Archivo del Autor: Ladríllez

Acerca de Ladríllez

Javier Pérez Fernández (Zamora, 1970) Director durante 10 años de la revista universitaria dela Universidad de León, ha participado en casi todos los foros asociativos y juveniles de la ciudad. Escribe desde los 14 años en periódicos y revistas, especialmente Bedunia, como satírico, y en el diarioLA CRÓNICA-EL MUNDO, donde realizó un suplemento dominical sobre historia militar leonesa. Profesionalmente, se especializó en marketing y economía agraria. Trabaja como comercial de publicidad para medios de comunicación y dirige una casa de turismo rural en la montaña leonesa. En cuanto a trayectoria literaria, empezó por el verso satírico, estudió métrica y composición clásica y es autor de más de mil poemas, aunque jamás se consideró poeta. Más constante ha sido su dedicación al columnismo de prensa, medio en el que ha publicado más de ochocientos artículos en los últimos veinte años. Como autor de relatos cortos, ha tratado de conciliar la temática escabrosa con el estilo irónico, lo que le ha valido más reconocimientos que amistades. En total tiene escritos más de doscientos relatos y ha recibido casi una veintena de premios en este campo. Pero el género donde considera que mejor se desenvuelve es el de la novela. Escribió su primera obra de más de doscientas páginas a los dieciocho años, aunque afirma que sólo permitiría su difusión bajo amenaza a punta de pistola. Desde entonces, ha escrito una enorme epopeya espacial de más de dos mil folios, y cinco novelas, una de las cuales,la Crin de Damocles, le valió el premio Azorín 2006. La espina de la amapola, Ed. Planeta 2008. El Gris. Ediciones B. 2010 -La crin de Damocles, Ed. Planeta 2006. Premio Azorín de novela. -Viento Divino. Caja Murcia. Instituto Castillo Puche. -Antología poética Antonia Pérez Alegre. Fundación Espejo 2005. -Apagar el sol. Ayuntamiento de Toledo. Premio narrativa femenina 2005 -Historias para catar. Tropo Editores 2007 -Diversas antologías y colecciones de cuentos.

Hipoteca por saldo de precio

Rarezas, vaya...

Rarezas, vaya...

Vamos a seguir con estos casos raros sabadiegos que abordo últimamente, aunque sea para hablar de hipotecas, de Euribor y de esas cosas que se supone tratamos en ese blog, aunque ya veis que tratamos de no ser pesados y hablamos de todo un poco..

Una hipoteca por saldo de precio se constituye con el objeto de obtener la diferencia de dinero necesaria para adquirir una propiedad. Por tanto, se entiende que una parte está ya pagada y que existe un compromiso previo o una parte previa de propiedad por parte del hipotecado.

Un caso típico para esta figura sería el de una persona que estuviese viviendo en una casa de alquiler con derecho a compra. En el momento de ejercer ese derecho a compra, debería figurar en la escritura la cantidad pagada hasta el momento y constituirse la hipoteca sólo por el saldo de precio, que es la cantidad que queda por pagar según lo estipulado en el contrato original.

Otra posibilidad, por ejemplo, es que un hermano le compre a otro su parte de una herencia que heredaron a medias, o que se la compre un cónyuge a otro en caso de separación o divorcio. Me refiero a cuando concluya el fuego artillero, los ataques con morteros y los bombardeos con napalm, por supuesto.

En cualquier caso, de lo que se trata en esta modalidad es de saldar una deuda mediante una hipoteca dejando el bien completo como garantía de devolución del préstamo.

Lo normal es que en este tipo de hipotecas se financie como mucho la mitad del valor del inmueble, y a veces tiene condiciones especiales, que son muy variables según las entidades financieras.

O sea que mejor preguntáis si os va a venir bien o no llegado el caso, pero desde ya mismo os digo que el retruécano aquí no va a ser válido: no es igual saldo de precio que precio de saldo. Ni mucho menos.

Banco, hipoteca y perro.

¿Quien le iba a decir a este pobre oso que lo cazaría un submarino? Pues eso nos pasa a nosotros...

¿Quien le iba a decir a este pobre oso que lo cazaría un submarino? Pues eso nos pasa a nosotros...

