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IVA y vivienda

Cada vez inventan cosas más raras para vendernos la moto...

Cada vez inventan cosas más raras para vendernos la moto...

Con eso de que nos van a subir el IVA en julio, me parece que es buen momento para darle un repaso a lo que este impuesto supone en la compra de una vivienda.

Por lo pronto, supone un palo, que se llevará posiblemente lo que tengamos ahorrado si no contábamos con esta gracia.

Debéis tener en cuenta que el IVA es independiente del uso que se le vaya a dar a la vivienda. Se trata, pro caso, de un impuesto real, que grava la cosa en sí, y no de un impuesto subjetivo, que pueda depender de las circunstancias de uso. Un particular paga el mismo IVA por una vivienda que una empresa, y se paga el mismo IVA por la vivienda habitual que por una vivienda de vacaciones o por una que se vaya a usar como negocio para ponerla en alquiler.

Los tipos de IVA para vivienda, son los siguientes:

7 % con carácter general para las viviendas nuevas. Pasará al 8 % a partir de julio.

0% para las viviendas de segunda mano, peor no os emocionéis, porque en el caso de vivienda usada hay que pagar el Impuesto de Transmisiones Patrimoniales, que curiosamente, es el 7 %.

4 % para las Viviendas de Protección Oficial. Este tipo, según parece, no se verá modificado de momento.

Y aunque no convenga hablar de eso, ya sabéis ahora pro qué a veces se piden algunas cantidades en negro y por qué acepta el comprador. Porque todo lo que no se declara es un 7 % más barato.

¿A que la tentación es poderosa?



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Cooperativas de viviendas

Como casi todo, estas cosas son según se miren...

Como casi todo, estas cosas son según se miren...

A la hora de comprar una vivienda hay que pensar en todas las posibles opciones y una de ellas, y muy buena, son las cooperativas de vivienda.

Una cooperativa de viviendas es una asociación mercantil que, al coincidir en sus fines e intereses, desarrollan una actividad económica, considerándose socios o partícipes todos sus miembros, de modo que reparten entre ellos el rendimiento de la cooperativa.

La principal ventaja de la cooperativa es que, al ser los propios compradores de los pisos los que promueven la edificación, se ahorran el margen del constructor lo que puede suponer un veinte o hasta un treinta por ciento del precio final de la vivienda.

Las cooperativas pueden edificar y parcelar por sí mismas o encargar este servicio, y los que hagan falta, a terceras empresas. Lo normal es que la cooperativa de vivienda ejerza de promotora, pero no de constructora, ya que esta última no es una simple actividad de intermediación financiera. O sea, que comprar y vender puede saber hacerlo, más o menos, cualquiera, pero poner vigas y ladrillos, no tanto.

La casuística de las cooperativas de viviendas es demasiado amplia para abordarla en este espacio, pero me gustaría decir unas pocas cosas, aunque sea de manera esquemática:

-Que es importante exigir avales por todas las cantidades aportadas, no vaya a ser que alguien se marche con la pasta o se pierda lo aportado si algo va mal. Siempre puede pasar, porque meternos en una cooperativa nos convierte en empresarios que asumen riesgos, pero esta precaución es fundamental.

-Que a menudo existe un periodo de tiempo en el que si se quiere vender la casa hay que ofrecerla obligatoriamente a la cooperativa en primer lugar (retracto), y que si esta no desea comprarla, y sólo en ese caso, se puede vender en el mercado libre.

-Que habitualmente se ahorra mucho dinero en la compra der la vivienda, pero mi experiencia me dice que lo que ahorras en la casa te lo gastas en aspirinas, porque las cooperativas de viviendas funcionan de modo parecido a las comunidades de vecinos y no imagináis los problemas peregrinos que la gente llega a plantear durante la construcción.

-Que por diversas razones los plazos suelen extenderse y extenderse, y como los promotores somos nosotros mismos no hay a quien reclamar, como no sea al Maestro Armero. (Recibe de 5 a 7 en la armería municipal…)

-Que los bancos son a veces reacios a prestar dinero para las aportaciones, pero como estas no suelen ser muy grandes el problema no es grande. De todos modos, no conviene despreciarlo, porque mientras dura la construcción, y la cosa se alarga, hay que pagar las aportaciones y vivir en algún lado.

Por último, quisiera señalar, en resumen, que las cooperativas de vivienda son una buena opción por el ahorro que implican, pero si el terreno está bien situado es muy raro conseguir hacerse partícipe en una de ellas como no sea a través de un grupo o asociación con poder de negociación (evito cuidadosamente, como veis, la palabra mafia) y que si es fácil entrar es muy probable que el terreno esté en el quinto carajo.

O sea, que lo habitual: si es bueno es para los de siempre, y si no es para los de siempre, desconfía.


