Archivo del Autor: Ladríllez

Acerca de Ladríllez

Javier Pérez Fernández (Zamora, 1970) Director durante 10 años de la revista universitaria dela Universidad de León, ha participado en casi todos los foros asociativos y juveniles de la ciudad. Escribe desde los 14 años en periódicos y revistas, especialmente Bedunia, como satírico, y en el diarioLA CRÓNICA-EL MUNDO, donde realizó un suplemento dominical sobre historia militar leonesa. Profesionalmente, se especializó en marketing y economía agraria. Trabaja como comercial de publicidad para medios de comunicación y dirige una casa de turismo rural en la montaña leonesa. En cuanto a trayectoria literaria, empezó por el verso satírico, estudió métrica y composición clásica y es autor de más de mil poemas, aunque jamás se consideró poeta. Más constante ha sido su dedicación al columnismo de prensa, medio en el que ha publicado más de ochocientos artículos en los últimos veinte años. Como autor de relatos cortos, ha tratado de conciliar la temática escabrosa con el estilo irónico, lo que le ha valido más reconocimientos que amistades. En total tiene escritos más de doscientos relatos y ha recibido casi una veintena de premios en este campo. Pero el género donde considera que mejor se desenvuelve es el de la novela. Escribió su primera obra de más de doscientas páginas a los dieciocho años, aunque afirma que sólo permitiría su difusión bajo amenaza a punta de pistola. Desde entonces, ha escrito una enorme epopeya espacial de más de dos mil folios, y cinco novelas, una de las cuales,la Crin de Damocles, le valió el premio Azorín 2006. La espina de la amapola, Ed. Planeta 2008. El Gris. Ediciones B. 2010 -La crin de Damocles, Ed. Planeta 2006. Premio Azorín de novela. -Viento Divino. Caja Murcia. Instituto Castillo Puche. -Antología poética Antonia Pérez Alegre. Fundación Espejo 2005. -Apagar el sol. Ayuntamiento de Toledo. Premio narrativa femenina 2005 -Historias para catar. Tropo Editores 2007 -Diversas antologías y colecciones de cuentos.

Hipoteca y cadena perpetua

Hipotecado condenado a perpetua

Hipotecado condenado a perpetua

Ya lo sabéis todos aquí: siempre he sido partidario de que las deudas se paguen, y si no se quiere pagar la deuda lo mejor es no pedir prestado.

Esos conceptos como la deuda odiosa o la deuda ilegítima me suenan músicas celestiales, o a pretextos de mal pagador, para después de haberse gastado alegremente el dinero venir a los demás con el cuento de que esa deuda no se puede tener en cuenta porque fue contraída por intereses bastardos distintos a los éticamente previsto.

¿Pides? paga. ¿No te gusta perder soberanía, autonomía, libertad o como te apetezca llamarle? Pues no pidas prestado. Hasta tipos tan cerriles como Franco o Ceaucescu lo entendían, pero hoy parece que no se comprende, quizás porque hay por ahí unos cuantos que creen que la sociedad ya está madura para fomentar el escaqueo como mejora social.

Dicho esto, creo que hay que señalar una importante falla en nuestro sistema judicial. Una de esas grietas que te obligan a pensar si no es hora de cambiar un poco las tornas de un sistema en el que el dinero es defendido con más vigor que la vida y la integridad de las personas.

Porque el caso es que , con seguridad jurídica y todo, los delitos prescriben. El caso es que estos días venimos leyendo que los asesinatos de las niñas de Alcasser están prescritos y que el presunto asesino puede volver tranquilamente a su casa sin que se le pueda juzgar por aquellos tremendos crímenes. ¿No os suena? Aquí va un enlace.

¿Y cómo es posible, entonces, que prescriban los asesinatos pero no prescriban las deudas? ¿Cómo es posible que treinta años después de haber perdido el piso te puedan aún embargar cualquier ingreso para acabar de cubrir una hipoteca o una quiebra?

Este trato desigual puede suponer la puntilla para una economía como la española, dejando fuera de juego a cientos de miles de personas. Yo entiendo que haya que obligar a pagar al que contrajo una deuda, pero esa obligación tiene que ser limitada, con la misma idea, la misma intención y la misma doctrina por que que se incluyó en el código penal la prescripción de los demás delitos. Lo contrario es reconocer que el dinero vale más que la sangre, o aún peor, que la defensa del dinero es más importante para la ley que la defensa de la vida de los ciudadanos.

