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La cuerda que no da más de sí. Hipoteca y cuentas familiares.

Del otro lado tira un petrolero, me temo...

Del otro lado tira un petrolero, me temo...

Cuando hablamos en términos de peso y de lo que cada uno soporta encima lo entendemos todos enseguida.  A medida que la crisis se prolonga, su peso se hace mayor sobre nosotros y esto, de pro sí, supone un agravamiento, sin necesidad de que las cosas vayan peor. Por eso me maravillo de que algunos celebren que las cosas no van a empeorar, puesto que el solo hecho de que se queden como están es ya un empeoramiento considerable.

Un  análisis superficial de los números oficiales basta para darse cuenta de que no se trata solamente de que la banca esté en quiebra, de que el fraude fiscal nos haya dado en la cabeza o de que el robo manifiesto de los políticos haya acabado a la vez con nuestra cartera y nuestra confianza en las instituciones. La cuestión es aún peor y está relacionada con nuestra propia estructura económica de país que no produce nada, prefiere importar a generar y no es capaz de competir en los sectores donde verdaderamente se juegan las partidas importantes.

Vamos a ello:

-La Seguridad Social dice que en España tiene alrededor de dieciséis millones y medio de afiliados Por  lo tanto, en este momento hay dieciséis millones y medio de personas que cotizan, ya sean empleados públicos, autónomos o por cuenta ajena.

-Según los últimos datos de población activa, en España andamos cerca de los seis millones de parados.

-Sabemos  también por las mismas fuentes que en España hay alrededor de nueve millones de pensionistas.

¿Os dais cuenta de que cada persona trabajando, está  pagando, casi, a un jubilado o a un desempleado?

¿Os dais cuenta, además, de que tres millones de los que aún trabajan y cotizan son empleados públicos, por lo que su salario y su cotización proceden también del resto de la economía?

Si calculamos las cargas, como si fuésemos ingenieros construyendo un puente, esta sería la cuenta final:

13.400.000 trabajadores del sector privado pagan:

-Sueldos y cotizaciones de 3.100.000 empleados públicos.

-Desempleo, y subsidios de 6.000.000 de desempleados, aunque no todos cobren, eso es verdad.

-Pensiones de 9.000.000 de pensionistas.

Esa es la contabilidad de la nación, que si nos la llevamos a casa nos deja, además, son la necesidad de pagar la hipoteca y la de vivir.

¿Cómo demonios se puede esperar de ese modo que despegue el consumo?

Cuando no salen ni las cuentas de la nación ni las cuentas de las familias, poco más hay que mirar. La quiebra no es una posibilidad: es un hecho.

La pregunta es cuándo lo pondrá alguien en claro, a ver si nos atrevemos a enfrentarnos a lo que hay.

Los bancos avalan con hipotecas

A la rica hipoteca, oiga

A la rica hipoteca, oiga

Una vez más se demuestra que el mundo real no tiene nada que ver con la banca, y viceversa. Las entidades financieras españolas viven en su propio universo paralelo y poco o nada quieren saber de lo que está pasando en el día a día de los ciudadanos, protegiéndose en la obtención de sus propios beneficios y apuntando a su propia recuperación.

Vamos por partes. En un escenario en el que las entidades financieras están siendo rescatadas de manera permanente por parte de los gobiernos europeos, éstas siguen dando beneficios a sus accionistas, menos que antes, es verdad, pero beneficios al fin y al cabo, y ahora resulta que se están aprovechando de sus clientes para obtener liquidez.

Te cuento, resulta que las entidades financieras están presentando las hipotecas privadas, la de las familias, como aval ante el BCE para obtener liquidez. Es decir, mientras que por un lado niegan las hipotecas por activa y por pasiva, y cuando las conceden lo hacen a tipos de interés claramente prohibitivos, por otro están presentando un activo claramente seguro ante las autoridades financieras europeas para obtener beneficio propio.

Y es que en un mundo en el que la morosidad no hace sino incrementarse de manera permanente encontrarse con un activo financiero con un 3,4% de morosidad (según el dato de septiembre de 2012, último disponible) es una bicoca que el BCE sabe apreciar y la banca española utilizar.

