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Cuando son los bancos los que meten el dinero debajo del colchón

Será por liquidez...

Será por liquidez...

Estaba pensando titular el artículo “2011, el año que no subió el Euribor“, después de repasar lo que habíamos escrito por aquí a finales de 2010. Porque el caso es que una de las  principales noticias hipotecarias de este año es que los que las revisiones hipotecarias no han sido tan desastrosas como pensábamos.

Las hipotecas nuevas han sido cada vez más caras y más difíciles de conseguir, pero al menos las antiguas no se han puesto por las nubes, acabando de aplastar las economías familiares, como temíamos.

¿Y por qué sospechábamos que podía ocurrir algo así? Por la ausencia de liquidez, la ausencia de crédito y la desconfianza generalizada de los bancos a prestarse dinero entre ellos en el mercado interbancario.

Y ahí es donde cambié de opinión sobre el título de este último artículo del año.

Porque lo cierto, amigos, es que los bancos vuelven a tener dinero. Lo cierto es que el Banco Central Europeo a metido dinero a espuertas en las últimas subastas de liquidez, y lo cierto también es que los bancos han decidido que prefieren no tener dinero a tenerlo. Una cosa muy extraña y muy peligrosa para familias y pymes.

Trato de explicarlo, porque tiene miga:

El Banco Central Europeo ha lanzado enormes subastas de liquidez a tres años. Nada menos que quinientos mil millones de euros. A esas subastas acudió alegremente toda la banca europea, y acto seguido, de los quinientos mil millones de euros que tomaron prestados, volvieron a depositar en el BCE cuatrocientos diez mil millones. O sea que cogieron el dinero para tenerlo disponible si lo llegaban a necesitar, pero no para ponerlo en circulación.

En estas circunstancias, lo que tenemos no es ya una crisis de liquidez, sino una situación en la que los bancos se niegan a actuar como bancos, dejando a las autoridades monetarias sin capacidad de maniobra, porque lo más que pueden hacer los goibiernbos es prestar dinero a los bancops para que estos lo hagan llegar a la calle. ¿Pero qué pasa cuando los bancos no se fían ni de sí mismos y el dinero no llega a la calle?

Lo veremos en el próximo episodio de este culebrón al que llamamos Crisis del Euro.

De momento, feliz Año Nuevo.

El alquiler crece, aunque por debajo del IPC

Ya ni el alquiler es una buena inversión

Ya ni el alquiler es una buena inversión

Según publicó el Instituto Nacional de Estadística a finales de la semana pasada, el alquiler medio en España creció un 0,9% en tasa interanual durante el pasado mes de noviembre, es decir, comparado con el mismo período del año anterior, una cifra que aunque parece positiva es negativa.

Y lo es porque es un crecimiento que se encuentra ampliamente por debajo del Indice de Precios al Consumo, el cuál cerró noviembre en el 2,9%, con lo que se advierten dos puntos porcentuales de diferencia que revierten de manera negativa en los propietarios de las viviendas en alquiler, que llevan ya once meses de manera consecutiva sufriendo esta situación de alquileres creciendo por debajo del IPC.

Desglosando por regiones españolas, nos encontramos con que el País Vasco fue la región donde más creció el alquiler de la vivienda durante el mes de noviembre, ya que se produjo un crecimiento del 1,6%, quedando por delante de Cataluña, con un crecimiento del 1,3%, y de Asturias y Galicia con el 1,1%. Después vendrían Andalucía, Cantabria, Castilla y León y Castilla La Mancha, con el 1% cada una, y Canarias, justo en la media, con el 0,9%.

Por debajo de la media nacional se encontraron Aragón, con el 0,8%, Islas Baleares y Extremadura, con un incremento del 0,7%, la Comunidad Valenciana con el 0,5%, Melilla, con un incremento del 0,4%, Madrid, con un alza del 0,3%, Ceuta, del 0,2%, y Murcia y La Rioja, con un incremento del alquiler del 0,1%.

En el otro extremo, la única región española que sufrió un descenso en el precio del alquiler de sus viviendas fue Navarra, donde se produjo una caída del 0,4%, algo que ya se había venido observando en los últimos meses y que no hace sino certificar la tremenda burbuja en la que vivía la Comunidad.

