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Acerca de Ladríllez

Javier Pérez Fernández (Zamora, 1970) Director durante 10 años de la revista universitaria dela Universidad de León, ha participado en casi todos los foros asociativos y juveniles de la ciudad. Escribe desde los 14 años en periódicos y revistas, especialmente Bedunia, como satírico, y en el diarioLA CRÓNICA-EL MUNDO, donde realizó un suplemento dominical sobre historia militar leonesa. Profesionalmente, se especializó en marketing y economía agraria. Trabaja como comercial de publicidad para medios de comunicación y dirige una casa de turismo rural en la montaña leonesa. En cuanto a trayectoria literaria, empezó por el verso satírico, estudió métrica y composición clásica y es autor de más de mil poemas, aunque jamás se consideró poeta. Más constante ha sido su dedicación al columnismo de prensa, medio en el que ha publicado más de ochocientos artículos en los últimos veinte años. Como autor de relatos cortos, ha tratado de conciliar la temática escabrosa con el estilo irónico, lo que le ha valido más reconocimientos que amistades. En total tiene escritos más de doscientos relatos y ha recibido casi una veintena de premios en este campo. Pero el género donde considera que mejor se desenvuelve es el de la novela. Escribió su primera obra de más de doscientas páginas a los dieciocho años, aunque afirma que sólo permitiría su difusión bajo amenaza a punta de pistola. Desde entonces, ha escrito una enorme epopeya espacial de más de dos mil folios, y cinco novelas, una de las cuales,la Crin de Damocles, le valió el premio Azorín 2006. La espina de la amapola, Ed. Planeta 2008. El Gris. Ediciones B. 2010 -La crin de Damocles, Ed. Planeta 2006. Premio Azorín de novela. -Viento Divino. Caja Murcia. Instituto Castillo Puche. -Antología poética Antonia Pérez Alegre. Fundación Espejo 2005. -Apagar el sol. Ayuntamiento de Toledo. Premio narrativa femenina 2005 -Historias para catar. Tropo Editores 2007 -Diversas antologías y colecciones de cuentos.

La hipoteca, el alquiler y la jubilación

Proyecciones-Sistema-Pensiones-España

Hay un tema del que nadie quiere hablar, porque la solución es siempre mala. Se trata de la evolución demográfica y de empleo que determina la viabilidad del sistema de pensiones. Por eso hoy la gráfica ocupa toda la parte superior, con la pretensión de que se observe lo bastante bien para que nos demos cuenta de cómo pinta la cosa.

Como nuestro sistema no es de capitalización (cobras lo que pagaste) sino de reparto (cobras lo que otros pagan), el desfase temporal entre los derechos que se generan y el dinero que hay en la caja no se puede corregir fácilmente. Para ello se contaba siempre con la inflación, pero como la inflación ha desaparecido y los salarios son cada vez menores, el desajuste está servido.

La cuestión es que cada nuevo Expediente de Regulación de Empleo, cada nueva automatización de la producción, reducen el número de trabajadores que cotizan, pero no reducen el número de personas que se jubilan y esperan cobrar una pensión. De igual modo, cada vez que baja un salario para competir con los asiáticos o simplemente para mantener una actividad en marcha, se reduce también la cotización del trabajador, peor no la pensión del que trabajó hace unos años.

Así estamos ante la terrible paradoja de que a día de hoy las pensiones son a veces superiores a los salarios, y no es extraño ver que un jubilado cobra mil o mil cien euros mientras el trabajador en activo no encuentra empleo con un salario mayor de ochocientos o novecientos euros.

¿Es normal que las pensiones sean superiores a los salarios? En absoluto, y menos con una ratio como la actual, que no llega a dos trabajadores en activo por cada jubilado.

Además, el trabajador en activo, por razones de edad, tiene que mantener una familia y pagar una hipoteca, mientras que le jubilado no tiene ya hijos a su cargo (aunque a veces sea el sostén de la familia, nadie lo niega) y acabó de pagar la vivienda hace muchísimos años.