No es cierto que los políticos siempre mientan. Algunos, como los de la Unión Europea, con eso de que son nombrados a dedo y no dependen de los electores, pueden permitirse decir la verdad y quedarse tan anchos, porque su puesto no está en función de que nos gusten o nos caigan antipáticos.

Eso fue seguramente lo que pensó el socialista francés Michel Rocard, cuando afirmó desde su tribuna en el parlamento europeo que la culpa de la actual crisis financiera la tienen las clases medias y bajas, por su apetencia de capital. ¡Nada menos!

En principio parece una burla, pero luego, si se piensa bien, además de una injuria es un desliz, una indiscreción de quien ha dicho más de lo que debería. O sea: que en el fondo ha dicho la verdad y de una manera que seguramente no gustó a sus compañeros.

Porque el caso es que es cierto, y ahí está lo triste. Es verdad porque el sistema financiero es un mecanismo pensado para que unos pocos obtengan beneficio de los demás a través de artificios aparentemente equilibrados pero casi siempre viciados de alguna carga o tara que da sustancial ventaja a quien los maneja. Por tanto, si el mecanismo pensado para que unos pocos se enriqueciesen a costa de muchos, lo utilizan esos muchos, resulta que el artefacto entero salta en pedazos. Por tanto, el francés tenía razón: el sistema financiero se ha ido a la porra porque todos nos hemos enterado de su funcionamiento y todos hemos querido participar, cuando no estaba pensado para eso.

Y eso es lo que ha habido: que el taxista, el peluquero, el labrador, el dentista y el profesor de latín empezaron a invertir en la bolsa, y a comprar pisos para revenderlos seis meses después con una plusvalía del diez o el veinte por ciento. Ya hablamos de ello el otro día y no voy a repetirme más.

Y entonces, al generalizarse en la calle el interés pro las operaciones financieras, es cuando se ha visto, dolorosamente y en la práctica, que semejante tinglado no estaba preparado para que lo usáramos todos, sino sólo para que unos pocos lo usasen a costa de los demás.

Y vino el batacazo, sobre todo para la banca.

Pero alegrémonos, porque a lo mejor es verdad aquello que dijo en su día Strasser refiriéndose a la quiebra financiera del año veintinueve: que cuando se mueren las pulgas no tiene por que ser mala época para el perro.

Culpan a las constructoras de la crisis inmobiliaria

Hasta la Barbie quiso forrarse, y ahora se queja...

Hasta la Barbie quiso forrarse, y ahora se queja...

Lo que me parece raro es que no le echen la culpa al cambio climático, o a Franco, o a cualquiera de los culpables de guardia.

Según un estudio de la Universidad Jaume I y del Instituto Valenciano del Investigaciones económicas, buena parte de la crisis inmobiliaria proviene de haberse centrado en un modelo de negocio basado sobre todo en el crédito, y en una demanda futura que no podía cumplirse. Además, según este mismo estudio, la crisis inmobiliaria arrastró al resto de los sectores no sólo por su parón, sino porque los beneficios no se reinvirtieron en otras actividades, sino que simplemente se repartieron entre los promotores.

Fundamentalmente estoy de acuerdo con todo lo dicho, pero me gustaría añadir unas cuantas cosas más de mi cosecha.

Es cierto que los promotores repartieron beneficios en lugar de reinvertirlos, pero es cierto también que muchos de esos beneficios están ahora convertidos en hormigón de edificios a medio terminar, azulejos que se descascarillan bajo la lluvia y millonadas pagadas por solares que sólo crían cardos.

Los promotores, algunos de ellos, se forraron, pero más se forraron los dueños de los solares que a fuerza de maniobras políticas, sobornos y trapicheos consiguieron recalificar como suelo urbano las huertas del bisabuelo y se han jubilado para tres o cuatro generaciones. ¿Dónde han reinvertido esos la pasta?

Se forraron los ayuntamientos, o sus ediles, y se forraron las instituciones autonómicas cobrando el 7 % de Transmisiones Patrimoniales en una época en la que se firmaron hipotecas y se vendieron pisos a mansalva. ¿Y dónde está ese dinero? No se sabe, porque lo cierto es que cuanto más tenían, más se endeudaban, como el buen pozo sin fondo que todos sabemos que son.