Lo contrario, aún peor, es reconocer que ser emprendedor en España es un riesgo más grande que ser ladrón o asesino. Y así no hay forma de salir de esta.

La hipoteca regresa a sus vicios. Hipotecas por más del 100 % de la tasación

Una película que ya hemos visto...

Una película que ya hemos visto...

Dicen que la necesidad agudiza el ingenio, pero me temo que en este país nuestro la necesidad agudiza la torpeza, o eso hay que pensar al saber que de nuevo, una vez más, los bancos están dando hipotecas por encima del 100% del valor de tasación de los pisos, quizás con la esperanza de que si las cosas salen más seamos todos los que paguemos el pufo. Esta práctica irresponsable, dirigida  de momento de manera exclusiva a los compradores de los pisos que los bancos tienen en stock,  está siendo aplicada por BBVA, Popular y Sabadell, entre otros, y va dirigida a que los compradores puedan hacer frente a toda la serie de gastos que apareja la compra de un piso, como impuestos, notarios, registradores. Por tanto, y resumiendo, están vendiendo pisos a gente que no tiene ahorros y que no ha demostrado, hasta el momento de la compra, la capacidad de generar un excedente económico, ya sea por falta de renta o por exceso de gasto. La idea, para los bancos, es captar nuevos clientes y sacar de su balance el peso  muerto de esos pisos. En mi opinión, se trata de una simple jugada de probabilidad: tenemos estos pisos porque colocamos hipotecas a los que no podían pagarlos. Volvemos a intentarlo, y los nuevos que lo cojan pagarán o no. Si pagan, salimos ganando, y si no pagan, el pufo ya lo teníamos. Estamos ante uno más de los muchos casos que vemos a diario de incentivos perversos, donde todo se coordina para hacer las cosas mal. El comprador piensa que se puede hacer con una vivienda, y que luego, si no puede pagarla, ya llorará a quien sea para que no lo desahucien. El vendedor piensa que puede quitarse ese muerto del balance y que luego, si se repite al insolvencia, ya aparecerá quien sea para hacerse cargo del marrón. Y ese quién sea somos todos, me temo. La banca se defiende de todo esto diciendo que si no hay clientes solventes, en loas parámetros habituales, hay que buscar liquidar las viviendas con clientes que no cumplan todos los parámetros pero sean los mejores p0sibles. La respuesta cabal parece no contemplarla nadie: si no hay clientes solventes, no hay mercado y es mejor dedicarse a otra cosa. Lo contrario es vivir en el fraude y del fraude. Fácil de entender pero difícil de asumir, me temo.

Hipoteca y cajas rurales. Sociología del fracaso.

Los que andan con espigas entienden de estas cosas

Los que andan con espigas entienden de estas cosas

Hemos hablado ya, y mucho, del cúmulo de situaciones y de la conjunción de intereses que ha conducido a que a la banca y los hipotecados se encuentren en la situación presente.

Hemos hablado del enorme interés de los directores de sucursales y de zona por cobrar bonos a costa de unos resultados que eran artificiales, de la imprudencia de los que compraron una vivienda sin pensar que el contrat0 iba a ser para treinta años y podía, en todo ese tiempo empeorar la situación, de la imprudencia y avidez de las sociedades tasadoras, que cobraban a porcentaje, de la vista gorda de los notarios, que cobraban también a porcentaje, y de la habilidad de la administración para apagar el fuego con gasolina siendo que cobraba, que casualidad, sus impuestos a porcentaje.

Pero hay un dato del que hemos comentado muy poco todavía y que me parece sintomático: la actuación de las Cajas Rurales.

En España hay registradas setenta y tres cajas rurales, que son cooperativas de crédito muy del estilo de las cajas de ahorro, pero centradas en dar liquidez y préstamos al sector rural. ¿Y sabéis una cosa? Resulta que de las setenta y tres cajas no se ha intervenido aún ninguna. ¿Por qué?

Por una cuestión sociológica: en el campo, la gente está echa de otra pasta, para bien y para mal. En el campo se encuentra a veces gente cerrada, mal comunicada, con una cultura académica escasa y muy apegada a tradiciones y modos de pensar que hoy nos parecen con frecuencia arcaicos.