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Plusvalías. Cómo calcular las plusvalías para los impuestos. Venta de vivienda.

Grifo socialista.

Grifo socialista.

Una de las novedades del nuevo IRPF 2010 es que las plusvalías pasan a tributar del 18 % anterior a dos nuevos tipos: el 19 % para los primeros 6.000 euros y el 21 % para el resto.

Sin entrar ahora a valorar si esto es positivo o no, si redistribuye la riqueza o simplemente ahuyenta al inversor, creo que es importante saber cómo se calculan estas plusvalías, en especial en el caso de la venta de vivienda.

En el caso de las acciones, la cosa está clara: plusvalía es lo obtenido por la diferencia entre el valor de compra y el valor de venta de los valores, teniendo en cuenta que el valor se actualiza anualmente según el IPC.

En el caso de la venta de vivienda la cosa es mucho más complicada, porque dependiendo de la antigüedad de la vivienda y del momento de su adquisición se puede uno acoger a distintas valoraciones y distintas tablas de actualización, pero fundamentalmente estamos ante el mismo procedimiento: tomar el valor de adquisición y convertirlo en su valor a día de hoy para luego ver la diferencia, actualizada, entre el precio de compra y el de venta.

Lo explico con un ejemplo:

Compramos en 1998 un piso por dieciséis millones de pesetas y lo vendemos hoy por doscientos mil euros. Por tanto, tenemos un valor de compra de 100.000 euros y un valor de venta, de 200.000 euros.

Pero como cien mil euros del año noventa no son lo mismo que cien mil euros de hoy, hay que actualizarlos. Esto se hace multiplicando por la tasa de actualización, que es el producto de todos los IPC desde 1990 hasta hoy. En este caso, la moneda se ha devaluado un 36,3 % con lo que el cálculo será: 200.000 euros de precio de veta menos 136.300 euros de precio de compra. Total: 63.700 euros de plusvalía.

Sobre esos 63.700 euros es sobre los que tendremos que pagar, a razón del 19 % para los 6000 primeros y del 21 % para el dinero restante. Lo que tendríamos que pagar, entonces, serían 12.631 euros de impuestos.

No obstante, es importante aclarar dos modos de pagar menos plusvalía:

-Al valor de compra se le puede añadir también el de las reformas necesarias que se hayan realizado. Es decir: si el piso se compró en mal estado, se puede añadir a su coste de adquisición la reforma que se hiciese. Siempre, claro, está, que se conserven las correspondientes facturas.

-Cuando el inmueble que se vende es primera vivienda, si el dinero que se obtiene de la venta del piso se destina a comprar otra primera vivienda, todo lo que se gasta en la adquisición de la nueva está exento de pagar impuestos. Se trata de la deducción por reinversión.

En el ejemplo que pusimos, si se compra otra vivienda de 220.000 euros, no se pagaría nada. Pero cuidado: si se solicita una hipoteca por importe superior, la desgravación mengua. Lo explico:

Vendimos la vieja por 200.000, compramos la nueva por 220.000 y pedimos una hipoteca de 80.000, sólo podemos desgravar por reinversión 140.000. Del resto, pagaríamos como campeones.

Sólo un apunte más antes de terminar: ahora que ya sabéis la importancia del IPC para calcular este impuesto, además de para actualizar los salarios, ¿comprendéis la magnitud del timo que nos cae cuando maquillan el IPC y nos dicen que es menor a lo que fue realmente?, ¿comprendéis la clase de estacazo que nos cayó al entrar en el Euro?

Pues eso.

Que 2010 nos sea leve.

Los sistemas económicos y sus problemas: capitalismo

Altar de la religión capitalista

Altar de la religión capitalista

Ya que hablamos muchas veces de los sistemas económicos y no todo el mundo conoce las ideas alternativas, o los problemas que estos sistemas plantean, voy a tratar de hacer un recorrido por las distintas posibilidades de organización económica.

En primer lugar, y valga para todos los artículos que escriba a este respecto, quiero dejar muy claro que sobre este tema hay verdaderas montañas enciclopédicas, y que tratar de resumir en unas pocas líneas lo que requiere un libro entero conduce infaliblemente a graves inexactitudes, por lo que pido disculpas de antemano. Aún así, creo que puede valer la pena.

El capitalismo es un sistema económico basado en la propiedad privada de los medios de producción. El Estado se limita a regular las condiciones mínimas en que se realizan las transacciones económicas que, por lo demás, pueden contratarse en libertad.

Los pilares en que se apoya son el imperio de la ley o Estado de Derecho y la libertad de los agentes económicos para buscar su propio beneficio y las mejores condiciones para obtenerlo. En el capitalismo, la retribución del capital es el beneficio y la retribución del trabajo es el salario. El Estado cobra un impuesto sobre ambos para sufragar los gastos comunes, aunque también es posible el capitalismo sin Estado, como se demostró en las civilizaciones de la antigüedad.