De este modo, nos encontramos con que el trabajador pagar por un lado la pensión al jubilado y por otro a menudo le paga también el alquiler de su vivienda, pues son los mayores los principales caseros de este país, trasladando toda la renta disponible desde los jóvenes, que no pueden consumir, a los viejos, que no desean en absoluto consumir. Esta es una de las claves de que no circule un duro: que no hay dinero, y el poco que hay lo tienen los viejos.

¿Qué se puede hacer ante una situación así? Pues no hay buena solución. A menudo escucho la tontería de que hay que pagar mejores salarios y mejores pensiones. Por supuesto que sí: y tener todos mejor salud, dormir con la que nos gusta, y vivir hasta los cien años. ¿Pero qué es lo que cabe dentro de lo posible?

A mi juicio, y arriesgándome a que me llaméis insensible, creo que hay que corregir poco a poco el desequilibrio por ambos lados: subir poco a poco los salarios y bajar poco a poco las pensiones, aunque sólo sea para que el edificio entero no se hunda a medida que avancemos en la gráfica de arriba hacia situaciones en que por cada pensionista haya sólo un trabajador.

Una gráfica, por cierto, que es tremendamente optimista, porque da por hecho que el número de afiliados crecerá en los próximos años, corrigiendo el desempleo, y eso es algo que nadie tiene del todo claro.

Miradla bien.

 

El corralito ya está servido (pero casi nadie lo ha visto)

Un cerrojazo

Un cerrojazo

El Gobierno nos dirá que todo va como dios, pero al echar un ojo a la nueva ley de IRPF resulta que nos encontramos con una norma propia de países bolivarianos o kirchneristas y que va a traer mucha cola, así que os lo contamos aquí, para que cada cual saque sus propias conclusiones o tome sus decisiones. Echadle un ojo a la página 36 de este enlace. Ya sé que el lenguaje técnico es tela marinera, pero un caso como este no se puede comentar de oídas ni tirando por aproximación.

¿Y qué es eso? Pues es lo que en inglés se llama exit tax, o impuesto de salida, y significa que le van a meter un palo a todo el que se quiera marchar de España.

Resulta que  quien haya sido contributyente en España en diez de los últimos quince años,  con un patrimonio económico total superior a cuatro millones de euros o más de un 25% en una empresa con un capital de más de un millón de euros, deberá integrar en su declaración, como renta del ahorro, las plusvalías latentes de ese capital. Es decir: tendrá que declarar como ya ganado lo que no ha ganado todavía, porque aún lo ha vendido y sólo por el hecho de pensar trasladarse a otro país.

En la ley se prevé también que, dependiendo del país de destino no haga falta que lo pagues, sino que constituyas un aval (los bancos aplauden con las orejas) a tu coste, para que el Gobierno pueda echar mano de él si un día decides vender.

La cuestión, al fin y al cabo, es que se pone una traba a la circulación de capitales y una traba también a la circulación de personas, porque si alguien se quiere ir a trabajar a otro lado, le meten el clavo de antemano, no va ya a ser que quiera pagar en otro lado.

En principio puede sonar bien, por aquello de que el dinero no se escape, ¿pero quién demonios va a traer el dinero a un país del que luego no te lo puedes llevar? Este va a ser el último clavo en la ya muy depauperada inversión externa. Los inversores exteriores, además de los dos riesgos que ya aparecen en los informes (inestabilidad política por la llegada de Podemos y el lío catalán) se van a largar de aquí en estampida por la incertidumbre que esta medida genera.

De momento, y nada más aprobarse esta locura, algunas empresas han anunciado ya que se marchan antes de que sea demasiado tarde. En este caso, la hipoteca puede ser una buena medida defensiva, por cierto:  dejar aquí lo que sea, pero dejarlo hipotecado. Y si le quieren echar mano, que les cunda.