Pero en el campo no se endeudan si no es absolutamente imprescindible. En el campo no se hacen castillos en el aire, porque se sabe, desde que el mundo es mundo, que mañana puede venir un pedrisco o una helada que acabe con todo. En el campo se sigue, por el puñetero libro, el principio de prudencia, y por eso, ni clientes ni directores de sucursal ni nadie en absoluto que pertenezca a ese mundo ha caído de forma masiva en la tentación de pedir hipotecas cuando no la se puede pagar ni de darlas a quien no las va a devolver.

Puede haber y hay excepciones, por supuesto, pero se trata de eso: excepciones, y no de la norma de lo que ha sido el despelote de las cajas de ahorros y la orgía monetarista de los bancos, esa que acabaremos pagando todos.

Mirad, por tanto, si lo que ha sucedido es solamente económico o hay también una componente social y de mentalidad e la gente en el problema.

Como siempre, hay que recordar que el sistema lo hacen las personas, y sus problemas no son más que un reflejo de nuestras costumbres, nuestras virtudes y nuestros vicios. Capitalismo, deuda y banca también las hay en el medio rural, pero parece que allí significan otra cosa.

La hipoteca y el tonto del pueblo

Siempre hay uno que se aprovecha...

Siempre hay uno que se aprovecha...

Amigos, ha llegado la hora: ahora es el momento de buscar a todos los que nos decían que vivir de alquiler era tirar el dinero. Ahora es el momento de buscar a la horda de listillos que, machaconamente y con regularidad de segundero, golpearon nuestros oídos con frases amables, o incluso son insultos encubiertos sobre la falta de compromiso o la vagancia oculta que rebelaba el hecho de negarse a comprar un piso.

Ellos tenían razón porque los pisos nunca bajan. Ellos tenían razón, porque vivir de alquiler es de pobres. Ellos tenían razón, porque el que se niega a comprometerse deja siempre un poso de desconfianza.

Y ahora, cuando se ha demostrado que algunos nunca podrán pagar sus deudas, cuando se ha demostrado que se han arruinado para treinta años pidiendo una hipoteca el ciento veinte o el ciento treinta  por ciento del valor de tasación del piso, los tenemos ahí de nuevo exigiendo humanidad, solidaridad y una ley antidesahucios, o lo que viene a ser lo mismo: que se trate igual a los que pagan que a los que no pagan.

Nos engañaron entonces para hacer que los pisos subieran y pretenden engañarnos ahora, para que paguemos a escote su error.

Yo entiendo que los que compraron por más de lo que podían pagar estén nerviosos y pidan que se les ayude entre todos. Lo comprendo de veras. ¿Pero dónde están los que vendieron esos pisos? ¿Dónde están los que en la época de bonanza vendieron en doscientos mil euros el piso que habían comprado por ciento veinte mil? ¿Alguien les va a pedir cuentas de lo que ganaron?, ¿alguien va a crear un impuesto especial para los constructores que SÍ consiguieron vender sus promociones?, ¿alguien va a pedir una contribución especial a los que consiguieron que los prados de su abuelo se recalificaran como urbanizables y los vendieron luego por doscientas veces su valor original?

Hablamos de la banca como beneficiaria de la gran estafa porque nos gusta señalar con el dedo a un grupo que nos resulta antipático. Pero lo cierto es que todos sabemos que los beneficiarios de la gran orgía inmobiliaria fueron muchos en España. Todos conocemos a alguno de esos dueños de praderas, a alguno que vendió en el doble de lo que compró, a alguno que vendió todo lo que fue capaz de levantar. ¿Les vamos a pedir cuentas a ellos?

Yo creo que no, y además es normal. Cada cual se arriesga y hace sus negocios.

Lo que no es admisible, y si no lo entendemos lo pagaremos con creces, es que pretendan hacernos pagar la parte de los que apostaron y perdieron. Lo que no es admisible es que el que peor lo pase sea el que cumple y paga. La ayuda social debe existir, y debe ser eficaz, pero debe tener también un coste social que disuada de aventuras. Hay que defender al tonto del pueblo, pero no tanto como para que el tonto del pueblo queramos serlo todos.

Propongo.

