Está bien ese principio de un hombre un voto. Y una mujer, también, aunque a la izquierda no le gustase en su momento porque, según ellos, las mujeres estaban demasiado influidas por los curas y era mejor que no votasen. Como véis, lo de someter las convicciones al interés no es un brote verde, precisamente.
Esta bien porque podemos votar todos en las elecciones y así podemos decir que el tema nos afecta, aunque sepamos que lo mismo da ocho que ochenta, proque si se puede votar es que no importa, y si importa de veras no se puede votar. ¿No tenéis esa sensación?
Sábado es, y divago. Pero trataré de centrarme.
Como siempre, las elecciones han servido para que nos demos cuenta de que no vivimos en una democracia real, porque a los políticos les importan tres puñetas los votos en blanco o las cifras de participación. Con un cuarenta y tantos por ciento de votos emitidos el resultado es tan legítimo como si hubiese un ciento veinte por ciento, cosa que ya ha sucedido, como bien sabéis. En alguna regiones de este país han sido siempre tan demócratas que votaban hasta los muertos. ¿Os acordáis?
Fuera de nuestras fronteras, me quedo con una sonrisa y una preocupación: la sonrisa para los suecos, por los siete escaños que le concedieron al Partido Pirata, promotor de una lucha sin cuartel contra ciertas patentes y contra el control de los datos personales de los ciudadanos. La preocupación por el nuevo auge de la extrema derecha, que vuelve a menear sus siete colas capitalizando el descontento de los más pobres. Porque es curioso: a la extrema derecha la votan sobre todo los pobres. O eso dicen los sociólogos, y con buena lógica, porque los inmigrantes africanos, por ejemplo, no son competencia para los ingenieros nucleares y los neurocirujanos. A lo mejor tenía razón el Dr. Goebbels (mucho más canalla que idiota) cuando decía que los votos que él tenía que cosechar eran los de los comunistas, proque los burgueses lucían demasiado rechonchos para desear cambios cambios drásticos. Que Goebbels fuera un político de extrema derecha lo discutimos aparte, si queréis, lo mismo que si lo son o no los extremistas holandeses, por ejemplo, que tan buenos resultados han obtenido en estas elecciones. La pregunta que me queda, y os dejo, es la que se hace un sociólogo checho cuyo nombre no consigo recordar: ¿Es cierto que cada inmigrante que llega a un país genera un fascista en ese país a medio plazo?
En cuanto a España, si nos ponemos a mirar de cerca los resultados, tenemos, a mi juicio, que al Gobierno le ha pasado factura la crisis (en vez de garrote vil, como sería esperable), y que la oposición ha recogido las migajas de ese descontento popular, sólo las migajas, porque no parece tener dientes para algo más consistente que migas y purés. Si con la que está cayendo, la oposición no es capaz de conseguir nada más que lo conseguido, no sé a qué espera para renovarse. A lo mejor es que ya tienen respondida la vieja pregunta: ¿renovarse o morir? Morir, por supuesto, que renovarse es de pobres.
La nota llamativa la deja UpyD, el partido de Rosa Díez, que poco a poco se consolida como fuerza alternativa, con propuestas que a veces se califican desde fuera de socialismo encubierto y otras de fascismo descarado, según a quién perjudiquen. Por lo demás, nos queda de esta campaña un contenedor entero de bipartidismo cargado de palabrería; eso, y el convencimiento general de que en Europa se toman las decisiones importantes, como se decía en la campaña, pero no por nadie a quienes nosotros podamos elegir.
Porque si un día os da por informaros sobre los entresijos y los mecanismos de la Unión Europea descubriréis que el peso del Parlamento es muy inferior al de la Comisión y al de otros organismos nombrados digitalmente por los gobiernos nacionales. Y cuando consigan que entre en vigor la Constitución Europea que aquí aprobamos porque nos la recomendaron los Morancos, el poder de los no elegidos será aún mayor.
Así las cosas, en este deshilado análisis sólo nos queda hablar de los grandes descalabros socialistas en Europa y del avance de los partidos conservadores. La caída de la izquierda se explica sola: en los malos tiempos hay que dejar las tonterías y volver a la realidad. La subida de la derecha, también: los conservadores del mundo entero consideran el miedo como un militante de su partido y sus buenas razones tienen.
