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La hipoteca y el petróleo

Que viene el banco malo... (dibujo de joserico.com)

Que viene el banco malo… (dibujo de joserico.com)

Todos sabemos que en buena parte el capitalismo se basa en hinchar burbujas para hacer que luego, a mayor o menor plazo, revienten una tras otra, a medida que se van creando nuevos sectores y con ellos nuevas oportunidades.  Se suele llamar a este proceso “destrucción creativa” y tiene el lado positivo de asignar correctamente los recursos, aunque sea precisamente a fuerza de asignarlos en buena parte a donde no debe. Otros, menos técnicos, le llaman el motor de la codicia, y también tienen su parte de razón, porque ese bicho somos y así hay que aceptarlo (o reeducarlo, con pésima suerte y peores métodos, hasta la fecha).

El caso es qu epocos años después de haber sufrido, y no superado aún, la crisis de las hipotecas subprime, podemos estar encaminándonos ya hacia una nueva recesión de deuda, esta vez originada pro los bajos precios del petróleo.

¿Y es malo que el petróleo esté barato? Pues depende, como siempre: para los productores sí, y resulta que para los bancos, también.

El hecho es que si los precios del petróleo son demasiado altos, los consumidores no pueden pagarlo y entramos en recesión. Pero si los precios son demasiado bajos, los que no pueden con el alma, financieramente hablando, son los productores, que siguen bombeando lo que pueden porque la mayor parte de sus gastos se hicieron al iniciar la explotación y ahora tratan de recuperar lo que buenamente pueden para ir pagando su deuda.

¿Y de qué deuda hablamos? de unos dos billones de dólares, de esos nuestros, con doce ceros, que podrían llevarnos a la casilla de salida si en un momento dado comenzasen los impagos, como y han comenzado en algunas compañías energéticas norteamericanas.

Se trata de una deuda muy repartida, ya que el petróleo y la energía son bienes globales, pero corresponde fundamentalmente, en su parte peligrosa, a compañías petroleras y a Estados que dependen de este bien. Buena parte de la catástrofe venezolana, por ejemplo, viene de que una parte sustancial de sus ingresos proceden del petróleo y su precio se ha desplomado.

Y Venezuela sólo es el caso más conocido: hay otros, como Argelia, o la propia Siria, que nos recuerdan que las crisis y las guerras parecen venir de cualquier detonante inesperado, pero se gestan, poco a poco, en variables macroeconómicas como esta.

La cuestión de futuro estará en ver si todavía se puede seguir imprimiendo dinero como si no hubiese mañana o, un buen día, empezaremos a ver que el papel moneda ha perdido su valor a través de la inflación y nos encontramos cambiando oro por baratijas.

 

 

La hipoteca y los plazos

Kosh. Otro personaje futuro, que no todos conocerán

Kosh. Otro personaje futuro, que no todos conocerán

En estos momentos de Euribor negativo, la pregunta que pro curiosidad o por verdadero interés hemos tratado aquí, y la que se ha tratado en casi todos los medios es si los bancos tendrán que acabar pagando por las hipotecas si el dinero se pone a precios negativos. Es un tema que nos gusta, que nos divierte y hasta le encontramos morbo, ahora que una juez de Madrid ha anulado, de una vez y de un plumazo, todas las cláusulas suelo vigentes hasta la fecha, obligando a devolver las cantidades indebidamente cobradas desde 2013.

La cuestión, sien embargo, sigue siendo que la hipoteca es un negocio a muy largo plazo. De hecho, la hipoteca es un negocio a un plazo que nada tiene ya que ver con el ritmo al que se mueven actualmente las cosas, porque si hace un par de décadas no era una locura firmar hipotecas a treinta años, hoy eso viene a ser como hablar de una especie de futuro remoto donde nadie sabe si el planeta se habrá chamuscado o los robots habrán tomado el control, como los cylons de Galáctica.

En ese sentido van las advertencias del último informe de Bankia, que recuerda a la gente, una vez más, que los tipos de interés podrían volver a niveles del cuatro o el cinco por ciento en poco tiempo, y que con los diferenciales que actualmente se aceptan, eso podría suponer un interés total del siete o del ocho por ciento, regresando al llanto, el crujir de dientes, y muy probablemente a la cantinela plañidera del “me han engañado, porque yo no sabía lo que firmaba”.