Permiso de residencia para los que adquieran vivienda de más de 160.000 Euros.

Algunos de los clientes que se acogerán a la nueva ley...

Algunos de los clientes que se acogerán a la nueva ley...

A estas alturas todos hemos oído hablar de la polémica reforma del reglamento de la ley de extranjería, por la cual se concedería el permiso de residencia a todos aquellos extranjeros que comprasen una vivienda por un valor superior a 160.000 euros.

Por una vez, el Presidente Rajoy habló claro y dijo que “tenemos que vender el stock de viviendas“. Y aunque no han tomado una decisión en firme, está claro por dónde va la idea.

A pesar de las críticas escuchadas por ahí, y de que reconozco que se trata de una vulgar mercantilización del permiso de residencia, tengo que decir que la idea en general me parece buena. Y  lo explico:

Mercantiliza, sí, un derecho de las personas. A mucha gente eso le parece horrible, pero yo creo que en una situación de emergencia un país tiene que poner en valor sus recursos, y uno de los nuestros es la cantidad de gente que quiere venir a vivir aquí. Yo también preferiría que nuestros recursos fuesen otros, como la posición dominante en el mercado de la electrónica de precisión. Pero como hay lo que hay y tenemos lo que tenemos, pues hay que usarlo.

-Es un acicate para traer gente con dinero y mantener alejados a los pobres. Esta es otra de las críticas que escucho. Y es verdad. Pero hay que ser sincero y hacerse la gran pregunta. Vale, ¿y qué? ¿No hacen eso desde las churrerías a los concesionarios de coches? Hay algo obvio que nadie dice: la gente viene aquí a vivir de algo. El que tiene trabajo o recursos, vive de su trabajo o sus recursos. El que no los tiene, vive del trabajo o de los recursos de los demás.  Yo, francamente, prefiero a loa que vienen a vivir de lo suyo, antes que a aquellos que no consumen más que una lata de sardinas diaria y el resto lo envían a sus países por transferencia. Es honrado y legítimo lo que hacen, desde luego, peor son preferibles los otros.

-Necesitamos vender pisos. Sí, tiene razón Rajoy. Lo necesitamos, porque cada piso que se vende disminuye un poco el agujero de la banca, ese que hay que cubrir con fondos propios o europeos. Necesitamos también encarcelar banqueros, poner en órbita a fuerza patadas en el culo a políticos y muchas cosas más. Pero es objetivamente cierto que todos esos pisos sin vender son un lastre terrible para nuestra economía. Cualquiera que sea la manera que se piense para venderlos, es buena. Objetivamente.

-Y ahora, ojo a la hipoteca. Lo que no se puede es vender un piso de ese precio a un extranjero y darles la hipoteca desde aquí para que apliquen la dación en pago por el simple procedimiento de largarse. Si esos pisos se venden, hay que pedir al menos la mitad al contado, o que la hipoteca corra a cuenta de un banco de su país. La dación no puede ser la gatera por la que se venga aquí un par de años, se pruebe fortuna, y se vuelva uno a marchar si las cosas salen mal.

Sobre las condiciones en que se venderán esos pisos si la norma llega a aprobarse, ya hablaremos más adelante. Porque el mercado hipotecario va a cambiar mucho en los próximos años. Y para mal. Ya lo iremos viendo…

La hipoteca impagable y el fin (temporal) de los desahucios

Interesante novela de Evelyn Waugh, autor también de Retorno a Brideshead. No sé por qué se me habrá venido a la cabeza...

Interesante novela de Evelyn Waugh, autor también de Retorno a Brideshead. No sé por qué se me habrá venido a la cabeza...

Lo primero de todo, invitaros a responder a la encuesta que hemos puesto esta semana sobre el controvertido tema de los desahucios. Porque lo cierto es que todas las opciones son buenas y todas tienen razón. Las analizamos una a una:

Sí, hay que detener lo desahucios porque quizás eso lleve a modificar una ley hipotecaria abusiva y también un poco simplona, basada en la buena fe de las partes y en que todo el mundo se comporta, como dice el código mercantil, “como un honrado y probo padre de familia”, Los hechos, sin embargo, parecen confirmar más bien la teoría de juegos, según la cual todo el mundo se comporta tratando de buscar su beneficio, sin importarle los marrones (a las que en bonito se  llama externalidades ) que van quedando a su paso. Por ese mecanismo, mucha gente obró de manera imprudente, comprando un piso mayor o mejor de lo que podía pagar, y muchos bancos dieron hipotecas a gente que dejaría de pagarlas en cuanto soplase la primera brisa en contra. La ley hipotecaria, por tanto, no está ni con los tiempos ni a su altura, y tiene que buscar una mejor adaptación a al realidad económica actual.