Se forraron los bancos, concediendo hipotecas, haciendo magia contable, y presentando las mejores cuentas de resultados de toda su historia. Se forraron sus directivos, y hasta los pequeños comerciales y directores de sucursal, cobrando las mejores primas de productividad de su vida.

Por último, y aquí vino el problema, se quisieron forrar también el taxista, la peluquera, el camarero y el dueño de la zapatería. Y cuando la gente de a pie se entrampa en la especulación, el globo crece a toda velocidad y es el momento de largarse a toda prisa, como hicieron los grandes inversores en cuanto pudieron.

O sea que, visto así, ¿creéis que hay algún grupo inocente?

 

La deuda (¿alguien tiene un Tanagel a mano?)

Nuestras ministras nos salvarán...

Nuestras ministras nos salvarán...

En este blog he hablado mucho de la deuda pública y de lo que sucede cuando el Estado se dedica a absorber los recursos disponibles, de modo que no llegue el crédito a los empresarios privados.

Lo que no había dicho nunca, porque acabo de enterarme hace poco, es el monto total de la deuda española, pública y privada.

El 260 % del PIB. Nada menos.

¿Os dais cuenta de lo que supone eso? Debemos 2,6 veces lo que se produce en un año, y se supone que ese año también habrá que gastar, vivir, consumir, etc. ¿Os dais cuenta de lo que quiere decir? Que con nuestra estructura productiva podemos tardar décadas enteras en pagar esa deuda, porque para deber el 260% del PIB hay que vivir muchos años con el dinero del futuro, que es justamente lo que hemos estado haciendo.

Las cosas, lamentablemente, son así: nos hemos gastado el dinero de este año, el del 2011 y el del 2012, y estamos como estamos. Con el dinero del 2013, tenemos que vivir este año, y lo que se pueda del siguiente, y así sucesivamente hasta que se pueda rellenar el boquete causado por toda una diversidad de causas que comentamos aquí a diario.

Visto ahora el tema, con el dato fresco, ¿cómo puede alguien dudar de que habrá que hacer grandes recortes de gastos?

Permitidme una cuenta: con un 10 % de recorte sobre el nivel actual, tardaríamos 26 años en pagar.

Casi nada.

No sé vosotros, pero yo voy mirando en el botiquín, porque noto una flojera..

Embargo

Un instante antes del comienzo del embargo.

Un instante antes del comienzo del embargo.

Lo primero, decir de qué hablamos: el embargo es el conjunto de actividades cuya principal finalidad es afectar bienes concretos del patrimonio del deudor a una concreta ejecución procesal frente a él dirigida.

O dicho en cristiano: el embargo es quitarle a una persona sus bienes para que estos sirvan de pago de una deuda.

Para que exista embargo, es necesario que antes se haya decretado una acción judicial contra el deudor y que sea por una cantidad concreta y determinada de dinero. Por tanto, lo primero es concretar el monto de la deuda e iniciar el procedimiento judicial. Pero OJO: si la deuda es con una entidad pública, el proceso judicial no es necesario porque las entidades públicas pueden embargar por sí mismas sin participación de la justicia, lo que acelera todo el proceso.

Para que el embargo sea efectivo, el deudor debe ser fehacientemente informado de su deuda y de que se abre el proceso de embargo. A esta información se le llama apremio, y muchos tratan de retrasar la notificación todo lo que pueden, a sabiendas de que el embargo es imposible hasta que no se haya notificado convenientemente.

Antes de la ejecución pública de los bienes embargados, el deudor puede detener el proceso pagando la deuda, pero esto suele ser muy complicado, sobre todo porque una vez que se inicia el proceso nos meten en esas gloriosas listas de apestados que nos alejan de cualquier fuente de financiación.

Por último, ya que el tema daría para semanas enteras de artículos, decir que no todos los bienes son embargables: entre las excepciones están los muebles y utensilios del hogar, la ropa del deudor y su familia, libros, herramientas e instrumentos necesarios para la labor profesional, objetos sacros y dedicados al culto, y cualquier otro bien que se demuestre imprescindible para que el embargado pueda mantener un medio de subsistencia.

Un apunte: las administraciones públicas son inembargables. O sea que si el ayuntamiento no te paga, pues te jodes.

Por si acaso pensabais que éramos todos iguales…

 

 

La paciencia de los bancos (Pedro Navajas se calma un poco)

En esta clase de juegos, la cosa nunca está clara...