En todos los partidos hay gente racional y razonable, pero los acérrimos, los que no cambian su voto a aunque se agriete la tierra, creo que tienen una tipología muy determinada: se hace de izquierdas el que quiere que le den por la cara lo que nunca podría conseguir por sí mismo; se hace de derechas el que no quiere que le quiten lo que ganó su abuelo y él nunca ganaría. Los que consiguen las cosas por sí mismos o se creen capaces de ello no suelen ser acérrimos de nadie y votan a unos o a otros según las circunstancias del momento. Perdonad que sea tan crudo, pero esa es mi opinión.
Y en España, me parece, hay muchos millones de votos cautivos que salen a relucir en las elecciones europeas más que en ninguna otra convocatoria. Por eso los resultados se siguen polarizando en un bipartidismo infame, sin resquicio a la protesta ni al verdadero voto de castigo.
Casi mejor hablar de hipotecas. Se cabrea uno menos.
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Yo me enfado igual o más hablando de hipotecas, porque ya sé que la política no tiene remedio.
Hablas de bipartidismo infame… A mí también me parece que lo es y me gustaría que nuestro sistema fuese multipartidista como el italiano, pero en España no hay partidos consistentes ni alternativas reales.
Por no ser alternativa real, no lo es ni el Partido Popular en estos momentos.
Ojalá hubiera un sistema pluripartidista, pero es más fácil para el “poder” manejar dos partidos que tres. En cuanto Italia, creo que no es el mejor ejemplo. Tengo muchos amigos italianos que no pueden soportar al Gil italiano (Berlusconi) y tienen envidia de Zapatero. Sí, sí, de Zapatero. Imagina lo desesperados que están los pobres.
Visto lo que hace, ha hecho y hará siempre el amigo Berlusconi, no me extraña que nos tenga envidia, por increíble que nos lo parezca. Entre llos vuelos a la Villa Certosa, las menores sentadas en las rodillas de los gerifaltes, los contactos con la mafia y lo de establecer leyes que le dejan hacer lo que le da la real gana (igualito que el “demonio” Chaves, pero con el beneplácito de Occidente), es un ejemplo a seguir. Pero de lo que no cabe duda es de que cada país tiene el gobierno que se merece; y sobre todo si tenemos en cuenta la cantidad que gente que vota a este elemento, pues Italia, más que ningún otro.
Cuidado con lo de que cada uno se merece el país en el que vive. Me ha sorprendido un montón que haya tantos ciudadanos españoles que digan que les da lo mismo lo que haga Berlusconi en su intimidad mientras no lo haga con recursos públicos. A mí si me importa si Berlusconi es un depravado.
A mí no me extraña nada que en Italia admiren a Zapatero. Yo tengo familia viviedo en Italia, y me cuentan que a ZP la izquierda italiana lo tiene por las nubes desde 2004, cuando empezó mandando a tomar vientos a Bush, continuó con el matrimonio homosexual y todas esas medidas por las que se hizo tan famoso.
A ellos bien que les gustaría tener un ZP que hiciera lo mismo, pero claro, Italia es toda Italia y no sólo la izquierda italiana.
Joder, se me ha puesto la piel de gallina… pobres italiano.
PD. Pido ya una moderación del blog, porque esta aseveración es una película gore de las peores, de sangre y vísceras de manera gratuita.
Ya he ido a potar 3 veces…
Moderación, Peterlove, es no insultar, y no añadir palabras soeces a los comentarios, ni por razón de género, ideología, orientación sexual, religión ni por ninguna otra causa. Creo que, en el tiempo que llevo aquí leyendo y escribiendo, sólo hay una persona que haya utilizado el insulto. Así que, en bien de nuestra salud mental (y física), la moderación debemos practicarla todos, yo el primero y tú después.
Una cosa es expresar un pensamiento, que nadie lo impide, y otra utilizar el insulto como instrumento, me temo.
Vaya, veo que no has captado la ironía…
En fin, me abstendré de seguir utilizando el humor negro.