Lo que no está claro es de qué puñetas va el Gobierno con semejante idea. Si lo que pretende es que pensemos que no hay más remedio que pagar y aguantarse, mucho me temo que se han equivocado de país.

 

El montante total hipotecario continúa cuesta abajo

Hasta un gato muerto rebota. Este no parece muy muerto, peor no quería herir sensibilidades....

Hasta un gato muerto rebota. Este no parece muy muerto, pero no quería herir sensibilidades….

En el mundo de la bolsa y las finanzas se dice que rebotar, lo que es rebotar, rebota hasta un gato muerto.

Eso es lo que le ha sucedido a las hipotecas en España, que este año han rebotado en agosto más de un 23%. La cifra, en principio, parece espectacular, pero mirándola más de cerca vemos que este incremento se produce sobre agosto del año anterior, el mes con menos hipotecas firmadas desde tiempos del rey Suintila.

Por otro lado, y si vamos al dato monetario, vemos que el total de la inversión hipotecaria en España se sigue reduciendo, porque se cancelan más hipotecas de las que abren nuevas, y las que se conceden son por un importe sustancialmente menor a las que amortizan.

Seguimos, por tanto, con el problema de la demanda solvente, que es lo que busca la banca. ¿Y qué es demanda solvente para la banca? Pues esta vez tenemos una valoración: unos dos mil euros al mes por unidad familiar, según la media de los bancos consultados por www.valoracion.es

Dos mil euros mensuales no parece mucho dinero, o no lo parecía en otro tiempo, pero habida cuenta de la reducción salarial que ha padecido España (y que no tiene visos de detenerse digan lo que digan de no sé qué recuperación) dos mil euros empieza a ser una cantidad bastante respetable,  que generalmente exige que trabajen dos miembros de la familia.

Y luego está el otro problema: que paga ganar dos mil euros hay que vivir, generalmente, en un lugar donde la vivienda es mucho más cara, con lo que a menudo no son suficientes.

Nos encontramos por tanto, una vez más, ante ese extraño fenómeno español: que los salarios bajan más que la vivienda, con lo que la breca de lo que es asequible y lo que no, continúa ampliándose.

¿Hasta cuando? No se sabe muy bien, peor mucho me temo que se igualen cuando ambas variables, precios y salarios, caigan de nuevo a la vez. Un pronóstico agorero, seguramente, peor no tengo otro.

 

Cómo se calcula realmente una hipoteca

Letra pequeña

Letra pequeña

En este blog, además de una calculadora de las mensualidades y un montón de herramientas más para calcular hipotecas, hemos hablado hasta la saciedad de la letra pequeña, la minúsucula, y la que desaparece completamente bajo una cagada de mosca.

La hipoteca, por supuesto, depende del Euribor, del Libor, del diferencial que se pague sobre esos índices, y de las condiciones añadidas que lleve, como seguros de vida, obligación de llevar al banco una nómina y todas los demás pequeñas triquiñuelas que los bancos usan para sacar dinero sin que lo parezca.

Sin embargo, el verdadero cálculo de la hipoteca hay que hacerlo en casa, manejando hipótesis, y las preguntas que realmente importa responder no están, a menudo, entre las que puede responder una calculadora o una hoja de amortizaciones.

Voy a recorrer brevemente algunas de estas preguntas que es forzoso realizarse.

-¿Qué parte de mis actuales ingresos se llevaría la hipoteca? Esta parece fácil, porque en teoría todo el mundo sabe cuánto entra en su casa.

-¿Qué renta disponible me dejaría la hipoteca? Esta parece más fácil, pero no lo es, porque ya son menos los que conocen su verdadera renta disponible. La renta disponible es el dinero que queda para gasto discrecional una vez cubiertas las obligaciones básicas de cada mes. Así que hay que sumar la media de los recibos de la luz, del agua, basura, teléfono, internet, comunidad, garaje, lo que se gaste habitualmente para comer, y entonces sumar la hipoteca y ver qué queda. Si lo que queda es muy ajustado, lo mejores pensárselo de nuevo.

