Archivo de la categoría: Hipotecas

Hipoteca, esfuerzo, dolor y precio

Somos prisioneros

Somos prisioneros

Es una guerra antigua: unos opinan que vivimos mejor que nuestros padres, pro la cantidad de cosas de que podemos disponer y que ellos nunca llegaron a imaginar siquiera, y otros creen que somos como los indios gilipuertas aquellos a los que les cambiaron el oro por  baratijas. Al final y si se quiere ser serio (cosa que no siempre se pretende) lo que hay que comparar son los niveles de vida, o dicho de otro modo, el esfuerzo o dolor que a una familia cualquiera le costaba adquirir un bien o meterse en una hipoteca.

En ese sentido, un rastreo por las bases de datos del Instituto Nacional de Estadístico (INE) nos ofrece unos niveles de precios que pueden ser interesantes:  en 1916, un kilo de pan, 0,46 pesetas. Un kilo de carne de vaca, 1,82 pesetas. Un kilo de bacalao, 1,77 pesetas. Un kilo de patatas, 0,19 pesetas. Un kilo de garbanzos, 0,86 pesetas. Un litro de vino, 0,51 pesetas. Un litro de leche, 0,40 pesetas. Un litro de aceite, 1,19 pesetas.

¿Y eso era mucho o poco pata la época? ¿Cuánto ganaba un trabajador?

Eso, como siempre, dependía de zonas geográficas y de las distintas ocupaciones.  Un albañil por ejemplo ganaba unas 6 pesetas al día en el mejor de los casos. Pero no en todos los sitios sino en Barcelona y Madrid. En Valladolid podía ganar 2 pesetas al día, o un poco menos en algunas comarcas del sur de España y en épocas en que no se recogiese la aceituna o se realizasen otras tareas agrícolas.

Para saber cuál era el poder adquisitivo, se suele escoger la cesta de la compra para comprobar el peso de los productos básicos en un salario normal. Por ejemplo, una docena de huevos costaba 1,26 pesetas en 1916 lo que equivalía a la mitad del jornal (diario) de un albañil en España, es decir, esa docena de huevos la podía pagar con medio día de trabajo.

Hoy, una docena de huevos en un hipermercado oscila entre 2,30 y tres euros. Eso equivale a una media hora de trabajo de alguien que gane el salario mínimo interprofesional. Y tomando en cuenta que trabaja 22 días al mes, y no hace más de 40 horas a la semana. En resumen, hoy la cesta de la compra supone menor esfuerzo de trabajo. Muchos menos que hace cien años.

Pero eso es la comida, algo que ya sospechábamos que salía barato hoy en día comparado con otros tiempos. Si pasamos a la vivienda, que es el género que trabajamos aquí, resulta que en 1916 se constituyeron más de 24.000 hipotecas por un valor de 424 millones de pesetas (unos 2,5 millones de euros de hoy). . Lo curioso es que la inmensa mayoría de las hipotecas de 1916, es decir, 18.777 hipotecas, se pagaban antes de seis años. Hoy la hipoteca media es de 20 años. O sea que la gente pagaba antes porque podía…

En aquella época, Europa estaba en medio de una guerra y España, neutral, se convirtió en abastecedor de materias primas y otras cosas. El producto interior creció a un ritmo superior del 3% anual, más o menos como ahora, pero unos años después de la guerra, a partir de 1921, se desplomó y retrocedió.

O sea que a lo mejor nos hace falta eso: que  los demás se metan en líos y nosotros tengamos el buen criterio de quedarnos fuera. Pero no sé por qué, me parece improbable tanta suerte…  O tan buen tino.

La hipoteca y la magia negra

Debate sobre la reforma fiscal

Debate sobre la reforma fiscal

El miedo teórico parece estar en los tipos de interés negativos, y en que los bancos, que son un negocio como cualquier otro, no van a dar hipotecas a tipo de interés negativo, pase lo que pase, y salga el sol por donde quiera. ¿Por qué? Por lo mismo por lo que el frutero no va a dar manzanas a precio negativo: porque para eso está mejor durmiendo en su casa y con la persiana del negocio bajada.

