Archivo de la categoría: Hipotecas

Escraches: Presión u Opresión

¿Hasta donde se puede llegar?

¿Hasta donde se puede llegar?

La polémica está servida y excede ya el condicionamiento jurídico que cualquier debate sobre el mercado hipotecario lleva asociado, se trata de valorar en que lugar se coloca la línea divisoria entre el desempeño laboral de un político y su vida privada, entre sus decisiones más o menos acertadas, casi siempre menos, y la libertad a la privacidad. ¿Dónde está la línea?

Pues barajamos dos opciones claramente diferenciadas. Para la plataforma “Stop Desahucios” esa línea excede el despacho profesional y llega hasta la puerta del domicilio de los políticos que, en las últimas semanas, están sufriendo el acoso por parte de diferentes grupos vinculados a esta plataforma con el objetivo último de que se consiga una legislación más benevolente con los impagos hipotecarios.

Para los políticos, por otra parte, y fundamentalmente para aquellos que están padeciendo los escraches, esta línea debería de estar situada justo en el semáforo que cruzan al abandonar su Parlamento o su despacho profesional, permitiendo un espacio de privacidad para ellos y su familia dentro de su entorno familiar y vecinal.

¿Tú que opinas? ¿Es honesto y ético acudir al domicilio de un político para presionarle en uno u otro sentido?

Desde mi punto de vista, aunque no me lo hayas preguntado, no. Se trata de un ataque directo contra la privacidad que toda persona merece, independientemente del cargo público que ostente en un momento determinado. La plataforma “Stop Desahucios” tiene todo el derecho a manifestarse tantas veces como quiera y con la agresividad que consideren oportuna ante la sede de Parlamentos o Partidos Políticos, pero llegar hasta el domicilio particular me parece excesivo.

Sin duda, nadie puede estar en contra de su lucha ni del objetivo último que están buscando, pero flaco favor le están haciendo a su causa ya que están consiguiendo que en la opinión pública estemos hablando más de lo ético o no que pueda ser la actuación que están llevando a cabo antes que de su propia reivindicación.

En definitiva, presión, sí, toda la que quieran, opresión, no, y manifestarse a la puerta del domicilio de político es opresión, se mire por donde se mire.

La hipoteca y el Apocalipsis

-Creo que nos están atacando los nuestros.

-Creo que nos están atacando los nuestros. -Es igual. Tú dispara y no preguntes.

Amigos, es la guerra.

Primero se preocupaban los que querían una hipoteca y no se la daban, ya fuese porque su trabajo no era lo bastante estable, ellos no le parecían al banco lo bastante jóvenes, o el piso no le parecía a la entidad financiera lo bastante soleado para revenderlo en caso de insolvencia.

Luego comenzaron a preocuparse los que sí habían conseguido una hipoteca, y acababan de descubrir que el papel que habían firmado los iba a endeudar por treinta años, y que aquello de que los pisos no bajan nunca era mentira. Porque lo cierto es que lo que no salió fue la cuenta de muchos: si puedo, lo pago, y si no lo puedo pagar, lo vendo y siempre me sacaré un pellizco, así que hay que hipotecarse porque pagar alquiler es tirar el dinero. ¿No lo escuchásteis nunca? Yo sí. Y ahora, los que ganaron, callan como meretrices, y los que perdieron vienen con la dación en pago, la deuda odiosa y todas las demás formas de reconocer que no sabían leer, o que al menos no supieron leer ni entender lo que firmaron

Como tercer jinete de este Apocalipsis particular hay que citar a los bancos. Se comportan como casinos, se juegan el dinero a cara 0 cruz, y cuando ganan retribuyen a sus directivos con magníficas comisiones, agradeciéndoles su audacia y su puntería a la hora de invertir. Y cuando pierden, ¡coño, pues también! Al final, las cajas de ahorros, que son los peores engendros desde tiempos de la burra con alas de mariposa, repartieron entre los políticos los beneficios y reparten las pérdidas entre los ciudadanos. ¿Y por qué no quiebran? Porque lo cierto es que no tienen accionistas, así que no jorobamos…

Y ahora resulta que el dinero tampoco está seguro en el banco. Lo de Chipre nos ha enseñado que puestos a echar mano de lo ajeno, las autoridades europeas no se paran en pequeños tecnicismos. Por ejemplo, tienen razón en que el Fondo de Garantía de Depósitos sólo asegura los cien mil primeros euros, pero se olvidan de que le resto se puede perder en caso de quiebra de la entidad. Por ejemplo, que el sistema financiero se basa más en la confianza que en los balances, y que la gente sólo sabe una cosa: que hay personas que  han pedido sus ahorros después de llevarlos al banco. ¿Cómo se restaurará ese roto? ¿Qué vieja Celestina remendará esa honra?