La principal ley que regula la producción y precios de los bienes y servicios es la oferta y la demanda. Cuanto más abundante es un bien, más fácil es de conseguir y por tanto, más barato. Esta idea afecta también al dinero, cuyo precio es el tipo de interés, y la mano de obra, cuyo precio es el salario. Según el sistema capitalista, cualquier norma externa que afecte al equilibrio de oferta y demanda tiene un coste en eficiencia, y alguien estará pagando o cobrando lo que no debe a cambio de lo que tiene.

El capitalismo se debilita cuando se debilita el imperio de la ley y cuando se reduce la libertad. Por eso suele confundirse a menudo capitalismo con liberalismo, porque la libertad es la esencia más profunda del capitalismo. Cada uno puede hacer con lo suyo lo que quiera y para ello es preciso que no existan fuerzas exteriores que puedan coartar esa libertad; especialmente no deben existir fuerzas militares que impongan el poder de las armas a la fuerza del mercado.

El capitalismo fue un gran avance puesto que suponía que las relaciones humanas se verían reguladas por el comercio en vez de por las armas.

Por supuesto, han existido corrupciones y variaciones de todo tipo sobre este modelo, pero la esencia es la que he contado.

En otra entrada detallaré los problemas principales del capitalismo, porque los tiene, y son graves.

Alargarse demasiado en un solo día no tiene sentido.

Hoy sólo me queda una pregunta: ¿hasta qué punto creéis que vivimos realmente en un sistema capitalisa?

Gracias de antemano por vuestras respuestas.

P.D: El Euribor ha cerrado el mes al 1,231 %.  Nueva bajada, así que felicitaciones a todos los hipotecados.

La estafa solidaria de los salarios reales (agujero segundo)

Solidaridad es esto.

Solidaridad es esto.

Sigo con mi recorrido por las gateras y los agujeros negros de nuestra economía. Hoy, como me he levantado con el pie izquierdo, voy a hablar de un tema un poco espinoso: los salarios reales.

Hace unos días os di la lata con el temible coin fiscal, que es la diferencia entre lo que el empresario paga por una trabajador y lo que el trabajador recibe por su trabajo. Decía entonces que esa es una de las grandes tensiones que estorban el buen desarrollo del mercado laboral, pero como no quiero repetir todo el razonamiento pongo en enlace para el que quiera revisarlo.

En el mismo hilo argumental existe otro diferencial que merece la pena señalar y que determina por cuánto estamos trabajando en realidad, o dicho de otro modo, cual es la diferencia entre trabajar y no hacerlo. El salario real es la diferencia económica entre tener un trabajo y no tenerlo.

Parece que estoy diciendo perogrulladas, pero resulta que en España esa diferencia, o salario real, es cada vez más pequeña, y eso es lo que está llevando, en el fondo, al país entero al desastre.

¿Lo calculamos juntos? Será sólo un ejemplo, uno cualquiera, pero estoy seguro de que vosotros sabréis aplicar la idea a otros casos que conozcáis y que espero nos contéis a todos en los comentarios. Porque de lo que se trata es de quedarse con la idea, o eso me gustaría. Vamos allá:

Tenemos a Paco y a Manolo. Paco y Manolo entraron a trabajar juntos en una ferretería. Por razones diversas, Paco fue despedido hace tres años, recibió diez mil euros de indemnización, y desde entonces está en el paro.

Manolo sigue en la ferretería, trabaja cuarenta horas semanales y cobra 1200 netos € al mes.

Paco cobró 740 € de paro durante dos años y ahora cobra 420 €, y si no, estaría cobrando la ayuda familiar. Por tanto pongamos que,de media, en este tiempo Paco cobra de ayudas y subsidios unos 575 € al mes.

Manolo, por tanto, se levanta todos los días a las siete y media de la mañana y trabaja ocho horas, por 425 € de diferencia respecto a su ex-compañero, que no hace nada. Su salario real es de 2,75 € la hora. ¿Qué os parece?

Con cualquier chapucilla en negro que encuentre Paco, y que cobre a más de 2,75 € la hora, ya estará ganando más que el que sigue trabajando y cotizando.

Pero es que además, si seguimos con el supuesto de vidas paralelas, ambos viven con sus parejas, con las que no se han casado (eso es de carcas), y sus chicas trabajan de cajeras en el mismo supermercado, ganando 800 € netos al mes.

Por tanto, la cosa no se detiene en los 475 € que Manolo ganaba de más trabajando.

Paco tiene derecho a una VPO, y Manolo no.

El hijo pequeño de Paco tiene preferencia en la guardería municipal, y para el de Manolo no hay plaza y lo tiene que llevar a una privada.

El hijo mayor de Paco tiene derecho a beca y el de Manolo no.