Los bancos, por su parte, piensan algo parecido: que prestar dinero a treinta años es una locura, cuando con más rendimiento pueden prestarlo al Gobierno, para alimentar el monstruo de la deuda pública. a plazos mucho más manejables.

En resumen: a medidas que se acelera la historia y se aceleran los tiempos, cada vez es más temerario meterse en negocios a plazos que nada tienen que ver con el ritmo actual de los acontecimientos.

Los ordenadores se han impuesto y nos obligan a seguir su lógica de megaherzios: hemos dejado de entender el ritmo de la vida. Hemos dejado de entender los tiempos.

Y el precio, está por ver.

 

La España de la hipoteca

Ahora hasta se enternecen

Ahora hasta se enternecen

Creo que más o menos lo suponíamos todos, pero ahora hay incluso estudios que nos dicen que el nuevo cliente de la hipoteca tiene un perfil muy distinto al de otros tiempos.

Cuando el mundo funcionaba en aquello que en otro tiempo llamábamos normalidad, el cliente típico de la hipoteca era una persona joven que después de consolidarse en su trabajo formaba una familia y pensaba, pro su estabilidad laboral, que no valía la pena pagar un alquiler cuando por el mismo dinero, o un esfuerzo suplementario, podía convertirse en propietario de su propia casa y dejar un pequeño patrimonio a sus hijos.

Hoy, ese individuo, verdadero pilar de la clase media, motor del consumo y soporte de la economía, ha desaparecido prácticamente, ya sea porque los jóvenes siguen viviendo con sus padres, porque formar una familia es u deporte de riesgo no menor que el parapente o el puenting, o porque la estabilidad en el trabajo se ha convertido en algo demasiado infrecuente.

El caso es que el Banco Sabadell ha hecho un estudio, seguramente para mejor determinar el objetivo de sus campañas publicitarias, y ha descubierto que el perfil ideal de un comprador de vivienda es un funcionario de 42 años. Y además, paga aproximadamente un cincuenta por ciento del importe de la vivienda al contado, lo que reduce la cantidad media solictada.

Lo que se me ocurre a mí con este análisis es que, de nuevo, se deja claro que vivir del Estado es más rentable que buscarse la vida, que hay que tener nietos en vez de hijos y, mucho me lo temo, es necesario esperar a heredar para comprarse una casa, porque la edad y el importe de lo que paga al contado a mí me huele a funeral, ya sea de padres o abuelos. Y no es que sea malpensado, sino que combinar datos con casuística vital y calendario a veces produce estos extraños monstruos.

Por lo demás, ya lo sabéis: el Euribor ha entrado en terreno negativo y mientras se aterrorizan los banqueros a los que les han anulado la cláusula suelo, los informáticos se frotan las manos, porque vete a saber qué se les habrá ocurrido hacer a los ordenadores con sus cálculos al tener que manejar ese signo.

La hipoteca y la represión financiera

En el futuro veremos cosas extrañas...

En el futuro veremos cosas extrañas…

Se le llama represión financiera al mecanismo monetario mediante el cual se castiga al dinero por estar inactivo. O sea, más o menos lo que está pasando ahora con tipos de interés cercanos a lo negativo en algunos productos y directamente negativos en otro. la idea es obligar al capital a salir de sus escondrijos para que se convierta de una santa vez en inversión y eso obligue a la economía a moverse.

¿Pero qué ocurre? Que la misma medida que se supone que tiene que revitalizar la economía puede también ser contraproducente por la desconfianza que genera. Ya lo he contado alguna vez, pero no está de mas repetirlo. no es precisamente tranquilizador que te digan que el abuelo está muy bien, que ha salido de la crisis, que se va aponer como un toro y que mañana le d van a dar el alta, pero que hoy, de momento, necesita un trasplante y un par de transfusiones.

A eso juegan los bancos centrales, con Mario Draghi a la cabeza, y la cosa no parece que acabe de funcionar, ni que cale su mensaje de que todo va bien y volvemos a la senda del crecimiento. Y es difícil que cale, mientras imprimen dinero a espuertas todos los meses, lo regalan a los bancos (eso es el tipo de interés negativo) y aún así no lo quiere nadie.

