Archivo de la categoría: Hipotecas

Las nuevas hipotecas

Novedades sobre lo de siempre

Novedades sobre lo de siempre

El mercado hipotecario se reanima, y con él aparecen nuevos modelos de hipotecas. Algunas basan su imagen en ser lo de toda la vida, sin novedades, sin sorpresas y sin aventuras, que es lo que mayoritariamente demanda ese cliente solvente que tanto busca la banca, mientras que otras se decantan por hacer el producto más atractivo incorporando nuevos enfoques.

El problema para la mayoría, y ventaja para algunos, es que las hipotecas han dejado de ser un producto aislado y su coste final, su diferencial y a veces hasta las comisiones se vinculan a otros productos que el cliente pueda tener contratados con el banco, tales como nóminas, seguro de hogar y hasta seguros de vida.

A la hora de calcular una hipoteca con verdadera seriedad es muy importante tener en cuenta estas condiciones, pues el coste de estos productos, muy especialmente los seguros, puede suponer que lo que no se paga por un sitio se paga por otro. Nuestro consejo  es que se busque el mejor producto de mercado equivalente y se compare, en su caso,  lo que se está pagando de más (porque lo normal es que haya un sobrecoste). Con esa cifra, añadida a los costes de la cuota mensual, podremos saber cual es el coste real de la hipoteca.

Este tipo de políticas van en línea con lo que ya hemos comentado en semanas anteriores y que podríamos resumir con la ley del 130/3o, que viene a significar que hoy en día, para la banca, un 30 % de los clientes le proporcionan el 130% de los beneficios. Si, lo habéis leído bien: un tercio de los clientes suponen más del cien por cien de los beneficios, porque el otro setenta por ciento, en conjunto, genera pérdidas, si no a nivel individual, sí a nivel de conjunto.

¿Y quienes son los clientes  que dan pérdidas? Pues más de los que os imagináis y más de los que supondría incluso un viejo gestor de oficina. Hablaremos de ellos un día e estos con bastantes y floridos ejemplos, porque la cosa tiene su gracia. Os anticipo uno para abrir boca: da pérdida el tipo que tiene el dinero en el banco y no lo mueve. Por ejemplo.

 

¿En qué pensamos cuando hablamos de desahucios?

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A veces el pueblo opina lo que opina…

La imaginación es a veces muy chunga, y juega malas pasadas al raciocinio. Uno de los casos más comunes es el de la temida palabra desahucio, y vamos a verlo de cerca.

¿En qué pensamos cuando hablamos de desahucios?
Pues normalmente en familias que no pueden pagar sushipotecas y que tiene que ver como el banco la pone en la calle. El banco, o el fondo buitre extranjero, para los amantes de Dickens, y si es en invierno y hay niños de por medio, más Dickens todavía…

¿Es eso lo que imaginamos, verdad? Pues la putada es que en muchas ocasiones es terriblemente cierto y que, a buen seguro, tenemos que hacer algo para evitar esas tragedias humanas o la injusticia de que el negocio jurídico del banco genere la externalidad del desahucio, una externalidad pagadera en fondos públicos a costa del común.  El párrafo es técnico, pero quien conozca el asunto lo entenderá, y quien no, que pregunte en los comentarios. O a lo mejor dedico otro artículo a explicar que es eso de la externalidad pagadera del común.

Pero volviendo ala imaginación, el caso es que hay otra clase de desahucios, y si los prohibimos, vamos a armar la de dios… Los de los alquileres. ¿Qué pasa cuando un inquilino no paga?

Si por una parte está muy feo tener un piso vacío, y por otra no puedes poner en la calle al inquilino que no te pague, ¿qué solución se deja al propietario? ¿qué pisos entrarán en el mercado de alquileres? ¿quién se arriesgará a perder un piso a cambio de sacarle, a todo pegar, un dos o un tres por ciento de rendimiento?
¿Nos damos cuenta de lo que eso supone?

El nivel de precios del mercado de alquiler depende del precio de la vivienda, del importe de la hipoteca, de la disponibilidad de pisos y del rendimiento que se le pueda obtener. Si la seguridad jurídica desaparece de pronto en es mercado, ¿quién se animaría a alquilar?

