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La hipoteca y el “dime con quién andas”

Cosas primitivas

Cosas primitivas

Yo ya sé de qué va este tema porque, como escritor, me encontré con que una editorial me exigió tener obligatoriamente un perfil en Facebook y otro en Twitter para poder así conocer mi popularidad, la gente que me seguía y si era un tío popular o no.

Pero ahora parece que la cosa va aún más lejos y algunos bancos, más concretamente sus departamentos de evaluación de riesgos, están utilizando las redes sociales para determinar la solvencia de los posible prestatarios.

O eso es lo que se comenta, al menos, desde que Facebook solicitó una patente para poder determinar la solvencia de tu grupo de amigos. En principio, se trata de un proyecto simplemente experimental, pero ya sabemos cómo van estas cosas del big data: lo que se puede hacer se llegará a hacer, y me consta que ya se miran los perfiles sociales de los trabajadores para saber qué clase de amistades tiene y qué clase de vida llevan.

¿Por qué no iban a hacer lo mismo los bancos antes de conceder una hipoteca?  ¿Por qué no iban a tratar de enterarse de si la persona que pide el dinero tiene una conducta ordenada o se convertirá, pro contra, en un tipo problemático dentro de poco tiempo?

Hay muchas cosas que mirar en internet: desde la frecuencia y escala Richter de las juergas a la promiscuidad con las parejas. Todo lo que lleve a aumentar la inestabilidad en la vida del individuo es peligroso: cambios de trabajo frecuentes, broncas con la pareja, etc. Al banco lo que le gusta es la gente modosita, con plaza de funcionario en el servicio de aguas de una ciudad mediana y una sola pareja, sin riesgo de divorcio, que rebaje la solvencia crediticia.

O sea, que si vas a pedir una hipoteca, procura que Bill gates o alguien así te acepte como amigo.Te ayudará bastante… Y si no puedes conseguir algo tan llamativo, por lo menos procura ue trascioendan de ti los menos datos “complicados”· posibles, porque a los bancos tampoco les gusta la gente que sale con los calzoncillos por la cabeza…

 

La vivienda y la hipoteca en busca de normalidad

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Hoy toca un artículo con muchos gráficos. No es que piense que una imagen vale más que mil palabras, porque entonces me metería a fotógrafo en vez de a escritor, pero la representación gráfica de los datos es siempre un ahorro de tiempo y esfuerzo.

El primer gráfico, que antecede a estas líneas, es la evolución del precio de la vivienda según distintas fuentes: por un lado está el Instituto Nacional de Estadística, en gris, por otro el ministerio de Fomento en negro, y por otro, en azul oscuro, los datos de los notarios. Los dos azules más claros corresponden a los precios anunciados en los dos portales inmobiliarios más importantes: idealista y Fotocasa. Como veis, los datos son muy dispares, porque en este país la gente no le dice la verdad ni al médico.

El otro punto reseñable es que la vivienda se recuperó un poco el año pasado para caer de nuevo en el primer trimestre de 2015, seguramente porque la recuperación económica no es tan sólida como la pintan, o porque nuestras condiciones demográficas no invitan ocupar nuevas viviendas ni suscribir hipotecas.

El otro gráfico que voy a colocar a continuación es el del stock de viviendas, con la comparativa entre las viviendas edificadas y las viviendas terminadas.

Este año, por primera vez, se inician más viviendas que las que se terminan, lo que da a entender que el viejo ciclo de acabar lo que se había empezado y salir del atolladero como se pudiese ha terminado. No obstante, creo que es bueno fijarse en la enorme variación de volumen respecto a lo años anteriores, aun cuando los datos sólo correspondan a los primeros meses del año.

A mi entender, lo que se viene a interpretar de todo lo anterior es que la vivienda ha dejado de ser una anomalía, tanto al alza como a la baja y se encamina a una paulatina normalización del sector. Y esto, que puede ser bueno, o lo sería en un país normal, no dejar de ser algo preocupante en un país como el nuestro adicto al ladrillo y al cemento.

El empleo que muchos quieren, el de andamio y paleta, no va a volver mañana…

 

 
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La preocupación de todos

Pues no sé...