¿Y en cuanto a las hipotecas? Pues la alegría monetarista llega a ellas, pero con cuidado, porque por una parte los bancos no quieren enterrar el dinero durante treinta años, y menos en estas condiciones, y por otra no es tampoco lo que quieren los bancos centrales, que desean que el dinero se vaya hacia inversiones productivas, y no hacia la hipoteca y el ladrillo, al que inglés se denomina en ocasiones “sitting money”, o dinero sentado.

O sea que estamos a medio camino entre soplar y sorber. Un punto muy malo, por cierto, y en el se aguanta poco tiempo vivo…

Las cosas que no me quedan claras del sistema financiero

Cosas siniestras...

Cosas siniestras…

Con eso de que soy el que escribe los artículos puedo dar la impresión de que lo tengo todo clarísimo sobre hipotecas, sistema bancario y demás magias potagias del sistema en que vivimos. Pero lo cierto es que no es así, ni mucho menos, y a menudo ando por ahí, entre pantallas y papeles, dando vueltas para resolver mis dudas. La mayoría de las veces acabo encontrando una respuesta aceptable y escribo sobre el asunto, con distinta fortuna, pero hay algunos temas sobre los que no he encontrado respuesta válida, con lo que tengo que llegar a la conclusión de que o bien no me entero de nada (lo que es probable) o que no hay nada que entender, porque se trata de un artificio, de un simple truco, sin nada real que lo respalde.

Uno de esos casos es el fundamento de la deuda, en especial la deuda contraída con los bancos centrales, o emisores.

Vamos a ver: si yo le pido prestado dinero a Juan, Juan me transmite una cierta cantidad de dinero, y cuando se lo devuelvo, Juan la recupera. Si no le devuelvo ese dinero, yo he tenido un beneficio ilícito y Juan ha sufrido una pérdida. Todo muy clarito.

Pero resulta que los bancos centrales hacen el dinero de la nada. Por eso se llama dinero fiat. Desde el tratado de Bretton Woods, el dinero ya no está respaldado por cantidad alguna de oro bajo las bóvedas de los bancos centrales. En ese caso, cuando el Banco emisor presta a un acreedor, ¿qué pasa si el préstamo no se devuelve? ¿Quién resulta dañado? ¿La nada? El dinero salió de un artificio contable, o simple apunte informático. Si se devuelve, regresa al banco central, ¿y si no se devuelve? ¿Se empobrece la nada?

La única consecuencia que se me ocurre es que hay más dinero en circulación para una misma cantidad de riqueza, que viene a ser el mismo efecto que se genera también si el dinero se devuelve. La única consecuencia, pro tanto, es una determinada cantidad de inflación, que es lo que los bancos centrales están buscando, o eso dicen, en esta época deflacionaria.

¿Pero dónde está el perjuicio?

Que alguien me lo explique…

Hipoteca y juventud

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Vivir en una cueva

A nadie se le escapa que los grandes perdedores de esta crisis y del nuevo paradigma económico en el que nos hemos instalado son los más jóvenes. No se trata sólo de que se haya perdido una generación y de que decenas de miles, casi cientos de miles de jóvenes hayan tenido que emigrar al extranjero en busca de un trabajo, con la pérdida económica y humana que eso supone: se trata de que el parón de la demanda viene pro la capa más joven de la población, aquella que consume, pone una casa, la amuebla y tiene hijos que criar.

El resumen de la trampa de liquidez en que vivimos, esa trampa en la que entra el dinero del BCE en la economía pero no llega al mercado, viene a ser ese: que los que tienen el dinero no tienen ganas de consumir, y los que querrían consumir no tienen un puñetero duro.

Pero vamos a mirarlo más de cerca:

Casi el ochenta por ciento de los jóvenes menores de 30 años sigue viviendo con sus padres, y aunque son muchas las causas, creo que la principal es que para vivir por su cuenta tendrían que dedicar el 60% de su sueldo sólo a la vivienda, y eso cobrando un 98,23% más de lo que cobra.