Sin embargo, y aunque no me atrevo a decir que sea la principal, creo que una de las razones por las que a los bancos les gusta cada vez menos ofrecernos una hipoteca es que supone para ellos tener el dinero inmovilizado durante treinta años. Para evitar eso habían creado las titulizaciones, o sea, la conversión de las hipotecas en otro tipo de productos financieros que vendian a fondos de inversión o en el mercado secundario, pero ahora resulta que eso puede ser un problema a la hora de reclamar el pago al hipotecado, así que tiene sus riesgos y es mejor echarse fuera antes de que venga un juez a decir que si vendiste la hipoteca vendiste el derecho de reclamación.

Así las cosas, lo que observo que está sucediendo es que poco a poco nos internamos en el campo de la magia negra, es decir, de los negocios que cada vez tiene menos que ver con el objeto que se negocia y más cada día con otros asuntos colaterales, incluidos algunos incentivos perversos que lo hacen todo un poco más retorcido si cabe.

Por ejemplo, el otro día salieron unos datos de actividad bastante malos, unidos a unos datos de empleo bastante flojos, aderezados con unos datos de inflación muy chungos y aliñados con unos datos de comercio exterior francamente horrorosos. ¿Y qué pasó en los mercados financieros? Pues que las bolsas de toda Europa subieron como un verdadero tiro, más de un tres por ciento.

¿Y por qué? Pregunté a los que saben y la respuesta me dejó de pìedra:  porque cuanto peor vaya todo, más probable es que Mario Draghi le dé a la maquinita de imprimir dinero, que es lo que quieren los mercados financieros. A mí me pareció una locura, pero es normal: si todos los euros valen igual, es más fácil ganar el euro que el que sale de la nada que el que hay que currarse céntimo a céntimo en el mundo real.

Y llamadme viejo, caducado, o lo que sea, pero cuando las cosas van así, nada puede funcionar como es debido. No por mucho tiempo.

La hipoteca y la represión financiera

En el futuro veremos cosas extrañas...

En el futuro veremos cosas extrañas…

Se le llama represión financiera al mecanismo monetario mediante el cual se castiga al dinero por estar inactivo. O sea, más o menos lo que está pasando ahora con tipos de interés cercanos a lo negativo en algunos productos y directamente negativos en otro. la idea es obligar al capital a salir de sus escondrijos para que se convierta de una santa vez en inversión y eso obligue a la economía a moverse.

¿Pero qué ocurre? Que la misma medida que se supone que tiene que revitalizar la economía puede también ser contraproducente por la desconfianza que genera. Ya lo he contado alguna vez, pero no está de mas repetirlo. no es precisamente tranquilizador que te digan que el abuelo está muy bien, que ha salido de la crisis, que se va aponer como un toro y que mañana le d van a dar el alta, pero que hoy, de momento, necesita un trasplante y un par de transfusiones.

A eso juegan los bancos centrales, con Mario Draghi a la cabeza, y la cosa no parece que acabe de funcionar, ni que cale su mensaje de que todo va bien y volvemos a la senda del crecimiento. Y es difícil que cale, mientras imprimen dinero a espuertas todos los meses, lo regalan a los bancos (eso es el tipo de interés negativo) y aún así no lo quiere nadie.

¿Y en cuanto a las hipotecas? Pues la alegría monetarista llega a ellas, pero con cuidado, porque por una parte los bancos no quieren enterrar el dinero durante treinta años, y menos en estas condiciones, y por otra no es tampoco lo que quieren los bancos centrales, que desean que el dinero se vaya hacia inversiones productivas, y no hacia la hipoteca y el ladrillo, al que inglés se denomina en ocasiones “sitting money”, o dinero sentado.

O sea que estamos a medio camino entre soplar y sorber. Un punto muy malo, por cierto, y en el se aguanta poco tiempo vivo…

La hipoteca en el laberinto judicial

Si la justicia se mete, malo. Y si no, peor...

Si la justicia se mete, malo. Y si no, peor…

Algunos tenemos la impresión de que en España los jueces sienten demasiado a menudo la tentación de gobernar sin necesidad de pasar por las urnas, y que utilizan su potestad para interpretar las leyes como un arma que les permite llevar su influencia y su poder mucho más allá de sus funciones.

