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Acerca de Ladríllez

Javier Pérez Fernández (Zamora, 1970) Director durante 10 años de la revista universitaria dela Universidad de León, ha participado en casi todos los foros asociativos y juveniles de la ciudad. Escribe desde los 14 años en periódicos y revistas, especialmente Bedunia, como satírico, y en el diarioLA CRÓNICA-EL MUNDO, donde realizó un suplemento dominical sobre historia militar leonesa. Profesionalmente, se especializó en marketing y economía agraria. Trabaja como comercial de publicidad para medios de comunicación y dirige una casa de turismo rural en la montaña leonesa. En cuanto a trayectoria literaria, empezó por el verso satírico, estudió métrica y composición clásica y es autor de más de mil poemas, aunque jamás se consideró poeta. Más constante ha sido su dedicación al columnismo de prensa, medio en el que ha publicado más de ochocientos artículos en los últimos veinte años. Como autor de relatos cortos, ha tratado de conciliar la temática escabrosa con el estilo irónico, lo que le ha valido más reconocimientos que amistades. En total tiene escritos más de doscientos relatos y ha recibido casi una veintena de premios en este campo. Pero el género donde considera que mejor se desenvuelve es el de la novela. Escribió su primera obra de más de doscientas páginas a los dieciocho años, aunque afirma que sólo permitiría su difusión bajo amenaza a punta de pistola. Desde entonces, ha escrito una enorme epopeya espacial de más de dos mil folios, y cinco novelas, una de las cuales,la Crin de Damocles, le valió el premio Azorín 2006. La espina de la amapola, Ed. Planeta 2008. El Gris. Ediciones B. 2010 -La crin de Damocles, Ed. Planeta 2006. Premio Azorín de novela. -Viento Divino. Caja Murcia. Instituto Castillo Puche. -Antología poética Antonia Pérez Alegre. Fundación Espejo 2005. -Apagar el sol. Ayuntamiento de Toledo. Premio narrativa femenina 2005 -Historias para catar. Tropo Editores 2007 -Diversas antologías y colecciones de cuentos.

Hipoteca y población.

La cosa está realmente mala...

La cosa está realmente mala...

A lo que más nos estamos acostumbrando es a decir que la hipoteca es una especie de losa que aplasta la demanda llevándose una parte importante, demasiado, de la renta disponible de las familias. De este modo, la falta de dinero en el mercado es lo que reduce las compras y por ese camino descienden también la producción y el empleo.

Sin embargo, últimamente parece que nos hemos olvidado de que la vivienda ha sido y es en España el principal indicador de capitalización de las familias, y el bien en el que permanece depositada una buena parte de la riqueza familiar española. En algunos países, o en algunas culturas, la riqueza se acumula en oro, o en joyas que se pasan de generación en generación y aquí lo hacemos en viviendas. Pues vale.

¿Y a dónde voy con todo esto? A que la esperada bajada de la vivienda puede beneficiar a algunos, que la podrán comprar a un precio más asequible, pero va a perjudicar a una inmensa masa de españoles que tenían sus ahorros invertidos en este bien. Y no me refiero al megaespeculador que tiene ocho casas y las alquila, sino a un abuelo cualquiera, que metió en la casa toda su renta durante años y que ahora dejará una herencia menguante a sus descendientes. Ese dinero, que antes era un activo para invertir o consumir, ha desaparecido de pronto, dejando sensación de timo (y de pobreza) a una persona que antes consumía con más alegría o pensaba poner su pequeño negocio.

¿Y cuándo se recuperará el precio de la vivienda para que pueda recuperarse este capital? Posiblemente tarde muchos años,  ya que la población no crece, algunas ciudades se vacían y toda la población se concentra en ciertos polos geográficos, donde el precio se mantiene o sube, haciendo que se devalúe en el resto del territorio.

Quizás este análisis es el que hacen los bancos y por eso son tan reacios a conceder hipotecas: en los próximos años es más probable que la vivienda siga bajando que ver un nuevo impulso alcista, pro lo que conceder hipotecas suponer incurrir en el riesgo de tropezar otra vez con la misma piedra: que las viviendas que aparecen en sus balances valgan menos que el dinero que dieron por ellas.