La tragedia del desahucio hay que evitarla, pero con cabeza: en caso contrario, podemos conseguir que se encarezcan brutalmente los alquileres. O que simplemente no haya oferta. Y no sería bueno, en especial para los más humildes…

Hipotecas postelectorales

 

En busca del chollo perdido

En busca del chollo perdido

La gran pregunta que se hizo Rajoy, según un periódico satírico, era por qué demonios tenía ganas de llorar después de haber ganado las elecciones.

Luego, cuando se reunió la ejecutiva del PP, resultó que ni eso: el tío que ni pincha ni corta, ni rompe ni mancha, ni siquiera tenía ganas de llorar, y mucho menos de hacer autocrítica o pensar en cambiar algo para no encadenar un monumental estacazo con otro.

A esto es a lo que a veces los entrenadores, ya sea deportivos o empresariales, llaman riesgo psicológico: a la incapacidad de enfrentarse a los problemas, o lo que todavía es peor, a la pérdida del deseo de ganar.

Cuando tus comerciales ya no salen a vender y tus futbolistas no salen a ganar, es el momento de tomar medidas. Pero aquí lo que tenemos es a un Presidente que hace años que no sale a Gobernar. Un Presidente al que no le interesa la política y ha dejado, hace años, de tomar medidas políticas para preocuparse solamente de que las patas del andamio, las verdaderas patas que lo sostienen, no sufran daño alguno. Por eso nos suben la luz, nos maltratan los bancos y se ríen de nosotros las gasolineras: porque esos, esos sí, están protegidos por al fuerza y el  aparato del Estado. Y para otros sustos, aquí puedes encontrar el teléfono , pero de momento basta con lo que hemos contado.

Las medidas que va a tomar Rajoy ante la derrota electoral van a consistir en llamar al presidente de Repsol y al de Iberdrola, entre otros, para preguntarles qué puesto le tiene reservado. Los demás, los que estaban con él en el Partido Popular y han visto o van a ver estos días como los pasan a cuchillo uno a uno, no le importan un pimiento. Los demás, los que se van a ir a casa por haber tragado, por haber consentido y por haber preferido salir en la foto antes que enfrentarse a un presidente inútil, cobarde, holgazán e ineficiente, ahora ya no le importan un pimiento a nadie.

Por lo demás, para los que creen que la hipoteca es hoy un tema irrelevante, ya lo han visto: se puede pasar de la plataforma de afectados pro la hipoteca a la alcaldía de Barcelona. Eso demuestra, creo yo, que el tema que aquí tratamos es algo más que pura y simple economía: es el caballo de batalla entre libertad, propiedad privada, sociedad y bandolerismo.

Ya iremos hablando…

 

Barcelona quiere limitar el turismo, pero no la inmigración

Cavando tu propia tumba

“Antes, a quien no valía para nada, se le daba una pala. Ahora se le da una subvención. JMML

A esta clase de conclusiones lleva a veces el presentar un programa hecho a trozos, con la reivindicaciones de muchos grupos que dicen tener un interés común y que en realidad se coordinan sólo bajo ideas teóricas.

Tras las elecciones, tenemos un nuevo mapa político, y hemos visto un importante triunfo de la Plataforma de los Afectados pro la Hipoteca, que ha conseguido colocar a su líder, Ada Colau, nada menos que en la Pole Position para convertirse en alcaldesa.

Si lo consigue o no, ya se verá, porque pro aquellas tierras nos e trata solo de ser de izquierdas o de derechas, sino también de creer en la construcción nacional antes que en la lucha de clases y en la tortilla con cebolla o sin cebolla. En todo caso, el éxito es innegable. Y me refiero al éxito de la hipoteca como caballo de batalla.

Nosotros llevamos aquí un montón de años y parece que aún nos e nos acaban los temas, y las hipotecas resultaron ser tan importantes, y un tema tan atractivo, que pueden ser el germen de un cambio político en España que aún no sabemos dónde va a terminar, si termina.