El partido de Rosa Díez va recogiendo los miles de electores descontentos con su correspondiente partido político, en uno y otro bando. Cuando el bipartidismo aburre de tan repetido que es, es bueno contar con un soplo de aire fresco, aunque las ideas ya estén inventadas y no se descubra nada nuevo.
Sin entrar a valorar a UPyD, la realidad es que este tipo de marchas de los votantes de los partidos tradicionales a otros recién aparecidos no es nuevo ni, para desgracia de algunos (no todos), cambiará mucho el pastel del Parlamento.
Ya en su momento pasó con Izquierda Unida, que todos los votantes de la izquierda veían como alternativa al PSOE de los momentos más oscuros. Y mirad dónde están ahora y, lo que es peor, dónde estarán dentro de unos años.
Multipartidita, vale, ¿pero como el italiano?
Joer, ¿no se te ocurrió un ejemplo un poco mejor?
🙂
¿Se hace de izquierdas el que quiere conseguir por la cara lo que no podrá conseguir nunca por si mismo? ¿O más bien se hace de izquierdas el que quiere que le den lo que se gana por si mismo y que se queda el nieto del que robó a su abuelo?
Me ha gustado esta respuesta, porque es precisamente lo que yo pensaba mientras leía lo que ha escrito el autor. Yo creo que de izquierdas o de derechas uno ni si quiera se hace; más bien se es, por forma de pensar o por influencia familiar (a favor o en contra). No dejo de pensar que uno es o no es de izquierdas dependiendo del conocimiento que tenga de la realidad social. Si eres de deerchas y de repente te tiran a la parroquia San Carlos Borromeo de Entrevías a currar de voluntario, terminas siendo de izquierdas. Y si no, que se lo digan a los curas de allí, que apoyan el uso del preservativo y dejan fumar a los yonquis en misa. Seguro que no son de derechas, pero es que tampoco son ya casi curas (que sí creyentes, supongo).
Estoy totalmente de acuerdo con lo que cuentas. Lo más determinante a la hora de ser de derechas o de izquierdas es la tradición familiar y las experiencias que has vivido. Jamás votaría a la derecha porque me chirrían muchas de sus propuestas y afirmaciones. Mientras que las de la izquierda, por mal que lo hagan en el Gobierno y aunque puntualmente no desee votarlos, no me chirrían.
Yo estoy de acuerdo coj el autor: el que es acérrimo o es un canalla o es un idiota. El otro, simplemete no es acérrimo.
Esa afirmación hay que matizarla, porque la tradición familiar no siempre determina que los descendientes sigan la misma línea. ¡Cuántas familias de derechas llegaron al cisma cuando el hijo que se suponía iba a heredar las riendas del imperio confesó que era comunista! Y al revés, en familias de izquierdas ovejas negras de derechas también las hay, que conste.
¿Os acordáis de Cánovas y de Sagasta? Pues ahora tenemos un sistema similar. Oficialmente sólo hay dos partidos que sólo cambian en el color del escudo y se van alternando según convenga. De cara al público se despellejan y detrás de las caras se van de cervezas o se invitan a las bodas de sus hijos.
A mi me parece perfecto quie se inviten a las bodas, se vayan de cañas o incluso se casen entre ellos. El hecho de tener diferentes ideas o concepciones sobre política y sociedad no significa necesariamente que las personas se tengan que llevar mal. Es más, yo tengo amigos con ideas políticas diferentes de las mías y nuestra relación es estupenda, siempre dentro del respeto. Lo que no me parece de recibo es que la gente que defiende una ideología termine aplicando medidas totalmente contrarias a ella, y de esta manera traicionando a sus electores.
No lo jures. ¿Y qué me dices de los votos anulados a Iniciativa Internacionalista? ¿O qué en el pueblo de la Vicepresidenta, donde ella votó, no haya ningún voto al PSOE? Y el PSOE no se queja, dice que es un fallo. Ya estoy harto de este paripé sustentado por los medios de comunicación. ¿Cuántos anuncios habéis visto de Izquierda Unida estas elecciones? Y encima ahora los medios nos quieren vender a Rosa Díez (que es menos de izquierdas que el PSOE, y ya es decir) como alternativa para que no cante mucho el bipartidismo.