¿Hasta qué tipo de interés puedo soportar?

Con los cálculos anteriores hay que ver hasta qué subida de los tipos de interés podemos soportar. Ahora el dinero está muy bajo, pero si firmamos una hipoteca a treinta años por el EURIBOR más un diferencial, hay que tener en cuenta que en treinta años el EURIBOR puede subir mucho más de lo que esperamos.

-¿Qué ocurriría si uno de los miembros de mi familia, o los dos, perdiesen su trabajo?

A veces la gente firma un contrato a 30 años y no se da cuenta de que en treinta años pueden pasar muchas cosas. Una hipoteca es una buena idea si en un caso moderadamente pesimista no nos vemos en la calle, con una mano delante y otra detrás. Si no es así, el riesgo es demasiado elevado.

-¿Qué pasaría con la hipoteca en caso de divorcio?

Esto puede sonar fatal cuando se piensa en comprar un pico poco después de una boda, pero los hechos indican que el 50% de los matrimonios acaban en divorcio, y hay que tener en cuenta esta variable.  Si en caso de ruptura del matrimonio la hipoteca no se puede pagar, mejor pensárselo detenidamente.

-Si en una emergencia necesito vender el piso, por un traslado o lo que sea, ¿cuánto tiempo me llevaría venderlo?

Cada mes que pagas de hipoteca mientras las circunstancias de obligan a vivir en otro sitio (y pagar un alquiler) es un daño que hay que calcular. Si se trata de la casa de tus sueños, pero no se la vas a a vender ni a Gandalf,  piénsatelo bien.

Repasaremos estas preguntas. Y quizás la última: ¿dónde está el puente más cercano, si todo falla?

Toda prudencia es poca.

Hipoteca, cajas y dolor

Historias de las puñeteras cajas

Historias de las puñeteras cajas

Hoy voy a hablar de una experiencia personal que a lo mejor nos sirve a todos para saber qué diablos está pasando aquí. Un día sí y otro también nos despertamos con distintos escándalos de corrupción y parece que la cosa no tiene fin.

Tanto es así que ya hay quien se pregunta si no habrá algo interesado en toda esta cascada de noticias escatológicas (o mierderas, si detestáis el griego) y si habrá algún plan preconcebido en el modo y ritmo en que toda esta porquería está saliendo a la luz.

Yo no me voy a poner paranoico y no me voy a meter en teorías de la conspiración, en primer lugar porque creo que es todo muy simple (hay porquería a espuertas y no hace falta tanto para que salga) y en segundo lugar porque no me parece serio emplear un medio como este para difundir teorías de bar ni filosofía de café copa y puro.

Lo que sí sé, porque asistí a ello hace poco, es que la desaparición de las Cajas de Ahorros ha puesto a los partidos políticos al borde de la muerte. Lo que sí sé es que las cajas de ahorros no se ocupaban solamente de nuestras hipotecas, y de pagar guiñoles para los niños, sino que eran la piedra angular de todo un sistema clientelar que mantenía en pie la obediencia y la disciplina dentro de los partidos.

Mientras existieron las cajas de ahorros, los dirigentes políticos podían pagar a sus subalternos con un puestecillo para la hija, un préstamo para el sobrino o incluso, en los casos más clamorosos, con un error administrativo que conducía al olvido de determinada deuda. Lo de las tarjetas con barra libre ya es conocido de todos, así que no meteré más el dedo en esa llaga por no cabrear más la personal.

Tras la desaparición de las cajas de ahorros, un dirigente provincial conocido mío llamó al alcalde de un pueblo para pedirle apoyo político para un determinado proyecto (una carretera, concretamente ) y el alcalde local le espetó que si no llamaba para lo que él sabía que no se molestase ni en descolgar el teléfono.