En esta clase de juegos, la cosa nunca está clara...

Mañana hablo del embargo, y me refiero a lo que nos puede pasar y ya les está pasando a muchos con el piso. Hoy, para abrir boca, pensé poner el poema de Gabriel y Galán sobre el embargo, peor no me pareció serio, así que voy a contaros un pequeño secreto que nos dará un poco de esperanza.

Resulta que cuando dejamos de pagar las cuotas de la hipoteca, el banco nos amenaza y nos empieza a enviar cartas desagradables sobre lo que nos va a pasar si no hacemos frente a nuestro compromiso. Nosotros, como es natural, nos ponemos muy nerviosos y negociamos lo que sea, pero hay que saber que ellos se ponen también muy nervioso, y no sólo porque ya tengan pisos a mansalva y estén dispuesto a lo que sea por no hacerse con uno más. Hay y una razón suplementaria:

Cuando un banco ejecuta un inmueble, tiene la obligación de provisionarlo en su contabilidad, por lo que eso perjudica terriblemente a su cuenta de resultados y a su coeficiente de solvencia.

Mientras el banco se limite a enviarnos cartas, hacer que negocia con nosotros y apretarnos las clavijas, el Banco de España no se entera de nada ni exige al banco mayores garantías. Pero cuando se inscribe la ejecución de la hipoteca, entonces nosotros nos quedamos sin piso y ellos se quedan oficialmente sin el dinero, lo que les obliga a provisionar fondos para cubrir la parte que no puedan recuperar.

La conclusión es obvia: los bancos tienen más paciencia que antes, porque su situación es tal que cada piso que ejecutan se aprietan a sí mismos un poco más la soga en torno al cuello. De hecho, no es de extrañar que en algunas entidades los directores de sucursal estén recibiendo instrucciones de tener un poco más de paciencia con los deudores que hacen lo que pueden por seguir pagando aunque no sean capaces de satisfacer todo lo que deben.

De hecho, no sería de extrañar que algunas cajas de ahorros, a partir de cierto punto, prefiriesen no cobrar (y callar) a ejecutar los pisos, sobre todo si la hipoteca es reciente y la provisión es más alta que el valor al que se va a poder vender ese inmuebles.

La vida te da sorpresas…

Sorpresas te da la vida…

 

 

 

 

Nuestro problema social

Ortega y Gasset, el autor de la idea. Y de tantas otras...

Ortega y Gasset, el autor de la idea. Y de tantas otras...

Amigos, hoy toca hablar con palabra ajena, pero tranquilos que no será sin buena causa.

Copio en primer lugar un texto de Ortega y Gasset sobre el se orito satisfecho. Luego hablamos:

Este personaje, que ahora anda por todas partes y dondequiera impone su barbarie íntima, es, en efecto, el niño mimado de la historia humana. El niño mimado es el heredero que se comporta exclusivamente como heredero. Ahora la herencia es la civilización — las comodidades, la seguridad en suma, las ventajas de la civilización. Como hemos visto, sólo dentro de la holgura vital que ésta ha fabricado en el mundo puede surgir un hombre constituido por aquel repertorio de facciones inspirado por tal carácter. Es una de tantas deformaciones como el lujo produce en la materia humana. Tenderíamos ilusoriamente a creer que una vida nacida en un mundo sobrado sería mejor, más vida y de superior calidad a la que consiste precisamente en luchar con la escasez. Pero no hay tal. Por razones muy rigurosas y archifundamentales que no es ahora ocasión de enunciar.