Paco no tiene que hacer declaración de IRPF y Manolo tiene que hacerla.

Podría seguir, pero me detengo aquí.

Al final, ¿por cuánto está trabajando Manolo en la ferretería? Lo cierto es que por NADA o por una cantidad cercana a cero. Manolo trabaja porque es idiota ya que, sin trabajar, ganaría mucho más y en su casa se viviría mucho mejor.

El salario real de Manolo, respecto a su antiguo compañero, que no trabaja, es cercano a cero.

¿Qué tiene de raro que Manolo llegue todos los días tarde a trabajar, o trate mal a los clientes de la ferretería, intentando que también lo despidan a él?

Pues así, ya me diréis, si es normal o no que el país vaya como va. Y si creéis que me paso, enviad este artículo a algún amigo y cada cual tendrá más de un caso que contaros.

Quedo a la espera de los vuestros.

La democracia en el puticlub

Un día la democracia se rebeló contra sus chulos y....

Un día la democracia se rebeló contra sus chulos y....

Se supone que los hipotecados vamos adquiriendo desconfianza con el tiempo, pero quizás lo mío sea excesivo. De todos modos, no me privo hoy de contaros por dónde creo que van los tiros en la vida política y económica de este país nuestro. Y espero que me deis vuestra opinión sobre si me lo hago mirar o no, o sdi le puedo echar la culpa a la hipoteca o es de otra cosa.

Empiezo a sospechar que nos encontramos España ante la expresión más visible de la famosa doctrina del cincuenta coma uno: cualquier partido que obtenga un menor porcentaje de votos, junto a sus aliados, no gobierna. Pero ojo: todo lo que sea obtener más del cincuenta coma uno por ciento de los votos demuestra que el gobernante es malo e ineficiente, porque ha favorecido a más gente de la estrictamente necesaria para mantenerse en el poder.

La doctrina del cincuenta coma uno está pensada para perpetuarse: gastar lo de todos en satisfacer exactamente a los que te pueden mantener en el gobierno. Si gastas menos, pierdes y te marchas, pero todos los votos que obtengas de más, significan dinero desperdiciado que has quitado a los tuyos de las manos para repartirlo sin ton ni son entre gente que no tenía por qué recibir nada.

En un país sano, los ciudadanos de todas las sensibilidades políticas se opondrían a este sistema, convencidos de que el bienestar general depende de que haya oportunidades para todos. Pero aquí no. Aquí estamos ante lo que con tanta claridad explicaba Adolfo Hitler, un político que algo sabía sobre manejar a las masas: que la victoria de lo propio satisface al pueblo, pero no tanto como la destrucción del contrario. Aquí estamos ante el madridista que sólo quiere saber si ha perdido el Barça y le da igual lo que hayan hecho los suyos. Estamos ante la aniquilación del adversario político, a costa de cualquier pacto, de cualquier componenda, de una trapisonda cualquiera que pase por encima de la ley, el sentido común o el futuro de las personas.

Aquí se reparte la caja entre los afines para garantizarse una cifra suficiente de votos, y el resto a pagar. Se crean peonadas, subsidios, puestos vitalicios y lo que haga falta para llegar a ese cincuenta coma uno, y el resto, que pague y que calle, porque igual vota el que trabaja que el que se rasca la panza. Aquí se pacta con partidos que presumen públicamente de odiar a España; se pacta con partidos que no condenan los asesinatos; se pacta con partidos que hablan de expropiarnos a todos los ahorros, y a todo el mundo le parece normal.

Aquí pasa todo esto, y más, porque creemos que la democracia es un sistema donde se disparan porcentajes, se bombardea con cifras, se ametralla con mayorías y se sepulta a los contrarios con arbitrariedades.

Y el dinero público no es de todos: es de los que ganan y se usa para seguir ganando.

Ahora haced conmigo la suma de los votos que necesita este gobierno para seguir gobernando a pesar de todo y entenderéis de sobra la financiación autonómica, los presupuestos generales y el alucinante hecho de que el año pasado se contratase ciento y pico mil funcionarios más.

Lo entenderéis todo. ¿O no?

Y al final, cambiar de voto en España es como cambiar de camarote en el Titánic…

La hipoteca puente (o acueducto)

Entre unas cosas y otras aún no han acabado de pagarlo...

Entre unas cosas y otras aún no han acabado de pagarlo...

Como siempre me lanzo al río contra corriente, iba a hablar hoy de los aspectos positivos de la política económica del Gobierno, pero no me ha parecido plan ser tan vago, y finalmente os traigo este otro tema, más centrado en lo hipotecario.

Se le suele llamar hipoteca puente a la que se realiza sobre la vivienda que tenemos en propiedad mientras la nueva vivienda, la que queremos comprar, está aún en construcción o no podemos acceder a ella por diversas razones.