Por eso digo que es la guerra, una guerra en la que nos queda ante todo una pregunta: ¿Quién está en una posición más segura? ¿El que tiene unos ahorros o el que tiene una hipoteca?

La respuesta un día de estos, cuando se hunda otro pilar que parecía seguro…

El Tribunal Supremo anula las cláusulas suelo, bueno, a medias

Muy bonito, pero ¡no nos sirve!

Muy bonito, pero ¡no nos sirve!

Como todo en la vida esta sentencia del Tribunal Supremo la podemos analizar desde la perspectiva del vaso medio lleno o del vaso medio vacío, a gusto del consumidor, ya que aunque se trata de una gran noticia para los hipotecados españoles, lo cierto es que es una sentencia algo ambigua y que puede llevar a diferentes interpretaciones.

Pero vayamos por partes. Está claro que se trata de una sentencia que beneficia a las familias titulares de una hipoteca en España y que se encuadra dentro del marco fijado por el Tribunal de Justicia de la Unión Europea, cuyo fallo de esta misma semana ya empieza a tener claras consecuencias en nuestro ordenamiento jurídico práctico.

En este sentido, y aunque no de manera retroactiva, es decir, que el Tribunal Supremo ya ha dejado claro que no se van a devolver las cantidades satisfechas por exceso por parte de los hipotecados, esta sentencia anularía la cláusula suelo de los contratos hipotecarios, de manera que aquellas familias que ahora estén pagando un tipo de interés del 3%, en media, pasarán a pagar un tipo en torno al 1,5%-2%, lo que significa un ahorro importante en las cuotas hipotecarias mensuales.

Sin embargo, esta nulidad de la cláusula suelo no se aplicaría a todos los contratos hipotecarios, sino sólo a aquellos que no aplicaron la transparencia debida en el redactado de su articulado en el momento de la firma de la hipoteca. Es decir, que pueden existir mil triquiñuelas para que la entidad financiera pueda justificar que esa transparencia existía.

Una vez más, la banca gana en el fondo, ya que mediáticamente sale perjudicada, porque el titular es el que es, pero en realidad se verá muy poco afectada por esta situación.

Por otro lado, lo que no tiene en cuenta el Tribunal Supremo es que la existencia de la cláusula suelo por sí misma no debería de suponer una cláusula abusiva, ya que es perfectamente entendible y aceptable. Lo que raya la usura es la comparación con la cláusula techo en el mismo contrato hipotecario. Por ello, todas las hipotecas en las que la diferencia entre la cláusula suelo y la cláusula techo sea excesiva deberían de ser anuladas de inmediato. Eso sí sería legislar con justicia social.

Bomba contra las hipotecas españolas

Bomba explosiva

Bomba explosiva

Hoy hemos asistido a una carga de profundidad directa contra la línea de flotación de la ley hipotecaria española por parte del Tribunal de Justicia de la Unión Europea, que ha dictaminado que la ley hipotecaria en nuestro país es ilegal y claramente abusiva.

El principal argumento del tribunal europeo se basa en la imposibilidad por parte del juez para poder suspender un desahucio de manera cautelar hasta que pueda averiguar si las cláusulas firmadas en origen fueron o no abusivas, lo cuál, a juicio del tribunal va en contra de la directiva europea de protección del consumidor.

Esta directiva europea tiene como base la asimetría de información entre el consumidor y el vendedor, en este caso, las entidades financieras, a la hora de la transacción comercial que se lleva a cabo entre ambos. Es decir, en productos especializados, como es claramente una hipoteca, la entidad financiera tiene una mayor información que el consumidor, por lo que la ley debería de proteger a este último, justamente lo contrario de lo que hace nuestra ley hipotecaria.

Ahora se abre un amplio debate sobre el momento en el que se pueda aplicar esta sentencia del Tribunal de Justicia europeo. Hay analistas que consideran que no se trata de un dictamen de obligado cumplimiento en términos generales, sino que se podría aplicar sobre cada caso de demanda particular.