O sea, que para acceder a una hipoteca en condiciones mínimas, casi tendría que doblar su salario. Y encima, la superficie máxima a la que puede aspirar es de 50,4 metros cuadrados. Los mismos datos, del Observatorio de la Emancipación, afirman que la tasa de paro de las personas menores de 25 años alcanza el 51,4%, supera el 30% en la franja entre 25 y 29 años y está por encima del 24% en la población de 30 a 34. Además, el 28,7% de los ocupados menores de 30 años están a tiempo parcial y cuatro de cada diez tienen una antigüedad inferior a un año.

Y no para ahí la cosa: el 56,7%  desempeñan trabajos de menor cualificación a la que poseen, con la merma de ingresos que eso supone, además de la frustración personal. Y siguiendo con los ocupados, más de la mitad, concretamente un 51,7%, tiene contratos temporales.

Así las cosas, no es de extrañar que la juventud busque alternativas políticas, se sienta cada vez más desafecta a un sistema político y económico que los ningunea, y dé la espalda a las instituciones ye incluso al contrato social.

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El mapa de arriba es perfectamente elocuente: ilustra, en colores, la variación del desempleo en España en esta legislatura política que acaba.  En unas zonas de España, muy concretas y determinadas, el paro ha aumentado, mientras que en otra se ha conseguido que se reduzca.

Y me temo que nos e trata sólo de un asunto de empleo, sino de una valoración general de los activos, la economía, y también, como no, la vivienda y las hipotecas.

Cada vez existe una distancia mayor entre unas zonas y otras. La famosa desigualdad que tanto se comenta no alcanza sólo a las personas y sus salarios, que concentran la riqueza en unos pocos, sino también en los territorios.

Con el tema hipotecario los inversores lo tienen claro, organizando un buen cúmulo de equívocos que ya ha salido aquí y en otras foros. Mientras unos dicen que el mercado de la vivienda y la hipoteca se están recuperando a buen ritmo, otros afirman que el ladrillo sigue hundido y lo estará por muchos años. ¿Y quienes tienen razón? Pues seguramente los dos.

Tienen razón los dos porque los que hablan de recuperación se refieren a unas zonas de España muy determinadas y a un tipo de viviendas muy concretos, capaces de mantener su valor e incluso de una revalorización debida a la demanda. Y los que hablan de que el hundimiento persiste aciertan también, porque hay una España devaluada, sin demanda y sin expectativas que malamente podrá vender pisos mientras la población siga cayendo y empobreciéndose.

La vivienda no es una isla en medio de la economía, sino posiblemente el mejor reflejo de las demás actividades: si hay trabajo, hay demanda de vivienda, hay jóvenes que se emancipan, jóvenes que se casan y que buscan un lugar para su nueva familia. Si en vez de eso hay un 50% de paro juvenil y medio millón de jóvenes emigrantes, lo único que se venderá serán los palacetes en el Paseo de la Castellana o en la Diagonal. Y a inversores rusos y chinos.

Es lo que hay.

 

Gran palo a la usura. Tope a los intereses

A pasar por ventanilla

A pasar por ventanilla

De vez en cuando hablamos por aquí de los créditos rápidos y de en qué casos puede convenir pedir uno, o incluso de las reunificaciones de deudas y de sus posibles efectos, tanto salvadores, como tóxicos. Lo que decimos siempre, sin excepción es que al final hay que tener en cuenta que los intereses que se van a pagar son mucho más elevados, ha menudo hasta proporciones usurarias.

Pues bien: ese tema se ha aclarado por fin con una sentencia que salió ayer mismo y que vino a poner cierta claridad en lo que significaba jurídicamente en España el concepto de usura. A partir de esta sentencia, los tipos de interés que dupliquen el interés medio bancario, serán ilegales.

O sea, que si el interés medio es de un tres por ciento, ya no podrán cobrarse legalmente intereses del quince o del veinte por ciento, ni siquiera, como alegaban las compañías de créditos rápidos, para compensar el mayor riesgo que suponen estos productos financieros sin garantía, aval, estudio previo ni papeleo. Según la Sentencia del Supremo, estas condiciones justifican que los intereses puedan ser el doble, pero no más allá, y que si los riesgos van más allá, estaría bien que el préstamo no se concediese.

