Archivo de la categoría: Hipotecas

El gobierno anima a comprar piso

virusYo ya no me quiero meter en si el Gobierno tiene credibilidad o influencia para convencer a nadie de que compre un botijo, así que menos una cosa de tanto valor y tan importante como una vivienda.

No me quiero meter tampoco a las vueltas que da la vida, cuando la izquierda española criminalizó a los constructores llamándoles especuladores y alimañas sociales, y tenemos ahora que hay que ayudar a este pilar básico de la economía española, y bla, bla, bla…

No me quiero meter tampoco a calificar aquellas genialidades del genio Rodrigo Rato, cuando afirmaba que si los pisos subían era porque se vendían, y si se vendían era porque la gente sabía que la vivienda nunca baja y es una reserva segura de ahorro y capital.

Lo que sí tengo la obligación de ver, y de comentar con vosotros, es que llevamos años intentando incentivar la compra de vivienda con cualquier pretexto. Veo que se suprimió la desgravación por compra de primera vivienda el año pasado con esa doble intención: recaudar más impuestos y, de paso, meterle prisa a la gente para que comprase.

Y ahora, la gran pregunta: ¿Y por qué  esas prisas? Porque el plazo para dar cuentas a Europa del estado de nuestros bancos empieza a agotarse, y cuantos más pisos hayan sacado bancos y cajas de ahorros de su balance, menos tendrá que poner el Estado para rescatarlos o para garantizar su inmenso, descomunal agujeros.

O sea que no penséis que cuando un ministro aconseja comprar piso ahora lo dice porque piense que van a subir en un futuro cercano: lo dice porque todos los pisos que los bancos y las cajas no vendan, formarán parte de ese patrimonio dudoso que el Estado terminará soportando de una u otra manera.

Así que, por mi parte, un consejo: si ellos dicen que que hay que respirar, casi mejor elijo ahogarme. Hasta ahí llegan mi confianza…

Nuevo revés judicial para el sistema financiero

Revés para los bancos

Revés para los bancos

Según van avanzando los meses y los ciudadanos empiezan a conocer sus derechos y sus posibilidades para acudir a los tribunales, las sentencias a favor de los hipotecados y en contra del sistema financiero se van acumulando en la hemeroteca de noticias reseñables, con lo que se demuestran los años de tiranía y abusos que hemos venido sufriendo en este país.

La última se ha producido en Navarra, donde la Audiencia Provincial de Pamplona ha dado la razón a un hipotecado que defendía que con la entrega de su vivienda la deuda que mantenía con el banco debería quedar saldada, ya que el precio que debería de tenerse en cuenta era el de tasación en el momento de concesión de la vivienda, y no el precio actual, depreciado por la crisis, como defendía la entidad bancaria.

Se trata, por tanto, de una dación en pago en toda regla, aunque con una doble connotación, ya que genera un peligroso precedente, al menos para las entidades financieras. Si la sentencia sienta jurisprudencia, no legal pero sí racional, de que el valor de la vivienda será siempre el de la tasación y no el actual en cada momento, las pérdidas de los bancos y cajas se van a disparar porque muchos serán los hipotecados que utilizarán esta sentencia en su beneficio.

Lo que es evidente es que las entidades financieras están abusando de la sociedad ya que, como bien dice la sentencia, fueron ellos mismos los que provocaron la crisis que ha generado la depreciación de los inmuebles, por lo que es inmoral que ahora utilicen esta reducción de precio en su beneficio, sin asumir parte de la pérdida.

Y es que el concepto de que “los bancos no se casan con nadie” y que “los bancos nunca pierden” parece haber llegado a su fin. Ya es hora de que los ciudadanos tomen cartas en el asunto y hagan valer sus derechos, al igual que tienen que cumplir con sus obligaciones.

Esta sentencia, al igual que todas las anteriores, muestra un camino a seguir por todos para salir de la crisis con una relación entre las entidades financieras y los ciudadanos de igual a igual.

Los tres dogmas sagrados de la vivienda

La santísima trinidad del sector inmobiliario

La santísima trinidad del sector inmobiliario

Siglos y siglos embaucados por el dogma de fe de la santísima trinidad (aquello de tres en uno, o uno en tres, o vaya usted a saber), y resulta que la vivienda, el sector locomotora de este país durante tantos y tantos años, ha copiado el mismo esquema y también se mueve, o se movía, sobre la base de tres dogmas sagrados.