Pero estas son sólo sospechas y no afirmaciones, ¿vale?, porque, como todo el mundo sabe, hablar mal de un político es normal y hasta saludable, pero hablar mal de los jueces es delito.

Dicho lo cual, el caso que hoy nos ocupa no sé muy bien si va de eso, simple politiqueo, o se trata de una llamada de atención sobre si no se estará llevando demasiado lejos la complejidad de los productos financieros, de modio que ni los mismos que los crean conocen las consecuencias y el alcance de todos lso refinamientos que inventan. Ya hablamos de ellos en otra ocasión, pero en lugar de una conjetura, el tema se ha convertido en realidad, así que vamos a ver lo que sucede con todas esa hipotecas que los bancos titulizaron, vendieron a fondos de inversión y ahora resultan impagadas.

Como se trata de un mercado interno y opaco no hay datos oficiales sobre el número de hipotecas titulizadas, o sea, las que los bancos han vendido a terceros, pero cualquier cuenta que se haga al respecto nos lleva a la conclusión de que tiene que ser una cifra muy alta, seguramente más de la mitad de todas las hipotecas vivas. Los bancos venden esas hipotecas para no tener que esperar 30 años a recuperar un dinero que prefieren invertir en otra cosa, pero justo en ese momento, según la justicias, dejan de tener derecho a reclamar la deuda si hay un impago.

¿Hasta qué punto es así? No está claro. A ciencia cierta no lo sabe nadie, y el tecnicismo, en realidad, carece de importancia.

En la mayoría de los procesos que se abren sobre este tema, lo más  difícil para el afectado es saber si su hipoteca se ha vendido a algún fondo o a terceros, porque el banco no está obligado a informar sobre el asunto, y empiezan además a tomar precauciones. Los jueces, por su parte, se han interesado por la cuestión y cada vez hacen más preguntas.

De lo que va el asunto, por una parte, es de frenar los desahucios, y de otra, de marear la perdiz, así que, la verdad, ya no sabe uno a qué carta quedarse…

 

La riqueza, el oro, y las finanzas

Coda de vacas sagradas,...

Coda de vacas sagradas,…

Volvamos a los inicios: el oro es otra alucinación colectiva, como el dinero. Por sí solo no vale nada. El dinero no es riqueza, sino su símbolo, lo mismo que la bandera no es nación, sino su símbolo.

Estados Unidos usó el patrón oro mucho tiempo. En el siglo XIX, mientras su economía crecía al ritmo del carbón de los Apalaches y del valle del Mississippi, la producción de oro no lo hacía, por mucha fiebre del oro que hubiera en California o en Alaska. Ese desfase entre la riqueza contable (oro) y la real (carbón) metió en severas crisis cíclicas a US durante esos años. Como si chocaran contra un límite. La gracia es que ese límite lo habían elegido ellos, el patrón oro, y la riqueza real del país no se podía expresar en consonancia.

Por eso, dicen, se decidió un día abandonar el patrón oro: porque el crecimiento de la economía no podía depender del sector minero que extraía ese oro de la tierra.

Y el caso es que hoy vivimos algo parecido pero con los papeles cambiados: la riqueza contable crece sin parar (impresión de moneda  y deuda en crecimiento exponencial) pero la riqueza real parece estancada, con lo que volvemos a chocar con un límite, pero este mucho peor: lo que se detiene es la riqueza, no su símbolo.

Así que cuando los bancos centrales deciden introducir dinero a espuertas en el sistema financiero y las bolsas y los bancos lo celebran porque habrá abundante liquidez, ¿qué significa esto en realidad? Significa que da igual montar buenas o malas empresas, porque hay dinero para todas. Significa que estamos en deflación y significa que la  actividad se contrae, porque no hay manera de conseguir encontrar un nicho de rentabilidad que valga la pena.

Y además, ni siquiera se reducen nuestras hipotecas vía inflación como esperábamos. Porque además de imprimirse dinero a mansalva, la inflación no crece. ¿Y cómo es posible eso? ¿Qué está sucediendo para que por mucho dinero que se añada al mercado, al cero por ciento de interés, no aumenten los precios?

