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Jubilación a los 67

Cualquier día harán ir a trabajar hasta a los muertos (pero sólo a algunos, no penséis...)

Cualquier día harán ir a trabajar hasta a los muertos (pero sólo a algunos, no penséis...)

Hasta los miembros de su Gobierno lo dicen por los pasillos: Zapatero se levantó ocurrente y decidió, de pronto, sin encomendarse a Dios ni al diablo, subir la edad de jubilación a los 67 años.

Por lo visto, muchos de sus ministros se enteraron por la prensa de esta medida, que ha pillado por sorpresa a propios y a extraños. Como supongo que ya habéis leído algo al respecto, me permito explicar muy por encima, si la risa me deja, en qué consiste la idea:

A partir de 2013 la gente se empezará a jubilar con 65 años y dos meses, y la edad de jubilación se aumentará en dos meses al año hasta que en 2025 tengamos la cifra propuesta: 67.

Lo cierto es que el la Seguridad Social iba de cabeza a la quiebra y había que hacer algo, y enseguida, para evitar su colapso en los próximos años, cuando el número de activos fuese más o menos igual al de inactivos. Las cifras indican, más o menos, que en 2040 está previsto que haya un 32 % de jubilados, lo que sumado a los menores de edad hace que tengamos a un trabajador por cada español pasivo. Y eso contando con que no haya paro, por supuesto.

Con esto, como veis, no hago más que sumarme a la broma: había que hacer algo enseguida, y hasta 2013 (año posterior al de las elecciones, ojo al dato) no se empieza a subir el tope de la jubilación, y sólo dos meses. Había que hacer algo urgente y resulta que lo posponen quince años, lo que, sabiendo como sabemos el modo en que se rige este país, significa que aún veremos otras diez o doce ocurrencias, ocho reformas, treinta y tres enmiendas y setenta y ocho borradores. O sea, nada.

Pero no voy a decir que esta medida es un brindis al sol, porque contiene su significado, y muy importante: que la cobardía política del gobierno no conoce límites ni pudor.

Pero ya de la que estamos, analizamos las consecuencias muy brevemente, de este retraso en la edad de jubilación:

Los que cobran más y son más difícil de despedir (y por tanto hacen menos, porque echarán a otros) se incrustan aún más en la empresa o la función pública.

-El paro juvenil, que ya es bestial (40 %), aumentará aún más si se llega a aprobar una barbaridad así.

El aumento de la vida laboral no compensa, ni de lejos, el aumento de la esperanza de vida. Es un puñetero y mierdoso parche para no abordar medidas de verdadero calado (por ejemplo, decir no a la prejubilaciones que tanto gustan a las grandes multinacionales).

Hay muchos otros efectos, pero cuento con que los vayáis citando vosotros.

 

 


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Donde dije digo, digo cambio (y corto)

Hipotecado negociando con el banco el cambio de hipoteca con las fuerzas armadas (y las que se van a armar)

Hipotecado negociando con el banco el cambio de hipoteca con las fuerzas armadas (y las que se van a armar)

– Españolito Hipotecado (EH) llamando a entidad financiera, ¿me oye?

– Entidad financiera (EF): sí, alto y claro. Cambio.

– EH: Eso digo yo: cambio…  La hipoteca de banco.

– EF: ¿mande? No oigo nada. Cambio.

– EH: es mi Scattergories-hipoteca y me la llevo. Cambio.

– EF: te pierdo, no oigo nada. Cambio.

– EH: que digo que ya no te acepto como animal de compañía. Cambio y corto.

Aunque no lo parezca, esta conversación se produjo más de 60.000 veces el año pasado en lo que supone una cifra récord de subrogación de hipotecas según el INE, ese Zeus de las estadísticas que dice que el número de hipotecados que hicieron un corte de mangas a su entidad financiera creció un 16% respecto a 2008, cuando ya había crecido un 7% respecto a 2007.

En estos tiempos de crisis, en los que la pela es la pela más que nunca, muchos hipotecados han pasado de estar con su banco como Pili y Mili a estar como Pimpinela y marcharse atraídos por los cantos de sirena de otra entidad.

Así es el capitalismo: sin piedad y sin escrúpulos; yo te robo los clientes, tú me robas los clientes y aquí paz y después gloria, porque el “yo te doy cremita, tú me das cremita” se queda sólo para los anuncios.