Y, sin embargo, existen otros analistas que apuestan con que esta sentencia sienta jurisprudencia a nivel nacional y puede ser utilizado por cualquier juez a la hora de detener un desahucio, al menos de manera cautelar, hasta que se puede dirimir si existió, o no, una cláusula abusiva.

En cualquier caso, se trata de un claro éxito de todos los colectivos que llevan años luchando en contra de la actual legislación española hipotecaria, sobre la base de de los abusos de las entidades financieras y con el objetivo de conseguir un marco legal más justo y transparente, de manera que los consumidores puedan decantarse por una hipoteca u otra con toda la información en la mano, asegurándose así que optarán por la mejor opción para sus intereses personales.

Otra caída de las hipotecas, y ya van 6

Travesía por el desierto de las hipotecas

Todos lo teníamos ya claro, pero siempre viene bien que un organismo oficial como el Instituto Nacional de Estadística nos lo certifique para que podamos estar seguros de ello, y a fe que lo ha hecho, ya que en los datos publicados ayer mismo el INE ha fijado en 274.715 las hipotecas sobre viviendas constituidas durante el pasado año 2012, lo que supone una caída del 32,7% con respecto a 2011.

Pero no sólo es llamativo el hecho de que sigamos a la baja en la constitución de hipotecas, que podía ser medianamente previsible, sino que también llama la atención que tengamos una cifra similar a la caída que se produjo en 2011, con respecto a 2010.

Entonces tuvimos una caída de la constitución de hipotecas del 32,8%, es decir, sólo una décima mayor que en 2012. Estas cifras casi idénticas significan claramente que 2012 ha sido un año nefasto, ya que la comparativa de este pasado año se hace sobre unas cifras ya bajas de 2011, con lo que a igual porcentaje de caída mayor impacto real. Cabe recordar, además, que estas caídas de esos dos últimos años son mucho más agudas que las previas, ya que en 2010 asistimos a una caída del 6,7%, por ejemplo.

Este volumen de 274.715 hipotecas supuso un total de 28.348 millones de euros, es decir, una caída del 38% con respecto a 2011. Es decir, que la caída en número de hipotecas fue menor que la caída en importe de las mismas, lo que da a entender un descenso de precio en el mercado. En este sentido, el importe medio de los préstamos hipotecarios en 2012 se situó en 103.192 euros.

Por tanto, nos encontramos con un sector hipotecario que, lejos de iniciar la recuperación con la que todos podíamos soñar, sigue cayendo en picado sin solución de continuidad. Habrá que esperar para comprobar el efecto definitivo del Banco Malo sobre el sector, aunque ya hay más de una voz que señala que no se producirá una mejora significativa por la baja calidad de los productos inmobiliarios traspasados a esta entidad.

En definitiva, seguimos con nuestra travesía por el desierto, sin que parezca que se empiece a atisbar la luz al final del túnel.

La dación en pago y su historia

Lo que no se lee nadie...

Lo que no se lee nadie...

No suelo empezar con rollos legales, pero hoy se impone una cita al artículo 140 de nuestra Ley Hipotecaria:

No obstante lo dispuesto en el artículo 105, podrá válidamente pactarse en la escritura de constitución de la hipoteca voluntaria que la obligación garantizada se haga solamente efectiva sobre los bienes hipotecados.

En este caso, la responsabilidad del deudor y la acción del acreedor, por virtud del préstamo hipotecario, quedarán limitadas al importe de los bienes hipotecados, y no alcanzarán a los demás bienes del patrimonio del deudor.

Cuando la hipoteca así constituida afectase a dos o más fincas y el valor de alguna de ellas no cubriese la parte de crédito de que responda, podrá el acreedor repetir por la diferencia exclusivamente contra las demás fincas hipotecadas, en la forma y con las limitaciones establecidas en el artículo 121.

O sea, que la dación en pago existe desde el tiempo de Maricastaña, pero ninguna de las dos partes, ni el banco ni el cliente, estaba interesada en incluirla entre las cláusulas de las nuevas hipotecas que se iban firmando, sobre todo en los años de las vacas obesas y los toros rezogantes.