Algo raro está pasando. Lo más probable es que el dinero se quede pro ahí, como siempre, y simplemente no llegue a los mercados. Pero podría ser otra cosa…

Hipoteca y funeral. Qué pasa con las hipotecas de las personas fallecidas

¿Quién lo iba a decir?

¿Quién lo iba a decir?

Una consulta que nos han hecho unas cuantas veces es que pasa con la hipotecas tras un fallecimiento. Vamos a ver hoy el asunto, aunque sea un poco por encima.

1.¿Por dónde empezamos?

Empezamos por no morirnos, en la medida de lo posible, pero como eso no se puede mantener constantemente, siempre hay alguno que falla en este primer punto, y ahí es donde comienzan los problemas.

Lo primero que hay que hacer en caso de que fallezca el titular de la hipoteca es comunicar al banco la situación, ya que las cuotas seguirán a cargo de la cuenta asociada del titular de la hipoteca y no se podrá cambiar mientras no se produzca el cambio de nombre.

2. ¿Quién se hará cargo de seguir pagando la hipoteca?

De momento, la cuenta de la persona fallecida, que como decíamos en el punto anterior, permanece inalterada. Aquí es donde toca echar cuentas porque según la ley española, la herencia es un derecho y no una obligación, así que se puede renunciar a ella.  Por eso, y viendo qué es loq ue más interesa, los herederos pueden aceptar toda la herencia, junto con la hipoteca y el resto de deudas pendientes, rechazar la herencia por completo, deshaciéndonos así también de la hipoteca, o aceptar la herencia a beneficiario de inventario, de manera que se reciba lo que quede después de liquidar las deudas.

3. ¿Y qué pasa con los avalistas?

Esto sí es verdaderamente complicado, porque a lo mejor avalabas a una persona que era de tu confianza, y esa persona ya no está. Pues a jorobarse: el aval es a la hipoteca, y no al hipotecado, con lo que el fallecimiento del titular no hace desaparecer el aval. El avalista lo seguirá siendo, ahora de los herederos.

4. ¿ Y Qué hay que hacer con el banco?

Depende de cada entidad, pero en general, nos van a pedir:

Certificado de defunción, Certificado de las últimas voluntades, Testamento o declaración de herederos, Escritura de adjudicación de la herencia, Certificado de pago del impuesto de sucesiones, Escritura pública de renuncia, en caso de que los herederos no acepten la herencia.

Y un detalle final: ojo a si hay contratado un seguro de vida, porque a veces resulta que existe, se ha pagado, y nadie lo menciona. Hay una verdadera fortuna en España en seguros de vida que nadie ha cobrado. Si le seguro de vida cubre una parte de las hipoteca, todo será más fácil.

Para enterarse de si el seguro existe o no, conviene revisar los movimientos y estar atento a cualquier cargo procedente de una entidad de seguros.

Pero, dicho todo esto, insistimos en el punto primero. Mejor no tener que saber mucho de este tema…

 

Las tasaciones de las hipotecas vuelven a emborracharse

pescadilla_muerde_colaY estamos donde estábamos, por aquello de tropezar de nuevo con la misma piedra, porque no espabilamos, o porque si hay algo constante en la historia de la Humanidad es la codicia y el inevitable funcionamiento de los incentivos perversos.

Según un informe del BBVA, al menos el 15% de las hipotecas se conceden ya por encima del 80% del valor de tasación. El propósito de la enmienda duró lo que duró la vigilancia del asunto, o quizás un poco menos. Y eso, sin hablar de las tasaciones, que nuevamente se están hinchando con pretexto tan flojos como la mejora del mercado, la mejora de las expectativas o el esperable alza de los precios. El papel lo aguanta todo, y la desmemoria aún más.

La cuestión está clara, amigos: los tasadores cobran a porcentaje del valor tasado, y de todo lo que aumentan, se llevan una parte. Los clientes quieren que les den un poco más para andar un poco más desahogados hoy aunque eso suponga ahogarse con la letra de la hipoteca en el futuro. Los empleados y directivos de la banca trabajan por incentivos, y cuanto más alto presten y más hipotecas firmen, mayor es el bonus de fin de año, de fin de mes, o de cuando toque.