La hipoteca puente solía tener una duración de un año, pero dadas las circunstancias, tanto de las promociones inmobiliarias como de las economías familiares, la hipoteca puente puede convertirse en hipoteca acueducto, con tantos arcos como inconvenientes vayan saliendo.

La jugada del banco consiste en que por un sólo préstamo tiene dos viviendas en garantía, lo que le cubre bastante el riesgo. Sin embargo, esta era más interesante en los tiempos en los que los precios de las viviendas subían constantemente, pues si dejabas de pagar después de un tiempo se quedaban con la vivienda vieja, que ya tenías en propiedad.

Ahora, en cambio, los bancos son reacios a firmar esta clase de hipotecas, porque en caso de que algo no vaya bien podrían tener que quedarse con la vivienda antigua, que en un año puede haber perdido una parte apreciable de su valor. Y además, ¿para qué quiere el banco otra vivienda, cuando la banca española acumula ya 46.000 millones de euros en inmuebles?

Por eso, si necesitáis una hipoteca de este tipo, u os la ofrecen, recomiendo la máxima prudencia: el banco no se conformará con tan poco, y hay que tener cuidado con la letra pequeña, no vaya a ser que pongan un plazo que no podamos cumplir.

Y por supuesto, pedir el dinero para comprar otra cosa, como se hacía antes, es jugársela. Pero allá cada cual… 

Por cierto: el Euribor ha cerrado este mes de septiembre en el 1,26 %. Menos mal que eso nos salva.

La hipoteca fantasma

A veces grita por los pasillos: ¡Euribor más cero con siete!, ¡Euribor más cero con siete!...

A veces grita por los pasillos: ¡Euribor más cero con siete!, ¡Euribor más cero con siete!...

Tranquilos, que la foto es broma y no se trata de una hipoteca que se aparece por las noches y asusta con su arrastrar de cadenas a los pobres currantes agobiados por la precariedad y la amenaza del desempleo.

La hipoteca fantasma es la que fueron preparando, a veces con cuentas vivienda, a veces con ahorros mensuales, un montón de ciudadanos a los que se les prometió un piso protegido pero no llegaron a ver jamás cómo se materializaba.

¿Dónde están las prometidas viviendas de Protección Oficial?, ¿dónde están las medidas de los ayuntamientos para liberar el suelo?, ¿Os acordáis alguno de las 10.000 viviendas prometidas en 2006 para estudiantes?

Diez mil viviendas, nada menos, y no es que haya sido un fracaso proque sólo se hayan construido dos o tres mil.  Es que un desastre, porque no se ha construido aún ninguna al hilo de aquel plan. NINGUNA.

Los ayuntamientos no quieren saber nada, a las universidades les da la risa, y los gobiernos central y autonómico, todos, piden la jofaina de Pilatos para un lavado de manos, otro más, echando la culpa a la tramitación de las licencias, al cambio climático o a la conjunción de Saturno con la peineta de la Martirio.

El gobierno central ofrecía treinta mil euros de ayuda por piso, las comunidades autónoimas se comprometían a urbanizar el suelo y las universidades a poner en marcha el proyecto, encargando la construcción tras la oportuna selección de candidatos para alquiler y venta. ¿Y dónde están esos pisos? En el limbo. En la mochila de los ghostbusters.

Y como estos, otros tantos en distintos regímenes de Protección Oficial, prometidos y señalizados en distintas parcelas donde siguen creciendo los cardos, y hasta los mamuts crecerán, con el tiempo, sin que llegue a sorprenderse nadie.

Así que ya veis: tener una hipoteca es malo y da quebraderos de cabeza, pero tener el dinero esperando a que se firme, y que el piso no aparezca, es como para tirarse de los pelos.

O para creer en brujas. De hecho, yo ya creo: cuando queráis os cito tres o cuatro.

O mejor no. Con las brujas y las hipotecas lo mejor es hacerse el tonto y decir aquello de “haberlas, haylas”

El “coin fiscal” como causa de tensión. Un abismo.

 

trinchera

Cada cual en su lado de la trinchera. Y el que la cava, haciéndose el inocente...

A petición del respetable, y como es un tema muy importante, voy a tratar de meterme en la terrible camisa de once varas del coin fiscal. Va por vosotros.

Los técnicos y los pedantes llaman coin fiscal a la diferencia entre lo que un trabajador percibe por su trabajo y lo que el empresario paga por ese trabajador.

El problema occidental, y muy concretamente el español, es que en los últimos años el coin fiscal ha crecido desmesuradamente, con lo que crecen las tensiones entre los trabajadores y la patronal, al tiempo que disminuyen la productividad y la competitividad.

O sea, un desastre que pone de muy mala leche a los trabajadores y de muy mala leche a los empresarios. Y no puede ser menos, porque ambos tienen razón.