Según Fernando Encinar, jefe de estudios de Idealista.com, en una entrevista concedida a Telemadrid, la vivienda en España se ha venido moviendo bajo la dirección marcada por tres dogmas de fe absolutos: el precio de la vivienda nunca puede bajar, alquilar es tirar el dinero, y no se puede vender la vivienda por debajo del precio que se pagó por ella.

Dogmas que han evitado que el sector se equilibre con la crisis y el estallido de la burbuja inmobiliaria, ya que la negativa de los propietarios a vender sus inmuebles por debajo del precio que pagaron por ellos ha ocasionado el exceso de oferta que ahora vivimos. Si se hubieran bajado los precios lo suficiente, las leyes del mercado, con sus ineficiencias, claro está, nos dicen que hubieran encontrado su demanda, pero manteniendo los precios de manera artificial lo único que han conseguido es mantenerse sin ser vendidos.

Los otros dos dogmas han ido cayendo por su propio peso, y sin que nadie pudiera hacer nada por evitarlo. El dogma de que el precio de la vivienda nunca puede bajar se ha venido abajo en cuanto desapareció el crédito y la estabilidad laboral que fomenta la compra de vivienda. Con ello, el precio de las viviendas baja y seguirá bajando.

Esa inestabilidad laboral de la que te hablaba ha provocado, a su vez, la caída del otro dogma, el hecho cultural diferenciador español de que alquilar es tirar el dinero. Ahora que la gente no tiene trabajos estables y no sabe lo que les deparará el futuro, alquilar no es que no sea tirar el dinero, es que es la única alternativa viable.

En definitiva, Fernando Encinar, ha resumido en tres dogmas la realidad del sector inmobiliario español, y como todo dogma de fe, hasta que no sean completamente eliminados de nuestro subconsciente, el sector no acabará de recuperarse.

El embargo. La solución final de la hipoteca.

Aún le quedan 300 años de hipoteca

Aún le quedan 300 años de hipoteca

Y no me refiero a que la hipoteca se arregle, no. Cuando digo solución final lo digo esta vez en aquella acepción de los años treinta. Aquella tan macabra, ya sabéis…  Perdonadme el detalle, pero para mucha gente el embargo suena un poco a eso.

Para empezar, la definición, y así hablamos todos de la misma cosa: el embargo es el conjunto de actividades cuya principal finalidad es afectar bienes concretos del patrimonio del deudor a una concreta ejecución procesal frente a él dirigida. O dicho mejor y con menos palabras, que para eso soy escritor y no legislador: el embargo es quitarle a una persona sus bienes para que estos sirvan de pago de una deuda.

Para que se llegue al embargo es necesario que antes se haya decretado una acción judicial contra el deudor y que sea por una cantidad concreta y determinada de dinero. No te pueden embargar de modo preventivo (se llamaría de otra manera)  ni tampoco por lo que vayas a deber cuando se hagan las cuentas. El embargo tiene que ser por una cxantidad concreta y siguiendo siempre la vía  judicial.

Para que el embargo sea efectivo, el deudor debe ser notificado, y a esto se agarran muchos para frenar el embargo, intentando a toda costa no ser notificados. puesto que el embargo es imposible hasta que no se haya notificado convenientemente.

Aún así, y si ya nos han embargado, se puede detener el proceso en cualquier momento pagando la cantidad adeudada. Esto no es precisamente fácil, porque una vez que se inicia el proceso aparecen ya los gastos, comisiones, tasas y toda la parafernalia orquestada para desplumar a la víctima.

Por eso, y mientras sea posible, hay que intentar vender el bien en un precio que nos permita pagar la deuda, porque si nos embargan es muy probable que entre unas cosas y otras, subastas extrañas incluidas, nos quedemos sin el bien y no consigamos, ni aún así, pagar la deuda.

Ojalá ninguno tengamos que conocer el tema más a fondo.

 

Se multiplican los morosos

Horizonte temporal de la banca

Horizonte temporal de la banca

Tranquilos, que no voy a hablar de los ayuntamientos , de las comunidades autonomías ni de otros establecimientos públicos. Si os apetece conocer una visión de eso, hay pro ahí un artículo curioso sobre cómo las administraciones convierten en prestamistas a los proveedores y de sus efectos.

Yo, como este sitio va de bancos, hipotecas y créditos financieros, me voy a referir solamente a esa clase de deudas.