En definitiva, seguimos anclados en una situación insostenible para los propietarios, tanto de viviendas para la venta como de vivienda para el alquiler, lo que demuestra que la vivienda, en estos momentos, ha dejado de ser claramente una buena inversión convirtiéndose, por contra, en un lastre del que es muy difícil deshacerse, al menos hasta que se produzca una ligera recuperación en la economía en su conjunto.

Alquiler social vs. viviendas vacías

Vacía o a precio de saldo

Vacía o a precio de saldo

Si hay una situación lacerante que hace daño a la vista y que certifica el estado en el que la burbuja inmobiliaria dejó a nuestro país tras su estallido, es la ingente cantidad de edificios repletos de viviendas vacías que pueblan nuestra geografía a lo largo y ancho de todo el país, lo que provoca una situación de indignación si tenemos en cuenta la gran cantidad de familias que no pueden acceder a una vivienda en estos momentos.

Por ello, las asociaciones de consumidores parecen haber encontrado una calle de en medio que podría beneficiar tanto a las familias con dificultades económicas como a las propias entidades financieras, con lo que se generaría una situación de suma positiva, en la que todos ganarían.

Se trataría de ofrecer las viviendas vacías en propiedad de las entidades financieras en el mercado de alquiler, pero con unas rentas por debajo de las de mercado, lo que se llama alquiler social, bajo unos estrictos y rigurosos requisitos de renta que eviten el fraude.

Con ello, las familias con mayores dificultades económicas reales podrían optar a una vivienda digna por un precio asequible y asumible para sus bolsillos, pudiendo destinar el resto del dinero a cubrir otras necesidades primarias que pudieran tener.

Por otro lado, las entidades financieras también saldrían ganando, ya que obtendrían liquidez, convertirían en líquido sus pasivos, algo especialmente importante en un mercado inmobiliario en el que no hay salida para la venta de viviendas y la acumulación de inmuebles se está convirtiendo en una situación puramente insostenible.

Sin embargo, de momento no parece que las entidades financieras en su conjunto estén por la labor, salvo honrosas excepciones, como el de la Caixa, que hace unas semanas lanzó al mercado una propuesta similar, garantizando así el acceso a la vivienda de las familias con mayores dificultades económicas reales.

En definitiva, se trataría de darle un uso a las viviendas vacías para que familias que, de otra forma, tendrían que vivir en casa de familiares o de la beneficiencia, pudieran tener un futuro digno con un alquiler pagado por sus propios ingresos y soñar con posibilidades de recuperación de su situación en cuanto el escenario económico fuera propicio.

Hipoteca y retraso judicial

Denunciante en la sala de espera

Denunciante en la sala de espera

Es una idea generalizada pero que nadie parece querer escuchar: el retraso en la justicia hace que al final cualquier resolución sea siempre injusta, por tardía. Entre la acumulación de garantías, la extensión de los plazos, la cantidad de gente que se pasa media vida intentando retrasarlo todo y el sistema decimonónico que aún impregna nuestros tribunales, lo cierto es que la resolución de los casos se eterniza.

¿Y qué ocurre? Que las hipotecas no esperan.

Hace unos pocos días saltaba a la luz la noticia de que algunos juzgados estaban dando fechas de 2014 para resolver casos de despido procedente o improcedente, con lo que el trabajador despedido tendría que esperar tres años para saber si cobra indemnización y cuánto va a cobrar.

Lo mismo sucede, más o menos, con los desahucios por impago, que tardan meses o incluso más de un año, haciendo así que los propietarios prefieran no alquilar sus viviendas o cobren por ellas mucho más de lo normal, en previsión de encontrarse en este especie de callejón sin salida que es acudir a la Justicia.

Según explica en su informe trimestral el Consejo General del Poder Judicial, estos retrasos se están acumulando con mayor frecuencia y dilación en todo lo referente a desahucios, embargos, despidos, concursos de acreedores, reclamaciones de cantidad. Si encima te toca lidiar con una administración pública, la cosa es aún peor, porque los contenciosos administrativos pueden prolongarse hasta seis años.

Por supuesto, a algunos puede parecerles que es buena noticia que se retrasen los desahucios, pero el hecho es que la impunidad no beneficia a nadie, y menos aún a quienes pretenden cumplir puntualmente con sus obligaciones.

Y el retraso es siempre injusticia y muchas veces impunidad.