Pues no sé…

No es lo que suelo hacer habitualmente, pero como en este caso resulta que el comentario de un lector yu mis propias inquietudes van en la misma dirección, me animo a comentar el asunto y someterlo al juicio, o la reflexión de todos.

Decía Dabeman lo siguiente en un comentario ( su texto va en cursiva):

– El principal factor de este euríbor tan bajo es la desmedida liquidez que el BCE está soltando a bancos para que la traspasen a gobiernos que la consumen en mantener sus estructuras ineficientes e improductivas.

Pues yo creo que no exactamente. Si miramos la evolución del Euríbor, creo que podemos ver que su descenso es muy anterior a la ronda de Quantittive Easing decretada por Draghi. O dicho de otro modo, sí se trata de liquidez inducida, pero no directamente, sino cargándose prácticamente el mercado interbancario, pues a nadie le interesa ir a pedir dinero a otro banco cuando se lo puede pedir prestado al propio banco emisor a precios ridículos. La principal consecuencia de esto es que a los bancos tampoco les interesa una puñeta el dinero de los ahorradores, pues nuestra cuenta corriente ya no es ni mucho menos un factor clave para sus operaciones. Y lo que es peor: tampoco les interesa gran cosa arriesgar su dinero en hipotecas, porque la gran jugada está en pedir prestado al BCE para luego prestar ese dinero a los gobiernos a través de la deuda pública con un diferencial importante.

Es un juego siniestro: el BCE presta a los bancos para que luego estos lo inviertan en deuda pública que acaba en manos del BCE en forma de garantías. No sé lo que opinará Dabeman sobre esto (espero leerlo), pero tengo la impresión de que alguien está hinchando una enorme burbuja sin ningún respaldo real… Ni siquiera tulipanes, vaya…

– Ante tal situación de liquidez la subida de inflación debería ser acorde a la laxitud del BCE, pero eso no ocurre porque 1/ la demanda sigue muy contraida y 2/ la liquidez del BCE no llega a los ciudadanos (se la quedan los gobiernos).

Estamos de nuevo ante el punto anterior, quizás porque la crisis no es de liquidez, sino de demanda. Sé que es un ejemplo tonto, pero ¿cuántos puentes más se vana construir por mucho que baje el hierro? ¿Cuántas hogazas más vamos a comer por mucho que baje el pan? En cambio, los Gobiernos, tienen un apetito desmedido de crédito para sostener sus estructuras, unas estructuras que cada día se desvelan más extractivas. De todos modos, la liquidez no puede llegar a los ciudadanos si lo que estos ciudadanos producen no aporta riqueza real. Es importante recordar que está tirado crear empleo (barrer la raya blanca de las autopistas), pero lo difícil es generar riqueza…

– la política tan laxa de liquidez del BCE no puede extenderse indefinidamente. Si lo hace, la devaluación del € sería un problemón, entre otros porque nuestra balanza de importación energética es deficitaria. Si no lo hace y corta la liquidez antes de una reactivación sólida de la demanda (que no se observa ni de lejos) la subida del euríbor está garantizada con la consecuente leche que se llevarán los hipotecados.

La gran pregunta que algunos se hacen es ¿por qué esa política no puede extenderse indefinidamente? Si inyectando dinero a espuertas estamos en deflación (-0,4% IPC agosto) y todo el mundo se halla en medio de una descomunal guerra de divisas, ¿quién será el primero que deje de bailar? No hay inflación alguna, ni devaluación posible cuando unas monedas fluctúan frente a otras que están haciendo lo mismo. Lo único que hay es una enorme burbuja de activos, especialmente financieros, con unas bolsas de valores enormemente sobrevaloradas. El primero que grite que el rey está desnudo se meterá un batacazo de impresión, con lo que todos tienen maravillosos incentivos para seguir callados y bailando en torno a las sillas.

El problema de los hipotecados es ese precisamente: que no hay inflación, que reduciría anualmente el valor de sus deudas, sino todo lo contrario. Y esa es una piedra dura de roer.