La suspensión temporal de los desahucios perjudicará a los que todavía pagan, porque los recursos de los bancos van a estar orientados a cubrir este boquete durante un buen periodo de tiempo. Si lo que necesitábamos era clarificar la situación y que se supiera cuanto antes cual es la situación real de nuestro sector financiero y sus activos tóxicos, impedir a los bancos la liquidación de impagados puede llevar la necesidad de recapitalización a cuotas desconocidas. Y ojo, que no digo altas, sino desconocidas, lo que es mucho peor en un momento como el presente, donde parecer ser mejor la muerte que la incertidumbre. Además, los españoles nos conocemos: una vez que desaparece la amenaza de que te pongan en la calle, ¿cuántos creéis que dejarán de pagar de los que ahora estaban pagando? Pronto conoceremos las cifras, pero preveo un repunte importante en la morosidad. Al tiempo.

Sí, los desahucios son un drama y una tragedia, y no sólo personal, sino también económica para todo el país. No me extiendo más, porque ya hablé sobre ello hace unos días. Aquí os dejo el enlace

Por último, es cierto también que la paralización de los desahucios perjudicará a la credibilidad exterior de nuestros bancos y nuestras cuentas, lo que se convertirá en una nueva ronda del efecto dominó. Como los bancos tienen menos medios para recuperar lo prestado, tendrán más dificultades para acceder a la financiación, prestarán menos, subirá el paro, y entraremos en otra ronda depresiva, sin ni siquiera el alivio de que el Gobierno venga al rescate, porque tampoco habrá quien compre la deuda pública.

La alternativas, por tanto, es simple: o vamos de duros y nos estrellamos, o vamos de compasivos, y nos estrellamos. Visto así, como España es país católico, preferiremos estrellarnos por resultar compasivos. Lo malo es que la Merkl es hija de un pastor protestante y no ni abogada ni licenciada en filosofía, sino en Física. O sea que entenderá que los pecadores deben pagar por sus pecados y que dos y dos son cuatro.

Lo demás, monsergas.

Ya lo veréis.

Hipoteca y tasación

A pasar por ventanilla

A pasar por ventanilla

Para mí, uno de los mayores problemas de este país es la avalancha de papeles con que nos agobian, todos esos papeles que malgastan esfuerzo y restan energías a cualquier emprendedor. Si cuando pones una empresa acabas pasándote más tiempo haciendo papeles que preocupándote de buscar clientes y proveedores, ¿cómo demonios quieren luego que seamos competitivos?

Sin embargo, aún hay una cosa peor que esa: que todos los certificados, las valoraciones, los planes de no sé qué y no se cuanto, cuestan dinero, llevan horas, ¡pero no admiten responsabilidad alguna si luego algo sale mal!

¿Un ejemplo? La ITV. Tienes que llevar el coche, verifican los frenos, verifican si todas las piezas tienen su correspondiente certificado para que no hayas tuneado el vehículo por tu cuenta, miran los frenos, las luces, las ruedas, los gases de escape… Pero si al salir de las instalaciones de la ITV te metes el gran guantazo porque los frenos estaban en mal estado y no se dieron cuenta, no son responsables de nada. Lo mismo, como segundo ejemplo, sucede con la famosa verificación técnica de las viviendas, que los arquitectos cobran pero no avalan con responsabilidad alguna.

En el caso de las hipotecas y los desahucios, que tanto preocupan ahora, parece que todo el mundo evita ir a la raíz del problema, de manera que dé la impresión de que las hipotecas impagadas se bajaron un día de los árboles, y que no existieron unas empresas tasadoras, a menudo participadas y dirigidas desde los propios bancos, que valoraban las viviendas por un valor que nada tenía que ver con el real.