Yo apoyo el esfuerzo de Rosa Díez sólo porque es la única idea nueva que hemos visto en los últimos años. El bipartidismo apesta, sobre todo, cuando uno de los partidos no es capaz de construir una alternativa razonable. Algo que ya le ocurrió al PSOE cuando se marchó con Felipe González. Renovación.
Lo de las mujeres es cierto. Pero no fue toda la izquierda, fue una feminista republicana. Ella decía que la mujer no podría votar hasta que no se quitara el yugo de los sacerdotes y de los padres porque condicionarían su voto y adulterarían las elecciones. Y en parte tenía razón. ¿Cuántas abuelitas todavía le piden al marido o a los hijos que le digan a quién tiene que votar?
Real como la vida misma. Ahora mismo hay muchas mujeres de bajo nivel cultural (para que luego digan que la cultura no sirve para nada) que incluso le preguntan al cura o al confesor qué es lo que tiene que votar. Y ni siquiera hace falta que se lo pregunten: el sr. Rouco Varela tiene muy claro lo que tienen que votar sus seguidores, y también los que no somos sus seguidores, y así lo dice. Así que no es cuestión de los intereses de la izquierda o la derecha (parece que el autor insinúa que la izquierda sólo han dejado votar a las mujeres cuando les ha convenido…), sino de ser conscientes de la realidad social.
Y todas las bochornosas manifestaciones “a favor de la familia” que han sido organizadas por la Iglesia y que están llenas de miseros y misereres. ¡Por favor! No sé en qué siglo se creen que están. Me parece sorprendente que haya una parte de la población que consienta que los curas se metan en la vida política.
Entiendo que os jorobe la influencia de Rpuco Varela. A mí me joroba la de PRISA, pero no le pido que se calle.
Creo que ser demócrata es eso. Lo que pasa es que hay mucho falangista disfrazado de progre, me parece, con todo el respeto…
Ahí no estoy de acuerdo, Heathcliff. No es comparable PRISA con Rouco Varela. El problema de los curas son los curas mismos. Todos sabemos que la religión (todas) fue un invento de alguien para poder controlar al pueblo ignorante. Es así y no se puede ni debe decir de otra manera. La diferencia de Prisa (o El Mundo o el ABC) es que no ocultan sus preferencias detrás de ninguna máscara.
Los curas llevan dos siglos engañando al mundo con la religión. No creo que nadie pueda decir seriamente lo contrario.
Por otro lado, que opinen, por supuesto, pero deben dejar a sus devotos pensar por sí mismos.
Me siento muy identificada con la tercera categoría de votantes: los que votan según la ocasión porque consideran que lo pueden conseguir todo por sí mismos.
En las otras dos categorías estoy parcialmente de acuerdo. En el voto de una persona también influye la herencia de las ideas familiares, el lugar donde se ha nacido y la situación personal que se vive en ese momento.
De lo demás me inquietan dos cosas: el auge de la extrema derecha y los siete escaños del Partido Pirata.
Entiendo el euroescepticismo y el antieuropeísmo, aunque a Europa le conviene unirse para negociar en conjunto con otros países, pero tengo miedo de que resurjan unas ideas y unas tendencias que, fruto del descontento, la inocencia y la ignorancia, hicieron tanto daño en el siglo XX.
El Partido Pirata me inquieta en otro sentido. Para mí los países nórdicos siempre han sido un espejo anticipador de lo que vendrá en los países del sur de Europa.
Me pregunto si dentro de 30 años habrá en España un partido que también hable de patentes y datos de los ciudadanos. La idea me encanta y me desencanta al mismo tiempo.
El problema de esa inmensa mayoría de votantes indecisos es que no hay un partido verdaderamente de izquierdas que el represente. Está demostrado que en España, la derecha tiene más o menos un número fijo de votantes. En cambio, la izquierda, como no le gustan las alternativas que hay suele abstenerse a menos que se vea movilizada a votar por miedo a que gane el Partido Popular (como en el 2004).