¿Y por qué? Seguramente porque todo lo que se mueve en torno al principal gasto de una familia en toda su vida va a resultar de interés. Seguramente también, por qué no decirlo, por la esperanza de muchas familias (que nos conocemos) de quitarse de encima el más duro gasto del mes y acercarse más a la vieja aspiración nacional de vivir de la sopa boba o del costillar del vecino, y seguramente, claro que sí, por la cantidad de artefactos y artilugios legales (o paralegales) que los bancos han montado en torno al mercado hipotecario.

Fuera como fuese, la hipoteca vuelve a estar de moda. Y no por los tipos de interés, ni por los diferenciales, ni por la cláusula suelo, sino porque sus enemigos se han coronado próceres de la patria y van a luchar contra los desahucios, los turistas, la especulación y los dragones.

Duerte.

 

La hipoteca y el trabajo. Sobrantes y sobreros

El trabajo y el trabajador, haciendo como que se llevan bien...

El trabajo y el trabajador, haciendo como que se llevan bien…

Porque sí, al final podemos hablar mucho de subidas o bajadas en el precio de la vivienda, de subidas o bajadas en los tipos de interés aplicables a las hipotecas o de si los bancos necesitan limpiar su balance o encontrar demanda solvente, pero lo cierto, lo real, es que el mercado hipotecario depende de manera directa del mercado laboral.

Y en ese berenjenal nos vamos a meter, a ver qué tal respira la cosa.

El BBVA Reaseach, uno de esos institutos encargados de analizar datos por cuenta de un banco, llegó a la conclusión a finales del pasado año de  que España acabaría padeciendo un desempleo estructural del 18%, una vez que terminase la crisis. ¿Nos damos cuenta de lo que eso supone? Cuando las cosas vayan bien, si es que se arreglan, casi uno de cada cinco españoles estará clasificado en el apartado de sobrantes

A eso, según la misma fuente, habrá que añadir un empleo a tiempo parcial,  que en España no es una opción que la gente prefiera, sino que le viene impuesto, que se situará en un 25% o 30%. ¿Lo vemos? 18% de gente sin ningún trabajo, 30% de gente con la mitad del trabajo, que es como decir 15% sin ninguno.

Pero no acaba ahí la cosa: también habrá que sumar una temporalidad que, aunque los contratos de trabajo tiendan a unificarse, difícilmente bajará del 20% por la propia estacionalidad de numerosos subsectores de la economía española, lo que supone un desempleo equivalente de no menos de 7,5%, por aquello de que en unas épocas trabajarán unos y en otras otros.

Por lo tanto, cuando la crisis finalice, cuando la economía se  tranquilice, la gracia del asunto estará en que España lucirá un desempleo real cercano al 30%. Lo disfrazarán, sin duda, con treinta ropajes, como hacen ahora, pero esa será la proporción mínima de españoles pasándolas negras.

Visto así, ¿creemos de verdad que llevan camino de recuperarse las hipotecas?

Cuando tu banco te mira mal

Y hasta te echa maldiciones

Y hasta te echa maldiciones

Por aquí, por internet, decimos que las cosas cambian muy deprisa, pero la mayor parte de las veces no nos molestamos en explicar estos cambios a los más mayores, o a los que no teniendo tantos años viven un poco apartados del barullo. Y esa gente cuenta más de lo que pensamos. Y además vota.

Por mi parte, voy a intentar poner remedio a esta falta en un tema que nos interesa a todos y que a todos debería preocuparnos, sobre todo en un blog como este: los bancos.

El tema es bastante sencillo en el fondo y si hablásemos de bares, todo el mundo lo entendería. El tabernero quiere que vayas a su local para que le dejes ganancia. Es evidente, ¿no? ¿Qué pensaría de nosotros el del bar si entrásemos todos los días a leer el periódico, a usar el cuarto de baño y a utilizar los palillos sin consumir nada? Pues que ojalá nos marchásemos de allí cuanto antes.

Y eso les pasa a los bancos. Pero nos cuesta más entenderlo.