La sentencia, reza textualmente: “La concesión irresponsable de préstamos al consumo a tipos de interés muy superiores a los normales, facilita el sobreendeudamiento de los consumidores y trae como consecuencia que quienes cumplen regularmente sus obligaciones tengan que cargar con las consecuencias del elevado nivel de impagos, lo que no puede ser objeto de protección por el ordenamiento jurídico”.

Ya era hora de que alguien lo dijese.

Según varias asociaciones de consumidores, algunas empresas de microcréditos llegaban a ofrecer préstamos a un TAE de incluso el 1000%. En general, y para lo que llevamos de año, el interés normal bancario para los créditos al consumo está alrededor del 9%, con lo que cualquier préstamo con un TAE por encima del 18% pasa a ser nulo.

A ver si alguien acaba de meter mano alguna vez a las comisiones de estudio de las hipotecas y todos esos gastos que se añaden, como pro arte de magia, cuando un hipotecado tiene problemas. Quizás ahí, más que en la dación en pago, podría estar una verdadero alivio y una solución justa.

 

La hipoteca tras la morosidad. Hipoteca y ASNEF

Pozo para morosos

Pozo para morosos

Ahora que el mercado hipotecario repunta en algunos sitios, una de las preguntas más habituales es qué hacer para comprar una vivienda cuando quedan todavía secuelas de los malos tiempos, es decir, cuando por alguna deuda nos han incluido en alguna lista de morosos como  ASNEF.

De todos modos, y como hay muchas preguntas al respecto y quedó pendiente de algún artículo anterior, vamos a echar un ojo a lo que son estos registros de morosos.

1. ¿Cómo saber si nos han metido  en ASNEF?
Si una empresa con la que tienes una deuda te ha inscrito en ASNEF, tiene que informarte por correo certificado con un plazo mínimo de 30 días desde que te dio de alta en la lista. Es una obligación que a veces se salta, pero aún así conviene saber que existe, para ayudar en la posible reclamación.
Además, siempre es posible contactar con ASNEF-Equifax por correo electrónico (sac@equifax.es), correo postal (c/ Albasanz, 16, 28037 Madrid), fax (917 687 753) o teléfono (917 687 600 o 915 562 011) y preguntar qué ha sucedido.
2. ¿Cuánto cuesta saberlo?
Nada. Consultar la propia situación es gratis, aunque hay que acreditar la identidad del que consulta, aportando los datos que te vayan pidiendo. Todo bastante normal.
3. ¿Y quien puede consultar esa lista?

En general solo empresas, y sólo las que pagan una cuota para ello y cumplen algunas reglas. Los particulares no pueden consultar el estado de otras personas, al menos en teoría…
4. ¿Cual es la deuda mínima para que aparezcas?
No existe una deuda mínima. Puedes estar por diez mil euros, o pro quince euros, si el que te incluyó tuvo la voluntad de hacerlo pro ese importe.

5. ¿En qué puede perjudicarme estar en una lista de morosos?

Tendrás muchos más problemas para obtener un crédito, ya que el departamento de riesgo de las entidades prestamistas asumirá que concederte el préstamo conlleva un gran riesgo de impago. Además, ciertos bancos no permitirán, ni siquiera, el que abras una cuenta en ninguna de sus sucursales.

6. ¿Entonces ya nadie me concederá otro préstamo?
Ningún banco te concederá un préstamo hasta que tu nombre no sea borrado de ASNEF, pero todavía puedes pedir dinero a prestamistas privados. Lo primero, por supuesto, es tratar de salir del esas listas, y si no, buscar alguna de esas empresas que conceden préstamos con asnef, pero tendiendo en cuenta que va a salir más caro y va a suponer muchos límites y dificultades que de otro modo podríamos evitar. O sea, que lo más barato suele ser pagar.

7. Una vez pague, ¿cuánto tardarán en borrarme?

Deberían hacerlo el mismo día que pagues, pero con la cosa de los trámites y demás pueden tardar hasta un mes.. No obstante, recibirás una respuesta obligatoriamente en menos de 10 días.

8. ¿Y puedo seguir en la lista después de pagar?