En definitiva, que esto parece una bomba de relojería y la posición del BCE una escena de Misión Imposible en la que hay que cortar el cable adecuado en el momento justo si no quiere volar por los aires.

Lo malo, respondo aquí, es que antes de que lleguen los artificieros puede suceder cualquier accidente…

Las dos líneas de desigualdad (II)

La otra cuerda

La otra cuerda

Decíamos el otro día que la desigualdad de rentas no se limita a la lucha entre ricos y pobres, o al reparto del pastel entre ellos. La desigualdad de rentas deprime la demanda, pero en el caso de España hay otero factor: la desigualdad de rentas entre jóvenes y viejos.

El problema de España no es sólo que los sueldos hayan disminuido y se hayan reducido también drásticamente las oportunidades laborales, sino también que la mayor parte del peso de la crisis y sus consecuencias ha recaído sobre los más jóvenes.

Todos conocemos algún caso  en el que, tras jubilarse un trabajador que cobraba mil ochocientos euros ha sido sustituido por un joven que cobra ochocientos, y eso si no prefieren contratar a un becario o absolutamente a nadie.

El paro juvenil en España supera ampliamente el 50% y eso no hay economía que lo resista. ¿Por qué? Porque a medida que la gente envejece reduce su demanda. Las personas de sesenta años no suelen tener hijos, compran casas en mucha menor medida, se casan en menor medida, firman hipotecas en menor medida, amueblan, cambian cortinas y cambian de vacaciones en mucha, muchísima menor medida.

La tragedia que tenemos en España es que los que todavía cobran un sueldo digno no tienen deseo de gastarlo, y los que les gustaría gastarlo porque tienen que hacer su vida y construir su futuro, reciben salarios de miseria o están directamente en el paro.

La lucha generacional es de tal calibre, que ya hay varios sectores, bastantes en realidad, en el que el salario medio de los trabajadores activos es sensiblemente menor que el de los jubilados.

En estas condiciones, a veces celebramos que la solidaridad familiar sea tan grande en España y que afortunadamente los pensionistas puedan apoyar a sus hijos. Lo que olvidamos es que, por hermoso y solidario que eso suene, su raíz está en la profunda injusticia de una sociedad donde todas las puertas se cierran a los jóvenes, menos las de la frontera.

Las dos líneas de desigualdad (I)

Pendientes de un hilo

Pendientes de un hilo

Desde hace casi dos siglos, y no es broma, se plantea la lucha política sobre la desigualdad entre ricos y pobres. Es un enfrentamiento más antiguo, por supuesto, pero desde que se acuñaron conceptos como que “la propiedad es un robo” o la “lucha de clases” parece que el combate pro la desigualdad se plantea en torno a la distribución de rentas. Las rentas del trabajo y las rentas del capital.

Una de las explicaciones más socorridas al hablar de esta crisis que parece no acabar nunca es precisamente la desigualdad. Si las rentas se distribuyen de forma muy desigual, cae el consumo, porque no se trata tanto de lo que la gente gana, sino de la parte de ese dinero que tiene disponible para gastos discrecionales. Antes de empezar el mes ya hay una serie de gastos fijos ineludibles, como la hipoteca, la luz, alimentación… ¿Cuánto queda para gastar después de eso? Ahí está la clave del consumo interno.

Y pongo un ejemplo para que veamos los efectos de la bajada salarial. Si en una familia trabaja uno solo de sus miembros e ingresa mil euros, de los que tiene gastados setecientos en lo básico, su disponibilidad es de trescientos euros. Si le rebajan el sueldo un 10%, su consumo no se reduce en un 10% sino en un 30% que es al diferencia entre tener 300€ para lo que quiera y tener 200€.

Lio que sucede es que el aumento de renta de los ricos no aumenta el consumo, porque ganando más no vas más de vacaciones, no te compras más trajes, ni vas a más restaurantes, ni compras más coches. Puedes hacerlo en cierta medida, pero no en la medida de tu incremento de renta. Lo que realmente aumenta el consumo interno, o lo deprime, es la evolución de las rentas de las clases medias y bajas. Y estas rentas, por múltiples razones, están tan presionadas que producen una depresión general de la demanda.