 

Hay que firmar nuevas hipotecas porque el Banco Central Europeo está que lo tira, y obliga además, con varios mecanismos, a hacer llegar ese dinero al mercado. Hay que firmarlas aunque la gente ande corta de efectivo y el concepto de demanda solvente se haya relajado más de lo prudente. El caso es tirar para adelante.

¿Quién se queja? Nadie

Las quejas vendrán luego, cuando dentro de unos años volvamos a escuchar a la gente decir que no se leyó no sé qué cláusula sótano, que era tonto del culo y lo engañaron, o que simplemente pasaba por allí y le endilgaron una hipoteca a punta de pistola, lo que hace irrenunciable su derecho a la dación en pago o vete a saber qué prebenda.

Por ejemplo.

 

Hipoteca y cláusula suelo. El miedo.

Todo muy turbio...

Todo muy turbio…

Si lo de la cláusula suelo fuese normal, acabaría como tiene que acabar: con los bancos devolviendo el importe cobrado de manera indebida, con el consabido interés, y tal vez una pequeña indemnización por el quebranto causado a los clientes hipotecados. Pero como resulta que hay unas leyes para los mortales y otras para la banca, pues la justicia ha rehusado obligar a los bancos a devolver las cuotas cobradas indebidamente, nada menos que “para evitar el quebranto que esto supondría”

Y no, no es una pataleta mía eso de que la banca parece operar con otras leyes. Los que me leéis habitualmente sabéis de sobra que soy poco sospechoso de antisistema, pero es que las cosas son como son.

– ¿No puede la banca mantener ficheros de morosos con todos los datos del mundo, mientras los demás mortales se enfrentan a las fauces de la Ley de Protección de Datos pro cualquier chorrada mínima?

-¿No venden ellos las hipotecas a terceros y mantienen el derecho a reclamarlas?

-¿No aplican cambios contractuales cuando les viene bien sin que haya contraparte, pro ejemplo en comisiones y retribuciones?

-¿No tienen , en suma, el privilegio de emitir dinero, o de recibirlo en primer lugar del BCE para luego prestarlo a los Estados y cobrar el diferencial de las deuda pública?

-¿No consideran privados sus beneficios y socializan sus pérdidas cuando les vienen mal dadas? ¿Se os ha ocurrido hacerlo a vosotros?

Pues bien: todo eso y más. Y ahora también se arrogan  el privilegio de no devolver lo que han cobrado indebidamente, porque resulta que sería un quebranto muy grande.

Pero en esto a lo mejor viene Bruselas y nos ayuda. Y resulta que la obligación de devolver los importes cobrados por cláusulas suelo abusivas en hipotecas,  tendría una factura de entre 15.000 y 20.000 millones de euros, nada menos. A eso ascendía la broma, ahora que alguien al fin la ha sumado.

La entidad más afectada, según diversas asociaciones de consumidores, sería La Caixa, que debería pagar 1.044 millones de euros  en caso de tener que devolver el total, pero también se llevarían un buen palo Banco Popular, Liberbank, Banco Sabadell, Unicaja y BMN.

Desde el sector bancario recuerdan que el informe de la Comisión Europea no es vinculante; que aún queda por conocer la decisión del Tribunal de Justicia de la UE, que puede ser en cualquier sentido, y que las cláusulas suelo son legales.

Más les vale…

Hipoteca y juventud

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Vivir en una cueva

A nadie se le escapa que los grandes perdedores de esta crisis y del nuevo paradigma económico en el que nos hemos instalado son los más jóvenes. No se trata sólo de que se haya perdido una generación y de que decenas de miles, casi cientos de miles de jóvenes hayan tenido que emigrar al extranjero en busca de un trabajo, con la pérdida económica y humana que eso supone: se trata de que el parón de la demanda viene pro la capa más joven de la población, aquella que consume, pone una casa, la amuebla y tiene hijos que criar.

El resumen de la trampa de liquidez en que vivimos, esa trampa en la que entra el dinero del BCE en la economía pero no llega al mercado, viene a ser ese: que los que tienen el dinero no tienen ganas de consumir, y los que querrían consumir no tienen un puñetero duro.