Por tanto, para evitarlo, quedan unas pocas salidas: que aumente la demanda de viviendas, que aumente la población, o quizás que tengamos una gigantesca plaga de divorcios que duplique las casas necesarias.
Sólo lo último parece probable en la situación actual…

Sigue bajando el Euribor

cosas raras

Cosas raras

Las buenas noticias hay que darlas, aunque sólo sean buenas noticias para los que ya están hipotecados (iba a escribir afortunados, pero me he cortado…) y no vayan a arreglar gran cosa a los que desean comprar una vivienda. Si es que queda algún héroe de esos, por supuesto, porque entre los que no tienen un duro y los que creen que los pisos seguirán bajando, cada día hay menos demanda inmediata.

Estamos ante la paradoja de un dinero que sigue bajando de precio pero no aparece por ninguna parte, oculto en extrañas y remotas madrigueras, y esto me recuerda, disculpadme, a las cartillas de racionamiento de otros tiempos, cuando los bienes tenían un precio muy asequible pero no era posible encontrarlos en ninguna parte, porque de puro baratos nadie los quería vender. La proyección histórica nos llevaría a pensar que el mercado negro está al caer, y que el estraperlo de euros es el próximo paso, peor no me atrevo a afirmar tanto.

El dato en sí mismo parece alentador:  El Euríbor a doce meses cerrará marzo en torno al 1,51%, casi cuatro décimas más bajo de lo que marcaba hace un año, lo que supondrá una interesante mejora para los hipotecados que revisen ahora sus pólizas hipotecarias. Pasando la información  datos concretos, tenemos que una hipoteca de 150.000 euros, con un plazo de amortización de 25 años se abaratará en aproximadamente 30 euros mensuales, lo que supone 360 euros al año. Y todo ayuda.

Según afirma Invertia, los expertos estiman que el Euríbor mantendrá este año la tendencia bajista aunque algunos ven muy improbable una nueva rebaja de tipos por parte del BCE. Otros analistas apuestan por una rebaja de los tipos oficiales de interés en un cuarto de punto para tratar de revitalizar la zona Euro, ya que la lucha contra la inflación parece un objetivo secundario en estos momentos..

La pregunta, por supuesto, es qué incentivos pueden tener los bancos para prestarnos el dinero a nosotros en vez de meterlo en deuda pública, con la que está cayendo. Estos diferenciales muestran la paradoja del mercado: el interés es bajo, y el miedo alto. ¿Qué demonios está pasando?

Me temo que alguien tendrá que revisar los manuales de economía básica para explicar estas cosas. Lo de ponerle remedio, ya ni lo sueño.

¿Qué es la hipoteca? Concepto e historia

En el primer día, por la mañana, fue creada la hipoteca.

En el primer día, por la mañana, fue creada la hipoteca.

Y después de todo este tiempo, de todo el montón de artículos que he escrito sobre hipotecas e hipotecados, creo que ha llegado el momento de preguntarnos: ¿y de qué estamos hablando?

Lo primero que hay que tener claro es que la hipoteca es una garantía, y no un cantidad prestada ni una cantidad adeudada.  La hipoteca, por tanto, es un derecho real de garantía que se crea para asegurar el cumplimiento de una obligación, y que pesa sobre un bien que, entretanto, permanece bajo posesión del deudor.

Estamos, por tanto, más ante un seguro que ante un préstamo, pues el préstamo es otra cosa. La hipoteca permite que, en caso de incumplimiento de las obligaciones pactadas, se venda de manera forzosa el bien hipotecado para satisfacer con lo obtenido el importe del préstamo, sea quien sea el titular en ese momento, o el poseedor del bien.

Y ojo, que no es lo mismo propiedad que posesión. El propietario es el titular de un bien, y el poseedor quien lo disfruta en un momento dado o lo tiene bajo su dominio. El ejemplo más claro es el de la moto: si presto mi moto a un amigo, yo soy el propietario y él es el poseedor. Lo gracioso es que si me la roban, el ladrón también es el poseedor y soy yo quien debo demostrar la propiedad, no él, que con ser el poseedor efectivo tiene la presunción de propiedad de su parte mientras no se demuestre lo contrario.

En cuanto a la historia de la hipoteca, su nombre proviene de las palabras hipo (debajo) y teca (caja) o sea, lo que está debajo de la caja, y se refiere ante todo a su carácter de oculta, ya que pesa sobre el bien y lo compromete pero no se ve.