¿Y qué hace el Gobierno? Tratar de resolverlo con deuda.

Pero la desigualdad tiene otra cara, no tan política, y de ella hablaremos en el artículo siguiente.

Hipoteca, banca, y beneficios

A saber quién la lanzó ahí

A saber quién la lanzó ahí

Hablaban el otro día los dirigentes de la banca, con gran orgullo, de que el primer semestre del año había sido muy bueno para su cuenta de resultados. De hecho, estos han subido, de media, más de un veinte por ciento respecto al mismo periodo del año anterior. Y luego, como de pasada, añadían que lo que no había aumentado era el crédito, porque todavía era pronto para que los esfuerzos de liquidez del Banco Central Europeo llegaran a Pymes y particulares.

Lo que uno se pregunta al escuchar estas cosas, es de dónde demonios proceden los beneficios de la banca, si las hipotecas siguen a un tipo de interés mínimo, la construcción repunta, pero poco, y como ellos mismos confiesan el crédito no acaba de llegar a la calle, o no a la calle donde vivimos la mayoría.

La respuesta no puede ser única, ni tampoco se puede simplificar en un par de frases, pero pasa sin duda por el nuevo modelo de banca, ese del que ya hemos hablado por aquí alguna vez y que consiste en expulsa de la sucursal al cliente que no use tarjeta de crédito, no contrate seguros, y no le guste pagar comisiones. Los bancos lo han visto claro: el buen cliente no es el que lleva dinero a la ventanilla, porque dinero ya se lo da todo el que quieran el Banco Central Europeo, sino el que deja beneficios pagando comisiones o comprando otros productos.

¿Y la hipoteca?

La hipoteca es un producto que en sí misma interesa cada vez menos, pero que fideliza al cliente por muchos años y que, con un poco de márketing puede ayudar a vender seguros de vida, domiciliar recibos y tratar de colocar muchos productos más, pero lo que es en sí misma, en margen de beneficios, no termina de ser interesante.

Al final, la gran sospecha pasa proque los bancos obtienen sus beneficios, esos que mejoran, a fuerza inventarse comisiones raras y, obre todo, a fuerza de pedir dinero prestado a Draghi para luego comprar deuda pública a un tipo de interés muy superior al que ellos pagan. O dicho de otro modo: en coger el dinero de Draghi, que es una institución pública, para que luego los ciudadanos, todos y a escote, les paguemos a ellos en intereses de deuda pública más de lo que en un principio deberíamos pagar si eliminásemos ese inútil intermediario.

Un negocio redondo…

 

 

La hipoteca y los drones

ese bicho que ataca y se va

ese bicho que ataca y se va

A pesar del extraño título que lo encabeza, pretendo que este artículo sea muy de andar por casa. Así que me dejo de florituras y entro en materia.

El mayor problema de las hipotecas es que se concedieron sobre tasaciones que no tienen nada que ver con el valor real a precios de mercado de las viviendas. Sin embargo, para aliviar esa carga, el tipo de interés ha descendido enormemente en los últimos años hasta acercarse a la nada o a esas cláusulas suelo de las que tantas veces hemos hablado.

Hasta ahí, una de cal y una de arena. La cuestión, para mí principal, es que a pesar de que los intereses se han reducido haciendo disminuir las cuotas, los salarios, o los ingresos de los hipotecados, no han aumentado en la necesaria proporción estos años. parte de la jugada de la hipoteca, al menos mentalmente, consistía en que cada año que pasar la cuota sería menos dolorosa por el normal aumento de los precios y de los salarios. No ha sido así.

Por tanto, el problema real, el que ha llevado al país a endeudarse hasta la locura y a los ciudadanos a apretarse el cinturón hasta la asfixia, es el bajo nivel salarial. No se trata solamente de que no haya trabajo, sino que no es posible encontrar hoy un empleo en el que te paguen el mismo salario (no ya uno mayor, sino el mismo) que hace cinco años.