Sin embargo, los ciudadanos pedimos desde el pleno derecho que las autoridades españolas impongan un cierto nivel de exigencias a las entidades financieras para que todo el beneficio que obtienen de la buena voluntad de los ciudadanos, buena voluntad que tiene que ver con aceptar los abusos habituales que se están produciendo, sea revertido en la propia sociedad.

Por ejemplo, se debería de fijar por ley un máximo para los diferenciales que se aplican en las hipotecas, de manera que el tipo de interés que acabe por afectar al ciudadano hipotecado sea menor. De esta manera se facilitaría el acceso de los ciudadanos a la financiación hipotecaria, porque la baja morosidad de estos préstamos justificaría claramente unos diferenciales mucho menores.

La hipoteca y los peces de colores

¿Gafe o mala planificación?

¿Gafe o mala planificación?

Los españ0les somos así: nos joroba pagar, que nos exijan. No entendemos que lo que para unos es un derecho se convierte en una obligación para otros y nos gusta que el Estado nos dé cosas, y si es posible, a titulo personal y sin que se le den también a los demás, porque la gracia no está en tener lo que tiene todo el mundo, sino en tener lo que nadie más puede tener, para que le resto se chinche y rabie. O dicho de otro modo: no queremos suscitar la admiración de nuestros vecinos, sino su envidia.

¿Creéis que me paso? Echad un vistazo a las autonomías y sus estatutos: no se trata de tener algo más apropiado, sino de tener algo que los demás no puedan conseguir para, a través del privilegio, y subrayo privilegio, obtener una ventaja competitiva que pueda hacer daño al otro, robándole  empresas o comiéndole sus ingresos fiscales.

Con la hipoteca está empezando a pasar lo mismo: nadie nos obliga a tener una vivienda en propiedad, pero la llamada del cerebro reptiliano, ese órgano ancestral que a veces no domino desde el fondo del cráneo, nos indica que pagar un alquiler es dar dinero a cambio de no tener nada, así que a todos nos apetece pagar una cuota para poder dejar la casa a nuestros hijos o venderla en la vejez para no tener que depender de las pensiones, que adivinamos míseras, de la futura Seguridad Social. Por eso precisamente preferimos hipotecarnos a pagar un alquiler: porque suponenos que los inquilinos de hoy serán los pobres, los arrastrados del futuro. ¿Exceso de sinceridad? ¡Venga ya! ¿quién no ha pensado eso alguna vez en el fondo de su corazón?

¿Y qué pasa cuando las cosas salen mal? ¿Qué ocurre cunado nos damos cuenta de que hemos firmado por treinta años cuando nuestras previsiones no pasaban de dieciocho o veinte meses? Pues entonces es cuando vamos a cabezazos contra la lógica e inventamos razonamientos  tan peregrinos como que los bancos nos han estafado, o que deberían rescatarnos a nosotros en vez de a ellos, o que deberían pagar los vecinos la hipoteca que nosotros no podemos pagar.

Y hoy es el día de decir que ya está bien. Que sabemos que hay abusos en la ley hipotecaria, pero ya lo sabíamos antes de firmar. Que sabemos que hay manoneo en los bancos, pero ya lo sabíamos antes de firmar. Que sabemos lo que firmamos. Que sdabems lo que elegimos. Que sabemos que estamos donde estamos porque así salieron los dados, porque la suerte no pudo ser mejor o porque no valemos para nada más.

¿Pero cuántos hay que reconozcan esto?

Parte de nuestra crisis viene de ahí: de creer que repitiendo la letanía a los peces de colores se va a bajar de un ovni un superhéroe que arregle nuestros desmanes. Y no. Es todo más simple: tenemos que pagar lo que debemos, pronto, tarde, o con la sangre de nuestros nietos. Pero nos lo vana hacer pagar, por majaderos, por inconscientes, o por gafes.

Cada cual que elija.

Las migajas del pobre

Cada vez somos más pobres, pero hay menos viviendas

Cada vez somos más pobres, pero hay menos viviendas

Hoy mismo, jueves, día 17 de enero, se firmará el Fondo Social de Viviendas, un convenio firmado por la Asociación Española de la Banca (AEB), la Confederación Española de Cajas de Ahorro (CECA) y el Gobierno, en virtud del cuál se cederán un total de 6.000 inmuebles por parte de las entidades financieras destinadas a las familias que han sido víctimas de un desahucio y que se encuentran en riesgo de exclusión social.