Pero vamos a mirarlo más de cerca:

Casi el ochenta por ciento de los jóvenes menores de 30 años sigue viviendo con sus padres, y aunque son muchas las causas, creo que la principal es que para vivir por su cuenta tendrían que dedicar el 60% de su sueldo sólo a la vivienda, y eso cobrando un 98,23% más de lo que cobra.

O sea, que para acceder a una hipoteca en condiciones mínimas, casi tendría que doblar su salario. Y encima, la superficie máxima a la que puede aspirar es de 50,4 metros cuadrados. Los mismos datos, del Observatorio de la Emancipación, afirman que la tasa de paro de las personas menores de 25 años alcanza el 51,4%, supera el 30% en la franja entre 25 y 29 años y está por encima del 24% en la población de 30 a 34. Además, el 28,7% de los ocupados menores de 30 años están a tiempo parcial y cuatro de cada diez tienen una antigüedad inferior a un año.

Y no para ahí la cosa: el 56,7%  desempeñan trabajos de menor cualificación a la que poseen, con la merma de ingresos que eso supone, además de la frustración personal. Y siguiendo con los ocupados, más de la mitad, concretamente un 51,7%, tiene contratos temporales.

Así las cosas, no es de extrañar que la juventud busque alternativas políticas, se sienta cada vez más desafecta a un sistema político y económico que los ningunea, y dé la espalda a las instituciones ye incluso al contrato social.

Ejecuciones hipotecarias y desahucios.

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Empezamos hoy de nuevo con una imagen: es la evolución de las ejecuciones hipotecarias y desahucios en España desde 2007 hasta hoy. La fuente es el Consejo General del Poder Judicial, y algo sabrán estos de lo que sale de los juzgados.

Ahora que se han terminado al fin las elecciones y no se puede sospechar motivación política en cualquier cosa que se diga, ya se puede afirmar que la recuperación no es tal, sino un simple alto al fuego, o dicho de manera más técnica, una atenuación del ritmo al que empeoramos.

Con la caída de las rentas del trabajo, y la recuperación en falso del empleo, las hipotecas siguen siendo una pesada losa sobre las economías familiares, ya sea porque uno de los miembros de la familia sigue en en el paro, o por ese fenómeno reciente según el cual consigues un trabajo pero sigues siendo pobre porque el salario se ha quedado en una sombra de lo que era, en la misma actividad, antes del comienzo de esta crisis sin final.

Si analizamos la gráfica vemos la gran crisis de Lehman Brothers y sus dos réplicas, perfectamente marcadas por los intentos del BCE de reflotar la economía por el dudoso procedimiento de introducir dinero en el sistema, pero sólo pro la parte alta. También, y eso hay que reconocerlo, el mínimo de ejecuciones al que hemos llegado ahora está por debajo de los mínimos de ocasiones anteriores, lo que deja un espacio para el optimismo.

Pero si hablamos de desahucios, la cosa cambia. Salvo un pequeño descenso a finales de 2012, el total de personas que pierden su vivienda sigue una tendencia claramente alcista, fruto de la mayor lentitud con que se producen estas decisiones, siempre más traumáticas.

Ese va a ser uno de lo  campos de batalla políticos del futuro: mientras no se consiga recuperar de algún modo a todos esos cientos de miles de españoles que lo perdieron todo, la demanda interna no repuntará y no tendremos una verdadera recuperación. Ya no se trata de caridad, ni de buenrollismo, sino de desatascar de algún modo una recuperación económica que no acaba de llegar y que , cuando llega, se estrella contra la vieja hipoteca, con sus cuotas reforzadas por una deflación y una bajada de salarios generalizada que parecen estar aquí para quedarse.

Felices fiestas a todos.

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El mapa de arriba es perfectamente elocuente: ilustra, en colores, la variación del desempleo en España en esta legislatura política que acaba.  En unas zonas de España, muy concretas y determinadas, el paro ha aumentado, mientras que en otra se ha conseguido que se reduzca.

Y me temo que nos e trata sólo de un asunto de empleo, sino de una valoración general de los activos, la economía, y también, como no, la vivienda y las hipotecas.