Como era de esperar, la tasa de morosidad de crédito concedido por bancos, cajas, cooperativas de crédito y otros establecimientos financieros ha vuelto a subir para situarse en noviembre, el último dato conocido, en el 5,68%

Este porcentaje, aterrador si lo pensamos detenidamente, es el más alto desde 1996. Según esos mismo datos del Banco de España, la suma de la deuda total con bancos, cajas y otros chiringuitos financieros asciende ya a 1,84 billones de euros, que representa casi el doble del PIB español anual. Y ojo: aquí no se cuenta la deuda exterior ni la deuda pública, así que ya sabéis de dónde ha salido buena parte de la prosperidad de estos años pasados : de gastar lo que no teníamos.

Ya os habia dicho el porcentaje y lo podíais calcular vosotros mismos, pero así las cosas, el monto total de lo impagado asciende a 100.000 millones de euros, de momento.  Si tenemos en cuenta que el Gobierno ha tenido que hacer el pino para rebajar 15.000 millones el gasto público (y no lo va a conseguir) imaginad ahora cómo están los bancos y las cajas de ahorros con una deuda impagada como la que os acabo de contar.

¿Comprendéis ahora pro qué se tientan la ropa antes de conceder una hipoteca?

Los bancos y cajas están en la encrucijada: si prestan, se arriesgan a no cobrar. Si no prestan, ¿a qué se dedican, si el gremio de los churreros está también muy competido?

Pues eso.

Ante la falta de pensiones, hipoteca inversa

A la vejez... hipoteca inversa

A la vejez... hipoteca inversa

Llevamos unos meses en el que el tema de las pensiones abre los telediarios un día sí y otro también, y no es tema baladí, porque se trata del bienestar de nuestros mayores de hoy, y de nosotros mismos dentro de unos años, y no deja de atormentar en cierta medida el hecho de que todas las propuestas vayan encaminados a reducir las percepciones en materia de pensión.

Retrasando la edad de jubilación y ampliando los años de cotización utilizados para el cómputo de la pensión, lo que se consigue es que las personas jubiladas reciban una cantidad de dinero menor y durante menos tiempo, lo cuál ahorra dinero al Estado (para que lo pueda malgastar en otra cosa), pero deja a los jubilados con menor poder adquisitivo.

Ante ello, la mejor opción es contratar un plan de pensiones privado de forma que la renta que genere pueda complementar la reducción de la pensión pública, y, con ello, mantener un poder adquisitivo adecuado para los últimos años de la vida.

Sin embargo, muchas personas al borde de la jubilación no han contratado este plan de pensiones, y ahora se encuentra a punto de jubilarse con el temor de que perderán calidad de vida. Ante ello el Grupo Retiro ha presentado un informe más que interesante.

Según sus datos, el 83% de las personas mayores son propietarios de las casas en las que residen, por lo que les recomienda utilizar la hipoteca inversa, que les genere unos ingresos mensuales suficientes como para disfrutar de su jubilación plácidamente.

La hipoteca inversa, que es relativamente nueva en nuestro sistema financiero (apareció en el 2007), supone hipotecar la vivienda en favor del banco, el cuál abonará al titular la cuota de las hipoteca. Es decir, en lugar de ser el titular el que paga al banco, es el banco al que paga al titular mensualmente, quedándose, en última instancia, con la propiedad de la vivienda en el momento del fallecimiento de éste, siempre y cuando los herederos no ejerzan su derecho de recompra.

La verdad es que se trata de una alternativa que puede ser muy apetecible y rentable para las personas mayores, que lograrán así una renta más elevada para su jubilación.

Elena Salgado echa por tierra cualquier esperanza de dación en pago en España

Favor con favor se paga

Favor con favor se paga

Hasta ahora habíamos intuido que el Gobierno de España tenía alguna deuda pendiente con el sistema financiero, habida cuenta de la gran protección que le estaba proporcionando y por su inacción para dinamizar el crédito en nuestro país, esencial para iniciar el relanzamiento de nuestra economía hacia la recuperación, pero ahora, tras las últimas declaraciones de Elena Salgado, Ministra de Economía, podemos certificar que esta intuición es una realidad.

Elena Salgado ha dicho que la dación en pago no es una opción para nuestra economía, porque muchas de las viviendas hipotecadas lo están por encima de su valor actual del mercado, por lo que la aplicación retroactiva de la dación en pago provocaría el colapso del sistema financiero por las deudas que las entidades acumularían al quedarse sólo con una vivienda que no cubriría el total de la deuda.