No comprendemos o no queremos asumir que el dinero que tenemos en las cartillas de ahorro ni lo quieren ni les sirve para nada. . ¿Cuánto nos pagan de intereses por ese dinero? Nada y menos. Y esta vez no es un dicho, sino que va en serio: nos pagan menos que nada porque a fin de año los intereses son menores que las comisiones de mantenimiento.

¿Y cómo es posible eso? Porque el Banco Central Europeo les presta el dinero, todo el que quieran, al cero por ciento de interés. Así que a ver, seriedad: si los bancos pueden conseguir el dinero que les dé al gana al cero por ciento de interés, ¿para qué quieren el nuestro? ¿Para que les demos la murga por diez céntimos de una comisión y tener que mandarnos una carta? No, de esa manera ni les interesamos ni les podemos interesar, seamos serios.

Para los bancos solo somos clientes si gastamos y les dejamos ganancia.

¿Tiene usted tarjeta? Pase.

¿Gasta dinero con la tarjeta? Bienvenido.

¿Contrata un seguro con nosotros? Buenas tardes.

¿Tiene con nosotros un préstamos o una hipoteca? Nos alegramos de verle.

¿Es usted el típico paisano que tiene aquí los ahorros, viene a actualizar la cartilla, no quiere que le cobren comisiones, no tiene tarjeta, ni seguro, ni debe un duro a nadie, ni hace más movimientos que el ingreso de la pensión? Marche a tomar por saco de aquí con viento fresco, que estamos para ganar dinero y no para poner a un empleado que le atienda a usted por la cara, a cambio de nada.

No te lo dicen, de momento, pero cada día te lo hacen ver más claro.

Las cosas han cambiado. Tener dinero ya no es ser un buen cliente. La cosa es gastarlo. La cosa es darlo a ganar. Como en el bar. Como en el pescadero…

La alternativa, por supuesto, es tener el dinero debajo de la teja. Una alternativa no tan mala, por cierto, teniendo en cuenta la nueva normativa. Pero ya hablaremos de eso…

La hipoteca y la economía de la oferta

Un mundo lleno de posibilidades...

Un mundo lleno de posibilidades…

El problema que todos hemos padecido es que la economía, en los últimos años, se ha orientado a la oferta. ¿Y de qué demonios hablo?

Pues del error, ya sea estratégico o ideológico, que los trabajadores cometieron cuando en política se consideró natural favorecer al empresario por ser el “creador de riqueza” con medidas como facilitar el despido, restringir el poder de los sindicatos, de modo que al final se redujeron los sueldos.

¿Y qué sucedió entonces? Que se sustituyeron los salarios pro la capacidad de endeudamiento. O sea: no pasa nada porque cobres menos, porque ahora puedes pedir una hipoteca por cuatro perras, cosa que antes no se te pasaba pro la cabeza, con lo que ganando menos vivirás mejor.

¿No os suena eso? ¿No fue eso lo que sucedió? La gente tenía más dinero en el bolsillo y se sentía mejor. Podía comprarse una casa y se sentía mejor. Podía irse de vacaciones y se sentía mejor. Y no importaba mucho si se trataba de hipotecas, préstamos al consumo, o cómodos plazos de una tarjeta de crédito.

Pero esto tenía un consecuencia política: con este sistema, las empresas bajaron sueldos y el consumo se mantuvo durante un tiempo, con lo cual a las empresas les salían “gratis” las medidas antiobreras (“les bajo los sueldos y me siguen comprando igual”). Debido a que esas medidas antiobreras no tenían repercusión negativa sobre la economía, los gobiernos siguieron aprobando medidas similares, más desregulación laboral, más facilidad de despido, menos salarios, etc.

Pero la cosa, a la larga, no funciona: por mucho que les bajes los impuestos a las empresas, o les facilites el despido o el papeleo administrativo, si no venden tienen que cerrar.

Y para que vendan la gente tiene que comprarles, y para que la gente les compre tiene que tener dinero, y para que la gente tenga dinero hay que pagar buenos salarios.

¿Y si no?

Pues vender fuera. pero eso ya lo están pensando todos.

Y la putada es que no existe un Planeta B.

Para anular la cláusula suelo (pero de verdad)

Solicitantes de hipoteca convenciendo al banco...