¿Y pro qué? Porque muchos empleos han sido atacados por drones. Se llama drones a las empresas de la competencia que basándose en abaratar costes o en la falta de regulación, atacan un sector, lo explotan, obtienen los beneficios y se van sin que se pueda hacer nada por combatirlos. ¿Qué puede hacer un abogado recién licenciado para evitar que los bufetes utilicen a personas sin preparación que simplemente tienen que buscar sentencias en bases de datos? ¿Cómo evita un arquitecto recién licenciado que pongan a trabajar con Autocad a un tipo con solamente el bachiller? ¿qué hace un ferretero para competir con el chino de al lado? ¿Cómo consigue un fotógrafo que alguien pague por sus fotografías’ ¿Qué puede hacer un librero para competir con Amazon? ¿qué puede hacer un obrero industrial cuando se automatiza su planta y lo sustituyen por un robot?

Hay desde luego muchas soluciones imaginativas, pero son siempre  anecdóticas o marginales y no consiguen evitar que poco a poco el factor trabajo tenga cada vez un peso menor y se paguen cada día menores salarios.

Y sin salarios no hay demanda, sin demanda no hay economía, y sin economía, demanda y salarios no hay dios que pague la hipoteca.

Dinero, dinero y dinero

A pasar por ventanilla

A pasar por ventanilla

Con el verano, además de los apretones de la hipoteca llegan a veces pequeños compromisos o impulsos, de esos que antes se llamaban caprichos, y no siempre hemos reunido la fuerza de voluntad suficiente para evitarlos.

¿Mala cabeza? Es posible. ¿Malla planificación? Seguramente. O quizás uno de esos deslices de los que en estas fechas hablan los periódicos, incluso los más serios, cuando dice que hasta un 83 % de la población aceptaría un romance de verano.

El caso es que al final todo se convierte en dinero. El dinero es el que marca la diferencia entre quedarse en casa, repasando la lista del teléfono en busca de alguien a quien llamar o poder irse de vacaciones a alguna parte. El dinero marca sobre todo la diferencia entre poder coger el teléfono a los que llaman o tener que hacer cuentas a ver si es posible salir o habrá que inventar algún pretexto para evitar ese plan que nos apetece pero nos conduciría directamente a la bancarrota.

Para este tipo de casos, sobre todo, se inventaron las empresas de créditos rápido, y aunque algunos las critiquen por los tipos de interés que aplican o las condiciones de sus préstamos, el caso es que en cierto modo son como los fontaneros o los cerrajero que atienden 24 horas: rápidos, sencillos y muy caros, con todo lo que eso implica.

Y es normal: planificar, pensar las cosas, actuar en consecuencia, dominar los propios impulsos y saber decir que sí cuando conviene y que no cuando es debido son cosas que, nos jorobe o no, escapan del alcance de todo el mundo.

Así que por simple higiene social, es normal que quienes no son capaces de pagar esas virtudes, terminen pagando el pato. Y quienes  consiguen mantener una vida ordenada disfruten de las ventajas, que las hay, de ese orden. Lo malo sería lo contrario. Lo malo es lo que tan a menudo vemos: que da lo mismo ahorrar que no. Que da lo mismo estudiar que no. Que da lo mismo esforzarse que no, porque le trabajo bueno es para el hijo del de siempre y a ti te queda sólo la purrela, lo que de todos modos habrías obtenido saliendo de copas y sacando un cinco y medio.

La hipoteca, de momento, como siempre. Cuando  suban los tipos, ya veremos…

Las viviendas sociales de la banca

Castizos que somos...

Castizos que somos…

Cuando te dicen que la banca está haciendo un verdadero esfuerzo para ayudar a sus clientes, y te lo dice nada menos el presidente de la Asociación Española de Banca, lo primero que te sale de dentro es alzar una ceja. Pero luego lo piensas mejor, haces cuentas, y llegas a la conclusión, que debería ser obvia, de que lo que más le interesa a la banca es que las hipotecas se paguen y te lees los datos con un poco más de detenimiento.