En la actualidad, si el valor de mercado de la vivienda no cubre la deuda hipotecaria, los titulares de la hipoteca mantienen la deuda con la entidad financiera y están en la obligación de seguir abonando sus cuotas, aún cuando hayan entregado ya la vivienda, como consecuencia de la ejecución hipotecaria.

Está claro que la aplicación de la dación en pago de una manera retroactiva provocaría pérdidas a las entidades financieras, pero, por otro lado, un gran beneficio a los ciudadanos que se quedarían sin vivienda, sí, pero también sin deuda que pagar, lo cuál sería, din duda, una gran noticia.

Pero, aún entendiendo que nuestro sistema económico se organiza entorno al sistema financiero, y que un colapso de éste provocaría un colapso general, sí que es cierto que se podría pensar en la dación en pago como una alternativa para el futuro, como una cláusula que apareciera en las nuevas hipotecas que se firmaran.

Con ello no se conseguiría solucionar ninguno de los problemas actuales que están acuciando a las familias españolas, pero sí que prepararían al sistema para el futuro, para cuando nos llegara una nueva crisis en el próximo ciclo negativo de la economía. Por tanto, aún comprendiendo que la retroactividad es negativa en estos momentos, sí que podemos apostar por la dación en pago para el futuro.

En ese punto es en el que podremos ver la verdadera independencia del Gobierno con respecto al sistema financiero.

El Euribor se asusta (o se cabrea)

Tranquilos, que esto es un circo...

Tranquilos, que esto es un circo...

El Euribor comió el turrón, se tomó unas copas y descansó unos días, para alivio de todos, sentado en su cómodo uno y medio. Allí se quedó a pasar los Reyes, y mucho me temo, a tomar fuerzas para un camino ascendente.

Porque después, poco a poco, ha despertado, para ir moviéndose de 1,5 % al 1504 y después al 1508, y sólo en cinco o seis días. De momento la cosa no preocupaba, pero después, en tres jornadas, poco antes de que concluyese la reunión del  BCE, escaló desde el 1,508% al 1,513%.

Y parece que ha cogido fuerza y confianza, porque la aceleración continúa, porque el Euribor ha pasado luego en un solo día del del 1,513 hasta el 1,536%.  La verdad es que en términos absolutos parece cosa de miseria, y quizás lo sea, pero si lo miramos desde otro punto de vista, el de la evolución, se trata del mayor avance en más de tres meses.

En realidad, no se trata de una enfermedad, sino un síntoma, y posiblemente el peor síntoma del que podamos hablar:  que si la inflación persiste, y el hecho es que el IPC ha aumentado mucho más de lo previsto, los bancos centrales pueden subir los tipos de interés, con todo lo que eso implicaría de tragedia para muchas economías familiares.

Así que ahora ya veis qué clase de consecuencias puede tener el alza del precio de la electricidad o los combustibles: que el alza de precios se generalice, que eso dispare la inflación y que, en consecuencia, el Euribor y el interés comiencen a ponerse nerviosos, camino de una subida que sería mortal para muchas hipotecas.

Atentos a las próximas semanas, porque van a ser decisivas.

Amortizar plazo vs. Amortizar capital

Amortización en plazo vs. Amortización en capital

Amortización en plazo vs. Amortización en capital

Aunque todos estamos de acuerdo en que con la que está cayendo el ahorro se está convirtiendo en una quimera para la mayoría de las familias hipotecadas, es cierto que también existe una minoría de personas que han conservado sus empleos y que han conseguido sobrellevar la crisis con soltura.

Son estas personas las que ahora se plantean diferentes opciones de inversión y ahorro para poder sacar máximo provecho a su dinero. Sin embargo, las perspectivas sobre los productos que habitualmente vendían las entidades de crédito no son muy halagüeñas por lo que acaban por volver la vista hacia sus propias hipotecas.

Y es que realizar amortizaciones parciales sobre sus hipotecas se ha convertido en la herramienta de ahorro más eficiente para las familias que se lo pueden permitir, ya que consiguen protegerse ante las inminentes subidas del Euribor, a la vez que se siguen beneficiando del ahorro fiscal por la desgravación por compra, siempre y cuando, claro está, de que compraran su vivienda antes de enero de este nuevo año que acabamos de estrenar.