Si tenemos en cuenta que la tasación de la vivienda es un valor clave en la concesión y vida posterior de cualquier hipoteca, ¿cómo es posible que se deje de un lado la responsabilidad de los tasadores a la hora de incumplir con su principal trabajo, que es asignar un valor real y prudente al bien que va a ser objeto de la operación?

Lo que sucede aquí es que nadie piensa en los papeles como mejora ni como garantía de nada, sino como una manera simple, fácil, limpia y poco trabajosa de sacarse un buen dinero sin y hacerse cargo de nada cuando las cosas se tuercen.

Como sociedad entera tenemos mentalidad de chupatintas. Y así nos va.

Hipoteca y pérdidas latentes

Castizos que somos...

Castizos que somos...

A estas alturas ya debería estar meridianamente claro que hay mucha gente que nunca logrará deshacerse de su piso por el mismo valor en que lo compró. Dentro de esa casuística, tenemos dos variantes principales, como bien apuntan en los comentarios:

-Los que compraron una vivienda para vivir en ella, sin intención de venderla, y..

-Los que la compraron con la idea de venderla en un futuro y obtener unas plusvalías, o si no una ganancia, al menos una reserva de capital.

El caso es que dentro de los primeros hay también todo un amplio abanico de circunstancias, y por eso nos afecta a todos loa bajada de los pisos: cuando se compra una vivienda, aunque sea con la intención exclusiva de habitarla, y sin pensar en otras posibles utilidades, puede suceder que uno se entienda mal con su pareja y acabe siendo necesario liquidar el inmueble para poder marcharse cada cual por su lado, o se puede tener un problema con la empresa y verse uno en la obligación de buscar otro trabajo, o puede ser necesario mudarse de ciudad por mil razones diferentes.

En todos esos casos, por mucho que no se pensara en especular, la venta de la vivienda nos obliga a darnos de bruces con la dura realidad de que el alquiler que podamos obtener no pagar las cuotas de la hipoteca, y la venta no cubre la deuda. Osea, nos hemos empobrecido.

El caso es que, sea cual sea el motivo por el que compramos la vivienda, los datos apuntan a que los españoles somos particularmente reacios a asumir la pérdida, y seguimos con la idea de que mientras no vendamos no hemos perdido, y que ya vendrán tiempos mejores, o ya surgirá una ocasión que nos permita enjuagar la diferencia entre lo que pagamos y lo que nos dan ahora por el piso. a idea de que los pisos nunca bajan sigue pesando demasiado sobre la mente colectiva, por mucho que la realidad lleve años demostrando lo contrario. Al fin y al cabo, la realidad es algo que no acaba de interesarnos y que muchos apuntan como un enemigo más al que hay que oponerse para mantener en pie los derechos de los ciudadanos, la libertad y la pureza de sabor de los chicles de menta.

Esto, que puede parecer un dato folclórico, es en realidad una de las variables que esclerotiza en mayor medida nuestro mercado inmobiliario y hace más lento el necesario ajuste entre realidad y precios.

Sabemos que no podemos vender. Sabemos que no podemos divorciarnos. Sabemos que no podemos ir a trabajar a otra ciudad. Sabemos que todo eso nos hace más pobres, más dependientes y más vulnerables. Mantener el precio en el cartel de  se vende o en la inmobiliaria es lo único que nos queda para mantener un pedacito de ego.

O quizás de esperanza. No sé.

Lo que significaría una bajada radical de los pisos

Los vencedores se reúnen para decidir qué hacen con los bancos

Los vencedores se reúnen para decidir qué hacen con los bancos

Hay gente que está esperando a la apertura definitiva del banco malo para intentar comprar un piso, y en principio parece una buena idea, porque los pisos van a tener que bajar una verdadera burrada para que así, de una buena vez, se acaben por convertir en pérdidas reales lo que hasta ahora son solamente pérdidas potenciales. Además, para esos pisos es posible que haya financiación, aunque es de suponer que no será en unas condiciones muy ventajosas ya que hay una pérdida implícita en la operación, a la que no se va a añadir un riesgo de impago. O sea, que a los que están preparando esa jugada más les vale tener el dinero en efectivo o preparar buenos avales.

Sin embargo, esa bajada de los pisos va a tener otras dos consecuencias de las que aún no conocemos el alcance y que son la razón pro la que hasta ahora se ha tratado de evitar a toda costa una liquidación general de vivienda.