Veamos un ejemplo y pensemos, por favor. Se trata de pensar, aunque nos quieran quitar la costumbre.

Yo, trabajador, me llevo a casa mil euros al mes, con dos extras. Entiendo que mi obligación es trabajar por valor de mil euros, o si acaso un poquito más, y con eso cumplo. Los problemas del patrono me traen al fresco, porque para eso el capital es suyo, y mi obligación es defender lo mío. Supongamos que soy honrado, y cumplo con todo esto. Muy bien. Un aplauso.

Ahora, yo, empresario, por un trabajador, pago mil quinientos euros, entre retenciones fiscales, seguros sociales, y demás.  Si el trabajador no produce más de mil quinientos euros, no gano nada y mejor cierro la empresa. Además, si calculo el coste en horas, resulta que el trabajador cobra catorce pagas, y trabaja once meses (uno de vacaciones), menos las bajas y los festivos. Entonces, yo, empresario, multiplico catorce pagas, por mil quinientos, y divido entre diez y medio, y eso es lo que tiene que producirme el empleado. Y sin contar ni un duro de beneficio. Y claro: si tener una empresa me da menos beneficio que tener el dinero en letras del Tesoro, pues echo el cierre y el que quiera curro, que lo pinte.

Cuando el empresario echa la cuenta, dice: pago 22.000 € al año por cada empleado. Trabaja 40 horas semanales durante 48 semanas. Eso son 1920 horas. Quítale 12 festivos, que son 96 horas. Quedan 1824 horas. Quítale tres días más de media, al año, entre bajas, líos, permisos y tal: quedan 1800 horas. Pues 22.000 entre 1800 sale a 12, 22 € la hora, y a ese precio es mejor que la nave me la limpie el dentista.

Sin embargo, el trabajador dice: cobro 14 pagas de 1000 €. Trabajo 1800 horas. Total que cobro a 7,77 € la hora. A ese precio me sale mejor limpiar escaparates o fregar escaleras.

El trabajador no quiere trabajar más de lo que le pagan y el empresario no quiere recibir menos de lo que paga. ¿Dónde está el problema? Como siempre, en el intermediario.

Por eso se inventó el sobre en negro: porque a muchos empresarios no les importa pagar más a sus trabajadores, para que estén contentos y trabajen mejor. Pero el dinero que sale del bolsillo del patrón y no va al bolsillo del empleado es el peor y más radical causante de tensiones, porque uno paga, y se cabrea; y el otro no recibe, y también se cabrea.

Y al final, la única cuenta que sale es la de la diferencia entre trabajar y cobrar un sueldo o estar en el paro y hacer chapuzas en negro.

Y así estamos.

Para cerrar este artículo, me permito añadiros una gráfica que espero que sea de utilidad: se trata del coin fiscal en distintos paises, dividido en tres apartados. Lo verde son las cotizaciones de los empresarios a la Seguridad Social. Lo rojo son las cotizaciones de los trabajadores a la Seguridad Social. Lo azul, son las retenciones del Impuesto sobre la Renta.

Espero que os resulte interesante

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Comercio justo y contabilidad de costes (mal matrimonio)

Hay mucho fntasma con necesidad urgente de un exorcismo

Hay mucho fntasma con necesidad urgente de un exorcismo

Como creo que ya vais viendo que no escribo aquí para caer simpático, voy a abordar hoy un tema que suele darme problemas cada vez que lo explico. Se trata del comercio justo, y su particular entendimiento de lo que es la política de costes y la fijación de precios

 

  Suele entenderse por comercio justo aquel que paga un precio superior por las materias primas al que habitualmente suelen pagarle las grandes multinacionales al productor.

 En principio, la idea es encomiable, y si se pagasen mejores precios en origen se lucharía con más eficacia contra la producción de drogas, por ejemplo, porque es un hecho innegable que en algunas partes del mundo se cultiva coca o amapola para la heroína porque es lo único que deja un margen para la subsistencia a los agricultores locales.

O sea, que hasta ahí, muy bien, y tres hurras por la idea.

La cuestión viene luego, y si me lo permitís, ponemos el café como ejemplo.

Un paquete de café molido de 250 g. cuesta en el Corte Inglés 1,65 €, y como todos sabéis, este establecimiento se distingue por otras cosas, pero no por tirar los precios.

Un paquete de café molido de 250 g., en una tienda solidaria de comercio justo (Intermon, por ejemplo), cuesta 2,20€ . La diferencia es de 55 céntimos, un 33 %, o lo que es lo mismo, de 2,2 € en kilo de DIFERENCIA.

Esto, de momento, no ofrece ningún problema, pues estamos colaborando a que se le pague un precio justo al productor. Vayamos ahora al origen de la cadena.

Según datos del gobierno colombiano, el precio del café en origen en agosto de 2009 era de 2,15 $ por kilo. Eso, para que nos entendamos, equivale a 1,53 € por kilo, aproximadamente.