Lo mejor de todo es que ponerle los cuernos al banco está bien visto, ya sea porque te quieres deshacer del suelo de la hipoteca, para encontrar un diferencial más benévolo o porque los otros te prometen el oro y el moro: los muebles de la casa, un crucero, perdonarte parte de la hipoteca… Y próximamente una cita con Elsa Pataky y un tour por el Vaticano.

Otra parte curiosa es que todos creen que ganan, aunque en el caso de los hipotecados está por ver porque mi instinto de espía me dice que estas entidades son todas el mismo perro con distinto collar.

En su caso sí está clara la ganancia: ¿qué es condonar una insignificante parte de la hipoteca a cambio de conseguir un cliente que sabes que paga religiosamente sus cuotas desde hace años y que el departamento de riesgos verá solvente? No tiene precio.

Aunque no se concedan casi hipotecas, con las subrogaciones las que ya hay se mueven más que un palomo cojo. Qué le vamos a hacer si está de moda. Si la madre de la Pajín es tránsfuga, ¿por qué no lo podemos ser los hipotecados?

Ale, a pertrecharse y buscar el mejor postor, prometo que los hay que te dan hipotecas a 45 euros, pero cuidado al adentraros en el lado oscuro porque, aunque no lo parezca, los bancos siguen estando más agarraos que un chotis. Sí, pi. Palabra de Matahari.

Los fallos del colectivismo (III): desincentivación del esfuerzo y penalización de la excelencia.

Cuando trabajar bien no sirve de nada, pasan cosas como esta

Cuando trabajar bien no sirve de nada, pasan cosas como esta

Dentro de este recorrido por los fallos de los sistemas socialistas y comunistas llegamos hoy a una lacra de difícil solución: la desincentivación del esfuerzo.

Podíamos hablar otra vez del mono que no trabaja y que precisamente por no trabajar se vuelve más competitivo con las hembras, tiene mejor salud, y vive más años, pero de eso ya hablamos el otro día.

Hoy, en cambio, como pidieron algunos lectores, voy a tratar de abordar el asunto desde una óptica cercana: la igualdad o equivalencia entre el que hace algo, el que hace mucho, y el que no hace nada. La igualdad o equivalencia entre el perfeccionista, el que trata de mejorar las cosas, el indolente y el que simplemente es un chapucero y un marrano.

Todo eso nos suena cercano y conocido, ¿verdad? Pues bien: ese es el pilar fundamental de las relaciones laborales en el socialismo. Y lo mismo que ocurre en una empresa cuando se trata igual a los que cumplen o a los que no, sucede en un país, pero a lo grande.

En nuestras economías capitalistas hay una reminiscencia de ese sistema, fomentada a ultranza por los sindicatos de izquierda (que son casi todos): la negociación colectiva. Los sindicatos detestan todo aquello que pueda servir para distinguir al buen trabajador del malo, y se amparan en que estos mecanismos se utilizan para cometer abusos y arbitrariedades contra los trabajadores. Es totalmente cierto, pero no cabe olvidar que tratar igual a todos es un abuso y una arbitrariedad ya en sí misma, con lo que cometer un desmán para evitar otro no puede ser una mejora. Es simplemente un trasvase de poder y una presión a la baja sobre la productividad. ¿Cual es la idea? Que todos trabajen como el que menos, porque trabajar como el que más es de idiotas.

Los sistemas socialistas y comunistas se basan en esto: los recursos son del Estado y los trabajadores son todos iguales. En estas condiciones, mejorar un producto, hacerlo más eficiente, más duradero o de mejor calidad no tiene sentido, pues el Estado garantiza que no habrá otro producto en el mercado compitiendo con el tuyo. Los consumidores te comprarán a ti obligatoriamente, y al precio que se fije. La calidad y la eficiencia no cuentan.

La producción en los sistemas comunistas y socialistas es como la comida en la cárcel: como no hay otra cosa, todo está bien. Cualquier iniciativa para mejorar el producto aumentará el esfuerzo y nadie querrá asumir ese sacrificio a cambio de nada. Los sistemas comunistas sólo avanzan cuando deben competir, como en la carrera armamentística contra Occidente, la carrera espacial, o la guerra contra los nazis. Sin competencia exterior, se hunden en su propia inoperancia, su indiferencia y la falta de incentivos para trabajar más, trabajar mejor o mejorar lo que se produce.

En ese sentido podríamos decir que los funcionarios operan a menudo como un estado socialista propio dentro de un sistema capitalista, pero esos matices os los dejo para vosotros, en los comentarios, que yo ya me he vuelto a pasar de extensión.