De todos modos, tanto el concepto actual de hipoteca como la mayor parte de sus regulaciones la heredamos, como casi todo, del Derecho Romano. En Roma había dos modos principales de constituir una garantía sobre una deuda: la fiducia y la prenda.

No obstante, el principal problema de estas garantías es que permanecían ocultas, crean inseguridad en todas las partes intervinientes, que tenían que estar muy atentas a los contratos previos, originándose así grandes problemas. Esto se arregló con la creación de los registros de la propiedad.

De la fiducia y la prenda hablamos otro día.

La hipoteca después de un entierro

¿Quién lo iba a decir?

¿Quién lo iba a decir?

Hoy voy a contaros una historia casi castiza que escuché hace poco en un bar, por lo que podría ser una especie de leyenda urbana, de esas que circulan a veces por ahí. Sin embargo, más que la cara del que lo contaba, lo que me convenció de su posible verosimilitud es la situación por la que actualmente pasan muchos bancos, y los cambios sustanciales que eso ha provocado en el poder de negociación de las partes.

Nuestro protagonista es un hipotecado, un hipotecado cualquiera que las pasa negras para pagar mensualmente sus cuotas y que ya ha dejado alguna sin pagar. Un buen día se presenta en su oficina bancaria y le dice al director que vaya preparando los papeles, porque no va a poder seguir pagando, y que además está considerando la idea de irse a Suramérica, donde tiene algo de familia a la que ayudó en su momento y que ahora le ofrece ayuda a él.

El director del banco, con la que está cayendo, pasó por varios colores del espectro cromático y dijo que habría que buscar una solución. Tras muchos tiras y aflojas, nuestro hombre dijo que de los cien mil euros que aún debía, podía poner setenta mil en la mesa pidiéndolos a un familiar, o quien fuese, pero con eso tenían que saldar la hipoteca, sin que quedase pendiente el resto ni nada por el estilo. Así intentaría vender el piso y sacar lo que pudiera por él. O sea, una quita hipotecaria en toda regla.

El banco se negó, pero tras unos cuantos tira  y aflojas, y algunas llamadas a la central, acabaron pactando que si entregaba ochenta mil euros, se olvidaban de la deuda. Pero tenía que ser al contado.

Nuestro hombre exigió que se realizase el pacto ante notario, y en la misma notaría entregó la cantidad al banco y se quedó con el piso, limpio de polvo y paja.

¿Qué había sucedido? Que acababa de morirse una tía solterona y había heredado un buen pellizco, y además casi todo en efectivo.

Cosas de viejos y cosas de entierros…

Cosas que nunca hubiesen sido siquiera imaginables hace unos años.

Rechazar al inmigrante como inquilino: ¿Racismo o prudencia?

Como para alquilarle nada al dueño de este pasaporte...

Como para alquilarle nada al dueño de este pasaporte...

A raíz de este artículo, que publiqué en otro blog, me llegó un largo correo electrónico que me apetece compartir con todos vosotros en su contenido. Aprovechad, porque no es frecuente leer estas cosas en un mundo de biempensantes y amantes del país de la piruleta.

Me decía el lector que él tenía varios pisos alquilados, y que rechazaba sistemáticamente como inquilino a todo el que le pareciese procedente de algún país exótico. La cuestión, para él, era que pagasen, y si pagaban y le respetaban el inmueble, le daba igual que fueran negros, amarillos, pieles rojas o verde pistacho. A lo único que le miraba el color era a los billetes.

Reconocía también que había un porcentaje bastante similar de jetas, cabrones y desaprensivos entre los españoles que entre los inmigrantes, y que había un porcentaje casi idéntico de buenas personas, respetuosas y cumplidoras.

¿Y por qué rechazaba a los inmigrantes después de decir todo esto?

Pues porque siendo la probabilidad de pufo equivalente entre los nacionales y los extranjeros, ¿qué pasa cuando uno te sale malo? Si es español, vas al juzgado, lo denuncias, y con grandes trabajos esperas a que tenga una nómina que embargar, o herede unas tierras o una casa de su abuela, o incluso de su padre, y entonces consigues cobrarle. Es complicado y largo, pero tanto a un español como a un ciudadano comunitario consigues cobrarle.

