A pesar de los pesares y por mucho que nos empeñemos, lo cierto es que ésto no lo arregla ni el PP ni el PSOE, ni el espíritu santo, con perdón de la blasfemia, porque el saldo hipotecario sostenido por las entidades financieras españolas sigue en caída libre y sin que se le pueda encontrar límite.
En 2011 se ha producido una caída del 6% con respecto al año 2010, y con apenas 1,009 billones de euros en créditos hipotecarios nos hemos situado en las cifras de 2006, justo antes de que nos adentráramos en la marabunta de la actual crisis hipotecaria, económica, financiera, social, …, de todo lo que tú quieras.
Un descenso tan brutal del saldo hipotecario viene a significar de una manera clara que no se están concediendo nuevos créditos, ya que se trata de una medición que nos ofrece el saldo neto de los préstamos hipotecarios, es decir, que si se produce un descenso es porque la velocidad de concesión de nuevos préstamos no es suficiente para cubrir las amortizaciones o los embargos que se producen.
Ello no es sino un fiel reflejo de la realidad que todos intuimos, en la que las entidades financieras no están por la labor de conceder préstamos hipotecario a las familias ante el riesgo de morosidad como consecuencia de la alta inestabilidad laboral.
Es cierto, sin embargo, que el elevado endeudamiento privado, en su mayoría como consecuencia de los préstamos hipotecarios, fue una de las causas fundamentales del agravamiento de la crisis de la burbuja inmobiliaria, con lo que no es del todo malo que se vaya reduciendo, aunque, eso sí, no a ritmos del 6%.
Habrá que aguardar a ver si las medidas aprobadas por el Gobierno en su reforma financiera comienzan a surtir efecto, pero los analistas ya se han apresurado a recordarnos que nada empezará a funcionar hasta que, al menos, se cumplan los tests de estrés ante el Banco Central Europeo, que darán una medida exacta de la solvencia de las entidades financieras.
A partir de ese momento se podría empezar a pensar en un inicio de la recuperación económica, en función del crédito, aunque todo dependerá del comportamiento de la economía real.