Por parte de los bancos, la razón es bien clara: incluir la dación en pago suponía reducir las garantías de que el dinero se recuperase. Si el banco puede elegir entre quedarse con tu casa o quedarse con todos tus bienes en caso de impago, va a elegir, naturalmente, quedarse con todo lo que pueda. De hecho, como todos sabemos, a menudo se pedían también avales de terceras personas que respondiesen pro la deuda, o sea que como para conformarse con el simple valor del bien.

Por parte de los clientes, no exigían la dación en pago porque eso suponía subir tres o cuatro punto el interés de la operación, y en muchos casos, demasiados, significaba que no se firmaría la hipoteca, porque para que te concedan la cláusula de dación en pago tienes que poder poner por delante, de media, entre un veinticinco y un cuarenta por ciento del valor del piso. ¿Y estaba la gente dispuesta a eso? Por supuesto que no. Ni estaba dispuesta a pagar cuatro punto más de tipo de interés durante treinta años (lo que es normal) ni tampoco a esperar a comprarse el piso al momento en que tuviese una importante cantidad ahorrada, porque eso de ahorrar durante años para comprar algo es de viejos y de casposos (oído tal cual y con esas mismas palabras)

Por tanto, así vinieron las cosas: los bancos no querían saber nada del artículo 140 y los clientes tampoco. La gente quería a menudo un 110% del valor del piso, y el tasador estaba encantado, el notario estaba encantado y el director de la sucursal estaba encantado. ¿Quién iba a ser tan aguafiestas como para mencionar ese puñetero artículo 140?

Ahora sí. Ahora la mencionamos…

Hipoteca y tipo de cambio

Numancia.

Numancia.

A medida que pasa el tiempo nos va a quedando a todos más claro que la deuda acumulada por los países desarrollados es impagable, o al menos lo es en las condiciones actuales.

Aunque me llaméis pesado, tengo que volver a explicar lo que es en realidad la deuda, porque creo que es el concepto que más cuesta entender y el que nos trae a todos por la calle de la amargura.

La deuda consiste fundamentalmente en gastarse hoy el dinero del futuro, de manera que ambas partes, el que presta y el que recibe el dinero, dan por seguro que en el futuro se generará rentas y riqueza suficiente para pagar ese importe. Por razones diversas, ese incremento general de la riqueza no se ha producido, con lo que ahora, que ya estamos en lo que en en 2005 se entendía pro futuro, no hay dinero para pagar la deuda y aú menos los intereses, ya que los intereses son dinero que tiene que salir de otro lado, o sea, el reflejo numérico del incremento de riqueza.

Usualmente, en estos casos se declaraba la bancarrota o se devaluaba la moneda. Lo primero está muy bien si eres autosuficiente, pero nuestra sociedad se ha hecho lo bastante compleja como para que una bancarrota te deje sin petróleo, sin piezas de recambio para tu maquinaria y con una mano delante y otra detrás. Por eso, aunque lo que más le apetece a todo el mundo es dejar de pagar, las bancarrotas son tan raras y se tratan de evitar con tanto esfuerzo.

La otra solución es la devaluación, pero la devaluación significa, ni más ni menos, tener más billetes para representar la misma riqueza, o lo que es lo mismo, extender la misma mantequilla en más pan. Por supuesto, los que deben dinero estarían encantados con una devaluación, pues eso supone pagar su deuda con menos riqueza, dándole al acreedor billetes del Monopoly en vez de dinero real. Y por esa misma razón, los acreedores y los que tienen ahorros se oponen a cualquier devaluación.

La única salida en estos momentos para que se paguen las hipotecas es una devaluación, pero España no puede ejecutarla de manera unilateral y Alemania, que es fundamentalmente acreedora, prefiere que le paguemos con dinero de verdad mejor que con fotocopias de billetes, así que tenemos un problema.

Sin embargo, la medida que pase el tiempo y quede claro que las dos opciones que quedan son solamente cobrar menos o no cobrar nada, es muy posible que tanto el dólar como el euro se dirijan a una devaluación controlada. ¿Y a qué esperan? A que pase el tiempo, porque cada mes que pasa son muchos millones de cuotas que se ingresan con dinero de hoy, ese dinero que vale más de lo que valdrá el de mañana.

Al final, quien deba dinero es posible que salga ganando, pero siempre que haya pagado puntualmente hasta esa fecha. Por el camino caerán muchos y a esos no les servirá de nada que el euro se devalúe al final del camino.