-¿Y qué es eso para lo que le tienes que llamar? -pregunté yo, que había oído la airada respuesta.

-Nada. Que su hija sigue en el paro.

Y así es la vida: mientras la hija del alcalde del quinto pino esté en el paro, no hay otro tema del que hablar ni otro tema que le importe tres puñetas a su padre. Y lo mismo pasaría si la niña las pasara negras para pagar la hipoteca, o la letra de la nevera.

Cuando existían las cajas de ahorros, esas cosas se arreglaban en días, semanas o meses, con un par de llamadas. Hoy no se arreglan de ningún modo y cada día son más los que ni obedecen ni callan.

Y eso hay.

¿A qué huele una hipoteca?

El perfume. Historia de un asesino.

El perfume. Historia de un asesino.

Como diría el inolvidable personaje de Apocalypse Now, me encanta el olor de las hipotecas por la mañana. Huelen… a Victoria.

El chiflado aquel, de todos modos, hablaba de napalm.

Las hipotecas, con llegar a ser un arma de destrucción masiva no van tan lejos, pero parece que el olor de la hipoteca, o el olor de la vivienda que se vende, es también muy importante a la hora de promocionar lo que estás vendiendo.

¿Por qué nos íbamos a fijar sólo en la vista? Cuando intentamos persuadir a alguien, o incluso cuando salimos de ligue, sabemos de sobra que no basta con tener un buen aspecto exterior (vista) y no decir tonterías (oído), sino que también es muy importante oler bien. Sin embargo, a la hora de vender una vivienda, se suele cometer el error de fiar todo su atractivo a su tamaño, luminosidad, y a la zona en la que se encuentra.

Una casa que se vende es una casa que hace pensar a  su futuro habitante que será un lugar donde esté a gusto, un lugar cómodo y sobre todo un lugar agradable para vivir. El olor a cerrado, a humedad o a cañerías no ayude, aunque todo el mundo sepa que eso es lo que ocurre cuando una casa está cerrada. Todo el mundo sabe también que ese chico o esa chica despampanante que acaba de conocer va al baño, tiene legañas y mal aliente por las mañanas, pero eso no impide que se trate de mitigar la idea. ¿Por qué no se hace con las casas?

Una hipoteca es una casa vendida, y una hipoteca tiene que oler a fresco, a limpio pero sin recordar un hospital, a posibilidades, en suma.

¿Hay que evitar los malos olores? Por supuesto, pero no sólo esos: también todos los que sean raros o infrecuentes y lleven al visitante a tratar de adivinar a qué huele, distrayendo su atención de lo que ha venido a ver. Una barrita de incienso exótico, por ejemplo, puede hacer que el posible comprador pase el tiempo intentando adivinar a qué huele y luego no sea capaz de saber siquiera cuántas habitaciones tenía el piso.

O sea que vis a, sí, pero también olfato. Que una casa no se vende así como así y no s epuede dejar de lado ningún detalle.

 

Propietarios, no proletarios

Para hacer lo que te da la gana, lo primero es ganar.

Para hacer lo que te da la gana, lo primero es ganar.

Para analizar con seriedad lo que es el mercado español de la vivienda hay que saber de dónde surge esta costumbre nuestra, casi manía, de ser propietarios del piso en el que vivimos.

Un 86% de los españoles vive en viviendas compradas en propiedad, respecto a porcentajes de menos del 20%, como el caso de Alemania, que es lo que suele verse en los países de nuestro entorno inmediato.

Bueno, ¿y por qué? ¿Porque somos así de chulos? ¿Porque nos excita la hipoteca?

Pues puede que también por todo eso, pero fundamentalmente porque ser propietario se inscribió sociológica y psicológicamente en la mente colectiva como el único modo válido de ahorrar y, a la postre, como el único modo válido de llegar a ser alguien en la vida.