¿Y si es un ciudadano extracomunitario? ¿Vas a Senegal a poner una demanda?, ¿conseguirás embargarle el sueldo en Ecuador?, ¿conseguirás que embarguen a tu favor una herencia en Rusia? Lo normal es que no. Ni sabes con qué países existe convenio y con cuales no, ni cómo proceder en esos  países, ni cómo conseguir cobrar la deuda: basta con que un día se marchen para tenerlo todo perdido y sin remedio.

Por tanto, como veis, a veces la gente tiene sus razones. Y no es por discriminar, ni por saña al diferente. A lo que la mayor parte de la gente le tiene manía es a los líos y a la indefensión legal de las legislaciones diversas. Pero esto, claro está, ni vende periódicos, ni atrae votos. Y por eso se calla.

La hipoteca como ancla

Los abuelos lo veían de otro modo...

Los abuelos lo veían de otro modo...

Las encuestas del CIS , como todos sabemos, sirven lo mismo para freír un calcetín que para coser un huevo. En la última de ellas, la correspondiente al mes de febrero, se ofrece un dato bastante curioso:

Ni siquiera en estos tiempos de galopante desempleo la mayoría de los españoles está dispuesto a cambiar de domicilio a cambio de encontrar un puesto de trabajo. O sea que no hay que ser tan pesimistas, porque si las cosas fuesen tan mal como a veces pensamos, los resultados de esta encuesta serían otros.

Así dice, más o menos el informe del CIS:

A la pregunta de si el entrevistado estaría dispuesto a vivir en otro lugar de España, de Europa o en países extracomunitarios, el 59,1% asegura que no se mudaría ni siquiera dentro de España, el 67,7% dice estar “poco” o “nada” dispuesto a trasladarse dentro de la Unión Europea y el 74,1% responde de igual manera respecto a terceros países fuera de la Unión.

Por la contraparte, sólo estarían muy dispuestos o bastante dispuestos a marcharse el 36% si el traslado se produce dentro del país, mientras que el 27,5% se iría a algún lugar de la UE y sólo el 20,6% viajaría más lejos.

O sea, y resumiendo, que seguimos atados a la mentalidad de que el trabajo tiene que venir a nosotros en vez de ir nosotros a donde el trabajo esté.

En mi opinión, eso denota dos cosas: en primer lugar, la obvia, que es que los españoles mayoritariamente queremos un sueldo, pero no tanto un trabajo, por mucho que haya, como siempre, gente que dispuesta a hacer el esfuerzo de mudarse o lo que sea.

En segundo lugar, algo de lo que no habla el informe del CIS: que nuestro sistema de vivienda en propiedad, hipoteca y letra mensual, ya sea propia o de la familia, desincentiva la movilidad de la gente, que tendría que seguir pagando la hipoteca y buscarse otra vivienda.

Con ese sistema y esa mentalidad es muy difícil adaptarse a un mundo donde la principal característica es la velocidad de cambio. Casi imposible.

Hipoteca y clientes de dudoso cobro

Hay etiquetas que son premoniciones...

Hay etiquetas que son premoniciones...

El Plan General Contable, que tien las mismas siglas que los coches de la Guardia civil (PGC) se creó para que las cosas estuviesen claras, se pudiesen realizar comparaciones homogéneas de balances y las transacciones económicas se imbuyeran un poco, sólo un poco, de claridad, prudencia y transparencia.

Los que hemos tenido la desgracia de estudiar semejante batiburrillo, podemos asegurar que algunos principios como el de Prudencia, o el de devengo, serían muy útiles si se aplicasen a todo el mundo, pero resulta que, poco a poco, pasa con la contabilidad como con la mayoría de las cosas: que se aplican solamente a algunos.

Llegados a este punto,e stoy por contaros el chiste de los asientos prohibidos en un libro de cuentas y la excepción de las funerarias, pero como espero que no haya muchos contables por aquí, y no se entendería, me limito a centrarme en el asunto de los clientes de dudoso cobro y cómo se provisionan o se contabilizan en pérdidas.

Un cliente de dudoso cobro es aquel que por su situación contable y financiera, o por documentos aportables, tenemos el convencimiento de que es más difícil de cobrar de lo común o, dicho de otro modo, va a termiunar como pufo con más probabilidad.