En este país es muy difícil ser votante de la izquierda porque no hay un proyecto político definido; los diferentes partidos se ignoran o se tiran los trastos a la cabeza, en lugar de hacer un frente común, como en el caso de la derecha. Además, al tratarse de un país de tradición católica arraigada, hay una especie de miedo al ateísmo-comunismo que parece llevar implícito la misma palabra “izquierda”. Mucha gente tiene miedo de que vengan los “rojos” y nos quiten los colegios concertados o el seguro médico, o que simplemente nos suban los impuestos (aunque luego nos tendremos que aguantar con las privatizaciones); estas personas, como tampoco se consideran de derechas, terminan votando al PSOE como única opción posible para tener su conciencia tranquila. Y total, al final, PSOE y PP son casi las dos caras de la misma moneda, como comentó alguien en algún otro post.
El miedo a la izquierda es el mismo miedo a que te roben la bici, o te entren al huerto a por las manzanas.
¿O no?
Pues por algo será….
El único –no necesita más– aglutinante que tiene la derecha para poder hacer un frente común por sus intereses es el dinero. A la izquierda, en general, como tienen más intereses en lo social, le falta algún aglutinante tan potente como ése.
En cualquier caso, creo que es mejor la variedad ideológica de la izquierda que el pensamiento único de la derecha.
La variedad de la izquierda, a mi ver, resoide en elegir qué es lo que se le expropia a otro.
Y sí, claro, en eso siempre hay más variedad…
🙂
En lo del pensamiento único ya no me mreto: hay cabezas de adoquín en todos los partidos, eso está claro. Y si daba más libertades Mussolini o Stalin, pues tampoco me parece cosa de discutirlo…
El sorprendente apoyo al Partido Pirata no deja de ser otra lectura más del desánimo que inunda el ambiente, tanto dentro como fuera de nuestras fronteras. Cualquier propuesta estrambótica nos moviliza más que el consabido programa político del partido de turno. Triste, pero real.
Cuando los políticos tienen los resultados de las elecciones en la mano llega el momento de interpretar las cifras. Formas de interpretar hay muchas, por eso al final todos parecen ganadores. Pero, ¿os dais cuenta de que ninguno de ellos ha hecho una reflexión en voz alta acerca de los motivos del escaso nivel de participación?
La principal causa de la escasa participación es que, aunque nos afecta mucho más de lo que pensamos, el ciudadano siente demasiado lejos Europa. El porqué de esa cuestión es lo que realmente debe responder el político. Y la realidad es que el único modo de que el ciudadano sienta de verdad que lo europeo le afecta es que los estados pierdan más poder frente a las instituciones europeas. Y para eso falta mucho.
Opino lo mismo, San Eurón Hipotequista, el ciudadano medio se siente muy lejos de Europa, y no es de extrañar. Ni los sueldos son los mismo, ni los valores, ni la educación o la forma de trabajar. De hecho, sólo hace falta preguntarle a un turista alemán lo que piensa de los españoles, y viceversa, para ver lo lejos que estamos.
El auge de los extremistas holandeses es fruto de una sociedad permisiva que ha aceptado como algo natural hechos como que en las aulas holandesas haya un 50% de alumnos extranjeros. Pero ojo, éstos lo han sabido hacer. No se ve ni un sólo extranjero trabajando en Holanda que no hable holandés, un requisito fundamental para ingresar en su mercado laboral. Respetan la cultura ajena, pero nunca perdieron su norte.
Completamente de acuerdo, Ladríllez. ZP debe haber brindado con Sonsoles en vista de los resultados electorales. Si con la que está cayendo no le han llovido palos por todos los lados, imaginaos qué pasará cuando todos los efectos de esta crisis se hayan suavizado. La pregunta es… ¿somos masocas o es que los otros son igual de malos?
Me ha llamado la atención la pregunta de Ladríllez, basada en un sociólogo, sobre si “cada inmigrante que llega a un país genera un fascista en ese país a medio plazo”. Yo creo que sí. He oído a mucha gente en contra de la inmigración, poca que argumentara con ideas sólidas y mucha con ideas viscerales, que salían del miedo. Miedo a perder el trabajo, miedo a perder subvenciones o miedo a las enfermedades. Opino que la política de inmigración en España ha sido nefasta, por parte de los dos partidos mayoritarios, pero también que esa afirmación del sociólogo se cumpliría aunque fuera estupenda. Sólo hace falta ver otros países europeos donde sube la derecha.