¿Y cuándo sucedió tal cosa? En tiempos de Franco, por supuesto, un tipo que aguantó cuarenta años en el poder y que en ese tiempo construyó millones de Viviendas de Protección Oficial. Un tipo que odiaba alquilar esas viviendas, con lo que prefirió darlas en propiedad. ¿Y por qué?

La idea era doble, y muy clara:

-Que el Estado no se metiese en jaleos convirtiéndose en casero, y por tanto en cobrador de los alquileres y reparador de los desperfectos de las viviendas. Tener que desahuciar a la gente o hacerse cargo de las goteras acabaría por acarrear impopularidad, algo que no convenía al régimen.

-Que la gente fuese propietaria de algo de verdadero valor y tuviese algo que perder si apoyaba una revolución o un simple Gobierno de izquierda (de aquella izquierda de entonces) amiga de expropiaciones y colectivizaciones. Los que son propietarios nunca son proletarios, y así, de un golpe verbal, la dictadura del proletariado se convirtió en dictadura del “propietariado”. Un buen golpe….

Así se hizo la hipoteca un hueco en el corazón de los españoles, un hueco que permanece aún caliente por mucho que los sinsabores de los últimos años hayan generado algo de desamor. Un hueco y un recuerdo que llevará generaciones borrar.

 

De cómo dar dinero a los banqueros sin que lo parezca

Habitual postura de la clase política, ataviada en este caso con ropajes históricos. Y baste a buen entendedor.

Habitual postura de la clase política, ataviada en este caso con ropajes históricos. Y baste a buen entendedor.

Ya habíamos hablado antes por aquí de la reforma fiscal del Gobierno, y del salvaje palo que supone para los pequeños ahorradores y para la sufrida clase media, pero como no es cosa de extenderse a lo largo y ancho de esta normativa, vamos a centrarnos en lo nuestro, que es la vivienda.

La cuestión principal, y la más sangrante, es que desaparecen de pronto los coeficientes de actualización y abatimiento a la hora de calcular las plusvalías en la venta de una vivienda.

¿Y qué significa eso? Que si compraste una casa en 1980 por un millón de pesetas (equivalentes a 6000 €) y la vendes hoy por ciento veinte mil euros, tributas en plusvalías como si hubieses ganados la diferencia, o sea, ciento catorce mil euros, sin tener en cuenta que aquellas pesetas y estos euros tienen un valor muy diferente, porque para eso está la inflación.

Esto, como se puede ver, es un ataque directo a todos los españoles que consideraron que la vivienda era un modo de ahorrar para el futuro y resulta, a mi juicio, una estafa intolerable y un ataque al sentido común, ya que considerar equivalente el dinero en términos nominales es una barbaridad sin paliativos.

¿Quienes podrían salvarse de la quema?

Aún no está muy claro, pero se habla de tres colectivos:

-Los mayores de 65 años, siempre que empleen el dinero para complementar la pensión a través de un fondo de pensiones.

-Los que reinviertan el dinero obtenido en la venta de unja vivienda habitual en la compra de otra vivienda habitual.

-Los que empleen lo obtenido en la suscripción de planes de vivienda para comprar otra vivienda.

En el fondo, si os fijáis, lo que viene a suceder es que te libran de los impuestos si bancariza tu dinero: es decir, si la riqueza pasa de tu vivienda a productos bancarios, ya sean fondos de pensiones o fondos de vivienda.

Con esto, a mi entender, lo que se pretende es  que todo el mundo que venda una casa vaya con el dinero como loco a los bancos, que allí ya los trasquilarán convenientemente con una hipoteca sobre la nueva vivienda o uno de esos productos imaginativos como las participaciones preferentes que tan famosos se han hecho en los últimos tiempos.

 

Vuelven las hipotecas por el 100% de la tasación

Ya está el flautista afinando otra vez el instrumento...

Ya está el flautista afinando otra vez el instrumento…

No hay piedra con la que no seamos capaces de dar dos veces, y en esto del mercado hipotecario, el mejor ejemplo es el regreso de las hipotecas por el 100% del valor de tasación.