Las entidades han hecho públicas sus aportaciones y destaca la de Bankia que aportará 1.000 viviendas, seguida de BBVA, con 899, CaixaBank 850 y el Grupo Santander que cederá un total de 590 inmuebles. En menor medida tenemos a Banco Mare Nostrum, con 180 inmuebles, Ibercaja, con 105, Banco Ceiss, con 100, Kutxabank, con 150, Catalunya Bank, 355, Unicaja, 98, Liberbank, 96, Caja 3, 20, Caixa Pollençá, 1, y Caixa Ontinyent, que aportará 14 viviendas.

El problema, una vez más, con este gobierno, es que las condiciones de acceso para las familias serán muy restrictivas, de forma que el colectivo de ciudadanos que se podrán beneficiar de este fondo de viviendas será muy limitado. Según las fuentes del gobierno esta iniciativa está dirigida a familias numerosas, familias monoparentales con dos hijos a cargo, familias con un menor de tres años, aquellas con un miembro en situación de dependencia (con discapacidad del 33%), en las que el deudor hipotecario esté en desempleo y sin prestación y las familias en las que haya víctimas de violencia de género.

Pero eso no es todo, porque aparte de este condicionamiento, llamémoslo social, también existe una restricción económica. De manera que la unidad familiar debe de tener unos ingresos tres veces inferior al Indicador Público de Rentas (IPREM), lo que situaría los ingresos familiares en unos 1.597 euros mensuales, la carga hipotecaria debe de haber crecido al menos 1,5 veces desde el año 2008 y la cuota hipotecaria mensual debe de superar el 50% de los ingresos familiares. ¡Casi ná!

Una vez superados estos condicionamientos la familia tendrá derecho a acceder a una vivienda de este Fondo Social en la que tendrá que abonar un alquiler que oscilará entre los 150 y los 400 euros, durante un período de 2 años, prorrogable uno más. Y el límite máximo de la renta, en todo caso, será el 30% de la renta neta familiar.

En definitiva, se trata de una iniciativa interesante, que queda en agua de borrajas como consecuencia de las dificultades de acceso pero que al menos servirá de tabla de salvación para muchas familias. Es triste, pero ¡mejor esto que nada!

La hipoteca se dio a la fuga

La gran evasión

La gran evasión

Llevamos bastante tiempo  hablando por aquí de que las hipotecas están en el congelador, fundamentalmente porque los bancos son a sía de hoy los que más necesitan el dinero y, por tanto, no se lo van a prestar a nadie.

La otra razón de semejante parálisis, es el gasto público: mientras a los bancos les sea más rentable y seguro prestarle el dinero a los gobiernos a través de las emisiones de deuda pública, será imposible convencerlos de que se lo presten a las empresas, y aún menos a los particulares para comprar una vivienda, máxime cuando la valoración de esas viviendas en el futuro no está muy clara y todo indica que se moverá a la baja.

Sin embargo, hay un dato que mete mucho más miedo que todos los anteriores y que casi nadie ha querido comentar: la desaparición rampante del dinero. Sí, como lo leéis: el dinero se está largando de España a unas velocidades tan superlumínicas que los bancos ni siquiera pueden cubrir sus propias necesidades de capital, y mucho menos prestar.

Por mucho que el Gobierno se empeñe en decirnos que nuestras cuentas mejoran gracias a las exportaciones, lo cierto es que la balanza de capitales, la que mide la diferencia entre el dinero que entra en España y el que sale de nuestro país, pasó de 27.000 millones de euros negativos (ya está bien) en 2011 a 210.000 millones de euros, en 2012, y eso sólo hasta octubre. Con semejante sangría de inversiones y depósitos, ¿cómo demonios queremos que los bancos presten un duro a nadie, ni a particulares ni a empresas?

Nuestras exportaciones, basadas sobre todo en la bajada de los salarios, no van a cubrir ese agujero ni van a suponer un aumento apreciable del factor empleo. Porque aquí, como sabéis, cuando se habla de competitividad se habla sólo de salarios, pero no de otros factores, como la financiación o la energía. Mientras la energía siga en manos de cuatro bandoleros oligopolistas y el mercado de capitales absorba cualquier recurso que podamos generar no haremos otra cosa que profundizar el agujero en que nos hemos y nos han metido.