Pues sí: a veces se mantiene una lista de antiguos morosos, y pueden tenerte en ella hasta seis años, pero no tiene los mismos efectos que la otra y no es normal.
pero tenlo claro: si estás en la lista de morosos, no hay hipoteca que valga…

 

Los pisos invendibles. Ese lastre.

En medio de ningún lado...

En medio de ningún lado…

Alertaban estos días diversas compañías financieras de que el problema del sector inmobiliario español está en un enorme contingente de pisos invendibles, que presionan a la baja el precio del resto, la tasación inmobiliaria general de las carteras y la posibilidad de abordar nuevas promociones.

La verdad es que a veces me quedo un poco sorprendido con estas cosas y me pregunto cómo es que hay gente que vive de decir obviedades, pero mirando el tema más de cerca, y estando como estamos en un blog de hipotecas, el apunte merece una mirada más cercana.

Por partes:

-1- En España, hoy como siempre, y lo mismo que en Beluchistán, se venden los buenos pisos y no se venden los malos. Que un piso sea bueno o malo depende fundamentalmente de su calidad, de su precio, de los vecinos que tengas y primordialmente de su localización. ¿Cuales son los pisos invendibles? Aquellos que, fundamentalmente por su localización, no van a encontrar comprador nunca jamás.

-2- ¿Por qué hay localizaciones invendibles? Porque hay lugares de España, cada día más, abandonados de la mano de dios y del gobierno. Lugares que pagan impuestos y no reciben nada a cambio. Lugares sin trabajo, ni servicios, ni atención de ningún tipo. Porque estamos concentrando la riqueza en manos de unas pocas localizaciones geográficas igual que la concentramos en manos de unos pocos individuos o grupos empresariales. Porque la desigualdad es parte de nuestro himno.

-3- ¿Por qué se construyó en lugares invendibles? Porque el piso no era un fin sino un medio. Un medio para conceder hipotecas que ayudasen a cobrar bonus, para obtener préstamos sin intención de ser devueltos y para saquear cajas de ahorros que luego serían rescatadas con el dinero de todos. Se construyó en lugares invendibles porque lo que importaba era que el arquitecto cobrase el proyecto, los obreros los jornales y los políticos la recalificación del terreno, importándole un pimiento el resto a todo el mundo, desde la madre del obrero que tenía un buen jornal al ciudadano de a pie que veía cómo subía el chamizo heredado de su abuela.

-4- ¿Qué se puede hacer? Las compañías financieras hablan de abordar directamente demoliciones, lo que viene a ser el equivalente inmobiliario de quemar el trigo para que no baje de precio.

-5- ¿Mi opinión? ¡Y una mierda! Porque para poder derribarlos alguien tiene que comprarlos previamente u obtener una ventaja fiscal para darlos de baja y no estoy dispuesto a que me vuelvan a sangrar con esa historia. Que hagan más atractivas esas zonas para que los pisos dejen de ser invendibles, o que apechuguen.

Proclamo.

Hipoteca y reunificación de deudas

Español típico abriendo la puerta al rescate...

Español típico abriendo la puerta a una reunificación de deuda

La reunificación de deudas consiste, fundamentalmente, en constituir una nueva hipoteca sobre la vivienda de modo que en ella se engloben las demás deudas de la familia, desde las tarjetas de crédito, a  las letras del coche o cualquier otra deuda que se pueda tener.

En principio, suena bien, porque se trata de evitar productos financieros con costes muy altos y sustituirlos por otro de un coste mucho menor, como la hipoteca, que siempre es un producto más barato ya que lleva aparejada la vivienda como garantía. Pero sustituir productos caros por otros baratos no siempre es buena idea, porque al final, el montante de lo que se va a pagar es muy superior, ya que una hipoteca es una deuda a muy largo plazo mientras las tarjetas o los coches se reintegran a un plazo menor.

El problema de este producto es que se suele usar para lo que no se debe: o sea, para ganar tiempo. Algunas familias, muy agobiadas por su situación temporal, quieren reducir la cuota mensual para ir tirando un tiempo a ver si las cosas mejoran. Desde luego, entre susto muerte, está bien elegir susto, pero hay que tener claro que el monto total aumenta y que las entidades que hoy en día se ocupan de la reunificación de deudas suelen poner unas condiciones más allá de lo draconiano, pues los bancos no están nada o casi nada interesados en perfiles de cliente de este tipo.