Según los datos que hemos podido recabar, porque no es fácil, las organizaciones de comercio justo pagan 2,53 $ por kilo, lo que son 1,81 € por kilo.

Ahora, analicemos: las organizaciones de comercio justo pagan un 17,67 % más por el café a los productores, y nos consta que en algunos casos llegan a pagar hasta el 20 % más del precio de mercado. Nuestro aplauso por ello.

Y entonces, después de aplaudir, nos frotamos los ojos, y pensamos un momento:   ¡Pero coño!, ¿aquí qué está pasando?

Si pagan un 20 % más en origen y nos cobran un 33 % más en destino, ¿quién se está forrando aquí?  Pagan 28 céntimos más en kilo, y nos cobran 2,2 € más en kilo. ¿qué cachondeo es este?

¿Será que también pagan más a los camioneros, los tostadores, los almacenistas y las tiendas de distribución?, ¿pagarán más también por el alquiler de sus locales o por el recibo de la luz? Me temo que NO.

¿A qué se debe entonces esa diferencia? Se debe, simplemente, a que los promotores del comercio justo son justos con los productores, pero le atizan de lo lindo a los consumidores.

Esa modalidad de comercio justo, por tanto, es justa de un sólo lado, y justa únicamente a nuestra costa, que pagamos, pero no a costa suya, que mantienen e incrementan notablemente los márgenes comerciales, obteniendo así un beneficio de explotación por unidad muy superior al de las grandes multinacionales. 

¿Cómo justifican ese incremento de precio? Supongo que como donativo para una buena causa. Para otra cualquiera que se les ocurra.

Pues si ellos lo dicen pues vale. Pero está bien que sepamos cómo funcionan las cosas, porque a veces, al hacer cuentas, o por no hacerlas, nos dejamos en el tintero demasiadas cosas.

Y se calla demasiado. Se calla por ejemplo que pagar más al productor no impide tener más beneficio a costa del consumidor bienintencionado.

La hipoteca marrón

             Las condiciones, a primera vista, parecen buenas para el que quiere comprar vivienda: los propietarios y constructores necesitan liquidez, y el Euribor sigue batiendo records a la baja.

Ven, que soy un geranio

Ven, que soy un geranio

 Las últimas noticias hablan de que los mercados, entre ellos el hipotecario, están perdiendo el miedo y al fin se ha detenido el declive de las contrataciones hipotecarias. Más de medio millón de españoles se han hipotecado ya en el último año, atraídos muchos de ellos por los bajos tipos de interés y los saldos que están realizando promotores y propietarios.

 

 

            Así las cosas, y con la calculadora en la mano, los que no temen tanto como el resto perder su trabajo, han visto que esta puede ser su ocasión y han dado un paso al frente.

            Lo que quizás no han visto, o no han calculado adecuadamente, es que pueden estar a punto de firmar la hipoteca marrón.

            Todos hemos oído hablar de la hipoteca naranja, la hipoteca azul, y hasta la hipoteca verde, pero esta modalidad es nueva y amenaza con convertirse en muy popular.

            Una hipoteca marrón es aquella que se puede pagar tranquilamente si la economía no cambia, y que en un momento dado puede engordar hasta convertirse en una losa. O en una fosa, como más os guste. Los economistas parten de una mentira llamada “coeteris paribus” que significa que sólo cambia una condición en el análisis, pero si se aplica ala realidad el riesgo es mortal.

            Los tipos de interés bajos en un ambiente internacional de déficits  (gobiernos que gastan más de lo que ingresan) son un cebo terrorífico que puede conducir a más de uno a la tragedia si llega ap`roducirse un cambio drástico.

            Echando mano a la calculadora de esta misma web, he calculado cuánto hay que pagar por cada 1000 € solicitados, con una hipoteca a 30 años y un diferencial del 0,5 % (que es aceptable). Cada cual multiplique los datos por el número de miles que ha pedido o va a pedir, y sabe su cuenta. La primera columna es el tipo de interés, con el diferencial ya sumado, y la segunda, la cuota que sale:

 

Euribor (+0,5%)                        Cuota por cada mil €

 

1,7——————————- 3,55

2,2——————————   3,8

2,7——————————- 4,06

3,2——————————-  4,32

3,7——————————– 4,6

4,2——————————– 4,89

4,7——————————– 5,19

5,2——————————– 5,49

5,7———————————5,8

6,2——————————– 6,12

6,7——————————– 6,45

7,2———————————6,79

7,7———————————7,13

 

Y ahora, a la vista de los datos, ¿quién es capaz de apostar aquí un pincho de tortilla y unas cañas a que el Euribor no se pondrá en cuatro o cinco años al 6%?