A ver si entre todos tenemos un buen debate.

 

Los muertos bajo la alfombra (contabilidad inmobiliaria de la banca)

¡Qué bueno es tener un sitio seguro en el que dormir tranquilo!

¡Qué bueno es tener un sitio seguro en el que dormir tranquilo!

Hoy, en lugar de gruñir y despotricar sobre lo mal que nos tratan, lo feos que son nuestros banqueros y lo miserables que resultan nuestros políticos, voy a hablar de un tema concreto y en un artículo breve. A ver si lo consigo.

Algunos dicen por ahí que el temporal de la crisis ha pasado y que sólo falta ver lo que tarda en recuperarse la economía real. Yo creo que es mentira, y que aún nos falta por vivir la parte más dolorosa y con más peligro, y voy a explicar por qué.

En el resto de los países desarrollados la banca las ha pasado canutas, pero aquí, de momento, nuestra entidades financieras han salido bien libradas, con la excepción de las cajas, que han tenido que fusionarse para no hundirse.

Pero resulta que si nos ponemos a hacer las cuentas nuestra banca debe 450.000 millones de Euros, y lo debe sobre todo a la banca extranjera, pues aquí no había financiación para construir tanto piso como se construyó, ni para conceder tanta hipoteca y tanto crédito como se concedió estos años pasados. Los de fuera está jodidos, en parte, porque nos han prestado el dinero a nosotros y esos préstamos no han vencido, por lo que no los pueden exigir.

El chiste va a empezar cuando nuestros bancos no puedan devolver los créditos. Y esto sucederá en breve, pues la cantidad arriba mencionada, el casi medio billón de Euros, hay que devolverlo entre 2010 y 2012.

¿Y por qué parece nuestra banca tan saneada? Pues por la jugada siguiente:

Hasta ahora, los promotores inmobiliarios, cuando no pueden devolver los préstamos a los bancos, les pagan con bloques enteros de viviendas. Por eso los bancos venden tantos pisos: porque se han quedado con miles y miles de pisos embargados tanto a particulares como a promotores morosos. La verdadera historia de risa está en que esos pisos se contabilizan en el balance de los bancos a precio de mercado, y por eso nuestros bancos PARECE que no están en quiebra.

Sin embargo, el precio de mercado al que se contabilizan estos inmuebles no tiene nada que ver con su valor real actual, por lo que muchos de nuestros bancos tienen en realidad un activo menor a su pasivo, y SÍ ESTÁN REALMENTE en quiebra, aunque logren ocultarlo con trucos contables.

Cuando llegue el momento de devolver los préstamos, no tendrán efectivo, sino pisos que no valen ni mucho menos lo que ellos dicen que valen, y entonces el acreedor, el banco holandés, alemán, belga, o de dónde sea, exigirá la liquidación.

Y veréis.

¿Comprendéis ahora por qué las tasaciones siguen altas y los pisos no bajan, al menos en teoría? Porque si bajasen las tasaciones y los precios oficiales, los bancos tendrían que reconocer que lo que tienen vale menos que sus deudas, y a eso se le llama quebrar.

Espero haber sido claro hoy, aunque no haya logrado lo de breve.

 

Los fallos del colectivismo (II): lentitud y rigidez en la respuesta a las necesidades económicas.

Economía comunista teorizando sobre sí misma...

Economía comunista teorizando sobre sí misma...

En el artículo anterior sobre este tema hablamos de la intrínseca enemistad entre socialismo o comunismo y libertad. Decíamos entonces que la gente no quiere convencerse de que son iguales sus hijos que los de los demás. Hoy nos centraremos en otra idea no tan psicológica sino mucho más práctica: la centralización y burocratización de la actividad económica en los sistemas colectivistas.

Cuando la cobertura de las necesidades económicas depende de agentes privados, estos ven la necesidad o la demanda en la calle y acto seguido, sin pasos intermedios, pueden decidir que en esas necesidades existe una oportunidad de lucro, con li que se lanzarán, sin más, a explotar el hueco.