Además, la reunificación de deudas es muy cara ya de por sí, pues obliga a cancelar todos los créditos anteriores, con su cotes de papeleo, y sustituirlo por uno nuevo que, las más de las veces, tiene que pagar nuevas escrituras y hasta nuevos impuestos.

Sí, se lo que estáis pensando;: es una cosa a la que acudir cuando estás muy jorobado y después ya se verá. Pero tened en cuenta que eso también lo piensan ellos y ya procuran atornillar las cláusulas todo lo que pueden y más, y elegir muy bien a sus clientes. o sea que si pensáis marcharon a Bolivia, dejando aquí el marrón, tened en cuenta que eso también lo han pensado ellos y que de alguna manera os lo están cobrando.

En cualquier caso, tened en cuenta una cosa: que los prestamistas privados son peligrosos, porque saben más que vosotros y están ahí para cobrar lo suyo, los intereses y lo que no habíais imaginado, y que en España la ley no dice claramente lo que es la usura, así que, antes de nada, os leéis el Mercader de Venecia, de Shakespeare, y luego hablamos…

Por si acaso.

Cuando la mejora no mejora

¿Quién lo iba a decir?

¿Quién lo iba a decir?

Las hipotecas pueden llevar poco a poco, muy lentamente, el mismo camino que llevan las pensiones: que con el paso del tiempo resulta que el verdadero problemas está en que no hay inflación, sino deflación, con lo que las cargas, en vez de reducirse paulatinamente por el paso del tiempo, se van incrementando con una realidad que nadie tenía prevista.

Digámoslo claro: buena parte de la gente que firmó una hipoteca a treinta años no calculó muy bien los riesgos que ese inmenso plazo implica. No calculó que uno de los dos miembros de la pareja podía quedarse en el paro. No calculó que podían separarse. No calculó que el valor de la vivienda podía reducirse (porque los pisos no bajaban nunca) y no calculó que los salarios, en vez de subir un poquito cada año (mientras la hipoteca permanecía fija), podían reducirse un poquito cada año, mientras la hipoteca, igualmente fija, apretaba cada vez un poco más.

El problema lo estamos viendo muy de cerca en lso datos de la Seguridad Social y su tesorería, que tenía previsto que con la mejora del empleo y la actividad  sus ingresos aumentasen casi un 7% mientras que sus gastos aumentaban alrededor de un 2,5% debido a las nuevas pensiones que debían pagarse, etc. ¿Y cual ha sido la realidad? Que aunque el empleo ha crecido alrededor de un 3%, los ingresos sólo han aumentado en un 0,7%, o sea, seis puntos y medio menos de lo previsto. La razón es clara: las pensiones y sus cuentas estaban calculadas para una base de cotización medio de 1080 € y resulta que los españoles cobran un salario muy inferior a eso.

El agujero final de la Seguridad social es de casi cinco mil trescientos millones de euros, y habrá que tirar una vez más de la depauperada hucha, esa hucha que, invertida en deuda pública, ya casi no ofrece ningún rendimiento, porque los tipos de interés son extremadamente bajos (y que sigan así, por dios, o nos estrellamos con todo el equipo…)

Estamos ante una reducción de salarios sin precedentes. Estamos ante el fenómeno, de todos conocido, de que tras cambiar de trabajo, o tras volver al mercado laboral después de pasar un tiempo en el paro, no hay manera de seguir cobrando lo que se cobraba en el anterior, sino siempre un poco o un mucho menos. Estamos ante la realidad de que al jubilarse un trabajador que cobraba mil seiscientos euros se le sustituye por otro de ochocientos veinticinco, o por un becario de cuatrocientos.

Y así no pueden salir las cuentas de la Seguridad Social. Ni las de la hipoteca, ni las de nada en absoluto… Así es como quiebran las cuentas públicas, como cierran las panaderías de barrio y como todo se complica lentamente mientras se supone que nos recuperamos.

Y eso es lo malo: que cuando la mejorar no mejora, el empeoramiento puede ser mortal.