Ahora, en vez de esas razones, basta con recordar el hecho siempre repetido que constituye la tragedia de toda aristocracia hereditaria. El aristócrata hereda, es decir, encuentra atribuidas a su persona unas condiciones de vida que él no ha creado, por tanto, que no se producen orgánicamente unidas a su vida personal y propia. Se halla, al nacer, instalado, de pronto y sin saber cómo, en medio de su riqueza y de sus prerrogativas. El no tiene, íntimamente, nada que ver con ellas, porque no vienen de él. Son el caparazón gigantesco de otra persona, de otro ser viviente: su antepasado. Y tiene que vivir como heredero, esto es, tiene que usar el caparazón de otra vida. ¿En qué quedamos? ¿Qué vida va a vivir el “aristócrata” de herencia: la suya, o la del prócer inicial? Ni la una ni la otra. Está condenado a representar al otro, por lo tanto, a no ser ni el otro ni él mismo. Su vida pierde, inexorablemente, autenticidad, y se convierte en pura representación o ficción de otra vida. La sobra de medios que está obligado a manejar no le deja vivir su propio y personal destino, atrofia su vida. Toda vida es lucha, el esfuerzo por ser si misma. Las dificultades con que tropiezo para realizar mi vida son precisamente lo que despierta y moviliza mis actividades, mis capacidades. Si mi cuerpo no me pesase, yo no podría andar. Si la atmósfera no me oprimiese, sentiría mi cuerpo como una cosa vaga, fofa, fantasmática. Así, en el “aristócrata” heredero toda su persona se va envagueciendo, por falta de uso y esfuerzo vital. El resultado es esa específica bobería de las viejas noblezas, que no se parece a nada y que, en rigor, nadie ha descrito todavía en su interno y trágico mecanismo; el interno y trágico mecanismo que conduce a toda aristocracia hereditaria a su irremediable degeneración.

 

Bueno, y ahora, decidme: ¿tiene o no tiene esto algo que ver con que el país se vaya hundiendo poco a poco?, ¿No tiene esto algo que ver con todos los problemas sociales de acomodamientos, renuncia al esfuerzo, falta de compromiso y tendencia a vivir por encima de nuestras posibilidades?

Nuestros padres y abuelos las pasaron canutas y el país mejoró en cincuenta años más de lo que había mejorado en dos siglos. Nos lo dieron todo y ahora parecemos dispuestos a exigir que siga nuestra adolescencia social.

Todo ha empeorado, es cierto, pero quizás esa clave social de la que tan a menudo hablamos en los comentarios resida en ese caparazón que menciona Ortega: el caparazón de una España que nos viene grande y tratamos de desmenuzar para sentirnos más cómodos.

Porque en vez de tortugas nos sentimos caracoles.

El modelo productivo español

Una extraña formación aparecida espontáneamente en una playa de Levante...

Una extraña formación aparecida espontáneamente en una playa de Levante...

Describir la estructura económica de España requiere un libro de ochocientas páginas y ya lo escribió, y muy bien, Ramón Tamames, aunque supongo que las últimas ediciones serán un poco menos voluminosas después de todo lo que hemos ido cerrando, arrancando, eliminando y malvendiendo.

El resumen, sin embargo, es mucho más simple: padecemos crónicamente de falta de iniciativa y de empleo, de modo que desde tiempos inmemoriales la economía española no ha sido capaz de dar trabajo a toda la población.

Por ese motivo emigraron nuestros padres y abuelos a Francia, Suiza y Alemania. Por ese motivo emigraron nuestros bisabuelos a Argentina, Chile, Cuba y Venezuela. Y por ese motivo conquistamos y colonizamos América: porque íbamos sobrados de hambrientos dispuestos a todo para empezar una nueva vida en otra parte. Creedme: los que viven bien en su casa y en su pueblo no se embarcan hoy en pateras para cruzar el estrecho, así que mucho menos se embarcaban antes en carabelas como cáscaras de nuez para cruzar el Atlántico.

Nuestro segundo problema, y sólo citaré estos dos, es la balanza de pagos. Importamos más de lo que exportamos y eso, además de ser una sangría financiera constante, con sus consecuencias de empobrecimiento, tiene un significado más profundo que debería hacernos reflexionar:

Si nuestra balanza de pagos es negativa es porque importamos mucho o porque exportamos poco, o por las dos razones a la vez. Si exportamos poco es porque no conseguimos producir bienes y servicios que interesen fuera de nuestras fronteras. No somos relevante ni interesantes, o no hasta el punto adecuado.

Si importamos mucho es porque no somos capaces de satisfacer la demanda de nuestra propia población, que prefiere, por diversas razones, los bienes y servicios producidos fuera .Por tanto, no es que falte demanda: es que la que hay, prefiere comprar fuera antes que aquí.

Si lo que producimos no interesa lo bastante ni a los de afuera ni a los de aquí, ¿qué demonios esperamos?

Unid eso a la afición del Gobierno a gastar más de lo que ingresa y la conclusión me la contáis en los comentarios.