Solicitantes de hipoteca convenciendo al banco…

Que sí ,que muchos tribunales han dado la razón a los afectados que han reclamado contra estas cláusulas. pero al final el tema real, el del mundo real,es mucho más complejo y engorroso y de lo que se trata al final es de conseguir que se elimine esa cláusula y que los euros vuelvan a  nuestro bolsillo, porque bastante tenemos ya con la hipoteca. Así que vamos a ver cómo funcionan las cosas en el puñetero mundo real, repito ya por tercera vez e intencionadamente:

Si queremos combatir como paladines contra el banco, lo primero que debemos hacer es presentar un escrito al departamento de atención al cliente de ese mismo banco reclamando la anulación de la cláusula suelo, razonando el asunto y aportando dos copias de la carta en la oficina de nuestra entidad para que nos las sellen y nos devuelvan una. Puede parecer fácil, pero no siempre es tan sencillo, proque a lo mejor salen con que la abuela fuma, etc., etc..

sabed a partir de aquí que al ley es para lo demás, pero no para los bancos, que pueden hacer caso o no,  pero nunca serán sancionados y ni obligados as dar un paso más allá de los que quieran dar. Cuentan, por ejemplo, que Barclays Bank jamás te atiende, y lo lleva a gala en su política. Avisados vais…

Si la petición ante nuestra entidad bancaria es denegada o transcurren dos meses sin resolución (porque les mola eso de no contestar), deberemos presentar reclamación ante el Banco de España  En ese momenti, debemos presentar el formulario de reclamación propio del Banco de España, fotocopia del DNI, escrito presentado en nuestra entidad bancaria, respuesta (si la hay), copia de la escritura de compraventa y cualquier otra documentación que consideremos relevante (oferta vinculante, información precontractual de las condiciones de la hipoteca, etc.).

El servicio de reclamaciones del Banco de España dará un plazo de quince días hábiles a la entidad bancaria para que presente alegaciones y resolverá mediante un informe motivado,  pero Ojoooooooooooooooo:  este informe no es vinculante para ninguna de las partes, lo que significa que el banco puede limpiarse su virtual trasero con lo que opine el Banco de España. ¿A que son geniales?

A partir de aquí, nos queda instar el correspondiente procedimiento judicial para anular la cláusula suelo, donde podremos solicitar como medida cautelar que se deje sin efecto dicha cláusula durante la tramitación del procedimiento.

¿Y por qué?

Porque hay tantos casos y el tema es tan complejo que esa sentencia que tanto nos gustó lo mejor no se refiere a lo nuestro…

Mala suerte…

Y de momento, la hipoteca sigue, también como parábola

Los primeros de una larga lista

Los primeros de una larga lista

No es normal que dedique yo estas líneas a temas políticos, pero hoy voy a hacer una excepción, aprovechando que estamos en año con múltiples elecciones y que el domingo se celebraron las andaluzas, que quisieron ser primeras y lo consiguieron pro aquello de que aquí, como en la granja de Orwell, todos somos iguales, pero unos más iguales que otros..

¿Y por qué me parecen a mi tan importantes estas elecciones, al fin y al cabo? porque dicen más de nuestra sociología y de lo que hay detrás del telón de lo que muchos interpretan.

Dicen, por ejemplo, que en España se pueden gobernar treinta y siete años, y quitarle el récord a Franco, sin que a nadie le suene rara la cosa. No juzgo aquí la legitimidad de las elecciones ni la decisión de los ciudadanos, pero no me negaréis que la cosa da para pensar un rato, y más en un blog en el que siempre hablamos de que tomar una decisión a treinta años, como una hipoteca, es un riesgo demasiado elevado.

Dicen también estas elecciones que los sociólogos del PP viven en una burbuja de cristal, y que su ilusión de que a la gente se le pase el cabreo a fuerza de repartir los mismos sueldos entre más gente no se les va a arreglar ni de cachondeo. Si Rajoy esperaba que su partido aguantase el embate, ha visto que el batacazo que se ha dado cotiza por todo lo alto, y más que cotizará si lo fían todo a la economía y la recuperación y nada la política.