Es cuestión de medir y resistir. Sobre todo, resistir.

Nadie parece acordarse de la vivienda

Bla, Bla, Bla, Bla

Bla, Bla, Bla, Bla

Visto el panorama social uno podría pararse a pensar que el tema de la vivienda es una de las cuestiones que más preocupa a los ciudadanos de este país, pero a juzgar por la poca importancia que se le ha dado durante las jornadas del debate sobre el estado de la nación que se ha celebrado estos días debe de ser un problema menor.

Todas las intervenciones se han centrado en loar la labor propia, en el Gobierno, y en criticar todo, tanto lo criticable como lo que no lo es, por parte de la oposición. Poniendo el acento en la corrupción, como no podía ser de otra manera, y en el problema del desempleo, por supuesto, pero ¿qué pasa con la vivienda?

Se han limitado al “y tú más”, para no romper con la tradición, y al final nos hemos ido sin medidas concretas que nos podamos llevar a la boca, medidas con las que las familias en problemas puedan buscar un rayo de luz a su futuro y las familias que mantienen un poder económico aceptable, a pesar de la que está cayendo, puedan plantearse la compra de nuevas viviendas.

El problema ya lo conocemos todos, está diagnosticado. Hubo una burbuja inmobiliaria que explotó, bien, ahora llega el momento, de una vez por todas, de buscar soluciones reales para que nos podamos empezar a plantear el futuro.

Necesitamos una ley hipotecaria transparente, que permita una relación de igual a igual entre las entidades financieras y los clientes, para que éstos puedan decidir sus prioridades. Habrá clientes que apuesten por la dación en pago y otros que prefieran un tipo de interés más bajo.

Se necesita, desde ya, una bolsa de viviendas para alquiler social, pero una bolsa que sea eficiente, que no se plantee desde el punto de vista teórico, sino desde una visión más pragmática, con el objetivo de que sirva de colchón para las familias que efectivamente están sufriendo la parte más dura de la crisis.

Y necesitamos, por supuesto, que las entidades que han sido nacionalizadas con el dinero de todos abran el grifo del crédito tanto a empresas como a familias. No se trata ya de una cuestión de voluntad sino de obligación moral. Niegan el crédito a los mismos que les sufragan las pérdidas, ¡demencial!

Hipoteca y urbanismo

Viejas estructura urbana: cerca del agua, y con el campo cultivado alrededor.

Viejas estructura urbana: cerca del agua, y con el campo cultivado alrededor.

Hoy me voy aponer un poco espeso, así que estáis avisados si pretendíais leer un artículo ligerito, de esos que hacen gracia y vienen a decirnos lo que ya pensábamos, o justo lo contrario de lo que pensábamos. Hoy me quiero meter en el berenjenal del urbanismo.

Desde hace sesenta años, más o menos, España pierde población rural y gana población urbana, pero el precio de los pisos y una serie de causas sociológicas han hecho que la vivienda se haya encarecido mucho en las zonas céntricas y se haya deteriorado más aún en los cascos históricos de las ciudades, mayoritariamente habitados, en muchos casos, por personas de renta muy baja y encaje social a veces complicado.

Así las cosas, el boom de la construcción y las hipotecas hizo crecer enormemente los extrarradios de las ciudades, alejando cada vez más a la gente del centro de las ciudades, pero también del verdadero campo, que sigue desangrándose demográficamente, parece que sin remedio.

Y resulta que ahora, cuando muchos de nosotros tenemos una hipoteca a veinticinco o treinta años, el precio de la energía se dispara de manera sostenida y el petróleo, que estaba hace cinco años a unos 30$ por barril, se cotiza de manera sostenida y durante años por encima de los 100$. En estos momentos, el crudo Brent de referencia en Europa anda por los 117$, para ser más exactos.

Sin entrar a valorar la incidencia de este hecho en la crisis (enorme), parece evidente que las viviendas que hemos comprado van a ser cada vez más problemáticas ya que son dependientes de los medios de transporte que nos acerquen al trabajo, o a los centros de ocio, consumo y entretenimiento. Y como no hay manera de encoger una ciudad (no os perdáis este enlace sobre Detroit) es muy probable que la devaluación de la vivienda en los extrarradios y ciudades dormitorios prosiga su avance, golpeando aún más la capacidad económica de las familias y los balances de los bancos.