La hipoteca, amigos, se dio a la fuga. Salió pro la frontera en un maletín o, más probablemente, en una transferencia hecha por internet con un simple click. Mientras no seamos capaces de entender que en un mundo globalizado el dinero no vota, sino que simplemente se limita a largarse a otro lado, seguiremos empecinados en darnos cabezazos una y otra vez contra la vieja mecánica de huelgas, protestas, y reclamaciones a unos políticos locales, los nuestros, a los que sí, hemos elegido nosotros, pero sin capacidad alguna para influir en las cosas que realmente importan.

Lo único que podemos exigirles es que sean honrados (ya nos gustaría), que se enteren de qué va el mundo (misión imposible) y que traten de llevarnos de nuevo al camino del mundo real.

Cualquier otra cosa es mero folclore.

Los pisos caerán aún más

La vivienda sigue al rojo vivo

La vivienda sigue al rojo vivo

La verdad es que ya no sé que decirte, ya no sé si decirte que se trata de una buena o de una mala noticia. Vamos por partes. En principio, es una buena noticia porque al caer los pisos estos serán más asequibles para las familias dispuestas a comprar una vivienda. Ahora bien, ¿qué ocurre con aquellas familias que necesiten desprenderse de la suya?

Quiero decir. Durante los años de burbuja inmobiliaria cualquier familia de clase media podía hacerse con una vivienda en propiedad gracias a las hipotecas regaladas que ofrecían los bancos por doquier, y son esas familias, en la mayoría de los casos, las que quieren vender ahora sus viviendas encontrándose con que el precio ha caído de manera importante y con que, lejos de recuperarse, va a caer aún más.

Y eso es, precisamente, lo que nos dice la agencia Fitch, que tras analizar el estado del sector inmobiliario en nuestro país ha llegado a la conclusión de que el precio de la vivienda sólo ha caído un 25% desde que comenzara la crisis, lo cuál parece insuficiente para las necesidades del sector que todavía sigue realmente sobrevalorado, según los cálculos realizados por esta agencia.

Por los datos que maneja la caída de las ventas inmobiliarias se han situado en un 70%, y para poder compensar dicha caída se necesitaría un descenso del precio de la vivienda cercana al 40%, lo que nos ofrece ese 15% pendiente para estos próximos años.

Sin duda, la presencia del “Banco Malo” servirá para que el precio de la vivienda caiga de manera más pronunciada ya que hasta ahora las entidades financieras mantenían el precio de los pisos artificialmente altos con el objetivo de no reflejar en sus balances las pérdidas acumuladas como consecuencia de su exposición excesiva al ladrillo.

Algunos expertos auguran que con ello podríamos empezar a ver la luz al final del túnel y encontrarnos con una situación más positiva a la hora de iniciar la senda de la recuperación definitiva de la crisis, con un sector inmobiliario más reducido, por supuesto, pero menos expuesto a los rigores de la financiación excesivo.

La hipoteca dormida

Viejo remedio para la crisis

Viejo remedio para la crisis

El problema del mercado hipotecario no es sólo la falta de liquidez de los bancos,  que de un tiempo a esta parte necesitan el dinero más que sus posibles clientes (y eso es grave) ni que la solvencia de los clientes no llegue a los mínimos exigibles para no tener que incluir una vela a santa Rita en cada contrato.

El problema llega aún más lejos, y es la demanda.

Los españoles con necesidad de vivienda y ganas de tenerla en propiedad nos dividimos en estos momentos en dos grupos principales:

-Por un lado están los que no se la pueden pagar, porque ni tiene ahorros ni trabajo estable, ni posibilidad alguna de que un banco les conceda una hipoteca, casi ni comprando una de las casas que los bancos tienen en su stock desde el comienzo dela crisis.

-Por otro, la expectativa sobre el precio de los pisos parece haber entrado en lo que en el mercado bursátil se llamaría una espiral de pánico, y que consiste en que cualquiera que sea el precio que se solicite pro una vivienda, queda la impresión de que esperando un poco se podrá comprar mucho más barata.