Hasta ahí, todo muy prudente: si pensamos que no vamos a cobrar, hay que ir apuntando ese negocio como posible pérdida. ¿Pero qué pasa con los ayuntamientos, las comunidades autónomas y las diputaciones, entre otros Perroflautas Públicos: pues que no pueden ser provisionados en clientes de dudoso cobro porque la Ley entiende quye las entidades públicas siempre pagan. Conclusión: que no sólo no cobras, sino que además pagas el Impuesto de Sociedades por lo que no cobras.

¿Y qué pasa con las hipotecas que los bancos saben que nunca cobrarán? Que no se provisionan tampoco, porque en ese caso saldrían como pérdidas en el balance y los pisos, valorados a su precio real de liquidación, crearían tal boquete contable que muchos bancos estarían ya en quiebra.

Mientras a los bancos no se les OBLIGUE a contabilizar como clientes de dudoso cobro a los hipotecados que hayan dejado de pagar un número de recibos, nuestra banca seguirá sin inspirar confianza a nadie. o loq ue e slo mismo, seguirá siendo banca tóxica.

Y nuestra salud financiera no está ya para muchos adelgazamientos…

Ya no habrá más hipotecas ejecutadas a un euro

¡A mí, bellacos!

¡A mí, bellacos!

Porque el caso es que las había. Suena a chirigota y es un atraco, pero existían casos en que el banco podía adjudicarse por un mísero euro una vivienda embargada y dejarle el marrón, de por vida, al pobre hipotecado, que se veía a obligado a pagar la deuda después de quedarse sin casa y sin valor de subasta.

Este maravilloso asalto se llamaba procedimiento extrajudicial de ejecución hipotecaria, y se llevaba a cabo ante notario, de modo que la cosa iba mucho más rápida. La clave de la idea es que el hipotecado no tiene derecho a defensa jurídica, ya que se trata de un acto privado y a que el banco, en tercera convocatoria y ante la falta de pujas pro la vivienda, podía adjudicarse el bien hipotecado por cualquier cantidad, ya que no existía ninguna puja superior, y aprovechando para su beneficio el artículo 236 del Reglamento Hipotecario, que no fija ningún tipo para esta clase de casos.

La cosa no estaba muy clara, pues aunque el Reglamento no especificase nada, este reglamento regula la aplicación de una Ley que si ofrece garantías, pro lo que el sistema era mucho más que dudoso. Así las cosas, debían ser los notarios los que diesen fe del procedimiento y su asociación profesional no estaba muy convencida de la legitimidad de esta práctica, por lo que finalmente tomó cartas en el asunto para no verse envuelta en un litigio de proporciones enormes.

Finalmente el 27 de febrero, el Consejo General del Notariado ha  decidido  que no se permitirán adjudicaciones por este procedimiento por tipos menores al 60 % del valor de tasación del inmueble.

Queda aún pendiente la reforma legal del Reglamento hipotecario para que no se cuelen serpientes por este agujero pero, por una vez, hay que decir que los notarios han servido para algo.

Porque ya veis: sí  que se puede adquirir una vivienda por un euro, pero para eso hay que ser un banco. Y un chorizo, me temo.

La plusvalía para los vendedores

Echarle morro...

Echarle morro...

Se trata de uno de estos casos de cara dura recalcitrante, con palio, botafumeiro y monaguillos revestidos: cara dura de solemnidad.

El Tribunal Supremo ha declarado nula por “abusiva”, y además con carácter retroactivo, la cláusula de los contratos por la que los promotores de viviendas nuevas obligaban a los compradores a sufragar el coste de la plusvalía, que es como popularmente se conoce el impuesto sobre el incremento de valor de terrenos urbanos.

La cosa tiene su cachondeo por que las reclamaciones empezaron en 2005, y en 2006, para evitar dudas, el Gobierno de Zapatero sacó una ley, concretamente la Ley 44/2006 en al que se prohibía de manera expresa y taxativa esta práctica, por entenderse que los impuestos del suelo en el que se edifica corresponde pagarlos al que edifica y no al que compra el inmueble.

Aún así, y para cosechar las nueces que pudiesen ir cayendo, muchas empresas promotoras siguieron incluyendo esta cláusula en sus contratos y cobrando esta cantidad a los compradores de los pisos. O sea, que la pasta, en lo que pudieron, se la llevaron por delante, o la metieron en las correspondientes hipotecas que a menudo ellos pactaban con los bancos para sacarse sabrosas comisiones.