En las sociedades colectivistas, el proceso es otro: surge en primer lugar la necesidad, luego esa necesidad aparece reflejada en las estadísticas oficiales, estos datos pasan por distintos filtros o comités que las estudian y si las encuentran adecuadas proponen a otros comités que dispongan los medios para subsanarlas. Los que disponen de los medios, estudian las respuestas adecuadas, ven si encajan en la planificación previa o si será necesario modificar la planificación para siguientes planes trienales io quinquenales y finalmente deciden emplear recursos, detrayéndolos de otra actividad, después de largas discusiones y luchas internas, porque el que ha de perder cuota de poder o producción para cederla a la nueva necesidad se resiste a renunciar a su parte.

De este modo, como decía un informe checo de la época de la Primavera de Praga, cuando empiezan las lluvias se solicitan paraguas, y finalmente los paraguas se fabrican en el verano del año siguiente, si es que aparecen antes fabricantes de varillas y si es que se consigue formar a tiempo personal que sepa montarlos.

Cuando hasta los aspectos más baladíes de la producción y la distribución tienen que pasar por una maquinaria burocrática, las decisiones se retrasan hasta la absoluta ineficiencia, se desperdician recursos, se pierden oportunidades y las decisiones finales dependen a menudo más de los equilibrios interno de poder que de la demanda o necesidad real de un bien o servicio.

En las sociedades capitalistas se padece a menudo un fallo muy similar, aunque menos intenso: la burocratización. De hecho, una de las razones por las que no se abren más empresas es por el papeleo y por la cantidad de permisos perevios que se exigen.

Si esto es así en una sociedad donde supuestamente existe libertad de empresa, podéis imaginar fácilmente lo que pasa en una sociedad donde todo, absolutamente todo, queda en manos de funcionarios, a los que ni les viene ni les va que se haga algo más que lo mínimo e imprescindible.

Quizás por esto dijese Helmuth Kohl, refiriéndose a la Alemania del Este: “De una derrota como la del año 45 salimos en quince años. Han pasado veinte desde que los estados del Este abandonaron el comunismo y aún no han logrado salir. Es obvio cual de las dos cosas es peor”.

 

 

El Robin Hood anticrisis

ZP a lomos de los bancos para sortear la crisis

ZP a lomos de los bancos para sortear la crisis

Obama los tiene bien puestos… Los impuestos, quiero decir. El presidente de Estados Unidos se ha tomado muy a pecho que le dieran el Nobel de la Paz, sobre todo con varias guerras abiertas, y para justificar un poco la decisión de los suecos acaba de anunciar una medida más populista que las de Chávez pero con más razón que un santo.

El buen señor, que fue a todas las clases en las que Zapatero hizo pellas, ha decidido gravar durante 10 años con un impuesto especial a las 50 entidades financieras más poderosas de Estados Unidos para que devuelvan al pueblo los 700.000 millones de dólares que, en la recta final de la Administración Bush, se  aprobó que el Gobierno invirtiera en salvar Wall Street de un crack peor que el que se vende adulterado en los garitos de la city.

Es más, Obameitor cree que con este impuesto hace un poquito de Robin Hood, sacando la pasta a los ricos para devolverla a los ciudadanos que en 2008 hicieron un esfuerzo impositivo y fiscal para que ahora las entidades financieras se repartan el botín en forma de bonos incedentemente altos.

¿No os suena todo a exactamente lo contrario de lo que está pasando en España? Los bancos colapsan el sistema financiero, entorpecen el crédito y en lugar de deber dinero al Gobierno, es el Gobierno el que está endeudado hasta las cejas, que tal y como las tiene ZP eso es mucho endeudarse, y encima nos toca pagar la crisis a nosotros. ¿Ein?

Los bancos de EEUU se quejan de que son injustamente gravados y nosotros quejándonos por unos eurillos de la tasa de basuras y una leve subida de impuestos… ¡¡Esto sí que es para quejarse, manifestarse e incluso para que Michael Moore haga un documental al respecto!! Bowling for basuraing

A ver si nuestro Gobierno toma buenos apuntes de esto o presiento que vamos a terminar como una finca de vecinos de Jaén, que ha pedido a Unicaja que pague los gastos de mantenimiento de la comunidad. O si no, en lugar de vivir en la casa de nuestros sueños tendremos que conformarnos con vivir donde otros echan el último sueño. ¡Atención! Ahora también se subastan nichos por impago de los dueños! ¿Ande vamos a ir a parar? Hagan juego, señores, se abre el turno de apuestas y respuestas.

Necesidad de aplastar la libertad y oposición a la naturaleza humana .Los fallos del colectivismo (I)

Comuna

Comuna

Si hablásemos de una casa, por ejemplo, bastaría decir que no se puede vivir en ella para descartarla por completo, pero hablando de sistemas económicos parece que es necesario explicarlo.