Si os atrevéis, vaya.

Hipoteca sin nómina

Si tu dinero es negro o de procedencia dudosa, el banco te cerrará las puertas.

Si tu dinero es negro o de procedencia dudosa, el banco te cerrará las puertas.

Si ya es difícil conseguir una hipoteca sin ser funcionario, el colmo de la dificultad estriba en conseguir una hipoteca sin nómina que domiciliar ni ingreso fijo que declarar.

Sin embargo, se puede lograr. Difícil, sí, pero no imposible.

Para conseguir una hipoteca sin nómina hay que presentar, en el caso de ser autónomo, las declaraciones fiscales de los últimos tres años en las que se pueda demostrar la existencia de ingresos o beneficios suficientes. De todos modos, los bancos no suelen creerse una palabra y a los autónomos les piden casi siempre avales, o que dejen en prenda (pignorados) algunos bienes además del piso que se hipoteca.

La hipoteca sin nómina, por tanto, depende más de factores subjetivos del propio banco que la concede que de la objetividad de los recursos del que la pide. O dicho de otra manera, y para que nos entendamos: se puede pedir una hipoteca sin nómina, pero hay que hacerlo en el mismo banco donde hayamos trabajado muchos años, un banco que conozca los movimientos de nuestra cuenta, y si es posible, con un director que haya tratado con nosotros antes y sepa que las cuentas reales, las que a él el van a interesar, son solventes.

Es aquí cuando interesa que el banco nos considere fiables, aunque sea a costa de contarle lo que facturamos en B, que nos dedicamos a la trata de blancas o a la compraventa de atunes alucinógenos.

Al banco le interesa cobrar: la clase de negocios que nos traigamos entre manos suele importale menos.

O sea que un consejo: si vais a pedir una hipoteca y no tenéis nómina, contadle la verdad de lo que hay, que ya se cuidarán ellos de valorar si es rentable o no. Si es legal, que lo valoren los jueces.

Quejas éticas en la ventanilla de al lado, por favor.

 

Derecho y necesidad

Tenemos demasiadas visiones extrañas

Tenemos demasiadas visiones extrañas

Profundizo, con vuestro permiso, en la idea del otro día: ser pobre no es una condición moral, y tener una necesidad no te da derecho a nada.

Otro ataque del Invicto Ejército de los Obvios, vale, pero es necesario repetir estas cosas para quitarnos de encima esa mugre pseudocristiana o pseudomarxista, o pseudo-algo que nos han echado encima para convencernos de que tiene más derecho a algo el que carece de ello.

Tiene derecho a una vivienda el que la paga. Tiene derecho a recibir exactamente lo que ha contratado, en el pazo acordado, y en las condiciones estipuladas. Tiene derecho a que el banco lo trate conforme a la Ley, a que no le aplique condiciones abusivas en la hipoteca y a que lo informe de todo cuanto ataña a su contrato con el banco.

Fuera de ahí, en la hipoteca, en el trabajo, o en cualquier faceta de la vida, nadie tiene derecho a vivir de su prójimo ni a convertir su necesidad en un arma que amenace los derechos, los bienes o las vidas de los demás.

Porque resulta que los derechos de unos se convierten, siempre e indiscutiblemente, en obligaciones de otros, y a medida que nos crean obligaciones nos reducen la libertad. ¿O no habíamos caído en eso? La libertad no es la posibilidad de  votar cada cierto número de años, sino la posibilidad de decidir sobre ti mismo y tus propios asuntos sin que venga el cantamañanas de turno a podar tu árbol de posibilidades hasta dejar una sola rama: la suya.

La dictadura no tiene por qué consistir necesariamente en prohibir cosas: también puede crearse una dictadura haciendo que todo, casi todo lo que importa, sea obligatorio. Por interés público. Por las necesidades ajenas. Por la madre que lo parió.

Se me nota que vengo contento, ¿eh?

Trataré de enmendarme.

La estética del perdedor

el romanticismo de la decadencia es romántico porque no es racional...

el romanticismo de la decadencia es romántico porque no es racional...

Soy de los que creen que la economía debería ser, ante todo, una rama de la sociología, así que poerdonadme proque de vez en cuando os encaje estos párrafos en vez de hablar de Euribor e hipotecas.