Quizás sea el momento de pensar en otro tipo de soluciones, especialmente en temas tan sensibles como el trabajo. La más utilizada fuera de nuestras fronteras, y con mejores resultados, es el arbitraje. Mediante el arbitraje ambas partes se ponen de acuerdo en nombrar a un tercero que dictamine sobre su caso y a aceptar su decisión. Es más barato y más rápido, pero tengo la impresión de que precisamente por eso lo rechazan algunos: porque no quieren justicia, sino marear la perdiz.

Justo, mira por dónde, lo que más perjudica a la gente de a pie y más beneficia al que tiene recursos para seguir, mientras tanto, pagando su hipoteca.

La hipoteca y el tamaño del piso

Se batirá conmigo quien quiera un trastero...

Se batirá conmigo quien quiera un trastero...

En primer lugar, y como provisión mayor, hay que decir que todas las hipotecas se han reducido, tanto en número como en importe concedido. Hecha esta salvedad, hay que señalar que algunos expertos, señalan a los pisos pequeños y a los apartamentos como el peor grupo de stock, dentro de la gravedad en que se haya el sector entero.

Concretamente, en el III Salón Inmobiliario, celebrado en Madrid a finales de noviembre, se ha constatado la desaparición casi absoluta del mercado de la vivienda de los jóvenes entre 25 y 30 años, que eran los que antes demandaban esta clase de inmuebles. Los pisos de una y dos habitaciones empiezan, por tanto, a quedar para los divorciados o los solteros de mayor edad, y hasta los divorcios se han reducido con la crisis.

No voy a descubrir la pólvora diciendo que el paro juvenil es realmente alarmante en España, pero esta cifra no sólo confirma lo que ya sospechábamos, sino que ahonda en los peores temores: toda una generación de jóvenes españoles se está labrando , desde ya, un duro camino para el resto de su vida, ya que sin cotizar, sin poder iniciar una carrera profesional y sin poder independizarse siquiera en muchas ocasiones, parten con una carga que les será muy difícil de sacudir en el futuro.

Según esas mismas fuentes del Salón Inmobiliario, el comprador medio de un piso ronda actualmente los 45 años y busca pisos de entre tres y cuatro dormitorios. Por tanto, la época en la que los promotores compraban pisos grandes para reformarlos y convertirlos en pequeños apartamentos parece haber quedado atrás y para mucho tiempo.

El tamaño de los pisos, el modo en el que vivimos y la gente con la que podemos convivir también viene marcada por las condiciones económicas del momento. Pero eso ya lo suponíamos, ¿no?

Las grandes inmobiliarias al borde del precipicio

Las inmobiliarias a puntito de caer

Las inmobiliarias a puntito de caer

La mejor manera de medir el calado de la actual crisis es, sin duda, analizar las consecuencias que están sufriendo las principales inmobiliarias de este país a la hora de vender más o menos inmuebles, y en este sentido los datos son realmente demoledores con un decremento en ventas de grandes dimensiones.

Así, las seis principales empresas inmobiliarias de este país, como son Metrovacesa, Martinsa Fadesa, Colonial, Reyal Urbis, Realia y Quabit, han presentado datos de ventas hasta septiembre de 2011 realmente desoladores con apenas 1.3329 viviendas vendidas durante todos los primeros nueve meses del año.

La que más actividad ha presentado ha sido Martinsa Fadesa con 717 ventas, aunque se trata de una cifra engañosa ya que la gran mayoría de estas ventas se han realizado al mercado internacional, con lo que la influencia de la crisis nacional en este apartado ha sido menor.

Las otras cinco empresas inmobiliarias han reducido sus ventas en porcentajes superiores al 60-70% con respecto a los períodos previos al pinchazo de la burbuja inmobiliaria, en gran parte como consecuencia de la falta de demanda por las familias españolas, pero también como consecuencia del parón generalizado del crédito en nuestro país.

Sin embargo, desde el sector inmobiliario se confía en que la llegada del Partido Popular al Gobierno sirva para dinamizar la compra-venta de viviendas a gran escala y permita que el sector se vaya, poco a poco, recuperando e inicie la senda del crecimiento.

En este sentido, durante la campaña electoral Rajoy ya anunció la recuperación inmediata, y de manera retroactiva, de la desgravación fiscal por compra de vivienda a todos los ciudadanos, y no sólo a aquellos con rentas inferiores a los 24.000 euros, como aprobó el Gobierno socialista.