Sin embargo, a la hora de amortizar parcialmente surge la duda de hacerlo en plazo o en capital. Aunque hay algunos productos hipotecarios que no dan estas dos alternativas, la mayoría sí que la ofrecen y es una dicotomía a la que hay que enfrentarse a la hora de amortizar parcialmente.

Desde el punto de vista de eficiencia financiera, la mejor opción es siempre amortizar en plazo, ya que es el plazo el que mayor peso tiene en la composición de los intereses que se pagan mes a mes en la cuota hipotecaria. Sin embargo, al amortizar en plazo no se reduce la cuota, pudiendo incluso incrementarse en el momento en el que se produzca una revisión. Por tanto, la amortización en plazo debería de ser una opción exclusiva de aquellas familias que pagan su cuota de manera holgada.

Por otro lado, la amortización en capital, reduce, en menor medida, los intereses que se pagan, aunque permite un mayor relajo en las obligaciones mensuales en forma de cuota.

Por tanto, siempre que sea posible, la opción más eficiente es la amortización en plazo, aunque si no es posible la amortización en capital ofrece ventajas de ahorra importantes, especialmente en circunstancias financieras como las actuales.

Papá Estado

En caso de problemas, todos a acudir a Papá Estado

En caso de problemas, todos a acudir a Papá Estado

Atención a la nueva propuesta con la que nos ha aparecido Joan Herrera, el dirigente catalanista de izquierdas, según la cuál propone que exista una Ley que impida a las entidades financieras conceder hipotecas a aquellas familias cuyo esfuerzo para pagar las cuotas mensuales suponga más del 30% de sus ingresos, a la vez que se limite el plazo máximo de amortización hasta los 30 años.

No hay duda de que Herrera tiene buenas intenciones con esta propuesta, pero tampoco hay duda de que se trata de una propuesta que no puede ir a ningún lado, esperamos, y que se quede en el papel mojado de los periódicos que lo publicaron y los blogs que nos hacemos eco de ello.

Si permitimos que exista una ley como ésta, estaremos abriendo la puerta a una actuación excesiva del Estado que dejará de ser el regidor de nuestras finanzas públicas, para convertirse en Papá Estado, diciéndonos los que es bueno y malo para nosotros.

La actuación del Estado en las ineficiencias del sistema capitalista tiene un límite, que es cuando debe de aparecer la responsabilidad de los ciudadanos. Es decir, el que una familia decida endeudarse, no ya por encima del 30%, sino por encima el 60%, que ha habido casos, no es responsabilidad del Estado que lo permite o de la entidad financiera que lo incita, no, es responsabilidad exclusiva de esa familia incapaz de marcarse un límite de deuda.

No se puede ser más papista que el Papa, y hay que aceptar que todos tenemos cierta responsabilidad en la crisis que se nos ha venido. El Estado por no supervisar adecuadamente, las entidades financieras por primar el volumen a la seguridad, y, por supuesto, las familias por no comprender sus limitaciones financieras.

Por tanto, bien haría Joan Herrera en esforzarse en buscar otras alternativas más plausibles y eficaces, que en tratar de ganar titulares de periódicos con ideas trasnochadas sobre propuestas de ley que no van a ir más allá del día de hoy, sobre todo, con la nueva tregua anunciada de ETA.

Una buena alternativa sería la potenciación de la educación financiera en las escuelas. Eso sí ayudaría de verdad a la sociedad.

Hipoteca y magia urbanística

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Dos mil euros el metro...

De todas las formas de robar, la más despreciable es la del que  además de darte el palo y endeudarte para treinta años te dice que es la autoridad y que te opones a su sablazo porque eres un chorizo, un insolidario o un delincuente. Ese es el caso de los ayuntamientos, que encarecen los terrenos hasta el infinito y más allá, como si no supieran que esas cantidades que tan jugosamente se embolsan en impuestos y comisiones las tiene que pagar el currito de a pie.

Los pelotazos de algunos los tiene que pagar alguien y ese alguien somos nosotros, que al comprar un piso estamos pagando la antigua huerta de un abuelo a cinco mil euros el metro cuadrado. O a más. La broma esa cosa de un momento: se pasa un maletín a quien hay que pasárselo, y así los terrenos rústicos se convierten en urbanos, se construye, y se vende y nosotros nos jorobamos durante los treinta o cuarenta años que dura la hipoteca. Hasta ahí, todo normal. Conocemos al perjudicado, y nada cambia.