Dicen también que el ser catalán ya no es una cosa que suene tan desagradable en el sur, y así lo muestran los Ciudadanos de Albert Ribera, y que con tal de acabar con los de siempre hay mucha gente dispuesta a acabar también con los prejuicios de siempre.  Este punto sería esperanzados para una tierra como Andalucía si no fuese por el punto primero…

Dicen también que el fenómeno emergente de Podemos se comió al fenómeno declinante de Izquierda Unida, pero sin conseguir, ni juntos ni por separado, salir de la puñetera irrelevancia, esa a la que conduce ganarlo todo y que no te sirva de nada. La cuestión será ver si avanzan en otros lugares, pero de momento no han podido vencer a la “casta” ni de lejos.

¿Y cual es la suma de tanta sociología?

Estabilidad. O calma. O aguas estancadas.

A esos juicios ya no llego.

¿Pero de quién son las hipotecas?

El laberinto se complica

El laberinto se complica

Todos lo sabemos: hace años que dejamos de ver las cosas claras y meta uno las narices donde las mete, al final sólo hay embrollos, líos, y platos de espagueti de leyes, costumbres, informes y documentos.

El mundo de la hipoteca no es una excepción, por supuesto, y aunque se está hablando de ello en voz muy baja, por aquello de no hacer saltar la liebre y que se arme la marimorena, lo cierto es que no está muy claro de quién son las hipotecas, de quién los avales, y quién tiene capacidad jurídica para reclamar un impago.

Ya lo comentamos por encima un día, y hoy vamos a ver el caso de los avalistas.

Un paisano cualquiera recibe un dinero para comprar una vivienda y firma la correspondiente hipoteca. Aunque el banco titulice esa hipotecas (la convierta en bonos, pro ejemplo) y venda esos títulos, parece que el banco puede seguir reclamando el pago de las cuotas aún a pesar de no ser ya el propietario último de la deuda. Esto es así, o dicen que es así, porque al titulizar la hipoteca y venderla el banco se comprometió a seguir cumpliendo su papel de mediador entre quien firmó el contrato y los poseedores últimos de las deuda, que ahora son los bonistas. ¿Es esto lógico? Nadie lo tiene claro.

Está claro, sí, que el hipotecado mantiene la deuda, pero no tanto quién tiene derecho u obligación de reclamársela.

¿Y con los avalistas? Con los avalistas pasa aún algo más grave. Si el avalista sostiene la deuda y la deuda ha sido transmitida a terceros, ¿quién puede ejecutar el aval? ¿El titular original de la deuda, que era el banco,  o el nuevo titular que es el bonista? Porque resulta que al vender el banco la deuda, pero no el aval, vendió una deuda sin aval, por lo que esa deuda deja ahora de estar respaldada y es una deuda con riesgo.

¿Aparece en los contratos la titulización de las hipotecas? Sí, aunque de manera dudosa. ¿pero se han titulizado alguna vez los avales? Nunca, que se sepa. Entonces, al no existir titulización de avales, los avales no se han transmitidos a los bonistas, con lo que los avalistas podrían ahora negarse a responder ante terceros.

Añadidle a eso que cuando las hipotecas se convierten en bonos se convierten por paquetes, pero no nominalmente, con lo que nadie sabe si su bono contiene hipotecas de Juan, de Manolo o de Chindasvinto: sólo su importe.

¿A que es un embrollo curioso?

 

La palabra que marcará la evolución de la vivienda: localización

Por aquí hay vivienda de sobra y muy barata.

Por aquí hay vivienda de sobra y muy barata.

En un negocio, y casi me atrevería decir que en la vida toda, la variable geográfica es determinante y constituye la decisión más importante que debe tomar cualquier gestor o cualquier persona. Y en el tema de la vivienda y la hipoteca no podía ser de otra manera.

Cuando leemos datos sobre la evolución de los precios y la vivienda, e incluso cuando hablamos de la necesidad de que todo el mundo tenga derecho a un techo bajo el que cobijarse, al final nos estrellamos siempre con lo mismo: localización.

