Los políticos, como los malos amantes, siempre acaban decepcionando, y esta ocasión no iba a ser menos. Tras anunciar a bombo y platillo el pacto entre los dos grandes partidos políticos de este país con supuestas mejoras en el marco legislativo hipotecario, nos hemos encontrado con que todo ha quedado en nada, con papel mojado que acaba por beneficiar a casi nadie y no hace sino generar aún más frustración entre la ciudadanía.
Se preveía una moratoria hipotecaria de verdad, una paralización de los desahucios para la gran mayoría de los ciudadanos, pero todo se ha quedado en restricciones, restricciones y más restricciones, de manera que en los titulares de prensa todo queda muy bonito, con el acuerdo entre los dos partidos, pero en realidad todo se queda en nada, en absolutamente nada.
Porque la única salida a la actual crisis económica pasa por asegurar la vivienda a las familias que realmente lo necesitan. Hubiera bastado una moratoria hipotecaria para todas las familias que sólo contaran con una vivienda y ésta fuera su residencia habitual, con ello se hubiera evitado la especulación y se hubiera conseguido proteger a estas familias.
Pero claro, el peso del sector financiero es demasiado importante y las deudas de los políticos con los banqueros demasiado grandes. El temor ante posibles, aunque improbable, impagos de la mayoría de los ciudadanos haces que los bancos se pongan la venda antes de la herida e intenten protegerse de algo que todavía no ha sucedido.
La consecuencia más evidente es que nos encontraremos con una situación que se seguirá perpetuando en el tiempo sin una solución plausible que pueda hacernos pensar en un futuro prometedor, más bien en una historia mil veces repetida en la que siempre perdemos los mismos y siempre acaban ganando los mismos, los bancos.
Lo más triste de todo es que el PP cree que con esta reforma hipotecaria a medias se ha conseguido apuntar un tanto, cuando nada más lejos de la realidad, ya que la sociedad, hastiada ya de tanta mentira repetida y reiterada que no hace sino repercutir en los más necesitados y en aquellas personas con menor capacidad adquisitiva y menores posibilidades ante la situación económica actual.