En principio se conceden solamente a cambio de intereses muy altos, condiciones de permanencia draconianas, o clientes muy solventes y con muchos avales, pero el caso es que la prohibición absoluta ya ha desaparecido y sólo es cuestión de tiempo que la cosa vaya a mayores.

¿Y a que no sabéis quién lleva la delantera en semejante carrera de retorno a la imprudencia? Pues sí: dos cajas. Nada de bancos. Como vieron que si te pegabas el morrazo no pasaba nada porque pagábamos todos a escote, parece que se animan a correr el riesgo.

Pongamos nombres y apellidos a la cosa:

Ibercaja vende ya la Superhipoteca 2014 con la que se puede obtener el 100% del valor de la tasación y un plazo de 40 años para amortizar la hipoteca. El tipo de interés es del 3% el primer año y el resto del periodo se aplica un diferencial Euribor más dos puntos. Luyego hay un montón de requisitos, pero de eso ya pasamos.

La otra es  Caja Ingenieros, que ofrece también hasta el 100% del valor del inmueble, con un tipo departida del 4,50% y un diferencial posterior de euribor más 3,5 puntos.

En otras entidades, como lo del 100% suena muy feo, se habla de conceder el 95% o el 97% del valor de tasación, siempre que se trate de viviendas de la propia cartera del banco o promociones difíciles de colocar.

Resumiendo: que como los bancos no saben qué hacer con el dinero, porque negocios rentables ya van quedando pocos (por eso no piden dinero al BCE aunque se lo dé gratis) la vieja hipoteca se está convirtiendo una vez más en salida de emergencia para banqueros in imaginación en un país sin expectativas.

¿Y de veras necesitamos pisos? ¿Y de veras necesitamos hipotecas? Preguntas equivocadas. La buena es: ¿Y a quién carajo le importa?

El hachazo de Draghi y la hipoteca saludable

El tío que siempre llega tarde

El tío que siempre llega tarde

A estas alturas ya lo sabéis todos: el Banco Centra Europeo ha reducido el tipo oficial de interés a un simbólico 0,05% y ha colocado el tipo del préstamo interbancario al -0,2%, o sea, en negativo.

Un tipo de interés negativo quiere decir que quien presta dinero tiene que pagar por hacerlo, en vez de recibir una retribución a cambio, y eso es lo que sucede ahora con los bancos que prefieren dejar su capital depositado en la entidad emisora: que deberán pagar por hacerlo. ¿Y cual es la intención de esto? Que los bancos se decidan de una buena vez a poner el dinero en circulación, puesto que  no sacarle rendimiento alguno es mejor que tenerlo parado.

¿Conseguirá esto revitalizar las hipotecas? Yo creo que no. Y tengo varios motivos para ser de esta opinión, por mucho que otros medios digan que las hipotecas solicitadas aumentaron un 19% en junio

-Ausencia de demanda solvente. Con los salarios reales cayendo, no es previsible que la banca encuentre buenos candidatos para préstamos a plazos tan largos como requiere un préstamo hipotecario. La tan cacareada recuperación del empleo pasa sólo por la contabilidad de cabezas, pero no pro la contabilidad de horas trabajadas. En España trabajan hoy algunos cientos de miles más de personas que hace un año, pero el factor trabajo, en su conjunto, se sigue reduciendo, ya que se han sustituido contratos a tiempo completo por contratos basura a tiempo parcial. Tres personas que trabajaban cuarenta horas semanales parecen menos que cinco que trabajan a media jornada, pero no es cierto. El gobierno dirá que el paro ha disminuido en dos trabajadores, pero en lugar de 120 horas semanales ahora se están trabajando 100. Multiplicar es fácil, pero casi siempre nos escamotean este dato. Ojo al asunto, por favor.

¿De dónde van a salir los clientes cualificados para las hipotecas en estas condiciones?