Según José María Roldán, presidente de la asociación, las entidades han refinanciado ya las hipotecas de 500.000 familias que atraviesan dificultades, lo que supone en términos globales que un 10% del crédito hipotecario ha sido refinanciado.  Incluso cuando esto no es suficiente, la banca trata de presar apoyo con otras soluciones, como rentas a precios “fuera de mercado” o  el fondo social de viviendas.

Y ahí es donde viene lo que ya no sabe uno si empieza a sonar a broma, o que ha habido un vuelco en la percepción del asunto, porque la banca destinó 6000 viviendas a alquileres sociales y por lo visto se han ocupado hasta la fecha sólo 1500, quedando vacías las otras tres cuartas partes. ¿Y qué dice la banca de eso? Que las administraciones no colaboran identificando a las familias en riesgo de inclusión y que siguen vacías porque nadie ha hecho los trámites para ocuparlas.

Cuando el debate se pasa a estos términos, es que estamos en un momento en el que la banca quiere cambiar su imagen, y esos tíos no dan puntada sin hilo. Estoy completamente convencido de que los bancos han tomado estas medidas impulsados pro las circunstancias, y también de que las administraciones están más interesadas en el rédito político de encontrar a un chivo expiatorio que en aportar verdaderas soluciones a las personas con un problema.

Pero el hecho de que se peleen por determinar quién pone más y quién se esfuerza más, es ya un síntoma de los tiempos que van a venir.

Lo que nos falta es saber qué es lo que están pensando en realidad y qué es lo que en realidad van a hacer.

Efectos de lo nuevos tiempos políticos.

Efecto de un país que tiene demasiada parte de su economía pendiente de las decisiones del BOE y otras administraciones públicas.

 

Hipoteca, desahucio y externalidad

Redistribución de la riqueza.

Redistribución de la riqueza.

Los que lleváis mucho tiempo leyéndome os vais a a quedar un poco sorprendidos con este artículo, pero de vez en cuando hay que cambiar la parte del cerebro con la que se piensa, para no caer en aquelloq eu decñía Ortega: “ser de derechas, como asr de izquierdas, son simplemente dos manera de ser idiota. Se trata de dos formas de hemiplejia moral”.

Dicho esto, vamos a ver lo que es una externalidad, porque se trata de un concepto clave en economía. Externalidad es un coste que se echa fuera, de modo que quien realiza un actividad obtiene los beneficios de ella, pero no paga todos los gastos o perjuicios derivados de esa actividad.

La externalidad más típica es la contaminación atmosférica: una empresa gana dinero produciendo plásticos, pero no paga como un coste más el aire que mancha. Paga impuestos: pero también paga impuestos la empresa de jardinería que pone bonita la ciudad. Los impuestos no pagan externalidades.

Pues bien, con las normas sociales actuales y la legislación vigente en cuanto a derechos de las personas, cabe afirmar que los bancos , al desahuciar a al deudor hipotecario de un piso, generan una externalidad.

¿Por qué? El banco tiene un negocio. Ok. El banco calcula los riesgos, pide los papeles y obtiene y reparte los beneficios. Ok. ¿Y pro qué cuando el negocio va mal hace que el deudor quede en la calle, para que tenga que ser sostenido por las arcas públicas? ¿Quién paga los servicios sociales y las viviendas sociales? ¿Quien va a tener que acoger, vestir y alimentar a los niños de esas familias? Todos. ¿Y por qué pagamos todos los negocios que salen mal a los bancos?

Si existiera la figura del fusilamiento al amanecer del que es desahuciado, el banco podría lavarse las manos, o pedir su libra de carne, pero como esas figuras no existen, el banco traslada parte de sus costes a la sociedad, esta vez en forma de problemas sociales. Una forma de contaminación social, por decirlo de algún modo.

Y pagamos todos. Una vez más. Otra.

La hipoteca y las personas

Fernando Pessoa (o sea, persona)

Fernando Pessoa (o sea, persona)

En los últimos comentarios en esta misma web, y en otras muchas, leo con creciente asombro que hay que recordar en todo momento que tras la crisis griega, o tras las hipotecas y sus laberintos, hay personas.

