Hoy toca un artículo con muchos gráficos. No es que piense que una imagen vale más que mil palabras, porque entonces me metería a fotógrafo en vez de a escritor, pero la representación gráfica de los datos es siempre un ahorro de tiempo y esfuerzo.
El primer gráfico, que antecede a estas líneas, es la evolución del precio de la vivienda según distintas fuentes: por un lado está el Instituto Nacional de Estadística, en gris, por otro el ministerio de Fomento en negro, y por otro, en azul oscuro, los datos de los notarios. Los dos azules más claros corresponden a los precios anunciados en los dos portales inmobiliarios más importantes: idealista y Fotocasa. Como veis, los datos son muy dispares, porque en este país la gente no le dice la verdad ni al médico.
El otro punto reseñable es que la vivienda se recuperó un poco el año pasado para caer de nuevo en el primer trimestre de 2015, seguramente porque la recuperación económica no es tan sólida como la pintan, o porque nuestras condiciones demográficas no invitan ocupar nuevas viviendas ni suscribir hipotecas.
El otro gráfico que voy a colocar a continuación es el del stock de viviendas, con la comparativa entre las viviendas edificadas y las viviendas terminadas.
Este año, por primera vez, se inician más viviendas que las que se terminan, lo que da a entender que el viejo ciclo de acabar lo que se había empezado y salir del atolladero como se pudiese ha terminado. No obstante, creo que es bueno fijarse en la enorme variación de volumen respecto a lo años anteriores, aun cuando los datos sólo correspondan a los primeros meses del año.
A mi entender, lo que se viene a interpretar de todo lo anterior es que la vivienda ha dejado de ser una anomalía, tanto al alza como a la baja y se encamina a una paulatina normalización del sector. Y esto, que puede ser bueno, o lo sería en un país normal, no dejar de ser algo preocupante en un país como el nuestro adicto al ladrillo y al cemento.
El empleo que muchos quieren, el de andamio y paleta, no va a volver mañana…