Exposición al ladrillo. La banca sigue intentando quitarse los activos inmobiliarios de su balance, tan sospechosos desde hace años. Pueden contarnos cualquier milonga, pero lo cierto es que invertirán antes en plantaciones de aguacates que en nuevas bolsas de inmuebles. Aunque sólo sea para que sus accionistas puedan hacer como que se creen que todo es diferente a lo que era.

Expectativas de deflación. La economía parece irse hacia el hoyo de la deflación, con lo que cada deudor puede ser una fuente de sorpresas. Esa cosa maldita que nadie tiene en cuenta al hablar de los empresarios, esa cosa que se llama riesgo, tiene un coste muy determinado y las compañías de seguros se dedican a pasarlo a cifras. Si las circunstancias macroeconómicas señalan la posibilidad de que los deudores puedan irse volviendo cada vez más frágiles con el tiempo, los bancos sólo podrán prestar a largo plazo con diferenciales muy altos y garantías muy concretas.

O sea que no, que no veo que esto vaya a reflotar el mercado hipotecario. Y tampoco veo la buena noticia por ninguna parte.

Las bolsas la celebran porque les concede tiempo, no porque les conceda salud.

De momento, existen diferentes portales para encontrar la mejor hipoteca, pero nosotros seguiremos dedicándonos a su análisis y al calculo de las cuotas, a las cláusulas y a toda esa letra pequeña que hay que vigilar.

Mucho ojo.

 

La deuda y la paella con mosca. Parábola de la situación actual

¿Aparecerá el valiente que la sepulte en su plato?

¿Aparecerá el valiente que la sepulte en su plato?

Me he cansado ya, al menos de momento, del lenguaje engolado con que se suelen abordar los temas económicos, y quiero analizar hoy la situación actual con una parábola.

¿En qué situación económica nos encontramos en realidad?

Pues imaginad que diez o doce comensales postín se reúnen en una casa de campo. Ya está puesta la mesa y todo el mundo ha olvidado que se trata de un evento informal y luce sus mejores galas.

En ese momento, el anfitrión viene con una enorme paellera y la coloca sobre la mesa, ante las felicitaciones y aplausos de la concurrencia. Anuncia que acto seguido regresará con el vino y se va directo a la bodega.

De pronto, las miradas comienzan a ir de la paellera a la cara de los vecinos, y de la cara de los vecinos a la paellera: una enorme mosca aún mueve lentamente sus patas en el centro de la paella. Es una mosca enorme, o quizás un abejorro, y parece dispuesta a discutir una cabeza de langosta al primero que quiera hacerse con ella. Antes de que haya regresado el anfitrión todo el mundo ha visto la mosca, pero nadie habla de ella.

¿Qué se debe hacer en semejante situación? Los manuales de etiqueta y protocolo, señalan dos opciones: la buena, y la óptima.

La buena sería no inmutarse. La mosca es invisible, la mosca no existe. La mosca jamás ha llegado a la paella, y señalarla sería echar a perder la comida de tgodos, convirtiendo en culpable del fracaso de la reunión al que se atreviese a señalarla.

La óptima es que alguien avezado y con iniciativa pida permiso para servirse en primer lugar, porque no puede tener delante de él una paella tan buena sin probarla, y que se sirva la mosca a su propio plato, para hacerla desaparecer a la primera ocasión.

¿Y a qué viene esto? Pues a que así, exactamente, estamos con la deuda pública. España ha alcanzado el 100% de su PIB (teórico) y otros países andan también ya por cifras astronómicas. Mientras nadie mencione la imposibilidad de pagar esa deuda, todo irá bien. En cuanto alguien señale que esa deuda es impagable, todo se irá al carajo. Pero el caso es que, mientras tanto, nos anuncian la recuperación y todos sonreímos.

Falta saber si aparecerá el valiente que se eche el problema a los hombros para, de un plumazo, hacerla desaparecer.

Pero no creo…