Hay en España una generación, la de aquellos que tienen hoy más o menos entre 35 y 45 años, que se ha pasado media vida viviendo sobre el alambre, de hipoteca en hipoteca y de susto en susto. Y no porque su futuro profesional sea difícil, que también, aunque no tan complicado como el que han tenido que sufrir las generaciones siguientes, sino por la complicadísma conciliación entre lo que se les ofrecía a nivel material y lo que deseaban a nivel moral.
¿Me he pasado de filosófico? Es posible, pero intento profundizar. Y tranquilos, que ya acaba agosto.
Por una parte, los nacidos entres el 65 y el 75 son la generación que ha disfrutado de una vida más estable, próspera, tranquila y llena de oportunidades en mucho tiempo. Los que nacieron antes tuvieron que atravesar una época mala antes de encontrarse con la prosperidad, y muchos de los que nacieron después ya se dieron de bruces con la nueva realidad de los bajos salarios y los trabajos complicados de encontrar y mantener.
¿Y qué hay en el otro plato de la balanza? Una situación política y social que predispone a esta generación a ser luchadora, idealista y contestataria. Pero no encuentran de qué ni contra qué, porque a buena parte de ellos les va estupendamente.
Y ahí es donde surge la tragedia de esta generación, que recoge los frutos del capitalismo mientras reniega de él, que habla mal de la contaminación mientras tiene un todo terreno, que se hace candidato por Izquierda Unida y sigue hablando de clase proletaria mientras vive en un chalé
Es casi imposible vivir en ese alambre, y más difícil aún conseguir que tus hijos te crean na palabra de lo que dices mientras además, ¡qué putada!, ven también cómo vives y lo que haces. Quizás por eso la generación siguiente, los nacidos en los ochenta, sea una de las más desorientadas que se hayan producido: porque no saben a qué quedarse, si a lo que ven, a los que les cuentan, a lo que deberían sentir y no sienten o a lo que deberían desear y no desean.
Sólo saben que alguien los ha estafado, que dicen por ahí que fue Franco, pero ese tío ya se había muerto cuando ellos nacieron y hay sospechas de que en realidad el gran timo se lo organizasen sus padres en forma de protección de derechos para los que ya están en e mercado a costa de los que están fuera.
¿Insiders contra outsiders en vez de izquierdas contra derechas?
¿Los que pagaron la hipoteca con un sólo sueldo, y en diez años, contra los que necesitan dos sueldos para pagarla en treinta?
Pues puede que sí. Y qué mal rollo…