-En primer lugar, la valoración general de los pisos va a descender, con lo que eso llevará aparejado en el campo personal y en el campo financiero. Si el precio medio de los pisos baja, y va a bajar si hay muchos miles de viviendas que se venden con descuentos del cincuenta por ciento, el resto de pisos, que se valora a precio de mercado, verá bajada también su valoración. Así, quien tenga una hipoteca en estos momentos, y aunque la esté pagando religiosamente todos los meses, empezará a ser un cliente sospechoso, a que el valor medio del bien hipotecado se ha reducido respecto a su deuda.

La gracia de esto vendrá cuando desde Europa nos pidan que apliquemos las normas contables comunes y resulte que, a partir de ese momento, muchas hipotecas que se consideraban sanas pasen a ser hipotecas tóxicas…

-En segundo lugar, la vivienda es la principal acumulación de capital de las familias, y la garantía tradicional de conservación de la riqueza. Si el precio de los pisos baja, los españoles nos empobrecemos, y eso hará más difícil el endeudamiento para cualquier pequeña empresa e incluso empeorará la percepción general, lo que puede llevar a reducir el consumo. O dicho con palabras más corrientes: si mi piso ya no vale cuarenta millones, que es lo que tengo ahí para una emergencia, y sólo vale veinte, entonces mejor no meterse en aventuras…

Ya se sabe: todo tiene sus contrapartidas.

Hipoteca de reina y peones muertos

Elige bando

Elige bando. El otro mueve primero

Hoy vamos de ajedrez, el juego de los grandes indiferentes. Para jugar al ajedrez hace falta algo más que cálculo, análisis y capacidad de concentración: hace falta ante todo frialdad, sentido lógico, y esa indiferencia de que hablaba Borges.

L0s jugadores de ajedrez, incluso los malos como yo, sabemos que no hay ninguna acción sin c0nsecuencia, y que al final de la partida te encuentras con la posición que te has labrado, movimiento a movimiento, sin que nadie que no se haya vuelto loco (o tonto) pueda decir que ha perdido porque ha tenido mala suerte.

Una compra de al importancia de la vivienda, el lugar en que se compró y la hipoteca que se eligió, con su tasa de interés y su diferencial, tiene algo de movimiento de ajedrez: lo haces una vez, no te puedes echar atrás y tendrá consecuencias hasta el final de tu vida.

Lo cierto es que muchos movieron mal. Lo cierto es que llegados a este ataque de la crisis haya demasiada gente con las defensas abiertas y a punto del desahucio. Lo cierto es que la decisión fue responsabilidad suya y sólo suya, tanto cuando se equivocaron como cuando les engañaron. El engaño sólo es disculpa cuando no existe información ni fuentes alternativas, cosa que sobra hoy en día.

Pero lo cierto también es que un país o una sociedad juega el mismo color, y la actual normativa de perder la casa, conservar la deuda y permanecer marcado como moroso es una pérdida intolerable de peones para nuestro sistema económico. Cada desahucio no es sólo una tragedia personal y familiar, sino que es también un grupo de personas que queda fuera de la opción de convertirse en autónomos, en consumidores y casi hasta en ciudadanos que puedan levantar cabeza a nivel económico.

¿Podemos permitirnos excluir a toda esta gente de un sistema que necesita cotizaciones, consumidores y pequeños empresarios? Yo creo que no.

Es necesario buscar un término medio, el que sea, entre asumir las responsabilidades propias y quedar fuera del sistema económico de por vida.  El error de ciertos sectores, a mi entender, es tratar de abrir huecos para el escaqueo, la picaresca, o la simple inseguridad jurídica. La dación en pago, por ejemplo, no puede ser una opción, porque encarecería los intereses una manera alarmante. La deuda eterna tampoco lo es, porque como vengo diciendo, saca del tablero a esos peones, empujándolos a la economía sumergida, otro de nuestros males más preocupantes.

Seguramente no es le momento de buscar esa fórmula, dada la situación de nuestros bancos y el peligro que supondría ahora su hundimiento, pero hay que ir buscando, poco a poco, una salida para todos los que quedan fuera del mercado,  y no sólo por razones éticas, morales y de solidaridad.

Tenemos que buscar una solución, sobre todo, porque son de los nuestros y porque los necesitamos.

Mentalidad de ajedrecista…

Lo que cuesta el tiempo.