Volvemos hoy a los fallos del los sistemas colectivistas, socialismo y comunismo principalmente, y quiero empezar por el más grave: que nunca, jamás, ha podido desarrollarse este sistema en un ambiente de libertad.

El colectivismo necesita la dictadura lo mismo que el aire, porque el ser humano no desea renunciar a sus ideas creativas, al producto de su esfuerzo ni al producto de su trabajo. Los seres humanos nos sentimos únicos y es necesario un gran esfuerzo, de voluntad, de interés, o de violencia, para convencernos de que todos nos esforzamos igual, valemos igual y merecemos lo mismo.

Cuando el comunismo despoja al ser humano del derecho a la propiedad lo despoja a la vez de la capacidad de mejorar su existencia y le dice, implícitamente, que el hijo del vecino y el suyo deben ser iguales para él. Los genes, por supuesto, se niegan a aceptar tal cosa y de ahí surge la necesidad de la opresión y la violencia para imponer el sistema.

Las hormigas y las abejas son animales socialistas, que cooperan perfectamente en trabajo y recursos, pero a veces olvidamos que todos los individuos son genéticamente el mismo, que son estériles, y que descienden de una sola reina del hormiguero o la colmena, que es la única que se reproduce. Pero los hormigueros y las colmenas no cooperan entre sí, sino que compiten a su vez por los recursos del entorno.

Si los seres humanos fuésemos genéticamente idénticos se nos podría convencer de que la supervivencia del vecino y la nuestra son perfectamente intercambiables, pero como somos únicos, no es posible lograrlo sin una fuerte violencia.

Convertir en colectivos unos intereses que no lo son en realidad, desanima a los individuos de pensar algo nuevo, de esforzarse un sólo minuto por encima del mínimo exigido y de mantener en pie con su esfuerzo algo más que lo estrictamente necesario.

El tiempo es limitado y el esfuerzo supone un coste. Si hablamos de animales, quizás sea más fácil de entender:

Un chimpancé puede emplear su tiempo “de trabajo” en cazar, buscar fruta o quitar piojos a sus vecinos. Si todos emplean el mismo tiempo en ello, la comunidad funciona, pero el chimpancé que logre escaquearse y decida dedicar menos tiempo a cazar, o a quitar piojos al resto tendrá una ventaja y se reproducirá mejor, porque comerá lo mismo que el resto pero asumirá menos riesgos en la caza, conservará energía y tendrá más tiempo para cortejar a las hembras.

El que trabaja un poco menos, encuentra que come igual que el resto, le quitan los piojos igual que al resto, pero está más descansado, es más fuerte y tiene más tiempo para el sexo. La conclusión obvia es que se reproducirá más y mejor y después de un tiempo, muchos individuos de la colonia serán descendientes suyos y muchos otros intentarán seguir su mismo sistema, por ser el más eficiente. La violencia necesaria para que todos cooperen será cada vez mayor, creando descontento, o permanecerá estable, permitiendo desigualdades cada vez mayores.

 Hasta el desastre final.

El bono español se paga ya al 4 % (y el desastre que eso significa)

Verdadera identidad de quien llegó al poder asegurándonos que era el rey de copas.

Verdadera identidad de quien llegó al poder asegurándonos que era el rey de copas.

¿Parece una buena noticia, verdad? Pues no: es un desastre, y creo que espacios como este tienen la obligación de explicar lo que significa semejante noticia.

La rentabilidad del bono español subió del 3,73 % al 4 % en sólo un mes, y eso no significa que seamos más rentables, sino que confían menos en nosotros, porque la rentabilidad del bono es el precio que nos cobran por prestarnos dinero. Por prestárselo a nuestro gobierno, concretamente.Es una rentabilidad ajena; que quede claro eso.

Si los intereses que nuestro país debe pagar por la deuda pública son cada vez mayores y esta deuda se agranda, el encarecimiento real, lo que vamos a tener que pagar, se dispara hasta convertirse en una losa, una más, en este cementerio económico que no deja de crecer.

