Muchas veces somos nosotros mismos los que nos convencemos de cosas que en el fondo no nos convienen. La frase más típica de este caso es aquella frase que tantos repetían como si fuese una ley inmutable del Universo: “los pisos nunca bajan“, Lástima que por escrito no se pueda poner voz en off, porque en este caso hubiese elegido la de Zeus.
Los pisos bajaron, por supuesto, y de esas bajadas y su impacto en los balances de los bancos y los patrimonios familiares viene esta crisis de deuda y descapitalización general, conceptos ambos que sirven muy bien como eufemismo para decir que no somos tan ricos como pensábamos.Los pisos bajaron, insisto, y ahora le toca el turno a otra de esas frases casi sagradas: “los bancos siempre ganan“.
Porque no es así. Porque la fuerza de los bancos procedía de su solvencia y de la capacidad de resistir más que los clientes. pero en estos momentos los intereses de los bancos han cambiado, lo que significa que para ganar tienen que dejar a veces que los demás también ganen.
En estos momentos, si estamos ahogados, si uno de los miembros de la familia se ha quedado en el paro o han disminuido los ingresos del negocio, se puede y se debe negociar con el banco. Se puede pedir, sin empacho, una demora, o una carencia. En estos momentos, se puede conseguir incluso una quita de parte de lo adeudado en nuestra hipoteca, a cambio de liquidar el resto. Si se ha sido buen pagador hasta el momento, los bancos preferirán perder parte de los intereses o parte del capital antes que embargar el piso, quedarse con él y meterlo en el balance como pérdidas, acompañando a otros centenares de hipotecas fallidas.
Ellos saben que les conviene más perder un poco o esperar antes que embargar. Lo saben ellos y lo sabemos nosotros. Es la hora de tenerlo en cuenta.