La primera voz que escuché de alguien en contra de los inmigrantes -en concreto, alguien que decía que la crisis se solucionaba echando a todos los inmigrantes- fue la de una mujer muy querida por familia que lleva años limpiando en nuestra casa. Me sorprendió tanto que me quedé sin habla.
En eso acierta plenamente Ladríllez: que el inmigrante no es competencia para el ingeniero nuclera. No me extraña que una señora de la limpieza se sintiese amenazada, la verdad..
Bueno, Sintino y Heathcliff, el odio al inmigrante no parte sólo de personas con poca cualificación, aunque es cierto que abunda entre ellos por la competencia laboral que puedan suponer. Aún así, yo jamás vi tanta inquina como la que vi en un obrero de la construcción, allá por el 2000. Pero después me ha sorprendido el odio que demostraba una policía local o un decorador, gente con trabajos consolidados, a la que no suponía ningún riesgo la llegada de inmigrantes, ningún riesgo laboral, aunque sí veían amenaza en otro tipo de asuntos, como el hecho de que los emigrantes retornados tengan derecho a ayudas al alquiler -en Galicia es así- o que sus hijos no tuvieran plaza en un determinado colegio y los hijos del vecino, inmigrantes colombianos, sí. Para mí el odio al inmigrante está basado en miedos, irracionales la mayoría de las veces, aunque con una base racional. Si tu hijo no puede acceder a un colegio y el del colombiano sí, puede ser que sea porque el colombiano no tenga recursos o porque su situación económica sea terrible, o porque existe un baremo que dice que pertenece a un colectivo en exclusión y que prima sobre ti, pero tú sólo escoges pensar que han preferido a su hijo en vez de al tuyo, y que si no estuviera no ocurriría. Y ahí comienza ese rechazo irracional.
No sé si intencionademente o no, vienes a decir lo mismo que yo: que esa gente teme y odiua al inmigrante proque le resta recursos. Ya sean becas, plazas escolares, camas hospitalarias o lo que sea. Recursos.
Al que va a la privada, se la suda. ¿O no?
Sr. Ladríllez, ¿por qué dices que con la Constitución Europea los cargos no elegidos tendrán más poder? Según tengo entendido, los líderes europeos tienden a concentrar cada vez más poderes en el Parlamento, precisamente porque es el representante del pueblo.
Me parece muy injusto tu comentario sobre hacerse de izquierdas o de derechas. ¿Qué lugar dejas a las ideas? Estoy de acuerdo con que en política hay mucho interesado y también con que hay mucha gente que sólo mira por la pela cuando vota. Pero también estamos muchos que somos de un partido político por convicción, por tener una idea muy concreta de cómo debería ser este mundo.
A mí me parece que distintas circunstancia requieren distintos gobiernos, y el que vota siempre al mismo, independientemente de las circunstancias, es un majadero. O un fanático, si es que hay alguna diferencia.
Jajajajaja, Heathcliff, lo suscribo totalmente, pero no creo que le guste a todo el mundo esa opinión. Quien vota siempre al mismo, cualesquiera que sean las circunstancias, suele pecar de fanático. Si mi partido hace burradas hace burradas y no hay vuelta de hoja. Si no sé verlo es que yo tengo más bien serrín en la cabeza, esto es, un fanático.
Me llama mucho la atención la pregunta que recoges de ese sociólogo acerca del inmigrante que es un fascista en potencia.
Francamente no lo sé. Es posible que algunos sí lleguen a serlo y otros no, según cómo les vaya en el país al que han emigrado.
No creo que los españoles que emigraron a mediados del siglo pasado se volvieran fascistas, sobre todo con la que estaba cayendo en España en ese sentido.
No digo eso, y me explico:
cada inmigrante que llega aun país genera un fascista, pero no es el propio inmigrante el que llega a serlo, sino un ciudadano cualquiera del país de acogida, que reacciona de forma negativa contra la llegada del inmigrante.
Esa es la tesis del sociólogo, al menos. La relación directa entre inmigración y voto de la extrema derecha.