Y lo cierto es que todas las noticias y todos los indicadores llevan a pensar que el precio de la vivienda seguirá bajando, aunque sólo sea por la obligación del banco malo, y de los otros, peores, de vender sus viviendas cuanto antes para cumplir con los planes de eliminación de los activos tóxicos. Bajarán, es cierto, pero no se sabe cuánto ni cuando, y ahí es donde está el problema.

Mientras las expectativas sean bajistas, no se firmarán hipotecas, porque apresurarse equivale en la mente de muchos a precipitarse. Mientras continúen las expectativas bajistas la hipoteca seguirá siendo un producto dormido, pro falta de liquidez, por falta de solvencia, y porque el pozo sin fondo del mercado inmobiliario parece tener aún capacidad para absorber una caída mayor.

¿Los datos? El Indicador de Confianza del Consumidor. Según esta encuesta, el  52,7% pronostica más rebajas de precios; el 37,1%, los mismos precios o unos muy similares y el 4,9%, subidas para 2013.

¿Cómo lo veis vosotros?

El futuro del Euríbor

Una carga para toda la vida

Una carga para toda la vida

Todos sabemos que estamos viviendo un cuento de hadas con el Euríbor, un cuento que, como todos, está condenado a terminar aunque mucho me temo que nada tendrá que ver con el tradicional “y comerán perdices”, más bien con el “acabarán condenados al infierno”, que me acabo de inventar con motivo de este post.

Y es que a poco que hagamos una aproximación al futuro más inmediato que nos espera nos encontramos con unos diferenciales realmente elevados para todas las hipotecas firmadas a partir de 2010, ya que en esos momentos y a pesar de que el tipo de interés estaba realmente por los suelos y las entidades financieras podían hacerse con dinero barato, para compensar las pérdidas generales que estaban sufriendo las pocas hipotecas que se concedieron tenían unos diferenciales prohibitivos.

Por ello, en cuanto el Euríbor suba a un valor “normal”, que entendemos que sería el que ronda el 2,5-3%, si le aplicamos el diferencial medio de 2,5 que se ha venido aplicando en todas las nuevas hipotecas nos estaríamos situando en un tipo de interés del 5% que trasladado en cuota supone un golpe más que duro para las ya deterioradas economías domésticas españolas.

En este escenario, ya poco importa que las familias comiencen a recuperar algo su estabilidad económica, ya que incluso en una situación de trabajo estable se tendrán que enfrentar a un incremento artificial de sus cuotas hipotecarias, absorbiendo ésta toda la mejora económica que se pudiera estar planteando en el ámbito familiar.

Por tanto, aunque pareciera que los que han obtenido una hipoteca en estos años de crisis son afortunados ante la sequía general de financiación que se ha venido observando, lo cierto es que son los grandes perjudicados por la misma, ya que en cuanto el Euríbor recupere su tono quedarán ahogados y asfixiados por una situación insostenible.

Y lo peor es que se trata de una situación que se va a producir sin que podamos hacer nada para remediarlo, ya que en cuanto la situación económica remonte lo más mínimo, el primer indicador que experimentará un incremento será el Euríbor, arrastrado por la subida de los tipos de interés por parte del BCE.

Hipoteca y cadena perpetua

Hipotecado condenado a perpetua

Hipotecado condenado a perpetua

Ya lo sabéis todos aquí: siempre he sido partidario de que las deudas se paguen, y si no se quiere pagar la deuda lo mejor es no pedir prestado.

Esos conceptos como la deuda odiosa o la deuda ilegítima me suenan músicas celestiales, o a pretextos de mal pagador, para después de haberse gastado alegremente el dinero venir a los demás con el cuento de que esa deuda no se puede tener en cuenta porque fue contraída por intereses bastardos distintos a los éticamente previsto.

¿Pides? paga. ¿No te gusta perder soberanía, autonomía, libertad o como te apetezca llamarle? Pues no pidas prestado. Hasta tipos tan cerriles como Franco o Ceaucescu lo entendían, pero hoy parece que no se comprende, quizás porque hay por ahí unos cuantos que creen que la sociedad ya está madura para fomentar el escaqueo como mejora social.