Ahora, seis años después, el Tribunal supremo9 ha fallado lo que todos sabíamos: que esos cobros son manifiestamente abusivos, injustos e ilegales, y que se podrán reclamar con carácter retroactivo junto a los intereses legales y los gastos, daños y perjuicios que hayan ocasionado.

Parece una victoria, ¿verdad? Pues reíd conmigo: ¿cuántas promotoras han desaparecido desde el 2006 y nunca devolverán un duro?, ¿cuantas promotoras, que eran siempre personas jurídicas han liquidado ya sus cuentas y no habrá  aquien reclamar?

Esa es la maravilla de este país: que te dan la vaca cuando ya se ha muerto…

Hay que jorobarse…

Consecuencias de la dación en pago de las hipotecas

Injusto, caro y fraudulento....

Injusto, caro y fraudulento....

Como sabéis por aquí, no he sido nunca partidario de la figura de la dación en pago, y ahora que resulta que tenemos un Gobierno mucho más de izquierdas que el anterior ejecutivo socialista (ha limitado los salarios de los banqueros y va a aprobar la dación en pago) llega el momento de demostrar que la oposición a esta figura no era por razones partidistas, sino más bien técnicas.

Por una parte, estoy convencido de que hay que buscar alguna medida que alivie la deuda de montones de españoles que se metieron ellos solos en un agujero hipotecario y ahora no pueden salir. Y hay que ayudarles porque nos conviene, no por piedad, misericordia o compasión. Si fuese por todos esos motivos religiosos que tanto les gusta mencionar a muchos (y encima la mayoría son ateos, hay que jorobarse…) lo verdaderamente justo sería que cada palo aguantase su vela y cada ciudadano su firma, de modo que si quiere que  le pagamos entre todos sus errores renuncie de por vida al derecho al voto. Por decir algo sólo medio de bromas…

Pero no se trata de eso: se trata de que no se puede consentir que cientos de miles de personas se queden sin casa y conserven la deuda, porque semejante situación los dejaría fuera de la demanda agregada y a los demás no nos interesa tener un montón de pobres por las calles y un montón de gente que nunca podrá trabajar legalmente, ya que sus sueldos estarían embargados por décadas. O dicho de otro modo: esa gente es carne de economía sumergida, fraude, latrocinio y trapicheo. Y hay que evitarlo en interés de todos.

¿La dación es una forma de conseguirlo? Es una.

Pero el caso es que el Gobierno deja la cosa a medias, y al que ha alquilado no le da ni las buenas tardes, lo mismo que al que paga todos los meses, mientras que ayuda al propietario moroso. Primer agujero.

Pero el caso es que la dación dependerá de la renta del que la solicita, por lo que tenemos una nueva razón para trabajar en negro, no dar de alta ni al crucifijo de la capilla, ocultar cualquier fuente de ingresos y profundizar aún más en el dinerillo en B, el subsidio y la ayuda. Porque en caso contrario, no nos admitirán la dación. No es para todos, sino para unos cuantos que estén muy ahogados o que puedan simularlo: agujero segundo.

Y resulta que a partir de ahora, el riesgo hipotecario será mayor, y como para eso se inventaron las matemáticas actuariales (enhorabuena a los que no sepan lo que son), resulta que los clientes futuros se pagarán de su bolsillo esta gracia, pues al existir el riesgo de devaluación de los bienes y la posibilidad de dación, los diferenciales subirán a toda pastilla, complicando más las cosas. Agujero tercero.

Por tanto, aunque es necesario, como dije, tomar alguna medida, resuilta que esta es injusta, fomenta el fraude y resulta cara.

Glorioso, ¿eh?

Se acelera la bajada de los pisos

No, no es un aviso: es una fuente que hay en Nürnberg...

No, no es un aviso: es una fuente que hay en Nürnberg...

A la mala situación económica y el tan comentado embarazo de la abuela, todo ello muy comentado en esta página, viene ahora a unirse una nueva circunstancia que impulsa, casi patea, los precios de los inmuebles a la baja: el miedo pánico que instila en los propietarios el discurso del ministros Guindos.