            Pues, como podéis ver en la tabla, una persona que pida HOY una hipoteca por doscientos mil euros, paga 710 € al mes, pero si el Euribor llegase al 5,2 % pagaría 1160 € al mes.

            O sea que mucho ojo al hacer las cuentas y cuidado con no firmar la hipoteca marrón.

            Todo el mundo sabe que la pura lana virgen se obtiene de las ovejas que corren más que los pastores, y en este caso parece que los pastores corren que se las pelan, así que no jugemos a la lechera y salvemos nuestro vellón.

La hipoteca eterna

Acabó de pagar la hipoteca allá por 1215...

Acabó de pagar la hipoteca allá por 1215...

Hoy quizás me encontréis un poco extraño. Son las cuatro de la mañana y os escribo desde Valbuena de la Encomienda, más concretamente desde un sitio que se llama “la Vuelta de Tuerca”. Nada menos.

El otro habitante del pueblo, porque hoy somos dos, bajó a jugar la partida a un bar que está a ocho kilómetros y volvió hace un rato. Lo sé porque estoy escribiendo con el portátil, en unas mesas de piedra, bajo las estrellas, y nos dimos las buenas noches. Ahora somos muchedumbre.

Lo creáis o no, aquí hace un frío del carajo, como once grados, y me he sacado la botella de aguardiente para que me haga compañía y me dé calefacción. En León somos así de brutos a veces. Nuca había contado que soy de León, ¿no? Es igual: ya está dicho y va como pretexto o coartada. Lo del aguardiente, por supuesto.

Este es un blog de hipotecas, pero en este lugar en el que me encuentro, hablar de hipotecas es como hablar de si hay vida en Marte. Le he preguntado por vuestra hipoteca, y por la mía, a una lechuza que pasó hace un rato y me dijo que se la soplaban.

Pero calculodehipoteca.net no cierra en Agosto, y aquí me tenéis, al Ladríllez de siempre, Javier para los amigos, intentado contaros cosas tan antiguas como que al que nace para la noria del cielo le cae el yugo. En España hablar de yugos recuerda al yugo y las flechas, el símbolo de la Falange, un partido que nació para obrero y que hicieron de extrema derecha a fuerza de estacazos (véase Hedilla). En realidad, el yugo y las flechas son símbolos anteriores, de los Reyes Católicos, y significan la unión (el yugo) hace la fuerza (las flechas), pero eso no le interesa a nadie, porque la unión es un concepto desacreditado, sobre todo por los que nos quieren dispersos y subjetivos.

En estos montes de Cristo, con la luna a media asta, me atrevo a deciros hoy que la hipoteca perpetua no es un mal necesario, como la vejez o la muerte. Nos hipotecamos porque queremos, y nos calificamos de urbanitas porque autodenominarnos idiotas nos da vergüenza. Las cosas que nos importan no están sólo donde los pisos cuestan trescientos mil euros, y las que están son accesibles por mucho menos de lo que pagamos. Le echamos la culpa al gobierno, por no ayudar, o a los ayuntamientos por recalificar terrenos a cuentagotas y poniendo el cazo, pero lo cierto es que somos nosotros, concentrándonos masivamente en zonas muy concretas, los que hacemos subir el precio de la vivienda.

¿Sabéis lo que cuesta una vivienda aquí? Seis mil euros. Y otros treinta mil arreglarla. Id a la calculadora de hipotecas de esta misma página y calculad la cuota: ¿ciento quince euros? Más o menos.

Y a treinta kilómetros de dos ciudades donde se puede encontrar trabajo, colegios, hospitales y lo que haga falta. A ochenta de una Universidad. A ciento cincuenta del mar. ¿Y qué podríamos hacer con la diferencia entre ese dinero y lo que estamos pagando? Yo lo sé muy bien. Cada cual haga sus cuentas.

El aguardiente, la noche, o yo, uno de los tres, se siente hoy en la obligación de deciros que sí, que otra realidad es posible, pero no se construye desde las armas o la revolución, sino desde la distancia, física e intelectual, a las cosas que creemos imprescindibles u obligatorias. No venceremos al sistema luchando todos por el mismo ático en el mismo barrio. No seremos más libres acatando su ley de abaratar los costes teniéndonos a todos juntos en unos pocos kilómetros cuadrados. La dispersión beneficia al ciudadano y perjudica al gran capital y a todo el que quiere controlar a las personas. Hasta que no entendemos eso, estaremos condenados a la hipoteca perpetua, que es, aunque ya lo sabéis, un mecanismo para obligarnos a aceptar los que nos echen con tal de no perder la esperanza de ser un día propietarios.

¿Propietarios de qué? De la condena de otro cuando, ya viejos y sin fuerzas, vendamos el piso.

Ser el amo de la condena de otro. Ese es nuestro premio.

Al diablo le pasa otro tanto. Qué curioso.