Esta noticia ha pasado de puntillas por todos los medios, pero sus consecuencias son devastadoras, y no sólo a nivel macroeconómico, sino también para nuestros bolsillos. Pensemos:

Imaginad que sois un banco, uno cualquiera. Ni más amable ni más cabrón que el resto. Llega alguien y deposita en su cuenta trescientos mil euros, procedentes de exportar azulejos a Holanda, por ejemplo. ¿A quién prestaríais esos trescientos mil euros, a un autónomo para montar una empresa, cobrándole el euribor más dos puntos, a una familia para una hipoteca, cobrándole el euríbor más cero con setenta y cinco, o al Gobierno, en deuda pública?

La cuenta real nos abrirá a todos los ojos:

-Si el banco le cobra al autónomo euribor más dos puntos, tenemos que le cobra 1,24 +2 igual a 3,24 %

-Si el banco le presta el dinero a una familia para una hipoteca, tenemos que obtiene 1,24 + 0,75 igual a 1,99 %

-Si el Banco le presta el dinero al gobierno, cobra un 4 %.

Y el Estado no quiebra (en principio, vaya) ni deja de pagar sus cuotas, así que la cosa está clara: rentabilidad máxima y riesgo mínimo.

¿Comprendéis ahora por qué los bancos no prestan?, ¿comprendéis por qué no se conceden hipotecas?, ¿entendéis por qué se ha estrangulado a las Pymes cerrándoles las líneas de crédito?, ¿os dais cuenta de por qué no hay modo de abrir una empresa ni de conseguir financiación para ello?

El gobierno no sólo derrocha y nos endeuda, sino que además acapara los recursos que deberían ir a recuperar la economía de la calle.

Nos ahorca y además exige que la cuerda la paguemos nosotros.

 

Ley vivienda y realidad

Por ley era una vaca, pero la realidad es un poco cabrona y...

Por ley era una vaca, pero la realidad es un poco cabrona y...

Con eso de que tenemos sesenta o setenta administraciones, y me refiero sólo a las grandes, porque si cuentos ayuntamientos ya no paro, parece que prolifera el deseo de hacer una ley de vivienda a la medida de cada ego y cada gana de figurar.

Empezando por la Constitución, y siguiendo por los Estatutos de Autonomía, resulta que Galicia, Cataluña, Comunidad Valencia, Navarra, Castilla y León, y algunas más, han creado ya su propia ley que regule el uso de la vivienda y su distribución. Lo más divertido, por supuesto, son los primeros artículos, donde se dicen siempre gansadas del tipo de que todo el mundo tiene derecho a esto, a lo otro y a lo más allá, sin que se mencione cual es el alcance real de esos derechos y quién va a pagar nuestro derecho a algo.

Al final, y os reto a que leáis alguna de estas leyes, lo que se viene a decir en todos estos mamotretos legislativos es que la vivienda es un derecho, que la administración procurará facilitar que la gente tenga donde vivir, que se regularán las características de construcción y arrendamiento de estas viviendas, que se velará por los derechos de los ciudadanos a la hora de adquirir o arrendar una vivienda y que se vigilará la calidad, diseño y usabilidad de lo que se construya. O sea: que amenazan con más control, sobrecoste y obligaciones, pero no concretan ni una facilidad.

O sea que si estáis esperando que una ley de vivienda os ayude a pagar la hipoteca, o a que no engañen al firmarla, o incluso a que se abarate por algún medio la adquisición de una vivienda, vais apañados. La realidad es que la vivienda sigue y seguirá suponiendo una parte enorme de nuestra renta disponible, que eso retira y detrae recursos para consumir en otra cosa y activar la economía, que el que tiene donde vivir porque ha heredado o comprado hace quince años es un nuevo aristócrata y el que tiene que pagar durante treinta años, un nuevo paria. Si alguien lo arregla, será el mercado, no la ley. Si se abaratan, será porque sobran o porque hay que sacarlas de los balances de los bancos, no por las sandeces que publican en los boletines.

¿Cual es el resumen de todas estas leyes de vivienda? Literatura barata. Los políticos inventaron los boletines oficiales para poder publicar en alguna parte, porque no los aguantaban en otro sitio.

Otra cosa, no se entiende.

 

 


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Al mal tiempo, buena Cáritas

Solución del Gobierno para los parados con hipoteca

Solución del Gobierno para los parados con hipoteca

Queridos todos:

Con la que está cayendo últimamente, y que conste que no lo digo sólo por la nieve que asola Ejpaña sino por la caída en picado de la economía ejpañola, os traigo una noticia que hará vuestros oídos agua de rositas.