Durante la campaña se apuntó también a dinamizar el crédito por parte de las entidades financieras, con incentivos fiscales apropiados y exigencias en función de los avales que el Gobierno español ha venido concediendo desde el estallido de la crisis.

En definitiva, nos encontramos en una situación límite, ya que los pagos de los créditos de estas empresas inmobiliarias están a punto de vencer y necesitan urgentemente una solución para conseguir vender sus viviendas, y poder reactivar el sector, lo cuál redundará, necesariamente, en una recuperación del empleo.

Los embargos no se detienen

El temido cartel que aquí no nos ponen...

El temido cartel que aquí no nos ponen...

Supongo que estos informes habrá que tomárselos con la máxima prudencia, porque proceden de parte interesada, pero tras un pormenorizado estudio, la Asociación de Afectados por Embargos y Subastas (AFES) afirma que casi una de cada cinco hipotecas firmadas entre 2004 y 2008 están en peligro de convertirse en embargos y desahucios.

Para que los números gordos nos ayuden a valorar el problema en su verdadera magnitud, más de setecientas mil viviendas de los casi cuatro millones de hipotecas que se firmaron en aquellos años dorados pueden haber sido ejecutadas a finales de 2014 o principios de 2015.

Según este mismo informe, hasta la fecha se han producido ya 171.000 embargos, a los que hay que sumar una cifra muy similar de viviendas en proceso de ejecución hipotecaria. A esta cifra hay que sumar otros trescientos setenta y cinco mil embargos que se prevén para antes de que acabe 29013. Se toma como base para este cálculo la relación entre el coste de las letras mensuales y la renta media de las familias, muy afectada por la incidencia del desempleo.

En total si hacemos cuentas, resulta que las viviendas afectadas por esta clase de procesos rondará una cifra muy similar a todas las hipotecas que se firmaron durante 2004. Y para colmo de males, AFES aclara, curándose en salud, que estas cifras contemplan sólo el escenario más favorable, es decir, que el paro y la crisis se queden como están, porque si llegamos a ver una depresión mayor, como algunos vaticinan por los problemas de la deuda soberana, entonces las cifras podrían ser peores.

Mientras tanto, se estudian fórmulas para que los bancos no tengan que quedarse con los pisos al tiempo que consigan mantener una mínima solvencia en sus balances, ya que de lo contrario la falta de crédito acabaría de estrangular cualquier conato de recuperación económica.

Y que eso es lo que sucede con las grandes borracheras: que tienen grandes resacas.

Hipoteca, Euro y devaluación

Búho germánico vigilando la ortodoxia monetaria

Búho germánico vigilando la ortodoxia monetaria

En el artículo de este viernes comentaba un lector las posibles consecuencias que acarrearía la devaluación del Euro, y lo hacía además con mucho tino.

No obstante, y llevando el debate al tema hipotecario, me gustaría incidir sobre ese asunto, pues son muchas las personas que hablan de la devaluación como posible salida.

Como primera provisión, y ya que mi obligación aquí es mojarme, yo estoy a favor de la devaluación del Euro. Y a pesar de ello estoy de acuerdo, también, con Dabeman y su comentario.

Me parece completamente cierto que tenemos un Euro de dos velocidades y que nuestro peor problema es la convivencia fiscal de naciones desarrolladas con otras que solamente lo simulan pero están más cerca de la república bananera que del estado moderno.

Estoy de acuerdo también en que en estos momentos una devaluación del Euro supondría un duro encarecimiento de todas las importaciones en general y muy en particular de la factura energética, lo que seguramente complicaría la recuperación.

Sin embargo, hay otra vertiente que es la que me convence de estar a favor:

-Por un lado, al mejorar nuestra capacidad de exportación y empeorar la de importación, pondríamos cierto remedio a la salvaje sangría de nuestra balanza de pagos.

-El problema actual es fundamentalmente un problema de liquidez, por lo que una devaluación inyectaría automáticamente liquidez en el mercado, con lo que sería un modo de que las hipotecas y los créditos a las pymes volviesen a fluir. Todos sabemos que eso tiene efectos negativos en otros aspectos, pero siempre se podría, y se debería, amortizar esa liquidez en un plazo razonable de tiempo.

-Una devaluación reduciría las necesidades de capital de los bancos y permitiría salvar el sistema financiero para, con más tiempo, ajustarlos al nuevo modelo.