Cada vez existe una distancia mayor entre unas zonas y otras. La famosa desigualdad que tanto se comenta no alcanza sólo a las personas y sus salarios, que concentran la riqueza en unos pocos, sino también en los territorios.

Con el tema hipotecario los inversores lo tienen claro, organizando un buen cúmulo de equívocos que ya ha salido aquí y en otras foros. Mientras unos dicen que el mercado de la vivienda y la hipoteca se están recuperando a buen ritmo, otros afirman que el ladrillo sigue hundido y lo estará por muchos años. ¿Y quienes tienen razón? Pues seguramente los dos.

Tienen razón los dos porque los que hablan de recuperación se refieren a unas zonas de España muy determinadas y a un tipo de viviendas muy concretos, capaces de mantener su valor e incluso de una revalorización debida a la demanda. Y los que hablan de que el hundimiento persiste aciertan también, porque hay una España devaluada, sin demanda y sin expectativas que malamente podrá vender pisos mientras la población siga cayendo y empobreciéndose.

La vivienda no es una isla en medio de la economía, sino posiblemente el mejor reflejo de las demás actividades: si hay trabajo, hay demanda de vivienda, hay jóvenes que se emancipan, jóvenes que se casan y que buscan un lugar para su nueva familia. Si en vez de eso hay un 50% de paro juvenil y medio millón de jóvenes emigrantes, lo único que se venderá serán los palacetes en el Paseo de la Castellana o en la Diagonal. Y a inversores rusos y chinos.

Es lo que hay.

 

Evolución de la hipoteca

Sorpresas

Sorpresas

La cosa no anda mal del todo: el número de ejecuciones hipotecarias sobre viviendas habituales se situó en 5.959 en el tercer trimestre de este años 2015, lo que supone una disminución de un 12,4% respecto al mismo periodo de 2014. Son datos del Instituto Nacional de Estadística, que aclara que una cosa son las ejecuciones y otra muy distinta los desahucios. Hay que decirlo para que no se confundan términos.

Según estos mismos datos, en el tercer trimestre se iniciaron 19.403 ejecuciones hipotecarias, un 17,8% menos que en  2014 . De  estas, 18.344 afectaron a fincas urbanas 1.059 a fincas rústicas.

Dentro de las fincas urbanas, 11.584 ejecuciones correspondieron a viviendas, el 59,7% del total de ejecuciones, lo que acumula un descenso del 15,6% respecto a la del mismo periodo de 2014.

Y ya de la que estamos metidos en harina estadística, desglosamos: dentro de lo que son viviendas, las ejecuciones hipotecarias sobre viviendas de personas físicas sumaron 7.590 en el tercer trimestre (-13,8% interanual), de las que 5.959 son viviendas habituales de personas físicas y 1.631 no son residencia habitual de los propietarios. Estas últimas bajaron un 18,4% respecto al tercer trimestre de 2014.

Por su parte, las ejecuciones hipotecarias sobre viviendas de personas jurídicas totalizaron 3.994 en el tercer trimestre, un 18,9% menos que en el mismo periodo del año pasado. Las viviendas de personas jurídicas son aquellas cuyo propietario es una empresa, sociedad, etc.

Como según el INE en España hay 18.378.100 viviendas familiares, las ejecuciones hipotecarias afectaron al 0,03% de todo el parque existente, lo que vine  a ser un tres por mil. Este dato me parece especialmente curioso, y especialmente bien buscado si lo que se busca es optimismo…

Y ya para acabar este desglose, hay que decir que  del total de ejecuciones hipotecarias sobre viviendas registradas en el tercer trimestre, 9.971 afectaron a viviendas usadas, mientras que las ejecuciones sobre viviendas nuevas sumaron 1.613.

El dato que más nos debería hacer reflexionar es la época en que se firmaron la mayor parte de las hipitecas que ahora han resultado fallidas: el 20,3% de las ejecuciones hipotecarias iniciadas sobre viviendas corresponde a hipotecas firmadas  en 2007, el 17,2% a hipotecas suscritas en 2006 y el 11,3% a hipotecas firmadas en 2008.

¿Os dice algo?

A mí sí: los años de la locura y el sálvese quien pueda…