Cáritas de Guipúzcoa se ha enterado de que hay casi cuatro millones de parados en nuestro país y de que muchos de ellos tienen hipoteca y han pasado de irse de puente a no poderse irse ni bajo un puente porque están todos ocupados por los que han sufrido de embargo.

Para intentar paliar esta situación, ya que otros no se esmeran mucho, la ONG de la Iglesia ha creado un fondo de 500.000 euros para que las familias con parados de larga duración, especialmente los que ya han agotado la prestación o el subsidio, puedan pagar la hipoteca.

La situación de muchas familias es tan dramática que ya no saben si meterse en el Consejo de Ministros a lo López Uralde en la Cumbre de Copenhague o si esperar a que el ejemplo de la Iglesia cunda por otros lares (entidades bancarias, Administraciones y sociedad en general).

Como todo tiene un pero (y si alguna vez no lo encontráis, buscad mejor porque siempre hay uno), el de esta iniciativa es que sólo durará tres meses, será de 500 euros al mes y sólo afectará a quien resida en Guipúzcoa. Pero no impacientaros, si se ha propagado la gripe A, yo tengo esperanzas en que esto también se propague.

Y por la cuesta de enero, no os preocupéis porque el Ministerio del Ejercicio Sostenible de ZP nos ofrece varias alternativas:

– Bajar cuesta abajo y si frenos

– Hacer rápel (o rappel, invocando a los espíritus del bajo IPC)

Cambiar la denominación del 1 de enero de Año Nuevo por Día de Halloween, dada la cara de susto que se nos queda al leer lo que ha subido hasta el pan de sandwich.

Si al final no os queda ni para ir al cine, tampoco importa, podéis jugar más a la lotería para que no le vuelva a tocar a Hacienda o al videojuego de moda: Sillonball ZP, que consiste en poner la tele (quien aún la tenga y no la haya tenido que vender de segunda mano), escuchar lo que diga Mr. President en las noticias y no moverse del sillón, no vaya a ser que os herniéis yendo a alguna manifestación de las que no se convocan para pedir una gestión digna de la crisis y más trabajo.

¡Feliz Año y a cubierto!

Aumenta el ahorro, ¿pésame o enhorabuena?

Siempre hay ideas originales para acabar con los excedentes de productos sin vender.

Siempre hay ideas originales para acabar con los excedentes de productos sin vender.

Según los últimos datos, esos datos que caen en avalancha cuando termina un año y comienza otro, la tasa de ahorro de los españoles se ha disparado en 2009 hasta alcanzar el 14, 1 % de la renta disponible, lo que es un 4,1 % más que el año anterior. O sea, una tercera parte más, que es mucho enm términos relativos.

Cuando vemos esta clase de datos tenemos que pensar dos cosas antes de sacar una conclusión, porque se trata de un tema con dos filos:

-1- Que la inversión procede del ahorro, y que si los españoles no empezábamos a ahorrar más no teníamos que quedar necesariamente en la ruina porque no habría capital que invertir, dada la dificultad de seguir obteniendo financiación exterior.

Lo que se invierte es siempre el ahorro de alguien, y durante demasiados años hemos estado tirando por aquí del ahorro de los países asiáticos, que prestaban grandes cantidades de dinero procedente de sus excedentes comerciales y de la diferencia entre sus ingresos y el nivel de gasto de sus economías.

Aumentar el ahorro supone, pro tanto, permitir la financiación de nuestra economía de forma autónoma, lo que tiene que ser necesariamente bueno.

-2- Por otro lado, el aumento del ahorro es una disminución del consumo y la demanda. Si la gente ahorra más es que gasta menos, lo que contraerá la producción y el empleo, y esto puede llevar a que muchas empresas, ya tocadas, no puedan soportar sus costes y acaben cerrando, lo que supondría un nuevo descenso de la demanda por la gente que se queda sin trabajo y sin salario. La espiral del avión tocado, vaya.

La economía se mueve por lo que la gente demanda, y cualquier descenso de la demanda es una contracción de la economía, que deja a personas en la calle.

¿Cómo lo veis vosotros?, ¿es bueno o malo este aumento del ahorro? ¿El hombre precavido vale por dos o puede ser la precaución la que mate al gato?

P.D: los comentarios que se ahorran no se pueden invertir más tarde, así que no seáis tacaños…  🙂

 

 

 

Los sistemas económicos y sus problemas (II): colectivismo (socialismo y comunismo)

 

Me parece más apropiado y simbólico el escudo de la antigua RDA, peor este es más conocido.