De momento, la gasolina se puede pagar aún, aunque cada vez menos, pero a medida que su precio siga subiendo, o simplemente se mantenga, se verá más a las claras que la vivienda debe estar o cerca del trabajo o cerca de los suministros, pero nunca, en ningún caso, lejos de ambas variables.

¿Y cuántos viven o vivimos en medio de ningún lado?

Pues ahí tenéis el problema futuro, del que aún no se habla lo suficiente.

Citadme cuando empezáis a oírlo a menudo…

🙂

Cuidado con la dación en pago

La eterna balanza

La eterna balanza

Todos nos hemos llenado de júbilo al comprobar que la Iniciativa Legislativa Popular sobre la dación en pago será debatida en el Parlamento, después de 4 años de lucha, abriéndose una pequeña luz en el futuro más inmediato de la sociedad española, sobre todo, de la más desfavorecida que puede ahora plantearse un futuro más halagüeño.

Sin embargo, no podemos confiar todo en la dación en pago, y más si con ello nos estamos perjudicando a nosotros mismos. Hay que estar muy seguros de mantener esta figura jurídica para los hipotecados con verdaderos problemas económicos como consecuencia de la crisis y no generalizarla para todas las hipotecas.

Una dación en pago generalizada provocaría un incremento inmediato de los diferenciales aplicados por las entidades financiera, sí, más todavía, ya que tendrían que repercutir en el cliente la mayor asunción de riesgo que les supone la aceptación de la dación en pago.

No podemos olvidar que durante los años de burbuja inmobiliaria todos nos beneficiamos de tipos de interés ínfimos, sobre todo en comparación con los del resto del mundo, a la hora de hipotecarnos, por la sencilla razón de que la entidad financiera no corría riesgos ante una eventual devaluación del precio de la vivienda.

Si acepta la dación en pago, el riesgo pasaría a ser de la entidad financiera, ya que el cliente se podría deshacer de la deuda entregando la vivienda en un contexto, por ejemplo, de precios a la baja. Ello haría que todas las hipotecas se encarecieran, y puede que no fuera tan buena noticia.

Una dación en pago limitada, para familias con graves problemas económicos y siempre para la primera vivienda de la unidad familiar podría ser una solución intermedia, que evitaría el gran número de desahucios que seguimos sufriendo en nuestra sociedad y a la vez no encarecería demasiado las hipotecas.

Lo que sí debemos de tener en cuenta es que cualquier logro tiene unas consecuencias inmediatas en las relaciones financieras con las entidades, por lo que debemos de saber muy bien lo que pedimos antes de llenarnos la boca con nuestras peticiones. ¿Queremos dación en pago o tipos de interés bajos?

La hipoteca infantil

Sociedad infantil

Sociedad infantil

No, amigos, cuando te estrellas en la vida no puedes arreglarlo todo echando otra moneda o dándole al botón de reinicio después de ver en la pantalla el temido Game Over.

Sin embargo, tanto en este blog como en las noticias en general, leo con creciente alarma montañas de opiniones que parecen ir en este sentido. Por una parte, se ha recopilado millón y pico de firmas en una iniciativa popular para pedir la dación en pago, y nada menos que con carácter retroactivo, y por otra, en la encuesta de este mismo blog, hay un 68% de gente que cree que la tragedia de los desahucios es más culpa de la ley hipotecaria que de la mala cabeza de quienes firmaron las hipotecas.

En cuanto a la dación, todo el mundo se indigna porque el millón largo de firmas vaya a ser rechazado sin más trámite, pero nadie se pregunta quién se quedaría con esas viviendas, ni quién las pagaría, siendo que los bancos no tienen casi dinero propio, sino que manejan los ahorros de la gente. La idea final, supongo, es librar a los que no se leyeron la hipoteca para hacer comerse el marrón a los que metieron el dinero en el banco equivocado.

Así las cosas, no me queda otra alternativa que preguntarme si no será necesario que los bancos creen, y de manera inmediata, una hipoteca infantil. Se trataría de una hipoteca que puedes pagar cuando te apetezca, dejarla cuando quieras, cagarte en ella y que otro te la cambie y te la limpie cuando esté sucia, además de refrescarte el trasero con abundantes polvos de talco.