Dicho esto, creo que hay que señalar una importante falla en nuestro sistema judicial. Una de esas grietas que te obligan a pensar si no es hora de cambiar un poco las tornas de un sistema en el que el dinero es defendido con más vigor que la vida y la integridad de las personas.

Porque el caso es que , con seguridad jurídica y todo, los delitos prescriben. El caso es que estos días venimos leyendo que los asesinatos de las niñas de Alcasser están prescritos y que el presunto asesino puede volver tranquilamente a su casa sin que se le pueda juzgar por aquellos tremendos crímenes. ¿No os suena? Aquí va un enlace.

¿Y cómo es posible, entonces, que prescriban los asesinatos pero no prescriban las deudas? ¿Cómo es posible que treinta años después de haber perdido el piso te puedan aún embargar cualquier ingreso para acabar de cubrir una hipoteca o una quiebra?

Este trato desigual puede suponer la puntilla para una economía como la española, dejando fuera de juego a cientos de miles de personas. Yo entiendo que haya que obligar a pagar al que contrajo una deuda, pero esa obligación tiene que ser limitada, con la misma idea, la misma intención y la misma doctrina por que que se incluyó en el código penal la prescripción de los demás delitos. Lo contrario es reconocer que el dinero vale más que la sangre, o aún peor, que la defensa del dinero es más importante para la ley que la defensa de la vida de los ciudadanos.

Lo contrario, aún peor, es reconocer que ser emprendedor en España es un riesgo más grande que ser ladrón o asesino. Y así no hay forma de salir de esta.

El Euríbor seguirá bajando en 2013

El hombre al que todo el mundo escucha

El hombre al que todo el mundo escucha

Las palabras de Mario Draghi no dejan lugar a dudas y abren claramente la puerta a la posibilidad de que durante el próximo año 2013 se produzcan nuevos descensos del tipo de interés dentro de la zona Euro para intentar paliar, dentro de lo posible, la situación del crecimiento económico de los países que la conforman.

La situación realmente alarmante en la que se encuentra Alemania ha hecho que el Banco Central Europeo no sólo no se plantee recuperar posiciones en lo que al tipo de interés se refiere, sino que ya deje entrever nuevas bajadas, con el objetivo claro de que los mercados perciban el mensaje y comiencen a tomar posiciones favorecedoras para la Unión Europea.

Estas bajadas del tipo de interés de la zona Euro para 2013 provocarán que el Euríbor siga con su tendencia a la baja durante el próximo año, beneficiando tanto a los que ya tienen suscrita una hipoteca como a aquellas familias que se estén planteando esta posibilidad.

Bien es cierto, sin embargo, que este beneficio es altamente relativo, ya que nos encontramos con la cláusula suelo para las familias que ya tienen una hipoteca contratada, y con el artificial crecimiento de los diferenciales aplicados por las entidades financieras en sus hipotecas, para las que quieran contratar un nuevo préstamo hipotecario.

En cualquier caso, es cierto que ninguna familia hipotecada pagará en 2013 más que en 2012, con lo que, en el peor de los casos se encontrará con una cuota mensual congelada, que no es una ventaja desechable teniendo en cuenta la situación en la que nos encontramos en estos momentos.

Se habla de que pudiéramos encontrarnos, incluso, en un escenario de un tipo de interés al 0%, aunque esta medida sólo se daría en caso de que la situación económica en la zona Euro nos llevara al borde del precipicio, del que todavía estamos un tanto alejados, a pesar de lo que pudiera parecer.

En definitiva, 2013 será un año relativamente bueno para las hipotecas, y si se produce una cierta recuperación del sector financiero, también para los préstamos y créditos en general, ya que con tipos de interés por los suelos la financiación debería también recuperarse.

El año de la asfixia crediticia

Sin créditos no hay vida, económica se entiende

Sin créditos no hay vida

Muchos se las prometían muy felices con la llegada del PP al poder y su fama de grandes gestores, algo que ha quedado desmentido de manera casi absoluta al ver como no sólo no han conseguido reflotar la economía española sino que, más bien al contrario, la están hundiendo cada vez más por culpa de sus medidas de austeridad absoluta.

Una austeridad que está recortando a marchas forzadas la renta disponible de las familias españolas y con ello se está provocando la contracción del consumo y de la inversión, entrando en un círculo vicioso del que no parece fácil salir ya que se trata de vasos comunicantes que acaban de retroalimentarse hasta el infinito.