Me parece más apropiado y simbólico el escudo de la antigua RDA, pero este es más conocido y general. Y quizás más realista...

Hace algún tiempo me propuse hacer un recorrido por los distintos sistemas económicos y sus problemas. Entonces comencé por el capitalismo, ya que es el sistema en el que vivimos y, los que habéis seguido este blog habéis visto que dedicamos un artículo a su descripción y cinco más a sus fallos intrínsecos.

Hoy vamos a hablar del colectivismo, o sistema económico socialista o comunista. Por supuesto, entiendo que no son lo mismo, pero las diferencias de matiz no harían entrar en un tema sobre el que se han escrito cargamentos enteros de libros y aquí ocupamos como mucho un par de folios, así que permitidme que los equipare.

El colectivismo es un sistema ideológico opuesto al individualismo. Su objetivo principal es la defensa de los intereses comunes por encima de los individuales y cree que la economía y su funcionamiento no puede dejarse en manos de los intereses particulares libremente definidos, porque esto conduciría a grandes injusticias y al parasitismo de unos respecto a otros. El colectivismo trata de evitar que unos individuos se aprovechen del trabajo de otros y se apropien de su producción, de su fuerza o de su inteligencia.

Una de las ideas básicas del colectivismo es que la competencia debe sustituirse a toda costa por la cooperación, de modo que dejen de emplearse recursos naturales, horas y esfuerzo en algo tan improductivo y dañino como imponerse unos a otros.

En los sistemas económicos socialista y comunista, dos sistemas colectivistas, se entiende que los medios de producción deben ser comunes y nunca privados, y servir a los intereses de la sociedad. La diferencia principal (muy por encima) es que los sistemas comunistas creen no sólo los medios de producción, sino también el producto obtenido debe ser común, aboliendo la propiedad privada de todo tipo de bienes, así como los salarios. Para los sistemas comunistas, a cada ser humano se le debe pedir según su capacidad y dar según su necesidad. La capacidad y la necesidad son, por tanto, las varas de medir las obligaciones y los derechos de cada cual.

El problema principal de esta doctrina es que es absolutamente enemiga de la libertad, pues como la sociedad se impone al individuo, no importa lo que cada cual desee o quiera, sino lo que convenga a la comunidad, que impondrá por la fuerza el interés común a todo el que busque su interés particular.

No existe, por tanto, ni la libertad de elegir una profesión que te guste (has de desempeñar la que se necesite), ni la libertad de elegir lo que produces (producirás lo que la sociedad necesite), ni la de residencia (vivirás donde convenga) ni ninguna otra que pueda lesionar los intereses comunes.

Por eso dije anteriormente que este sistema parece pensado más bien para las hormigas que para seres humanos y así lo repito ahora, aunque volveré a ello a la hora de detallar los problemas del sistema.

Entre sus ventajas, podemos citar que logra realmente el desarrollo de sociedades muy atrasadas donde las diferencias de partida son muy grandes, y que en estas sociedades primitivas consigue realmente un incremento de la producción y de los bienes disponibles, mejorando la situación económica de grandes masas humanas.

Entre sus inconvenientes, citaré unos pocos, que serán objeto de otros artículos:

—Necesidad de aplastar la libertad y oposición a la naturaleza humana.

—Lentitud y rigidez en la respuesta a las necesidades económicas.

—Desincentivación de la creatividad y el esfuerzo.

—La necesidad como medida de lo que se recibe es un concepto corrupto en sí mismo.

Estos cuatro problemas y sus corolarios han conducido normalmente al colapso económico y humano de los sistemas colectivistas, incapaces absolutamente de cumplir el primer objetivo de un sistema económico: crear bienes para toda la población y hacer feliz a la gente. Anuncio también un artículo más:

— El comunismo como alucinación colectiva y su resistencia frente la realidad (un epílogo sociológico).

Trataré en este epílogo de hablar del fenómeno sociológico del colectivismo y de su carga psicológica, aspectos ambos nada desdeñables.

En resumen, y seguiremos conversando sobre ello, el socialismo y el comunismo son sistemas que no te hacen más rico pero te hacen más desgraciado y dependiente de los demás.

Concluyo con lo que oí decir en cierta ocasión a un científico ruso, al que le preguntaron qué tal se vivía en el comunismo:

“Muy bien, pero demasiados años”

Maravilloso, ¿verdad?

Espero vuestras sugerencias y comentarios para afinar el debate.