Ahora que han llegado las vacas flacas, vereis cómo todos los que vendieron esas huertas desaparecen rápidamente del mapa. Veréis como en las listas electorales no están ya muchos de los que se preocupaban por el bienestar público e iban a todos los mítines de su partido. Y la razón está clara: el verdadero, el único poder real de los ayuntamientos reside en las recalificaciones de terrenos y en la posibilidad de contratar a familiares y amigos con unos sueldos estupendos y de por vida. Cuando la construcción se ha parado y cuando no se puede contratar a nadie más, ¿qué poder tienen los ayuntamientos? Casi ninguno, sobre todo los pequeños. ¿Y para qué sirve entonces meterse en política si ya se ganan unos cuartos en otra cosa? Para nada. La política, con la crisis de la construcción, es una profesión devaluada, con lo que eso supone de desprestigio de la democracia. Y con lo que eso supone de calidad en la gente a la que atrae.

La política municipal, encargada de temas tan serios y tan cotidianos como la vivienda, no está a la altura de las responsabilidades que se le atribuyen: no hay relación cabal entre el poder que obtiene un concejal y los medios de que disponemos para elegirlo, controlarlo y fiscalizar sus intereses. No hay relación cabal entre el posible enriquecimiento de un corrupto y los requisitos, mínimos, exigidos para llegar a ese puesto. En esas condiciones, es impoible que las cosas funcionen de otro modo, pues donde hay dinero fásil se acumulan las moscas como en el panal de miel.

Por eso os recomiendo escepticismo. Y sobre todo, tened memoria: cada vez que paguéis la hipoteca de vuestra casa, tratad de recordar en qué clase de terreno se ubicó, de quién era, quién lo recalificó y por cuánto. No vaya a ser que en unos años ellos tengan el dinero, nosotros el pufo, y tan amigos.

 

 

Crisis y cobardía. El muro infranqueable

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Tranquilos todos

Hoy me apetece hablar con claridad. Con demasiada, incluso.

Uno de los peores problemas de esta crisis es que nadie habla claro de ella y se sigue queriendo salir del agujero con medidas falsas, con medias verdades y sin mirar a la cara a las situaciones verdaderamente catastróficas.

Tenemos, pro ejemplo, el caso de los bancos y las hipotecas. Sabemos todos que la banca tiene inscritos en su balance los pisos por un valor muy superior al que hoy podrían venderse en el mercado. Sabemos, pro tanto, que el patrimonio de los bancos no es el que ellos dicen, pero como tomar en serio ese problema podría suponer una quiebra masiva, hacemos como que no lo sabemos, seguimos adelante, y el problema no se arregla.

Sabemos también que muchas hipotecas son incobrables. Se extienden lo plazos, se alargan las cuotas, peor sabemos que muchos hipotecados no podrán pagar sus préstamos porque se han quedado sin trabajo o porque no hay esperanza de que vuelvan tener un nivel de ingresos como en el momento en que les fue concedida la hipoteca. ?Y se hace algo? NO. ¿Se acepta que habrá que cobrarles menos o quedarse con un piso que no se podrá vender? NO. Se pospone el desastre para otro día, para el turno de otro, para la hora en que s ele pueda echar la culpa a otro.

Sabemos que las entidades locales y las autonomías no pueden mantener el nivel de empleo público y de servicios actual, porque para ello tendrían que aumentar los impuestos provocando la huida de los que producen. Sabemos que se gasta más de lo que se ingresa y por eso continúa el endeudamiento. ¿Y se hace algo para ajustar las cuentas? Muy poco. ¿Se le dice de una vez a la gente que no se pude pagar más? NO. En lugar de eso, se desata una carrera buscando prestamistas que sigan alimentando ese agujero.

Mientras no seamos capaces de reconocer dónde estamos en realidad, con unos bancos que están más cerca de la quiebra de lo que reconocen, unos ciudadanos depauperados sin capacidad para pagar sus deudas ni estimular el consumo y unas instituciones que gastan de manera sistemática por encima de lo que recaudan, no podremos buscar soluciones.

Somos como el que tiene un dolor en el pecho e insiste en que es de una mala postura en la cama, no vaya a ser que si va al médico le diga que padece del corazón y le quite el tabaco, el alcohol, la sal en las comidas y hasta lo ponga a hacer ejercicio.

Somos de chiste