Los datos que se nos ofrecen suelen ser medias de distintos tipos de pisos, de distintos tamaños y de distintas localizaciones, pero nunca se nos habla ni de varianzas ni de desviaciones típicas, que creo que es donde están realmente los riesgos y también las oportunidades.

En los próximos años, puede que en España se recuperen los precios de la vivienda en algunos lugares mientras que en otros siguen cayendo. La distinta distribución de valores y expectativas y la muy dispar percepción frente al futuro de unas zonas y otras es lo que marca la diferencia.

En las grandes ciudades, especialmente aquellas con más demanda, es muy posible que los precios dejen de caer o incluso que se recuperen en breve, pero en las ciudades envejecidas, en aquellas en que cada anciano que fallece se convierte en una vivienda puesta a la venta por los herederos (que viven en otro lado)( la vivienda no sólo no puede  recuperarse a corto plazo sino que es muy posible que no se recupere nunca, porque el ritmo de pérdida de población es muy superior al ritmo de amortización del ladrillo.

Por eso, a la hora de meterse en una hipoteca, no sólo importan las condiciones del préstamo y la valoración de la casa, sino también la evolución de la zona en que se encuentra, la edad de su población, las oportunidades que ofrezca a los jóvebes y, en general, las expectativas a medio plazo. Treinta años es mucho tiempo.

En España, en conclusión, no faltan viviendas, ni tampoco viviendas asequibles. Lo que faltan son viviendas  en los lugares donde a  la gente le gustaría vivir y sobran muchas, muchísimas casas en los lugares que la gente considera más duros o menos deseables. Por eso se pueden seguir comprando magníficas construcciones por cuatro duros en algunos pueblos del interior y por eso sigue costando miles de euros el metro cuadrado en los centros de las capitales.

Y habría que ver lo que dicen los que piden viviendas sociales para todos si se las ofrecieran en los montes de Riaño.

Habría que verlo..

La hipoteca y el alquiler vistos desde el lado del casero

Plantación de lentejas

Plantación de lentejas

En este blog hemos discutido unas cuantas veces si es mejor meterse en una hipoteca o alquilar la vivienda habitual.

Cada cual tiene su propia opinión, por supuesto, pero la solución objetiva depende enormemente del etilo de vida que se pretenda llevar, de si el puesto de trabajo al que se acude es fijo o no y de las expectativas que se tengan de permanecer mucho tiempo o poco en la misma ciudad.

Las generaciones anteriores, como todos sabemos de un modo u otro, consideraban la hipoteca un magnífico depósito de valor por aquello de que las casas nunca bajan y porque entendían que lo pagado por el alquiler dejaba al menos un patrimonio para los años de la vejez, mientras que la mentalidad actual, más dada a cambios de aires (ya sea trabajo o pareja) ven con recelo un contrato que te obliga a permanecer veinticinco o treinta años en el mismo lugar y con unas condiciones similares.

Pero, ¿qué sucede si tratamos de mirar este problema desde el otro lado? Sí, me refiero a ver el negocio del alquiler desde el punto de vista del casero. Echemos un ojo al asunto y quizás eso nos ayude a comprender por qué la vivienda sigue bajando (un 3,2% en 2014, según el último dato de los notarios)

Con la calculadora de hipotecas que nos ofrece esta misma web, comprobamos que una hipoteca a 25 años para un piso de diento cincuenta mil euros y un tipo de interés medio del cuatro por ciento para toda la vida del préstamo, supone una cuota mensual de setecientos noventa euros.

Resumo en números.

150.000 € de precio.

4% de interés.

25 años.

Cuota: 791,75 €

Bueno, pues teniendo en cuenta que el casero paga el IBI y paga las derramas de la comunidad, y absorbe la depreciación del inmueble, ¿cual os parece a vosotros que es el alquiler mínimo que tiene que cobrar para obtener una rentabilidad a su dinero mayor que la que le daría invertir en una plantación de lentejas en Senegal?

Añadid a esto que el riesgo lo absorbe él y que el riesgo tiene un precio (preguntad si no a las compañías de seguros) y calculemos cual debe ser esa cuota.

A mí me salen 675 € y rezando para que  la depreciación no sea mucha.

Un negocio que, claramente, no interesa.