Aturdido por la novedad, me pregunto si esta clase de ideas, por repetidas, perrtenecerán a algún tipo de religión actual que los mayores de cuarenta no estudiamos en el colegio o se trata de una maniobra para que perdamos de vista la realidad.

Detrás de las hipotecas, hay personas. Y detrás de los bancos, resulta que también. Detrás de las deudas griegas, hay personas. Y personas es lo que hay detrás de lso Gobiernos acreedores, de los organismos internacionales que prestaron el dinero y quieren recuperarlo, y de las negociaciones para ver cómo se evita la pérdida.

Porque amigos, los banqueros no ponen de su bolsillo la pasta que prestan en las hipotecas, ni los ejecutivos del FMI están luchando por sus propios cuartos: luchan porque es su trabajo, y luchan por las aportaciones de otros países. El dinero del FMI no lo ponen los ricachones del mundo, ni siquiera los ciudadanos de los países ricos: lo ponen todos los países del mundo salvo cuatro o cinco (creo recordar que Corea del Norrte, Cuba, Irán y Buthan, pero no estoy seguro) de manera proporcional a su PIB. O sea que cuando los griegos no devuelven el dinero al FMI no s elo están quitando a Rockefeller, sino a los españoles, los bolivianos, los ruandeses y los vietnamitas. A cada cual en su proporcional medida, pero a todos ellos.

Personas son las que están detrás de todos los negocios. personas son los enfermos y los enfermeros, los criminales son personas, los pederastas son personas y son personas también pescadores de atún rojo en alta mar.

Decir que detrás de esto o de lo otro o lo de más allá hay personas es una de estas dos cosas: o una chorrada, o un intento de quitar la cualidad de persona a quien no esté en tu bando, dando a entender que personas son los míos pero no los tuyos.

En cualquiera de los dos casos, ¡al carajo!

 

 

La hipoteca griega

Ahora hasta se enternecen

Ahora hasta se enternecen

Eso es lo que tenemos todos con el asunto griego: una hipoteca. Porque podemos ponernos como queramos buscando culpables, justicias, injusticias, o tecnicismos legales, pero el caso es que la interminable negociación del país heleno nos va a costar a todos una pasta y la vamos a pagar de un modo u otro.

Los españoles, tradicionales quijotes, nos desgañitamos en las redes sociales o en el bar a favor del Gobierno de izquierdas o a favor de las instituciones  internacionales, ¿pero hemos pensado cómo nos afecta este asunto en nuestro día a día?

¿Por qué nos afecta tanto este asunto?

-En primer lugar, porque podemos perder una cifra del orden de los treinta mil millones de euros. La contabilidad no es sencilla, pues no se trata solamente de dinero contante y sonante puesto sobre la mesa, sino también de avales, colaterales etc. Pero el daño económico sería muy grande.

-En segundo lugar, por el riesgo político. Sin enterar a valorar las preferencias de cada cual, lo cierto es que las recientes elecciones municipales y autonómicas han dejado un mapa político que desde fuera es visto como preocupante. Por supuesto que nuestra soberanía consiste en votar a quien nos dé la gana, pero los fondos exteriores también tienen su propia soberanía, y la suya consiste en invertir donde mejor les vaya. La caída de Grecia confirmaría que los temores no son del todo infundados, y que invertir en estos momentos en un país que podría seguir la misma senda es una imprudencia.

-El coste del riesgo. Del punto anterior se deriva que  si llega a cumplirse la peor opción, o sea, que un país europeo se convierta en moroso, no hay nada ya que impida que esto vuelva a repetirse. Las palabras de Draghi afirmando que se hará lo que haya que hacer para impedir la caída del euro habrán quedado muy debilitadas. Y eso, necesariamente llevará a una subida de los tipos de interés con que nos financiamos.

¿Y eso es relevante? Pues debemos, dicho en números gruesos, cosa de un billón. Por cada punto que suba el tipo de interés, pagamos diez mil millones de euros más de intereses. Con cuatro puntos, la deuda nos cuesta tanto como la educación. ¿Cómo lo veis?

Las irresponsabilidades con la deuda se pagan. Y no sólo las propias: las de los demás también.