que no lo son en realidad, desanima a los individuos de pensar algo nuevo, de esforzarse un sólo minuto por encima del mínimo exigido y de mantener en pie con su esfuerzo algo más que lo estrictamente necesario.

El tiempo es limitado y el esfuerzo supone un coste. Si hablamos de animales, quizás sea más fácil de entender:

Un chimpancé puede emplear su tiempo “de trabajo” en cazar, buscar fruta o quitar piojos a sus vecinos. Si todos emplean el mismo tiempo en ello, la comunidad funciona, pero el chimpancé que logre escaquearse y decida dedicar menos tiempo a cazar, o a quitar piojos al resto tendrá una ventaja y se reproducirá mejor, porque comerá lo mismo que el resto pero asumirá menos riesgos en la caza, conservará energía y tendrá más tiempo para cortejar a las hembras.

El que trabaja un poco menos, encuentra que come igual que el resto, le quitan los piojos igual que al resto, pero está más descansado, es más fuerte y tiene más tiempo para el sexo. La conclusión obvia es que se reproducirá más y mejor y después de un tiempo, muchos individuos de la colonia serán descendientes suyos y muchos otros intentarán seguir su mismo sistema, por ser el más eficiente. La violencia necesaria para que todos cooperen será cada vez mayor, creando descontento, o permanecerá estable, permitiendo desigualdades cada vez mayores.

 Hasta el desastre final.

El bono español se paga ya al 4 % (y el desastre que eso significa)

Verdadera identidad de quien llegó al poder asegurándonos que era el rey de copas.

Verdadera identidad de quien llegó al poder asegurándonos que era el rey de copas.

¿Parece una buena noticia, verdad? Pues no: es un desastre, y creo que espacios como este tienen la obligación de explicar lo que significa semejante noticia.

La rentabilidad del bono español subió del 3,73 % al 4 % en sólo un mes, y eso no significa que seamos más rentables, sino que confían menos en nosotros, porque la rentabilidad del bono es el precio que nos cobran por prestarnos dinero. Por prestárselo a nuestro gobierno, concretamente.Es una rentabilidad ajena; que quede claro eso.

Si los intereses que nuestro país debe pagar por la deuda pública son cada vez mayores y esta deuda se agranda, el encarecimiento real, lo que vamos a tener que pagar, se dispara hasta convertirse en una losa, una más, en este cementerio económico que no deja de crecer.

Esta noticia ha pasado de puntillas por todos los medios, pero sus consecuencias son devastadoras, y no sólo a nivel macroeconómico, sino también para nuestros bolsillos. Pensemos:

Imaginad que sois un banco, uno cualquiera. Ni más amable ni más cabrón que el resto. Llega alguien y deposita en su cuenta trescientos mil euros, procedentes de exportar azulejos a Holanda, por ejemplo. ¿A quién prestaríais esos trescientos mil euros, a un autónomo para montar una empresa, cobrándole el euribor más dos puntos, a una familia para una hipoteca, cobrándole el euríbor más cero con setenta y cinco, o al Gobierno, en deuda pública?

La cuenta real nos abrirá a todos los ojos:

-Si el banco le cobra al autónomo euribor más dos puntos, tenemos que le cobra 1,24 +2 igual a 3,24 %

-Si el banco le presta el dinero a una familia para una hipoteca, tenemos que obtiene 1,24 + 0,75 igual a 1,99 %

-Si el Banco le presta el dinero al gobierno, cobra un 4 %.

Y el Estado no quiebra (en principio, vaya) ni deja de pagar sus cuotas, así que la cosa está clara: rentabilidad máxima y riesgo mínimo.

¿Comprendéis ahora por qué los bancos no prestan?, ¿comprendéis por qué no se conceden hipotecas?, ¿entendéis por qué se ha estrangulado a las Pymes cerrándoles las líneas de crédito?, ¿os dais cuenta de por qué no hay modo de abrir una empresa ni de conseguir financiación para ello?

El gobierno no sólo derrocha y nos endeuda, sino que además acapara los recursos que deberían ir a recuperar la economía de la calle.

Nos ahorca y además exige que la cuerda la paguemos nosotros.

 

Ley vivienda y realidad

Por ley era una vaca, pero la realidad es un poco cabrona y...

Por ley era una vaca, pero la realidad es un poco cabrona y...

Con eso de que tenemos sesenta o setenta administraciones, y me refiero sólo a las grandes, porque si cuentos ayuntamientos ya no paro, parece que prolifera el deseo de hacer una ley de vivienda a la medida de cada ego y cada gana de figurar.

Empezando por la Constitución, y siguiendo por los Estatutos de Autonomía, resulta que Galicia, Cataluña, Comunidad Valencia, Navarra, Castilla y León, y algunas más, han creado ya su propia ley que regule el uso de la vivienda y su distribución. Lo más divertido, por supuesto, son los primeros artículos, donde se dicen siempre gansadas del tipo de que todo el mundo tiene derecho a esto, a lo otro y a lo más allá, sin que se mencione cual es el alcance real de esos derechos y quién va a pagar nuestro derecho a algo.

Al final, y os reto a que leáis alguna de estas leyes, lo que se viene a decir en todos estos mamotretos legislativos es que la vivienda es un derecho, que la administración procurará facilitar que la gente tenga donde vivir, que se regularán las características de construcción y arrendamiento de estas viviendas, que se velará por los derechos de los ciudadanos a la hora de adquirir o arrendar una vivienda y que se vigilará la calidad, diseño y usabilidad de lo que se construya. O sea: que amenazan con más control, sobrecoste y obligaciones, pero no concretan ni una facilidad.

O sea que si estáis esperando que una ley de vivienda os ayude a pagar la hipoteca, o a que no engañen al firmarla, o incluso a que se abarate por algún medio la adquisición de una vivienda, vais apañados. La realidad es que la vivienda sigue y seguirá suponiendo una parte enorme de nuestra renta disponible, que eso retira y detrae recursos para consumir en otra cosa y activar la economía, que el que tiene donde vivir porque ha heredado o comprado hace quince años es un nuevo aristócrata y el que tiene que pagar durante treinta años, un nuevo paria. Si alguien lo arregla, será el mercado, no la ley. Si se abaratan, será porque sobran o porque hay que sacarlas de los balances de los bancos, no por las sandeces que publican en los boletines.

¿Cual es el resumen de todas estas leyes de vivienda? Literatura barata. Los políticos inventaron los boletines oficiales para poder publicar en alguna parte, porque no los aguantaban en otro sitio.

Otra cosa, no se entiende.

 

 


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