Poltergeist de la lógica

Poltergeist de la lógica

Todos los que tenemos una hipoteca lo sabemos: el tiempo cuesta dinero, y cuanto más tiempo pedimos, más dinero nos cuesta, y mayores son los avales que nos piden, y más estricitas las condiciones impuestas por el que da el préstamo.

Y si lo sabemos todos, ¡oh cielos!, ¿cómo es posible que nuestro Gobierno no se haya enterado y siga jugando aún al escondite con el rescate?

En Junio se aprobó el rescate de la banca española, luego la cosa se pospuso un poco por aquello de que había que hacer una auditoría externa, ya que los datos presentados por el Tribunal de Cuentas, el Banco de España y la Comisión Nacional del Mercado de Valores no se lo creía ni la esposa de Jonás. ¿Y luego?

Luego vino Rajoy a decir que había sido un gran triunfo de España, que no había condiciones que cumplir y que era mejor esperar. Esperar a las elecciones gallegas. Esperar a las elecciones vascas. Esperar ahora posiblemente a las catalanas mientras el que presta el dinero, Alemania sobre todo, empieza a convencerse de que a gente así es mejor no prestarle ni el patinete, así que mucho menos la archimillonada de euros que vamos a necesitar.

La prudencia es siempre buena consejera, pero el diletantismo no es prudencia, sino desidia, pro más que todos conozcamos a gente que lo deja todo para mañana con la excusa de que lo va a pensar mejor.

Quizás sea bueno dejar las cosas claras: tenemos que pedir prestado, porque no tenemos dinero. El que presta, pone sus condiciones, que se toman o se dejan. Tratar de imponer los plazos nos va acostar un pico, como nación, igual que nos costaría como particulares si hiciésemos esta chorrada al pedir una hipoteca.

Lo entiendo todo el mundo, pero el Gobierno, no.  ¡Hay que jorobarse!

La banca pública desahucia más y mejor

Consejo de administración de un banco público.

Consejo de administración de un banco público.

Contra lo que algunos pensaban, el hecho e que varios bancos y cajas haya pasado a manos públicas no ha supuesto una paralización de los desahucios, ni mucho menos.

Bankia, por ejemplo, que es la suma de varias cajas de ahorros, sigue batiendo records  con su política de poner en la calle a los hipotecados morosos al tiempo que prepara una gran subasta de viviendas con descuentos de hasta el 60 %.

Todo esto puede sonar en principio incomprensible, pero tiene su explicación, y por eso le dedico un artículo, aunque sólo sea para que algunos habitantes del país de la piruleta entren en contacto con la realidad.

En primer lugar, la banca pública española procede de la fusión de otras entidades que también eran de titularidad pública o se regían al menos pro el derecho público. En e caso de Bankia, las entidades que la formaron fueron Caja Madrid , Bancaja,  La Caja de Canarias, Caixa Laietana, Caja Rioja, Caja Ávila y Caja Segovia. O sea, todo cajas y todas públicas. Esto significa que las viviendas que están en sus manos tienen que producir algo, lo que sea, o serán los impositores de esas cajas, o todos los españoles, vía impuestos, los que apechuguen con el mochuelo. No hay accionistas a los que decir que se joroben y palmen. Los accionistas éramos nosotros antes de la nacionalización y somos nosotros después.

En segundo lugar, soy el primero en pedir que se dé una solución a la problemática social que se genera cada vez que una hipoteca acaba en desahucio, pero esa solución no puede darla la banca, y menos cuando actúa en nombre de todos. Un banco privado puede permitirse la obra de caridad, o el acto de publicidad, de perdonar un de esas hipotecas o convertirlas en alquileres sociales, pero un banco público, en un Estado de derecho, no puede permitirse nunca semejante cosa, por el principio de buena gestión  e igualdad ante la ley.  Por eso precisamente eran tan duras las dictaduras socialistas: porque decían actuar en nombre de la sociedad.

La solución, por tanto,  los problemas de los hipotecados que no pueden pagar, tendrá que venir desde el ministerio de asuntos sociales, o de algún organismo semejante, pero nunca de una banca que es de todos, mientras en Europa nos miran a ver si cumplimos con las mínimas normas de seriedad en la gestión de lo que es de todos.

Es lo que hay.