-Una devaluación, con su consiguiente inflación, aliviaría las deudas  de los hipotecados, lo que podría reavivar de manera sensible el consumo interior.

Estas son mis razones pero, por supuesto, hay que entender una cosda fundamental: una devaluación es una subvención de los que tienen ahorros a los que tienen deudas. Y a Alemania, por ejemplo, le da la risa subvencionarnos. No sé decirlo más claro.

P.D: Muchas gracias a Dabeman por el pie que me da.

Y bajaron los tipos de interés

Sien embargo, los que ya sabemos, vigilan...

Sien embargo, los que ya sabemos, vigilan...

Como decía ayer Edmaert Rusan, todo el mundo estaba pendiente de la decisión que tomaría Draghi sobre los tipos de interés después de haber comenzado su andadura como presidente del Banco Central Europeo.

Al final, decidió oír la voz de los mercados y bajó  el precio del dinero un cuarto de punto, hasta el 1,25 %, lo que supone por una lado hacer lo que le pedían y por otro, sorprender a los mercados, pues nadie contaba con que lo hiciera tan pronto.

Mario Draghi no quiso dar más pistas sobre los movimientos futuros, aunque se mostró pesimista sobre el efecto que las turbulencias de la deuda pública tendrán sobre el crecimiento económico del año que viene, que puede ser nuevamente de recesión.

Para mí, la buena noticia, la verdaderamente buena, reside en que al fin tenemos al frente del Banco Central Europeo a alguien que concede importancia a la inflación, pero sólo en su justa medida. El empecinamiento de Trichet en mantener la estabilidad de precios a costa de los ciudadanos, de las empresas y de lo que hiciera falta, me pareció siempre el exceso de ortodoxia del que, a falta de ideas, sigue al pie de la letra el manual para que no puedan afearle nada.

Con la que está cayendo, probablemente los precios no suban tanto como Trichet temía, y si suben será por un repunte del precio de la energía y no pro este temporal alivio a los agobios de los endeudados.

¿Y cuales son los efectos de estos para nuestras hipotecas? En realidad escasos, porque el problema del Euribor es que se centra en el mercado interbancario, un mercado en el que en estos momentos nadie se fía de nadie y no se prestan un duro. Sin embargo, el Euribor ya ha comenzado a bajar y esta puede ser una buena señal de casa a los meses venideros.

No todo van a ser malas noticias, caray…

Nuevo cerco a los inquilinos morosos

Proceso judicial

Proceso judicial

Que el tema del alquiler no funciona lo sabemos todos, y precisamente por eso van saliendo leyes, lentamente, que intentan apuntalar lo que de por sí es un agujero de fianzas abultadas y desconfianza incesante. Un agujero que a la larga se convierte en alquileres caros y condiciones draconianas para la mayoría cumplidora que prefiere no meterse en una hipoteca.

Hace algún tiempo, y ya hablamos de ella, salió la ley de desahucio express, pero ha sido tan inútil y tan reiteradamente incumplida que le Gobierno se ha visto en la necesidad de sacar un nuevo parche, intentando, de nuevo, que el inquilino moroso se vaya a la calle en el menor plazo posible después de no pagar.

A partir de hoy mismo entra en vigor la Ley/37/2011, de 10 de octubre, de medidas de agilización procesal que modifica la Ley de Enjuiciamiento Civil, de modo que los arrendatarios con rentas impagadas tendrán tan sólo 10 días para responder ante juez por la denuncia cursada por sus caseros. Y si no lo hicieran en este plazo, se les desalojará sin necesidad de juicio.

Teóricamente, la idea es que el propietario pueda recuperar su casa en dos o tres meses como mucho, en lugar de los diez o doce, que es lo que se tarda actualmente. Pero ojo: que hay que notificar al inquilino moroso, y los inquilinos morosos, precisamente, no se dejan notificar nada con facilidad.

En la práctica, todo dependerá de la prisa que se den los juzgados en ejecutar las leyes, y como los conceptos prisa y juzgados son totalmente incompatibles, no creo que esto ayude a que los caseros se sientan más protegidos, ni a que salgan más pisos al mercado reduciendo el precio de los alquileres.

Porque en este país lo que sobran son leyes y lo que falta es voluntad de cumplirlas o de hacerlas cumplir.