A ello tenemos que añadir la incapacidad de obtener financiación de los bancos y cajas por parte de las empresas y los ciudadanos. Las sucesivas reformas financieras que han obligado a éstas a incrementar sus provisiones y la falta de una fuerza coercitiva real sobre el dinero prestado a estas entidades, está provocando que los bancos y cajas se estén dedicando a sanear sus balances antes de plantearse la posible concesión de nuevos préstamos y créditos.

Ello está repercutiendo directamente en la economía productiva, en la economía del día a día, ya que si las empresas no tienen acceso a financiación no tienen capacidad para iniciar nuevos proyectos, ello provoca que se resienta el empleo, al resentirse el empleo se resiente el consumo y los ingresos de la Hacienda Pública, que ingresa menos por cotizaciones y gasta más por prestaciones, y todo ello provoca que la producción se resienta aún más.

La única salida posible es que el Gobierno obligue a las entidades financieras a abrir el grifo del crédito o bien que se plantee la posibilidad de orquestar un entidad crediticia de carácter estatal, por ejemplo dotando de mayor capacidad al ICO, que en lugar de trabajar a través de las entidades financieras podría hacerlo de manera autónoma, y con ello conseguir romper el círculo vicioso en el que nos hemos introducido sin solución de continuidad aparente, con un futuro más que negro a poco que echemos un vistazo a los datos económicos.

Hipoteca y cajas rurales. Sociología del fracaso.

Los que andan con espigas entienden de estas cosas

Los que andan con espigas entienden de estas cosas

Hemos hablado ya, y mucho, del cúmulo de situaciones y de la conjunción de intereses que ha conducido a que a la banca y los hipotecados se encuentren en la situación presente.

Hemos hablado del enorme interés de los directores de sucursales y de zona por cobrar bonos a costa de unos resultados que eran artificiales, de la imprudencia de los que compraron una vivienda sin pensar que el contrat0 iba a ser para treinta años y podía, en todo ese tiempo empeorar la situación, de la imprudencia y avidez de las sociedades tasadoras, que cobraban a porcentaje, de la vista gorda de los notarios, que cobraban también a porcentaje, y de la habilidad de la administración para apagar el fuego con gasolina siendo que cobraba, que casualidad, sus impuestos a porcentaje.

Pero hay un dato del que hemos comentado muy poco todavía y que me parece sintomático: la actuación de las Cajas Rurales.

En España hay registradas setenta y tres cajas rurales, que son cooperativas de crédito muy del estilo de las cajas de ahorro, pero centradas en dar liquidez y préstamos al sector rural. ¿Y sabéis una cosa? Resulta que de las setenta y tres cajas no se ha intervenido aún ninguna. ¿Por qué?

Por una cuestión sociológica: en el campo, la gente está echa de otra pasta, para bien y para mal. En el campo se encuentra a veces gente cerrada, mal comunicada, con una cultura académica escasa y muy apegada a tradiciones y modos de pensar que hoy nos parecen con frecuencia arcaicos.

Pero en el campo no se endeudan si no es absolutamente imprescindible. En el campo no se hacen castillos en el aire, porque se sabe, desde que el mundo es mundo, que mañana puede venir un pedrisco o una helada que acabe con todo. En el campo se sigue, por el puñetero libro, el principio de prudencia, y por eso, ni clientes ni directores de sucursal ni nadie en absoluto que pertenezca a ese mundo ha caído de forma masiva en la tentación de pedir hipotecas cuando no la se puede pagar ni de darlas a quien no las va a devolver.

Puede haber y hay excepciones, por supuesto, pero se trata de eso: excepciones, y no de la norma de lo que ha sido el despelote de las cajas de ahorros y la orgía monetarista de los bancos, esa que acabaremos pagando todos.

Mirad, por tanto, si lo que ha sucedido es solamente económico o hay también una componente social y de mentalidad e la gente en el problema.

Como siempre, hay que recordar que el sistema lo hacen las personas, y sus problemas no son más que un reflejo de nuestras costumbres, nuestras virtudes y nuestros vicios. Capitalismo, deuda y banca también las hay en el medio rural, pero parece que allí significan otra cosa.