Entiendo perfectamente cualquier aspiración que lleve a cambiar la ley hipotecaria, injusta y perniciosa, pero de ahí a solicitar que, a toro pasado, seamos los demás los que paguemos los negocios que salieron mal hay un abismo. Hay que evitar que la deuda se acumule. Hay que evitar que los intereses de demora sigan computando después de que se inicia la ejecución hipotecaria. Hay que buscar una salida, sobre todo en el tiempo, para los que en un momento dado calcularon mal los riesgos, de manera que no queden excluidos a perpetuidad. Hay que hacer todo eso y más, pero sobre la base irrenunciable de que cada cual tiene que responsabilizarse de lo suyo, y asumir las pérdidas en caso de fracaso igual que se embolsa los beneficios en caso de éxito.

Nadie debería rescatar a los bancos y nadie debería rescatar a los ciudadanos, y puestos a hacerlo por interés común, hay que dejar claro de una buena vez, tanto a los ciudadanos como a los bancos, que el rescate se paga a precio de correa y bozal.
En cuanto a la encuesta, no me esperaba otra cosa. Parece un mal generalizado: buscar a los culpables fuera del propio grupo para permanecer nosotros inmaculados, inocentes y llorosos. Todo el que conoce un poco la historia sabe que las sociedades  fracasadas funcionan así. Lo peor del asunto es que semejante impulso social lleva a preguntarse quién querrá ser empresario o invertir en un país donde el que firma una cosa no tiene culpa de nada porque ni siquiera se considera adulto a sí mismo ni entiende que deba saber lo que firma, ni asume que tenga que responsabilizarse de sus propias decisiones.

Todo es culpa del Estado, de los banqueros, de los políticos o de los habanos que se fuma la abuela en su vieja mecedora de mimbre. Es culpa de ellos y ellos son los que lo tienen que arregla, ¿verdad?

Lo malo es que cuando te comportas como un niño te acaban metiendo en el corralito.

La palabra que se emplea nunca es inocente.

¿Hasta cuando seguirá cayendo el precio de la vivienda?

Sigue ahorrando, amig@

Sigue ahorrando, amig@

Los expertos inmobiliarios y económicos siguen afanándose por hacernos pensar que la vivienda tiene que seguir bajando, a pesar de que algunos propietarios ya se están tirando de los pelos por los precios ridículos que obtienen de sus pisos, pero la verdad es que los datos no hacen sino dar la razón a estos analistas.

Esta semana hemos conocido los datos que publica de manera mensual la web pisos.com, que, como un agente activo en el sector, deben de ser tenidos en cuenta a la hora de analizar en la situación real que nos encontramos en lo que se refiere al precio de la vivienda en nuestro país. Concretamente, los datos de enero reflejan una caída del 10,59% en el precio de la vivienda usada en tasa interanual, es decir en comparación con los datos de enero de 2012.

En términos absolutos, el precio medio en España por metro cuadrado se situó en los 1.877 euros, contra los 2099 de hace ahora un año. Por otro lado, en la comparación intermensual nos encontramos con que en el mes de diciembre el precio medio del metro cuadrado de vivienda usada fue de 1.887 euros, es decir, que en el transcurso de un mes la vivienda se ha abaratado en un 0,55%.

Unas caídas que deberían de agudizarse en los próximos meses ante la subida del IVA para vivienda, que ha pasado del 4 al 10%, ya que los compradores de vivienda intentarán repercutir esta subida de tipo impositivo al precio de la vivienda, para acabar pagando lo mismo, con lo que se avecinan meses de negociaciones muy duras en contra de los vendedores de viviendas.

En lo que se refiere al desglose por Comunidades Autónomas tenemos que el País Vasco se presenta como la región más cara, con un precio medio de 3.390 euros por metro cuadrado, seguida de Madrid (2.356 euros/metro cuadrado) y las Islas Baleares, con 2.196. En el otro extremo, la Comunidad con los pisos más baratos fue Castilla-La Mancha, con 1.099 euros por metro cuadrado.

En definitiva, la tendencia parece claramente marcada, con unos precios a la baja sin solución de continuidad, y que nos llevarán a unas viviendas a precio de “saldo” de aquí a finales de 2013, buenas noticias para los compradores pero no tan buenas para los vendedores, que no siempre son promotoras y bancos.