Algunas veces, en los comentarios, me habéis oído decir que la pobreza no es una cualidad moral. Lo pienso de veras: se puede ser pobre y honrado, y también se puede ser pobre y canalla. La pobreza, por tanto, ni nos mejora no nos empeora.

¿Y a qué viene este ataque de la armada de la obviedad? A que empiezo a darme cuenta de que hay cosas que es obligatorio decir, porque alguna especie de monstruo maligno nos ha comido la lógica.

Ser pobre es una mierda. Y sus consecuencias son peores. La única manera de ser pobre y disfrutarlo es huyendo de sus consecuencias, como algunas comunidades religiosas, que no tienen nada pero disponen de todo en caso de emergencia.

Perder las guerras es malo, porque no existe ninguna estética del perdedor fuera de la épica de su resistencia, que, si os fijáis no tiene que ver con perder, sino con resistir, que es otra cosa. El que se apoya en la barra del bar a rumiar sus penas con un cigarrillo a medio apagar entre los labios no está resistiendo. Está regodeándose. La estética del perdedor es, casi siempre, la estética del regodeo, o una simple pose para justificar su rendición

Con todo esto vengo a decir que tengo la impresión de que esta crisis y esta presión sobre el crédito y la hipoteca han servido para que muchos crean abierta la veda de la lamentación pasiva, esa clase de lamentación que lleva a no hacer nada, no intentar nada y no emprender nada, porque los tiempos están malos.

Entre las razones por las que en España durará la crisis más que en otros lugares, propongo que apuntéis esta nueva: porque nos sirve de disculpa y de pretexto para la fatalidad y la vagancia que tanto nos gustan.

Así de sólidas son a veces las coartadas.

 

La jugada del pacto

Nos encontramos a veces ante extraños laberintos

Nos encontramos a veces ante extraños laberintos

Llevamos un tiempo en el que todo el mundo habla de la necesidad de un pacto entre Gobierno y oposición y de lo bueno que sería para el interés común que todos los partidos pusiesen de una vez sus desacuerdos en barbecho para tratar de sacarnos del hoyo en el que nos eternizamos.

Puede que así sea, pero permitidme un análisis distinto de las cosas, ya que para eso estoy aquí, firmando el artículo del día.

Hablemos claro: un pacto de unidad nacional, que es lo que piden en realidad esas voces, es más propio de los sistemas totalitarios que de una democracia. Los pactos de ese tipo, de hecho, son antidemocráticos siempre, pues presuponen que todas las fuerzas políticas deben renunciar a sus ideas, sus proyectos y sus intereses por el bien de un interés general que, curiosamente, no coincide con esas ideas. ¿Quién demonios va a reconocer que abandona su programa para hacer otra cosa que es mejor?, ¿quién va a suicidarse de ese modo dando a entender que sabe que hay cosas mejoras que las que lleva años proponiendo?

En democracia, existen distintos partidos porque existen distintas soluciones posibles para los mismos problemas. Pero si en el momento de la necesidad estamos todos de acuerdo en que existe una sola solución, ¿para qué sirven los partidos y para qué sirve la democracia?

¿Os dais cuenta del sindiós filosófico que esos pactos entrañan? Significan, ni más ni menos, que hay alguien que conoce la verdad, alguien que conoce la solución buena y que los demás deben dejar de mentir por unos meses para aceptar esa solución divina, por el bien de la nación.

Se puede hablar de pactar, se puede mencionar el diálogo, la transigencia y el acercamiento. Todo cojonudo, vale. Pero a la hora de la verdad, cuando haya que materializar toda esa palabrería en hechos concretos, ¿quién reconocerá que lo suyo es un error y que lo verdaderamente bueno para la comunidad es lo de los otros?

Por eso, como sabéis, se habla mucho pero no se concreta nada. Porque no se puede concretar. Porque los que gobiernan no quieren gobernar y los que están en la oposición no pueden gobernar, precisamente porque están en la oposición tras haber perdido unas elecciones.

La solución es obvia: si el que gobierna no quiere gobernar, que convoque elecciones. Si el que está en la oposición quiere llegar al gobierno, que las gane.

Cualquier otra solución es pasarse la voluntad del pueblo por el forro.

Y ya lo hacen lo bastante por su cuenta como para encima animarlos.