La pescadilla que se muerde la cola

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El Banco de España ha publicado esta semana los datos de la tasa de morosidad de las entidades financieras españolas y lo cierto es que son realmente descorazonadores con un incremento de 0,2 puntos porcentuales con respecto al mes anterior y de punto y medio porcentual con respecto al mes de agosto de 2010.

En concreto, la tasa de morosidad de las entidades financieras se situó en el 7,14%, con las entidades de depósito, bancos, cajas, y cooperativas de crédito, por encima del 7%, y los establecimientos financieros de crédito sobre el 9%, en unas cifras claramente insostenibles.

Pero mucho más que ello, se trata de una situación que podríamos catalogar perfectamente como la de la pescadilla que se muerde la cola. Recordemos que la tasa de morosidad no es más que un ratio entre el volumen total de créditos sostenidos por las entidades financieras y el volumen de créditos de dudoso cobro.

Por tanto, la tasa de morosidad puede verse incrementada por dos movimientos bien diferenciados. Por un lado, el incremento de los impagos, causados en estos momentos por la elevada tasa de desempleo que impide a los ciudadanos de bien poder pagar sus cuotas pendientes.

Y, por otro, también puede verse incrementada por la contracción de la oferta de crédito de las entidades financieras. Es decir, si los créditos de dudoso cobro se mantienen constantes, pero se conceden menos créditos, la tasa de morosidad se verá incrementada necesariamente.

El problema es que las entidades financieras se fijan explícitamente en esta tasa de morosidad a la hora de determinar el volumen de créditos que conceden, por lo que si observan una tasa elevada, reducirán más el crédito, lo cuál revertirá directamente en un incremento mayor de la tasa de morosidad.

En definitiva, nos encontramos con que las entidades financieras no conceden créditos porque la tasa de morosidad es elevada y ésta es elevada porque las entidades no conceden créditos, en un círculo vicioso que será muy difícil de romper, a no ser que los ciudadanos comiencen a reducir, de manera drástica sus impagos, lo cuál si revertiría en una reducción de la tasa de morosidad.

La banca sube las cuentas, las tarjetas… y las hipotecas

El banquero está ya en el primer puesto para el siguiente podium

El banquero está ya en el primer puesto para el siguiente podium

Estamos en época de presentar resultados ante los amados accionistas y los bancos, por sus buenas o malas costumbres, no se pueden permitir reconocer que el negocio no va como antes. Este es el peaje que hay que pagar por la democratización de la economía que significa el acceso general a los mercados financieros, y por depender más de la imagen pública que del estado real de las cuentas.

Como la economía real no parece darse por aludida con los altisonantes llamamientos de las cumbres europeas, el FMI y el sursum corda, los bancos han decidido tirar por la cale del medio y apretar allí donde creen que habrá menos reacción negativa por parte de los clientes.

Para ser más precisos, las comisiones por mantenimiento de las cuentas bancarias ha pasado en en septiembre a 26 euros de media, desde los  22,5 que costaban en diciembre del año pasado. Lo mismo pasa con las comisiones pro las cuentas de ahorro y casi todos los demás productos financieros, a lo que hay que añadir que el descuento de efectos financieros, como pagarés, además de una labor titánica se ha convertido en un producto prohibitivo.

En lo que respecta a las tarjetas, lo que pagamos anualmente por tener una tarjeta de débito pasa ahora a una media de 20 euros, desde los 17,50, aproximadamente, que costaba el año pasado. Si la tarjeta es de crédito, en lugar de ser de débito, el precio anual de esta tarjeta pasa a una media de 37 euros.

En lo que a nosotros nos ocupa, que son los créditos y las hipotecas, la comisión de estudio para la apertura de una cuenta de crédito, esas que usamos en las reformas de los pisos, o en el funcionamiento diario de un negocio, las comisiones de estudio y apertura llegan ahora a un 1,2% y a un 3,20% respectivamente. Para las hipotecas, la comisión media de estudio es casi ya del 1 % y la de apertura llega a una media del 3,80 %.

Y todo esto sin contar con que también se han encarecido todos esos productos colaterales que nos exigen a menudo, como las pólizas de seguros, los planes de pensiones , etc.
O sea que va siendo hora de que hagamos cuentas de veras sobre lo que sacamos de los bancos y lo que nos cobran por ello, porque poco a poco empieza a ser una sangría importante.