Porque lo cierto, amigos, es que hemos pasado de tener un Gobierno que no sabía dónde meterse a uno que saca pecho antes de pensar en las posibles consecuencias de sus globos sonda. La prueba más flagrante, y sin globo sonda, ha sido la recién aprobada reforma laboral, con muy buenas intenciones seguramente, pero con grandes pórticos, tipo Puerta de Alcalá o de Brandeburgo, para que se cuelen los defraudadores, los pufistas, los descuideros y toda esa fauna Ibérica tan conocida de la que, sin embargo, nunca habló Rodríguez de la Fuente en sus reportajes de el Hombre y la Tierra.

Vengo barroco, ¿?verdad? No es para menos, porque la cosa va de tirabuzones.

El caso es que el ministro de Economía ha anunciado que exigirá nuevas provisiones a la banca para cubrir las posibles insolvencias o menguas de valor de su cartera inmobiliaria, con lo que al losa de tener pisos en su balance se volverá otro poco más  pesada para los bancos.

En principio, parece buena idea, proque de ese modo los bancos harán lo divino y lo humano para librarse de los pisos, y esa es la razón por la que en pocas semanas se ha visto la carrera bajista de precios de la que hablo en el título.

Según el portal inmobiliario “idealista”, sólo durante la semana siguiente al anuncio de estas medidas para los bancos,  “fueron 10.654 los anunciantes que decidieron bajar el precio de sus viviendas en venta frente a la media de 8.203 propietarios que lo estaban bajando durante las cuatro semanas anteriores”

O sea, que estamos ante un sálvese quien pueda en toda regla, por miedo a que los bancos lancen ofertas que pulvericen los precios.

Y ahora, me tocan insistir: parece buena idea, porque los precios de la vivienda se acomodarán un poco a nuestros bolsillo, pero esto supone en el fondo un desastre pro otras dos vías: porque los bancos, al bajar los precios de los pisos tendrán que hacer nuevas provisiones (y no nos darán un duro para el mundo real), y porque los ahorros de buena parte de los españoles están en ladrillos, con lo que el país se empobrecerá a marchas forzadas, igual que se empobrece Argentina cuando baja el precio de la carne.

Si a los bancos se les piden más garantías porque los precios bajan, y estas garantías hacen que los precios bajen aún más, ¿qué pasará a continuación? que los bancos estarán aún peor… y sus hipotecas ya firmadas valdrán aún menos.

Este era el momento de tener  una idea imaginativa, sin espirales deflacionarias que nos manden a hacer puñetas a todos. Pero parece que eso va a ser demasiado pedirle a este gobierno…

La hipoteca asesina. Plusmarca de desahucios.

Una de las viejas salidas a la crisis...

Una de las viejas salidas a la crisis...

De momentos no tenemos datos de otras comunidades, pero según ha informado la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, con datos ofrecidos por el Consejo General del Poder Judicial, en la Comunidad de Madrid  se registró en el primer semestre de 2011 una media de 40 desahucios diarios, lo que supone un aumento de casi el 35 % respecto al año anterior. Y el año anterior, como todos sabemos, no fue precisamente bueno…

Y lo peor es que dadas las cifras de desempleo, que continúan creciendo, y a medida que se van agotando los recursos de las familias, es muy posible que esta cifra siga aumentando en 2012, y de una manera muy acusada.

En principio puede parecer una noticia simplemente triste, pero yo la considero más allá de lo trágico, porque no sólo se trata de la gente que pierde su casa, y con ello queda marcada para el futuro por una deuda y por un historial de insolvencia, sino también porque este dato es un síntoma de males más profundos.

La hipoteca es lo último que deja de pagarse, y llegar a estas alarmantes cuotas de insolvencia significa que se está desgarrando ya completamente la red social de protección, en la que se incluían familias y amistades. Este tipo de datos son los que pueden avisar de que la situación social se está volviendo verdaderamente insostenible, máximo en un momento en el que la nueva reforma laboral precariza aún más el empleo.

Por mi parte, creo que para salvar los bancos, que es necesario, se debería hacer un esfuerzo más decidido por salvar a sus clientes, de modo que sean los propios ciudadanos los que puedan pagar sus deudas y se ponga en marcha de se modo la economía.

En mejor ocasión hablaremos de lo que significa la reforma laboral para el mundo hipotecario, porque tiene importantes implicaciones, pero por esta vez creo que bastará con que reflexionemos sobre qué hace toda esta gente desahuciada, cual es su futuro, y cómo nos afectará a todos.

Porque nos afectará. De eso podéis estar seguros.